El
camino de cada ser humano transcurre entre cientos de pequeñas y grandes
decisiones. Escoger bien permite trabajar con fines buenos.
Todo
lo que hacemos busca una meta. A veces, simplemente, tener la casa en orden.
Otras veces, ahorrar en vistas al futuro. Con frecuencia, "cumplir"
con las peticiones del jefe de trabajo, de un familiar o de un amigo.
Trabajamos siempre con un fin. Pero, ¿todos los fines tienen la misma
importancia? ¿Hay algunas actividades que podríamos dejar de lado para escoger
otras que tengan un fin más noble, más justo, más bello?
Hacer una jerarquía de fines permite hacer una jerarquía de ocupaciones. Quien
no tiene claro qué sea lo más importante y qué sirve sólo para "matar el
tiempo" no será capaz de escoger según proyectos buenos.
Otras veces la jerarquía está bien establecida, pero nos faltan energías
interiores para acometer lo importante y para dejar de lado lo superfluo. En
esos casos, basta una breve insinuación en la pantalla de la computadora para
que al final dediquemos minutos y minutos a una tontería y dejemos de hacer
aquello que realmente merecía nuestro tiempo y nuestro esfuerzo.
El camino de cada ser humano transcurre entre cientos de pequeñas y grandes
decisiones. Escoger bien permite trabajar con fines buenos. Escoger mal nos
lleva a perder, aquí en la tierra y también en el mundo futuro que nos espera.
¿Qué voy a hacer hoy? ¿En dónde invertiré mi vida? ¿Cómo distinguir entre
amores buenos y caprichos engañosos que me desgastan y me consumen sin sentido?
Desde el cielo, Dios me pide que oriente bien mis pasos. En la tierra,
familiares y amigos esperan, a veces en silencio, que les ayude y acompañe
desde las fuerzas que vibran en mi alma.
Un nuevo día está en mis manos. Si me dejo guiar por el amor a Dios y al
prójimo, empezaré a trabajar por fines verdaderamente buenos.
Autor: P.Fernando Pascual LC.
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