Jesús, te quedaste
en la Eucaristía, ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor.
¡Vaya que si lo hay!
Hoy hay sombras en la Capilla...quizá sea porque
está atardeciendo...
Tu, Jesús, estás como siempre, silencioso en tu eterna espera....pero tienes el
oído atento para todo el que llega, para todo el que te quiere decir
algo....penas, anhelos, sueños, alegrías y tristezas....Tu corazón abierto está
para quién a ti llega....y yo se que te quedaste ahí precisamente porque sabías
que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay!
En muchas ocasiones este dolor es provocado por el hombre mismo: terrorismo,
rencores, odios, venganzas, ambiciones, ansias de poder con el juego sucio y
mal intencionado que no se detiene ante nada y llega hasta el crimen... niños
que desean vivir y nunca lo harán. Siembra de dolores que parecería no tener
límites...
Pero también el hombre sufre por enfermedades incurables y por cataclismos de
la naturaleza: terremotos, tifones, lluvias torrenciales que desbordan ríos y
rompen presas, fuegos que empiezan por una chispa y se incrementan destruyendo
todo lo que alcanza y esto podría ser una lista interminable de dolor y de
muerte que constantemente vemos que hay sobre la tierra.
Y el hombre, todos nosotros, Señor, nos preguntamos ¿por qué?
Y esta es una pregunta difícil de contestar...
En silencio te miro Jesús, cierro los ojos y espero...
Pienso en este Planeta donde vivimos... él es como es....tiene nieves que se
desploman y forman aludes, tiene lluvias que desbordan ríos, tienen vientos que
por circunstancias atmosféricas se convierten en ciclones, tiene movimientos
telúricos de acomodación de su corteza terrestre que a veces son sismos
catastróficos y mortales, tiene volcanes que están activos y de hecho han
llegado a hacer erupción destruyendo a ciudades enteras.
En ese vaivén de acontecimientos vivimos desde que apareció el hombre sobre el
planeta Tierra y sabemos que nuestra existencia está sobre la fragilidad de lo
que es hoy y mañana no.
Pero para todos los sufrimientos hay una luz en el túnel negro y angustiante
del dolor... y tu, mi Señor, me lo estás diciendo: Esa luz está en el misterio
de tu Cruz. Tu Cruz permanecerá mientras el mundo gire.
¿Podrías tu Señor, digamos justificarte ante la Historia del hombre, tan llena
de sufrimientos, de otro modo que no fuera poniendo en el centro de esa
"historia" TU CRUZ?
Tu, además de ser Omnipotente, infinitamente Sabio, infinitamente Justo, no
eres el Absoluto y Poderoso que está "fuera del mundo" y al que por
lo tanto le es indiferente el sufrimiento humano porque eres... AMOR.
Y por "ese " AMOR, te pones, en libre elección, al servicio de las
criaturas.
Si en la historia de la humanidad está presente el sufrimiento, entiendo
entonces por qué tu omnipotencia se manifestó con la omnipotencia de la
humillación mediante la Cruz.
Mi amado Jesús Sacramentado, El escándalo de tu Cruz
- decía el Papa Juan Pablo II en su maravilloso libro "En el umbral de la
esperanza"- sigue siendo la clave para la interpretación
del GRAN MISTERIO DEL SUFRIMIENTO, que permanece de modo tan integral a la
historia del hombre
Ya ha caído la noche. Yo te miro, Tu me miras.... siento la humedad de las
lágrimas en los ojos cuando te digo:
Gracias, Señor, por esa Cruz... por tu cruz, que nos redime y que nos da la
fuerza para seguir...
¡AUNQUE EL DOLOR NOS ALCANCE!
Autor: Ma Esther De Ariño.
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