"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

viernes, 23 de agosto de 2019

SOBRE LOS INMIGRANTES Y EL OPEN ARMS.


Autor: Jose Maria Murillo Garcia

Tanto desde Roma el Papa, como desde España, la Conferencia Episcopal o el Cardenal Osoro, nos transmiten que la Iglesia se inclina por una recepción total y con el máximo cariño, para recibir a estas personas que hoy llegan a nuestras costas con el deseo de una vida mejor.
Verdaderamente, es una situación difícil, yo diría para ambas partes, tanto para el que llega, como para el que los recibe, pero tratemos de analizar esta situación.
El que llega, ha dejado su pueblo, su familia, su alimentación, sus costumbres, su clima, todo, pero si esto no fuese suficiente, ha pasado días de calamidades, se ha quedado en la mayoría de los casos, no solo sin sus ahorros, sino sin los ahorros de la familia.
 Por lo tanto llega totalmente roto, física y moralmente, sin nadie que le pueda escuchar y en quien se pueda apoyar, generalmente desconoce el idioma, su única esperanza es la idea fija de llegar a donde el piensa que será su salvación e incluso la de su familia que ha tenido que dejar atrás. ¿Quién es capaz de rechazar a unas personas como de las que hablamos? Y no digamos los huidos de guerras, algunas totalmente salvajes, sin control de derecho alguno, solo y exclusivamente la ley del más fuerte.
¿Es que hace falta ser católico, para abrazar a estas personas? Creo que no, lo único que hace falta es ser humano, y si además eres católico, lo debes hacer con más razón, aunque entiendo, siempre dentro de unos límites.
Para colmo últimamente, han aumentado los llamados mena, los menores de edad, que llegan con lo puesto (si traen algo) habría que enseñarles el idioma, que tuviesen una cultura  básica con la cual se puedan defender en un futuro. Pero para esto nos hace falta, espacios acondicionados debidamente, personal docente y de servicios, ¿Quién sufraga estos gastos? Ni las Autonomías, ni las Diputaciones, ni los Ayuntamientos, tienen presupuestos para tal fin.

Hemos dado unas pinceladas de la situación que esta el que llega, ahora tendremos que fijarnos en cómo está el que recibe.
En nuestra actual España, con el mayor paro de Europa, y después de haber pasado por una crisis que ha costado años salir (yo diría mejor, mitigar) donde las personas que en el dos mil catorce tenían más de cuarenta años, y que para colmo eran obreros de la construcción, no han tenido ocasión de volver a trabajar, más que en pequeñas chapuzas, y como es lógico la mayoría con una familia detrás. Son familias totalmente descapitalizadas, cualquier imprevisto, es para ellos un verdadero suplicio, se apoyan en Cáritas y de esa manera van mal subsistiendo.
Según el último informe Foessa, en España viven en situación de exclusión social, 8,5 millones de personas, el 18,4% de la población.
Con este panorama, ¿Quién le puede hablar de solidaridad y de que somos hermanos? Como les decimos a estas familias que mal viven, que reciban con los brazos abiertos a los venidos de cualquier lugar de África.
Saben que les quitaran parte de las chapuzas, que les permite llegar a fin de mes (no siempre), además en el ambulatorio de la Seguridad Social, ya de por sí, escaso de personal sanitario, el problema se acentúa, al aumentar el número de pacientes, teniendo en cuenta que como en su país no había Seguridad Social, al llegar aquí se hacen todas las revisiones habidas y por haber y por lo tanto los retrasos en cualquier actuación se acentúan.
Además de esto, nos queda hablar de integración, con personas de tan diferentes culturas y costumbres, con un desconocimiento total de nuestra lengua ¿Cómo se integran?
Para ellos la solución, - que por cierto no es la mejor – es, reunirse en barrios con los de su misma o parecida etnia, esta situación da lugar a la creación de guetos, donde la mayoría sin ocupación o alguna fórmula que les ayude a ganar unos euros, da lugar a reuniones de personas desocupadas y dispuestas a cualquier cosa.
Sé que el problema es difícil, que hay infinidad de expertos pensando en la mejor solución al tema, pero lo que creo no se puede, o al menos no se debe hacer, es abrir las puertas para que solamente entren.
Habrá que como mínimo, facilitarles vivienda, preparación para incorporarse a bolsas de trabajo y mientras esto llega, hacer frente a sus gastos de alimentación y mantenimiento de la familia caso de tenerla.
 Esta solución hoy en España es totalmente imposible, y el resultado a la vista esta, manteros, negociar el cuerpo, traficar con cualquier cosa, de algo hay que vivir.
La solución, que la prensa ha aireado estos días, de una Parroquia en Barcelona, con puertas abiertas, no es solución, dormidos sobre  un banco, es mejor que tirados en la calle, pero les harán falta unos servicios, o cuando se levanten con el cuerpo molido de las tablas, no podrán darse una ducha y hacer sus necesidades.
Por lo tanto, y como decía anteriormente sin ser un experto, esta situación, me lleva a pensar que la mejor, o quizás la única solución para estas personas sería crear en su sitio de residencia canales de incorporación a formas de trabajo que les diese la posibilidad de mantener a sus familias.
Como ejemplo podría ser el llamado Plan Badajoz, tierras que eran de secano que al convertirlas en regadío dieron lugar a la creación de diecisiete pueblos solo en la zona de Vegas Altas, los habitantes, colonos que llegaron la mayoría sin nada, pudieron atender sus necesidades familiares, con el rendimiento de su trabajo en la parcela.
Me podrán decir que ¿Cuánto es la inversión necesaria? Efectivamente quizás sea el mayor tropiezo, pero cuanto están gastando las naciones Europeas, entre barcos de recogida, establecimientos y personal sanitario en los puertos de llegada, mas el mantenimiento de los llegados?. ¿Europa no tiene capacidad para llevar a cabo esta obra? Seguro que mejor que traerlos a una casa donde no hay nada en común a ellos y donde no le podemos ofrecer más que en  el mejor de los casos, un techo.
Hoy, que tanto se habla del Open Arms, me gustaría tener más datos sobre el montaje del dichoso barquito, pero solo con un poco de sentido común, aquí hay algo nada claro. Una ONG española, que se va al otro extremo del Mediterráneo para recoger náufragos (para lo que no tiene permiso), pero lo que no conocen es donde puede depositar a los recogidos, lo que no quita que los acompañe un reportero de TVE. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Es que cualquiera fleta un barco para ayudar a pasar personas de una orilla a otra? ¿Esto cuánto cuesta y quien lo paga? Y para colmo los hemos visto, a los recogidos, tumbados en la toldilla del barco, con sus móviles, dale que te pego, pero luego se ponen nerviosos y se violentan (así nos lo cuentan)
Si hablamos desde la idea de que hacer como católico, creo que personas más documentadas que yo, y en un periódico nada sospechoso, como ABC en su sección de Opinión, Juan Manuel de Prada en un escrito sobre inmigración decía en su primer artículo: “Santo Tomas estableció las obligaciones de la hospitalidad, pero también sus límites”. Y en el segundo sobre el mismo tema dice: “Santo Tomas observa que no todos los extranjeros deben ser tratados de igual manera”.
Me atrevo a decir algo mas, recordando el Evangelio del buen Samaritano, creo que es indicativo para los católicos, la forma que Jesús expuso del proceder con los extranjeros. El Samaritano cogió al herido lo llevo a una posada cercana, para que lo curaran y atendieran hasta su regreso, quedando abonado el gasto.
 Pensando un poco, podemos darnos cuenta perfectamente, que nos decía Jesús, que debemos hacer.
Lo primero, acercarnos a el, pero después quedarlo en un sitio, donde lo podían atender perfectamente, con todo pagado, si, pero en su sitio.
No se le ocurrió al samaritano, llevárselo con él ¿lo queremos más claro?
Por lo tanto nuestra misión, en lugar de traerlos a donde no le damos más que techo, y algunas veces ni eso, lo suyo será crear en su sitio de residencia, oportunidades de vida digna, que no los obligue a transponer fronteras, para mal vivir, y además crear donde su nueva residencia, un malestar, de lo que ellos no son culpables, pero al europeo que tiene dificultades para llegar a fin de mes, no le podemos pedir que de mas, por mucho que le hablemos de hermandad.
Para colmo, mucho peor es, que quien quiera  que se abrace a todo el que viene, lo haga desde su gran casa, en un sillón y con aire acondicionado.