Autor:
Carolina Crespo Fernández
El Cristianismo es, sin duda, la religión mayoritaria, pero
también la más perseguida. Cada año mueren cien mil cristianos a causa de
profesar su fe. Hoy, se habla mucho de los derechos humanos; todos los aceptan,
pero no todos los cumplen. Desde Occidente, tenemos la responsabilidad y el
deber de denunciar las injusticias que sufren los seres humanos a los que se
les priva del derecho a la libertad religiosa. Nadie habla de cristianofobia en
los foros de derechos humanos. A la izquierda ideológica no le interesa, ya que
ella es la primera interesada en acabar con la misma en Occidente, y la derecha
se olvida de que en esta persecución en Oriente hay víctimas cristianas.
Hay tres focos en
la falta de libertad religiosa en el mundo: el primero es el radicalismo
islámico (Irán, Irak, Pakistán, Egipto, Nigeria, etc.); otro es el comunismo
(China, Cuba, Corea del Norte); y el tercer foco es el nacionalismo beligerante
(guerra de Bosnia e India). Los opresores son siempre los radicales de
religiones que conciben a las otras creencias como una amenaza para la suya
propia; en otros casos, como en China, el opresor es el Estado, que propicia el
cruel enfrentamiento entre la iglesia patriótica y la Iglesia fiel a Roma, para
debilitar a ambas y así fortalecer su poder.
Occidente no puede
seguir siendo cómplice de esta dramática e insostenible situación que viven
nuestros hermanos en la fe –muchos de los cuales se convierten en mártires–, y
a la hora de diseñar sus relaciones internacionales con los gobiernos opresores
deben tener en cuenta esta situación que viven los cristianos. Un ejemplo
claro, es el de China; todo Occidente se relaciona con este país, sin exigirle
el más mínimo cumplimiento de los derechos humanos ¿A qué espera la comunidad
internacional para centrar su atención en estos conflictos en los que se están
violando los derechos humanos? Olvídense de los beneficios económicos e
implíquense en la persecución y discriminación que sufren tantos millones de
seres humanos por causa de sus creencias religiosas.
La comunidad
internacional y la sociedad civil tiene el deber de elevar su voz para que la
persecución anticristiana no acabe convirtiéndose en una situación normal en el
paisaje informativo.
Interesante y cierto. Es muy buena tarea la de informar sobre los cristianos perseguidos, para rezar más por ellos y poner todos los medios al alcance de cada uno para que cesen esas persecuciones.
ResponderEliminarUn abrazo, Manolo
Gracias Pablo.
EliminarMe encantan siempre los artículos de Carolina y suele tratar temas interesantes.
Un gran abrazo para ti.
Manolo Murillo.