Autor: Pablo Cabellos
Llorente
Vamos a comenzar, una vez más, con la vieja definición de
Ulpiano sobre el Derecho: dar a cada uno lo suyo, o por recordar los tres
pilares en los que el jurista romano lo apoya: Honeste
vivere, alterum non laedere, cuique suum tribuere -Vivir
honestamente, no dañar a otros y dar a cada uno lo suyo. Me han venido a la
mente estos sabios principios, ante el peligro de agrandar la ya triste guerra
en Siria.
El Papa Francisco no ha dudado un
momento en oponerse a la intervención de Estados Unidos y ha convocado para el
día en que escribo una jornada de ayuno y oración para rogar por la paz. Me he
preguntado en cuál de las tres columnas se apoya el presidente Obama para
intervenir en el citado país. ¿Es honesto intervenir sin ninguna autorización
internacional en una nación que no es la propia? ¿Quién le ha dotado de tal
capacidad? ¿Cómo se asegura que no daña a inocentes? ¿De qué modo decide el
derecho que cada uno tiene a recibir lo suyo?
En el famoso discurso de Benedicto XVI
al Parlamento Federal de Alemania, afirmaba que la política debe ser un
compromiso por la justicia para crear las condiciones básicas de la paz. Otra
forma de actuar abriría la puerta a la desvirtuación del derecho y a la
destrucción de la justicia. El Papa emérito citaba una frase fuerte de san
Agustín: "Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue al Estado de una
banda de bandidos?" Como era evidente, citaba el caso de su propio país en
la época nazi.
Justicia, Derecho y Paz son tres conceptos
íntimamente unidos, pero ¿cómo podemos reconocer lo que es justo? ¿Cómo podemos
distinguir entre el bien y el mal, entre el verdadero derecho y el derecho sólo
aparente? No sin razón, se hacía también estas preguntas el Papa Ratzinger,
porque las respuestas son decisivas para la justicia y la paz. Es casi
universal la protesta contra los deseos de Obama, pero ¿no hemos relativizado
todo de tal modo que cada uno acaba haciendo, y dando por bueno, aquello que le
es posible realizar?
Contrariamente a lo que han hecho otras
religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un
derecho revelado. Cosa bien distinta han sido los estados confesionales. Desde
la vinculación precristiana entre derecho y filosofía se inició un camino que lleva,
a través de la Edad Media cristiana al desarrollo jurídico de la Ilustración,
hasta la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Pero se ha perdido
el Derecho Natural, considerado algo puramente católico y hasta vergonzoso en
el propio término. ¿No estará ahí, en la propia naturaleza humana, la base del
derecho a vivir honestamente, no dañar a otros y dar a cada uno lo suyo?
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