No
es fácil ofrecer mi mensaje en una columna abierta, ante tantos lectores y
tantas sensibilidades.
Si
todos los periódicos del mundo decidieran dejar libre una columna, en primera página,
para que Cristo pueda ofrecer un artículo, ¿qué escribiría?
La respuesta sólo puede darla Cristo. Nosotros, con mucho respeto, queremos
imaginar algunas ideas que saldrían del corazón del Maestro y que se plasmarían
en unas sencillas y pobres letras humanas. Desde luego, Él diría las cosas del
mejor modo imaginable. Quizá incluso no escribiría... Pero dejamos espacio a la
creatividad: ¿qué nos diría desde el cielo?
"No es fácil ofrecer mi mensaje en una columna abierta, ante tantos
lectores y tantas sensibilidades. Con el permiso de mi Padre, quiero
simplemente lanzar una invitación, una llamada, un gesto amigo para quien desee
acogerlo.
Quisiera decirte, sencillamente, que eso que esperas, eso que anhelas, eso que
buscas, ya es una realidad presente y concreta. Me encarné en María, nací en
Belén, viví en Nazaret, prediqué en Judea y en Galilea, morí en una Cruz,
resucité, para anunciarte la gran noticia: Dios está en el mundo y vive entre
los hombres.
No tienes que esperar otro salvador. No tienes que buscar una doctrina
complicada y difícil en las enseñanzas de los sabios. No tienes que sacrificar
tu tiempo en técnicas mudables y siempre defectuosas. No tienes que sufrir ante
dolores que parecen sin sentido.
La salvación ha llegado. La traigo yo con mi presencia, con mis palabras, con
mis gestos, con mi amor. Vengo a buscar la oveja perdida, a sanar el corazón
cansado, a perdonar al pecador abatido, a consolar a quien vive sumergido en
penas profundas, a levantar al herido, a animar al justo, a defender al débil.
Sólo necesito que me dejes penetrar en tu existencia, que me permitas ordenar
tus pensamientos, que me concedas tocar tu corazón confundido, que me concedas
perdonar tu pecado, que me dejes estar siempre contigo.
Tendrás que dejar pasiones pasajeras, apegos al dinero, curiosidades
peligrosas, placeres que te dañan a ti y dañan a otros, egoísmos con los que
hasta ahora has vivido. Pero serás capaz de descubrir un mundo nuevo, donde el
perdón restaura al más perverso, donde el amor lleva al heroísmo, donde las
razas pueden vivir unidas, donde la guerra y el odio quedan arrojados lejos.
Estoy ahora, simplemente, a tu puerta. No te obligo a abrir, no te fuerzo a
amarme. Espero, con respeto, tu respuesta. Si me abres, si me dejas amarte, si
me permites ser tu amigo, penetraré en tu alma, te ungiré con mi Espíritu, y
podrás descubrir que mi Padre es también Padre tuyo y de todos tus
hermanos..."
Autor: P. Fernando Pascual LC.
No hay comentarios:
Publicar un comentario