Pedir
a Dios la gracia de un corazón que sepa amar y que no nos deje desviarnos en
busca de tesoros inútiles.
Autor: SS Francisco.
Pero
también existe un tesoro que podemos llevar con nosotros, un tesoro que nadie
puede robar, que no es "aquello que has acumulado para ti", sino
"aquello que has dado a los demás"
Aquel tesoro que hemos dado a los demás, ese tesoro lo llevamos. Y ese será
"nuestro mérito" - entre comillas, ¡pero es nuestro
"merito" de Jesucristo en nosotros! y aquello tenemos que llevarlo.
Es aquello que el Señor nos deja portar: el amor, la caridad, el servicio, la
paciencia, la bondad, la ternura, esos son tesoros bellísimos: aquellos que
llevamos. No los otros.
Por lo tanto, como dice el Evangelio, el tesoro que vale a los ojos de Dios es
aquel que ya desde la tierra se ha acumulado en el cielo.
Pero Jesús, da un paso más: ata el tesoro al "corazón", crea una
"relación" entre ambos términos, porque el nuestro "es un
corazón inquieto", que el Señor ha hecho así para buscarlo.
El Señor nos ha hecho inquietos para buscarlo, para encontrarlo, para crecer.
Porque si nuestro tesoro es un tesoro que no está cerca del Señor, que no es
del Señor, nuestro corazón se vuelve inquieto por cosas que no valen, por estos
tesoros... Tanta gente, también nosotros, somos inquietos... por tener esto,
por conseguir aquello... al final nuestros corazón se cansa, no se conforma
jamás, se vuelve flojo, se vuelve un corazón sin amor. El cansancio del
corazón.
Pensemos en esto. ¿Qué cosa tengo? Un corazón cansado, que sólo quiere
acomodarse, con tres, cuatro cosas, una abundante cuenta bancaria, esto, o esto
otro.
O un corazón inquieto, que cada vez más busca las cosas que no puede tener, las
cosas del Señor.
Siempre es necesaria esta inquietud del corazón.
[...]
Pidamos la gracia de un "corazón nuevo", un "corazón de
carne"
Que el Señor vuelva humanos todos estos pedazos de corazón que son de piedra,
con aquella inquietud, con aquella ansia buena de ir adelante, buscándolo y
dejándose buscar por Él. ¡Que el Señor nos cambie el corazón! Y así nos
salvará. Nos salvará de los tesoros que no pueden ayudarnos a lograr el
encuentro con Él, en el servicio a los demás, y también nos dará la luz para
conocer y juzgar según el verdadero tesoro: su verdad. Que el Señor nos cambie
el corazón para buscar el verdadero tesoro y así convertirnos en personas
luminosas y no en personas de las tinieblas.
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