Autor: Carolina Crespo
Fernández - Vigo
"Con la fe cambia incluso el modo de
contemplar el mundo. Consigues mirarlo con ojos nuevos. No es cierto que los
cristianos no amemos la vida. La verdad es exactamente la contraria. La
religión revelada por Jesús es la religión de la encarnación. Toda cosa buena
se vuelve sagrada si se mira con los ojos de la fe, si se le envuelve en el
amor de Dios." Con ojos nuevos. Un viaje a la fe, Alessandra Borghese.
La fe, don de Dios, es una virtud que se nos infunde en el Bautismo –puerta de
la fe–, de forma gratuita. Dios le ha dado al ser humano otro don, el de la
libertad, según el cual puede rehuir de ella o por lo contrario, fortalecerla y
dar testimonio de cómo ésta da plenitud a la vida. Adivino la sonrisa de
quienes se aferran al cansino autoproclamado "dogma" de que la fe es
cuestión de personas débiles, "beatas" e incultas. Y es que la gente
que no tiene la fortuna de tener fe, no solo no admite su propia limitación
sino que suele acabar en una actitud desesperada ante la vida, sobre todo ante
el misterio del dolor. Es más reconfortante enfrentarse a la adversidad, a la
enfermedad o a la muerte de un ser querido desde la mirada de la fe. Hay gente
que puede vivir sin fe, pero, nadie puede vivir sin esperanza. Todo resulta más
aceptable a nuestra capacidad humana cuando la fe guía nuestros pasos. Resulta
paradójico que pese a la omnipotente, omnisapiente y omnipresente tecnología,
solo la fe hace más lógica, más razonable, nuestra vida.
Los cristianos debemos formarnos constantemente, debemos saber dar razón de
nuestra fe –"No avanzar, es retroceder", San Agustín–, y sin duda, a
quien Dios da más, también le exige más. Pero lo decisivo en la fe no es el
contenido doctrinal sino el encuentro con Jesús. El Jesús de los Evangelios,
que volvemos a conocer en el Catecismo –"verdadero instrumento de apoyo a
la fe"–, es contemporáneo porque es accesible debido a su humanidad.
Los católicos debemos dar testimonio de profesar nuestra fe con alegría y sin
complejos. Resulta apasionante asumir los retos de ser protagonistas en la
edificación de una sociedad más habitable y de iluminar la noche del mundo.
Domine ut videam!
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