Esa
voluntad donde para cumplirla y acatarla hay que poner el corazón adolorido en
sus manos y poco a poco el dolor se va suavizando.
AQUÍ ESTOY, SEÑOR, PARA HACER TU VOLUNTAD
DEL SALMO 39
Esperé en el Señor con gran
confianza.
Él se inclinó hacia mí y
escuchó mis plegarias.
El me puso en la boca un
canto, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para
hacer tu voluntad.
Hoy la mañana tiene un olor nuevo, está fresca y el cielo es de un azul
purísimo. El aire es más tibio, los pájaros pían gozosos durante el verano y mi
alma se me queda en suspenso al llegar hasta tí, Señor, para este nuevo
encuentro, porque hay algo que me turba...hay un gran contraste en el nuevo
despertar de este hermoso día con el velo de tristeza que cubre mi corazón.
Me parecía que los nublados, los días con lluvia y sin sol estaban más acordes
con mi pena... y ahora que todo tiene más luz, más alegría, me cuesta más
ofrecerte mi corazón adolorido y decirte: - Aquí
estoy, Señor para hacer tu voluntad...
Porque hacer tu voluntad implica hacer y ser como tu quieres y permanecer en Ti
pase lo que pase... y así decimos en la oración del Padrenuestro y así se lo dijiste
Tu a tu amado Padre en el Huerto de los Olivos, que se haga Tu voluntad y no la mía.
Muchas veces en el silencio de la Capilla quise atravesar la puerta del
Sagrario con mis ojos llenos de lágrimas y poder ver tu rostro amoroso y
rogarte en una súplica desesperada :-¡Jesús, ten piedad, Señor ten piedad!.
Tú me mirabas y sentías pena por mí... lo se Jesús, porque te dolía mi dolor
porque me veías con la esperanza puesta en Ti... ¡en quién sino, Señor!,
pero... sabías que las cosas no iban a se así.... y no fueron.
Fueron como Tu sabías desde siempre, que iban a ser... Tu que nunca te
equivocas, nosotros si, Tu que siempre hiciste la voluntad del Padre sabías,
que la voluntad del Padre, en sus designios misteriosos, eran... y aquí estoy
hoy Señor, de rodillas, para decirte: Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad , esa voluntad tuya que a
veces nos cuesta tanto entender y hacer.
Esa voluntad donde para cumplirla y acatarla hay que poner el corazón adolorido
en sus manos y poco a poco el dolor se va suavizando, se va aquietando, va
llegando el bálsamo de la paz,... ya en los ojos solo queda el temblor de las
lágrimas que han cesado de correr y los labios repiten una y otra vez: Aquí estoy , Señor, para hacer tu
voluntad, y se muy bien cual fue tu voluntad y solo quiero pedirte
fuerza y ánimo para seguir alabándote, y amándote por siempre. Amén.
Autor: María Esther de Ariño.
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