¿Cómo
reconoceré la Espíritu Santo, Señora? Porque Él te dará la fuerza que necesites
para cumplir la Voluntad de Dios.
Aquí
te espero, Señora mía, en este punto de mi vida y unos días antes de
Pentecostés para que tú, Madre querida, me enseñes, me expliques, me acompañes
a recibir al que nos ha prometido Jesús...
Quiero encontrarte hoy Señora, mas, ¿dónde te busco?... mi alma comienza a
susurrarte amorosamente un Ave María: Dios te salve, María, llena eres de
gracia, el Señor es contigo... Sí, Madre, el Señor es contigo y eres llena de
gracia... llena de gracia, esa gracia que enamora al mismo Dios, y ha sido
sembrada en tu alma por el Espíritu Santo... tú le conoces bien, Señora,
háblanos de El...
Y mi corazón te busca, y tú, siempre atenta, te llegas a mi alma y a mis sueños
y me cuentas... me enseñas... me amas...
- Hija querida, para que tu
corazón entienda lo que significa albergar al Espíritu Santo, lo primero y mas
necesario es que sea un corazón de puertas abiertas... un corazón que espera,
un corazón que confía mas allá de los límites, un corazón que pide a Jesús a
cada instante "Señor, aumenta mi fe"...
- Es bien cierto Señora, tú has hallado gracia delante de Dios por tu oración
silenciosa, perseverante, confiadísima, y por tus virtudes, delicadamente
sembradas en el alma de quien debía recibir al Salvador del mundo, y aceptadas
por ti con alegría, y vividas con fe, no como carga u obligación, sino como
signo de amor... Señora, tú conoces bien al Espíritu... no en vano la Iglesia
nos dice que eres su fiel esposa...
- Así es hija, el Espíritu
llego a mí el día de la Encarnación como propuesta de amor... Y me inundó el
alma... mi vida no fue la misma a partir de aquel día, es que las personas ya
no son las mismas luego que El entra en sus almas...
- ¿Cómo es esto, Señora? ¿Cómo sabemos que El ha llegado a nuestra alma?, lo
sabemos por fe, sí, que lo hemos recibido en el Bautismo y en la Confirmación,
pero... ¿como nos damos cuenta en nuestra vida diaria, en la rutina, de que nos
estamos dejando guiar por El o si hacemos oídos sordos a sus consejos, a las
santas inclinaciones que sugiere a nuestra alma?
- No eres la primera que me
hace esta pregunta... Hace ya tiempo me la hizo Tomas... sí, Tomas, el Mellizo,
el Apóstol, el que no había creído cuando Jesús se presentó a sus
compañeros..., pero ven, vamos a Jerusalén, así lo ves por ti misma...
Mi corazón cierra los ojos al mundo y te sigue, es una sensación hermosa,
seguirte, adondequiera que vayas, seguirte, no hay camino más hermoso, María,
no hay camino mas seguro...
Jerusalén se presenta ante nuestros ojos quieto y sin ruido, apenas está por
salir el sol, uno que otro habitante va saliendo a sus diarias tareas, entramos
las dos a la ciudad sin ser vistas... Llegamos a una construcción de dos
plantas, que en nada se diferenciaba del resto de las viviendas... Allí se
reunían los Apóstoles y algunas mujeres... Quizás era la misma casa en que se
celebró la Ultima Cena, pero no quise preguntar..., era demasiado fuerte toda
la situación, preferí seguirte sin preguntas...
Entraste, delicadamente, como entras en las almas de los que te aman, te
sigo..., era el día de Pentecostés, la fiesta de la cosecha, la plenitud y la
abundancia, habían transcurrido 50 días desde el Domingo de Pascua..., los
Apóstoles estaban ya reunidos en oración en el piso superior...Te dedicaste a
prepararles unos alimentos, te ayudé en lo poco que yo sabía, en realidad, solo
atinaba a mirarte, extasiada... Cuando todo estuvo listo, subiste a alimentar a
tus amigos, a tus hijos... y recordé como alimentas a todos tus hijos,
proporcionando a tus devotos todo lo necesario para el cuerpo y el alma...
Los hombres habían hecho un alto en la oración y agradecieron tu gesto
maternal... Cuando bajaste, noté que te seguía Tomas, el Mellizo... el hombre
estaba un poco turbado y sus ojos denotaban una gran preocupación...
Señora mía- te dijo, y su voz rebosaba de amor y respeto- necesito preguntaros
algo...
Dime hijo, te escucho...
Señora, bien sabes lo que me ha sucedido con el Maestro, cuando me negué a
creer en su Resurrección... cuando se presentó ante mí yo me sentí avergonzado
a causa de mi incredulidad y lo que más me dolió fue la expresión de sus ojos
cuando me dijo "En adelante no seas incrédulo sino hombre de fe"...
su mirada reflejaba dolor por mi falta de fe... Señora, no quiero fallarle de
nuevo al Maestro, Él nos dijo que nos enviaría el Paráclito, el Espíritu Santo
y yo... yo tengo miedo de no reconocerlo... tu sabes, Madre...
Madre... la palabra revoloteaba en el aire y lo perfumaba, sí Madre, Madre
nuestra, Madre de la Iglesia, Madre que escucha y aconseja, Madre que calma y
consuela... Madre
Tomas, hijo, no temas...-contestó
la llena de gracia- no
temas... tu corazón debe tener abierta sus puertas al amor de Dios, confiar...
Él conoce tus debilidades, pero también conoce tu amor... solo pide, hijo mío,
solo pide a Dios luz para el alma, luz para tu corazón, y el Espíritu te dará
todo lo que pides y más, mucho más...
¿Cómo lo reconoceré, Señora?
Porque El te dará la fuerza
que necesites para cumplir la Voluntad de Dios...
¿Cómo sabré que es lo que Dios espera de mí?
Hijo, lo que Dios espera de
ti es que ames como Jesús te ama... el amor, además de mandamiento es camino, y
es mandamiento porque es camino... ama, hijo, pero ama como Jesús te ama, con
esa intensidad.... No esperes realizar grandes milagros u obras para sentir que
estás cumpliendo la voluntad de Dios.... Se puede cumplir la voluntad del Padre
en las cosas más sencillas, y se puede desobedecer al Padre también en las
cosas más sencillas... La madre, cumple la voluntad de Dios amando, cuidando,
alimentando a sus hijos, siendo su amiga y serena consejera.... El padre,
cumple la voluntad de Dios protegiendo a su familia, velando por su unidad,
siendo faro en las tormentas del alma, llevando calma y paz... un trabajador
cumple la voluntad de Dios siendo fiel en su labor, respetando a los demás,
buscando siempre la paz...
Tomas te miró con rostro aliviado, te abrazó con infinita ternura y vi como
gruesas lágrimas surcaban el rostro del hombre... qué hermosa imagen me
regalabas al corazón, Madre querida, un hombre que se abraza a ti y puede
llorar... toda la angustia del alma, se transforma en lágrimas y caen sobre tu
manto... Y retornan al hombre hechas consejo y camino...
Subimos nuevamente al piso superior, y Pedro comenzó nuevamente las
oraciones... De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga
de viento, que llenó toda la casa, y aparecieron unas lenguas, como de fuego,
que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos... Todos quedaron
llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les concedía que se expresaran...
Los hombres estaban entre maravillados y emocionados, y comenzó a escucharse el
griterío de la gente que había llegado atraída por el ruido del viento y se
agolpaba fuera de la casa... Los Apóstoles bajaron y se acercaron a las
personas que allí estaban y comenzaron a proclamar las maravillas de Dios en
distintos idiomas, así, cada uno de los presentes les escuchaba en su propia
lengua nativa...
Tan opuesta esta escena a la de la Torre de Babel, donde el orgullo de los
hombres provocó el nacimiento de las distintas lenguas y no podían
entenderse... aquí, gracias al Espíritu, las diferentes lenguas no eran
obstáculo para el mensaje, sino canal por el que llegar a todo hombre...
Tú, Señora mía, te quedaste arriba... yo te pregunté, tímidamente...
¿Y ahora, Madre?
Pues, acabas de presenciar
el nacimiento de la Iglesia... Una Iglesia que proclama el amor de Dios en toda
lengua y a toda cultura... Una Iglesia de puertas abiertas y corazón orante...
una Iglesia que es cuerpo de Cristo... y, como todo cuerpo, tiene muchos
miembros...
Explícame esto, Señora...
Hija, todos acaban de ser
bautizados en el único Espíritu, y así lo serán los que vayan creyendo el
mensaje de Jesús... pero cada uno tiene un lugar dentro del cuerpo Místico de
Cristo... para que entiendas... un cuerpo no es solo ojos, o manos, o pies, eso
no seria un cuerpo, un cuerpo esta formado por muchos miembros, unos mas
notables, otros menos notables, pero todos igualmente necesarios y dignos...
algunas personas piensan que porque no es evidente en ellos alguna habilidad
especial, no pueden encontrar la voluntad de Dios para ellos, nada más lejos de
la realidad... mira, no se trata de las cosas que se hacen, sino del amor con
que se hacen.... Tiene mas mérito a los ojos de Dios una mamá que sirve un
plato de arroz a sus hijos con infinito amor en la intimidad del hogar, que una
persona que alimenta a diez solo para que los demás vean su generosidad..., no
se trata de las escalas del mundo sino de las escalas de Dios ¿puedes
entenderlo? Todos los bautizados han recibido un don especial del Espíritu
Santo... Encontrar ese don, a veces dormido dentro del alma, es todo un
esfuerzo, implica idas y venidas en el interior de uno mismo, pero luego de la
búsqueda y del esfuerzo, el don despliega las alas... todas las personas son
muy capaces para algo, según los dones del Espíritu, algunos serán favorecidos
con el don de la sabiduría, otros de la inteligencia, otros de la fortaleza,
otros del consejo, para otros habrá espíritu de ciencia y en otros de piedad, y
para otros habrá un santo temor de Dios..., pero encontrar esos dones dentro
del alma, supone un esfuerzo, nadie pretenda descubrirlos mágicamente...
además, luego de encontrarlos hay que hacerlos dar fruto, pues recuerda lo que
dijo Jesús "Al que tiene se le dará más y al no tiene, aun lo poco que
posee le será quitado" se refería aquí a los dones del Espíritu...
Te acercas a mí, tu mirada me da paz, mucha paz... bajamos, la gente se agolpa
a la puerta de la casa, salimos sin ser vistas... Un hombre reparó en ti y te
reconoció, se acercó y te dijo...
Señora... Señora...
Me alejé para que hablaran solos... Cuando te retiraste, el hombre tenía la
mirada como iluminada, y una sonrisa llena de paz... Los primeros devotos
tuyos, Señora, los primeros sencillos y fieles devotos...
Volvemos juntas a mi realidad de todos los días... se acerca el domingo de
Pentecostés, quiero esperarlo en oración y con las puertas de mi corazón
abiertas, como tu me enseñaste... Debemos despedirnos...
-Gracias, Madre -susurra mi alma sin ganas de dejarte- gracias... cada vez que
mi corazón te encuentra termina fortalecido, gracias...
- Nos vemos, querida, nos
vemos en la misa de Pentecostés, te estaré esperando...
Vuelvo a mi realidad, mientras mi corazón te da el último abrazo y se despide
de ti...
Tú susurras algo, que no alcanzo a escuchar... Me quedo con la duda ¿Qué
dijiste María, que mi apuro no me dejó oír?... Un pensamiento me viene al
corazón, quizás dijiste..."Hija,
algún día comprenderás que no hay despedidas entre nosotras, que siempre
estamos juntas, que siempre estoy a tu lado, aunque muchas veces, tu angustia,
tu soledad, tu tristeza, no te permita verme"....
Amigo que lees estas líneas... espero que tengas un hermoso domingo de
Pentecostés... que tu corazón se llene de fuerza para multiplicar los hermosos
dones con que el Espíritu ha adornado tu alma...
NOTA:
"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."
Autor: María Susana Ratero.
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