¿Qué
sucedería si por un solo día aceptáramos que Dios maneje nuestros problemas, y
Dios se hace cargo de ellos?
Las preocupaciones son el pan nuestro de cada día. Muchas vienen de situaciones
muy reales que enfrentamos en el diario vivir. Otras, sin embargo, surgen de la
nada, por así decirlo.
¿Qué sucedería si por un solo día aceptáramos que Dios maneje nuestros problemas,
y Dios se hace cargo de esa gerencia?
Llevemos este experimento a la práctica. Supongamos que recibimos el siguiente
correo de parte de Dios:
"Hoy, yo, Dios, estaré manejando todos tus problemas. Si enfrentas una
situación que no puedes manejar, no intentes resolverla. Colócala en la bandeja
"Algo que sólo Dios puede hacer." Me encargaré del asunto en mi
tiempo, no en el tuyo. Una vez lo hagas, no te aferres más al problema, o
pretendas retirarlo, pues tan sólo retrasarás la solución. Si crees que puedes
solucionarlo, consúltalo conmigo. Asegúrate que tomarás la decisión adecuada.
Yo no duermo nunca. No hay razón que pierdas tu sueño a causa de las
preocupaciones. Descansa en mí. Para contactarme, estoy a la distancia de una
oración, de un diálogo, que eso es la oración. ¡Basta con que lo conversemos!
Piensa bien lo siguiente: sé feliz con lo que tienes.
Si te desesperas y peleas cuando estás metido en un gran tapón, recuerda que
hay gente para quien tan sólo manejar es un privilegio.
¿Tuviste un mal día en el trabajo? Piensa en todos esos que están años sin
poder conseguir uno.
¿Tienes el corazón roto por una relación sentimental deteriorada? Son muchos
los que no saben qué es amar y que jamás han sido amados.
¿Luchas la que parece ser una batalla perdida con el hijo que te causa
problemas? ¡Cuánto desearían tener ese reto los padres y madres que no han
logrado tener un hijo!
¿A tu edad te faltan fuerzas para enfrentar una terrible pérdida, y te
preguntas cuál es el propósito de esta prueba? Se agradecido. Existieron muchos
que no vivieron hasta tu edad para averiguarlo.
¿Te encuentras en un momento en que eres objeto de la amargura, ignorancia,
pequeñez o envidia de la gente? Las cosas podrían ser peores. ¡Tú podrías ser
uno de ellos!
¿El amigo ese te ha dado la espalda cuando más lo necesitas? ¡Cristo, el amigo
que nunca falla, está a tu lado, ahí mismito, pidiendo tan sólo que le abras tu
corazón!
¿Por qué te confundes y te agitas y te deprimes ante los problemas? Déjame al
cuidado de todas tus cosas. Todo te irá mejor. Lo que más daño te hace es tu
propio razonar y tus propias ideas y el querer resolver tus cosas a tu manera.
Confía en mí. Ahora bien, no seas como el paciente que pide al médico que lo
cure y luego le indica el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis brazos, no
tengas miedo. Yo te amo.
Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue
confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora:
yo confío en ti."
Hasta ahí el correo de Dios. Prepara tu respuesta y envíasela lo más pronto
posible. Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces, entonces estás peor
que antes. Espero ese no sea tu caso.
Bendiciones y paz.
Autor: Juan Rafael Pacheco
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