Meditaciones del
Rosario. Cuarto Misterio de Gozo. Presentación del Niño Jesús en el templo.
Estamos en Octubre, mes dedicado al Rosario, una
hermosa oración que, acompañados de la Virgen, recorremos el camino de Jesús.
Durante este mes, como
cada año, publicaremos estas sencillas meditaciones de cada misterio del
rosario, para profundizar y rezarlo con más
En aquel templo se habían ofrecido muchos
animales, en particular abundantes corderos. Muy poco valían- aquel día una
joven madre ofrecía un par de tórtolas con una mano y con la otra y con el
corazón ofrecía la ofrenda mejor, salida de sus purísimas entrañas, al Hijo de
Dios envuelto en la carne del hijo del hombre. El templo se había hecho para
esta ofrenda única. El Padre la aceptó totalmente satisfecho. Tomó aquel
puñadito de carne de manos de María diciendo. Este es mi Hijo muy amado en
quien tengo todas mis complacencias. ¡Gracias, María! ¡Gracias, Hijo mío".
Acepto la ofrenda, acepto el Cordero sin mancha".
Nadie supo, nadie vio salvo dos privilegiados testigos, Ana y Simeón, la
singularidad del momento y la grandeza de la ofrenda. Y siguió la fila de
animales ofrecidos sin importancia.
Todo lo que tenga valor en el futuro solo lo tendrá si va unido a aquella
ofrenda. Cuando el sacerdote eleva en la misa el cáliz y la hostia consagrados
repite el gesto de María en aquella mañana: Por Cristo, Con Él y en Él, a Ti,
Dios Padre Omnipotente todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Como en todo sacrificio aparece el cuchillo que se clava y la sangre que brota.
Ese cuchillo se clavó ya un poco en el alma de María. Se clavaría hasta la
empuñadura en el Calvario, atravesando el corazón de una virgen y una madre. Y
se convertiría en cinco cuchillos, para las dos manos, para los dos pies. Y si
algo de vida quedaba, para matarla del todo hundiéndose en el corazón. El
Calvario era el monte del sacrificio: del sacrificio de la segunda Eva. Ahí
murió casi del todo María. Y del segundo Adán: totalmente muertoNuestra
presentación en el templo:
Fue en el bautismo. Éramos niños, pero no inocentes. El bisturí extrajo el
pecado original. Morimos al pecado para vivir para Dios. Quedamos señalados con
el signo de Cristo: cristianos. Por eso nuestra ofrenda fue agradable al Padre.
Lo que debemos hacer en la vida es vivir como cristianos y morir como
cristianos, para reinar con Cristo por toda la eternidad. Nuestra señal
cristiana es la que nos vuelve aceptos al Padre y nos devuelve la imagen y
semejanza de Dios, que es la cruz de Jesucristo. Como religiosos resaltamos esa
cruz en rojo, en sangre y sacrificio.
En el Calvario corrió mucha sangre, sangre divina, y se rompieron las
compuertas del amor del Padre y del amor de María. Tanto amor y tanto dolor con
puedo hacerlos inútiles con la infidelidad total y la condenación. Todos los
condenados gritan a Dios: "Moriste por mí de sobra". Esta es la
blasfemia más horrible. Y gritan a María: Tu dolor fue para nada" ¿Cómo
gritar ese insulto a María?
Autor: P. Mariano de Blas LC.
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