"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

martes, 27 de agosto de 2013

Los ojos de la fe

Autor: Carolina Crespo Fernández - Vigo


"Con la fe cambia incluso el modo de contemplar el mundo. Consigues mirarlo con ojos nuevos. No es cierto que los cristianos no amemos la vida. La verdad es exactamente la contraria. La religión revelada por Jesús es la religión de la encarnación. Toda cosa buena se vuelve sagrada si se mira con los ojos de la fe, si se le envuelve en el amor de Dios." Con ojos nuevos. Un viaje a la fe, Alessandra Borghese.


La fe, don de Dios, es una virtud que se nos infunde en el Bautismo –puerta de la fe–, de forma gratuita. Dios le ha dado al ser humano otro don, el de la libertad, según el cual puede rehuir de ella o por lo contrario, fortalecerla y dar testimonio de cómo ésta da plenitud a la vida. Adivino la sonrisa de quienes se aferran al cansino autoproclamado "dogma" de que la fe es cuestión de personas débiles, "beatas" e incultas. Y es que la gente que no tiene la fortuna de tener fe, no solo no admite su propia limitación sino que suele acabar en una actitud desesperada ante la vida, sobre todo ante el misterio del dolor. Es más reconfortante enfrentarse a la adversidad, a la enfermedad o a la muerte de un ser querido desde la mirada de la fe. Hay gente que puede vivir sin fe, pero, nadie puede vivir sin esperanza. Todo resulta más aceptable a nuestra capacidad humana cuando la fe guía nuestros pasos. Resulta paradójico que pese a la omnipotente, omnisapiente y omnipresente tecnología, solo la fe hace más lógica, más razonable, nuestra vida.

Los cristianos debemos formarnos constantemente, debemos saber dar razón de nuestra fe –"No avanzar, es retroceder", San Agustín–, y sin duda, a quien Dios da más, también le exige más. Pero lo decisivo en la fe no es el contenido doctrinal sino el encuentro con Jesús. El Jesús de los Evangelios, que volvemos a conocer en el Catecismo –"verdadero instrumento de apoyo a la fe"–, es contemporáneo porque es accesible debido a su humanidad.

Los católicos debemos dar testimonio de profesar nuestra fe con alegría y sin complejos. Resulta apasionante asumir los retos de ser protagonistas en la edificación de una sociedad más habitable y de iluminar la noche del mundo. Domine ut videam!

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