Reflexiones para el cristiano de hoy
Hay una manera, una especie de test para
saberlo, y es hacerse estas cuatro preguntas
Lo único necesario, según Dios, es
nuestra salvación eterna. Pero uno se puede preguntar, se debe preguntar: ¿Ese
último día, el día en que se van a repartir los puestos del cielo, de la
felicidad eterna o de la infelicidad eterna, ¿dónde estaré yo? ¿Estaré a la
derecha? ¿Estaré a la izquierda?
Hay una manera, una especie de test para saberlo, y es hacerse estas cuatro
preguntas. Una vez que se responden, puede uno, de manera relativamente segura,
adivinar si ese día estará a la derecha o estará a la izquierda.
La primera pregunta es: ¿Qué me dice mi pasado? Por pasado se puede entender
toda la vida desde el uso de razón: aproximadamente desde los siete u ocho años
hasta el día de ayer. ¿Qué me dice esa vida? ¿Me deja tranquilo, no me
preocupa? ¿Puedo seguir igual, o debería cambiar radicalmente, para lograr un
día llegar a la puerta del cielo?. Esa sería la primera pregunta: ¿Qué me dice
mi pasado? Para los más jóvenes este pasado es breve, para otros es el período
quizá más largo; por lo tanto ese pasado tiene mucho que decirme.
La segunda pregunta es: ¿Qué me dice mi presente? Por presente podemos tomar en
cuenta lo que llevamos de este año. ¿Qué me dice ese presente? ¿Puedo decir que
es el mejor año; puedo decir que está siendo ya un año muy malo, el peor
incluso? ¿Puedo continuar igual y no habrá problemas, o realmente debo de dar
un cambio radical?.
Tercera pregunta: ¿Qué me dice mi futuro? Ciertamente el futuro no se puede
adivinar fácilmente; sin embargo, hay una manera de auscultarlo, una manera de
adivinarlo y es el preguntarme si, a medida que pasa el tiempo, voy mejorando o
voy empeorando; porque la línea tiende a seguir en la misma dirección. Si voy
mejorando, lo normal es que continúe mejorando. Si voy cada vez peor, lo normal
es que la línea siga bajando, que siga empeorando. Por eso uno puede adivinar
el futuro de su propia vida, viendo cómo va esa línea. Va hacia arriba, va
hacia abajo: así tenderá a seguir.
La cuarta pregunta puede ser ésta: ¿Qué me dice mi ambiente? Por ambiente tomo
todo el entorno social en que me muevo, comenzando por mi familia, mi esposo,
esposa, mis hijos, mis otros parientes, lecturas que tengo, lugares de
diversión, lugares de esparcimiento, viajes, trabajo profesional, amistades y
todo lo que me rodea. ¿Qué me dice ese ambiente?, o dicho de otra manera, si
sigo con ese ambiente, yendo a esos lugares, leyendo lo que leo, viendo lo que
veo, teniendo los amigos que tengo, ¿qué va a ser de mí? Muchas veces sucede
aquello de :"dime con quién andas, y te diré quién eres”. Muchas veces
ocurre que un buen ambiente mejora a las personas, pero también se da el caso
de que personas muy buenas y muy sanas se van corrompiendo, cada vez más, con
un ambiente adverso.
¿Qué me dice mi pasado, mi presente, mi futuro? ¿Qué me dice mi ambiente? Cada
uno puede responder a esas cuatro preguntas, y adivinar, de una manera más o
menos convincente, dónde se encontrará ese día: a la derecha o a la izquierda.
Recordemos, para concluir, que Dios no dice: “Hay una cosa muy importante”,
sino: “hay una sola cosa necesaria, que es nuestra salvación”. El que logra
arreglar este punto, ha logrado arreglar todo; pero el que arregla todo menos
esto, su propia salvación, podría recordar aquella frase del mismo Maestro,
¿"De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma ¨?.
¿Qué te dice tu pasado, tu presente, tu futuro, tu ambiente? Tú lo sabes. Sabes
ahora que lo más probable es que te salves... o que no te salves.
Por: P. Mariano de Blas LC
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