Cristo vino porque Dios nos ama y
porque quiere hacer sentir su amor entre nosotros. Yo me siento orgulloso
porque mi Buen Padre Dios me ama.
Cristo en su Navidad es el puente tendido por Dios para acercarse a los
hombres que él ama.
Cuentan que dos hermanos Roger y Alfonso cuyos terrenos colindaban, divididos
sólo por un caudaloso río, un día tuvieron un altercado muy grande, al grado
que Alfonso el hermano mayor quedó fuertemente resentido. Llamó éste a un
carpintero, le narró lo del enojo con su hermano, le indicó que estaría de
viaje por algún tiempo y señalando los límites del terreno, le indicó que cerca
del granero había suficiente madera, para que hiciera algo, porque no quería
volver a ver por mucho tiempo a su hermano.
El tiempo pasó, y a su vuelta, lo primero que hizo fue ir hasta el límite de
sus terrenos, y se encontró con gran sorpresa de su parte, que el carpintero
había construido precisamente un puente en el río que separaba su terreno del
de su hermano. Y más grande fue su sorpresa, al darse cuenta de que su hermano
Roger estaba cruzando el puente con paso firme y decidido y cuando estuvo cerca,
lo abrazó efusivamente y le manifestó que cuando comenzaron a construir el
puente, él percibió la señal del perdón de su hermano, y que ahora que él,
Alfonso volvía, quería manifestarle su vergüenza por haberlo ofendido y quería
pedirle perdón por la ofensa cometida.
La fábula no es lo mejor para situarnos, pero así quiero imaginarme hoy la
llegada del Hijo de Dios, Jesucristo, hasta nuestra carne, hasta nuestra
morada, convirtiéndose él mismo en el puente que uniría para siempre a nuestra
humanidad caída, pecadora, desquiciada por su propio pecado, al Padre que
dolorido, vio que el hombre, su creación máxima, en quien había puesto todo su
amor y todo su cariño al crearle al frente de todo el universo, se le escapaba
de sus manos.
Los teólogos dicen que Cristo vino a causa de nuestro pecado, yo prefiero decir
que Cristo vino porque Dios nos amaba y porque quería hacer sentir precisamente
su amor entre nosotros. Yo me siento orgulloso porque mi Buen Padre Dios me
ama, y estoy seguro de que si no hubiera habido ninguna otra persona en el
mundo, por mí y por ti, Cristo Jesús se habría encarnado. De hecho hay quien
afirma que la Creación no estaría completa sin la venida de Cristo al mundo.
Así, Cristo Jesús llega a ser entonces el culmen de la obra de la Creación, y
cuando éste se encarna en María, la Madre del Señor, todo está listo para la
redención del género humano.
Para esta Navidad me había propuesto ser sumamente breve, para dar espacio a
que en el interior del corazòn, cada uno de nosotros sepamos acoger el misterio
de todo un Dios que quiere hacerse hombre entre los hombres para llevarlos
hacia él. Reciban tres consideraciones.
Primera: Es interesantísimo como San Mateo y San Lucas construyen
artificiosamente pero con todo realismo, la genealogía de Cristo. Hay que caer
en la cuenta de cómo los evangelistas tuvieron buen cuidado de situar
perfectamente a Cristo en la historia y en la geografía, y por eso hacen
remontar a Cristo hasta situarlo como descendiente de Abraham e incluso de
Adán, el primero de los mortales sobre la tierra, para indicarnos hasta el
cansancio que él se convierte en el Salvador de todos los hombres. Y sorprende
que en su genealogía, no se dieran a la tarea de "limpiar" los tipos
indeseables y las mujeres que no aparecen en la Escritura como de lo mejor, así
aparecen algunos incestuosos, adulterinos otros, y aparecen también cuatro
mujeres, cosa inaudita, porque en la sociedad machista en que vivió, la mujer
no tenia que ser situada para nada en una genealogìa, porque ella era solo la
que "engendraba" para el hombre y nada más. Por cierto que esas
mujeres, por lo menos tres de ellas, no tuvieron una conducta francamente
recomendable. Y si se las nombra, es para que quede claro que siendo ellas
pecadoras, le darán oportunidad a Cristo de venir a salvar a su pueblo de todos
sus pecados, además, porque siendo ellas extranjeras, Cristo tendrá la
oportunidad de decir que la salvación es para todos los hombres y no solo para
los orgullosos hebreos, y finalmente, si se las cita es porque ellas realizaron
hechos muy beneméritos para el pueblo de Israel, y quisieron situarse al lado
de los que esperaban la promesa de un futuro salvador.
Segunda. Otra de las sorpresas que nos deparan los Evangelistas es que
tratándose de un hecho tan singular que partió en dos la historia de los
hombres, ellos le dediquen tan solo unos cuántos renglones. A nosotros nos
hubieran gustado muchos de los detalles que rodearon el gran acontecimiento del
Hijo de Dios que se hace hombre. Pero en cambio, se detienen a considerar que
los primeros que conocen del nacimiento de Jesús son los pastores, considerados
despreciables en ese tiempo, como símbolo de todos los hombres a los que Cristo
viene a salvar. Ellos que recibieron la noticia del nacimiento del Salvador,
confían en el Ángel que les invita a ir a buscarlo. Ellos le creen y encuentran
al niño Dios en brazos de su Madre y lo aceptan como signo de Dios, confían en
la palabra salvadora y glorifican al Señor ofreciendo sus propios dones. Es la
actitud que se nos invita a adoptar en esta Navidad, conocer al Hijo de Dios,
al hijo de María, amarlo con todas las fibras del corazón y comenzar a imitarle
en su ternura y su predilección por los más pequeños de los hombres.
Tercera. Si vemos que los evangelistas conceden tan poco espacio al
acontecimiento ocurrido en la oscura aldea de Belén, tiene que ser por alguna
razón poderosa, y en ese sentido el que nos da la clave es el Apóstol San Juan,
que en el prólogo de su Evangelio, nos sitúa ante el Cristo con las verdaderas
dimensiones del Hijo de Dios.
San Juan nos va a situar a Cristo como el que tiene la Palabra, el que ES la
Palabra, para responder a aquellos que piensan en un Dios lejano, ocupado en
sus propias cosas, y casi como un perro mudo que tiene nada que decir a los
hombres. Él es el que viene a dar respuesta a ese gran sector de la población
que crece día con día, de hombres ateos, haciéndoles sentir la cercanía de un
Dios que tiene muchas cosas que decir, que va a explicarnos nuestra vida y
nuestra incorporación al Dios que tiene en Cristo un nombre, una historia, una
geografía, un corazón para amar y una salvación que ofrecer. San Juan nos
hablará entonces de Cristo visto como el Verbo, la Vida, la Luz, la Gloria y la
verdad y sobre todo nos hablará de Cristo como el Resucitado, como el Cristo
Pascual que invita a seguirlo rumbo al Padre.
Dime cómo celebras tu Navidad, y te diré que clase de cristiano eres.
Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda
No hay comentarios:
Publicar un comentario