Llevarse a Dios a la calle, dirigirle
una mirada, una sonrisa o una palabra, es buena manera de sentirse seguro por
el camino.
Nos sentimos inseguros con tanta
violencia y peligros que hay en las calles. En el hogar estamos bien, pero
salir de casa o de viaje puede provocar aprensión a uno mismo o a los seres queridos.
Yo ya sufrí un atraco en Nápoles y no es nada agradable.... Por eso hoy los
familiares están en contacto permanente, enviándose continuos mensajes de texto
o haciendo una llamada rápida sólo para decir: "ya llegué",
"estoy atorado en el tráfico", "ya estoy en el avión, te llamo
al aterrizar", "todo bien, te quiero". Más y más a la gente le
gusta estar conectada, en contacto continuo.
Las dos cosas (la inseguridad y el contacto continuo) pueden ayudar a mejorar
la vida de oración, sea en la rutina diaria y especialmente cuando estamos de
viaje o de camino.
1. La inseguridad puede convertirse en fuente de seguridad.
Los seres humanos somos de por sí vulnerables, nadie las tiene todas consigo;
Todopoderoso sólo Dios. Esta debilidad interna, estructural, que además está
sometida a tantas amenazas externas mientras vamos por el camino de la vida,
puede convertirse en una fortaleza. Dios le dijo a San Pablo: Te basta
mi gracia, mi fuerza se manifiesta en la debilidad (2 Cor. 12,7)
Dios, que nos conoce mejor que nadie, nos compara a las ovejas. Las ovejas
están siempre expuestas a extraviarse, al ataque del lobo, a la amenaza de los
ladrones. Requieren la presencia continua del pastor. Y Dios quiere ser nuestro
Pastor mientras vamos de camino. En el Salmo 22(23) tenemos una excelente
descripción de la existencia humana y creo yo que es la mejor oración del
viajero. Me refiero tanto al viaje de la vida, a nuestra peregrinación terrena,
como a cualquier viaje o salida de casa. Creo que es una de esas oraciones que
todos deberíamos saber de memoria y, sobre todo, poner todo el corazón a la
hora de decirla:
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En prados de hierba fresca me hace reposar,
me conduce junto a fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el camino justo,
haciendo honor a su Nombre.
Aunque pase por un valle tenebroso,
ningún mal temeré,
porque Tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad.
Me preparas un banquete
en frente de mis enemigos,
perfumas con ungento mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu amor y tu bondad me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.
2. El hábito del contacto continuo (text messaging) puede practicarse
también con Dios
El text messaging y el tweeting están de moda: mensajes cortos para entrar en
contacto. Eso que hacemos entre nosotros, es lo que siempre se nos ha
recomendado hacer con Dios en cualquier momento o circunstancia (jaculatorias).
Una jaculatoria es como un tweet lanzado al cielo.
Jesucristo lo hacía con su Padre:
- "Padre, te doy gracias por hacerme escuchado. Ya sabía yo que tú
siempre me escuchas" (Jn 11,41)
- "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lc
23,34)
- "Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los
sabios y las has revelado a la gente sencilla" (Mt 11,25)
- "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt
27,46)
Llevarse a Dios al trabajo, a la universidad y al supermercado, dirigirle una
mirada, una sonrisa o una palabra, es buena manera de sentirse seguro por el
camino y de afrontar el típico conflicto del activismo. Dios está en todas
partes, lo llevamos dentro de nosotros; no está confinado a los muros de las
Iglesias.
Dios está vivo, nos mira siempre, es nuestro Padre, y le gusta que sus hijos nos
acordemos de Él, le demos una llamada, simplemente para decirle:
"Gracias", "Te quiero", "Ayúdame",
"Protégelo", "Ilumíname", "Dame paciencia",
"No puedo más, dame fuerza", "Bendito seas", etc.
Al salir de casa, apenas cerrar la puerta, sentarse en el coche o mientras se
espera el metro o el autobús, se puede rezar una oración espontánea para pedir
a Jesucristo que nos cuide en el camino. Algo así:
Buen Pastor, salgo de (casa) viaje, acompáñame, ven conmigo.
Tú eres el Camino, llévame a mi destino.
Tú eres la Vida, que vuelva a casa sano y salvo.
En tus manos dejo a mis seres queridos, cuídalos, son tus hijos.
Saber que estamos bajo tu mirada es fuente de paz y confianza.
Que en todo momento sea testimonio de vida cristiana.
Amén.
También puede rezarse la oración al Ángel de la guarda. Recuerdo un día en que
al salir de la estación de autobuses hice la señal de la cruz y un momento de
oración; la persona que llevaba al lado me dijo: A mí también me gusta rezar al
comenzar un viaje, pero no sé qué rezar y sólo hago la señal de la cruz. Le
sugerí rezar esta oración al Ángel de la guarda:
Ángel del Señor, que eres mi custodio, puesto que la Providencia soberana me
encomendó a ti, ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día, amén.
Este artículo se puede reproducir sin fines comerciales y citando siempre la
fuente www.la-oracion
Por: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion
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