Somos invitados por Dios a mirarnos, a
mirar a las personas y el mundo que nos rodea, con la mirada de Jesús.
Cuando disponemos nuestro corazón para bendecir a las personas con
quienes convivimos, la luz de Cristo nos cubre y, pasamos a ver la vida y a las
personas con una nueva óptica. Muchas veces, nuestros sinsabores, nuestros
negativismos y las críticas oscurecen nuestra visión y nuestro corazón y nos
tornamos incapaces de ver las cosas como ellas son.
Somos invitados por Dios a mirarnos, a mirar a las personas y el mundo que nos
rodea, con la mirada de Jesús. Solamente con el auxilio de la gracia de Dios
seremos capaces de percibir lo bonita que es la vida, aunque las dificultades
golpeen nuestra puerta. Cultivemos el buen humor, la alegría y disposición de
amar y bendecir a los demás.
Hoy no puede ser solamente más un día de nuestra vida. Hagamos un firme
propósito de bendecir y decir palabras de ánimo, de consuelo al prójimo.
Estés seguro que seremos nosotros los primeros beneficiados por la gracia de
Dios. Recemos por las personas que nos persiguen, que nos desprecian, que nos
critican, que nos difaman y por quien tenemos antipatía.
Quiero, pues, que oren los hombres en todo lugar; que levanten al cielo manos
limpias, sin enojos ni discusiones(1Tim 2,8).
Jesús, confío en ti.
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