Buscamos satisfacciones en este mundo,
soñamos con algo, y cuando lo alcanzamos, la alegría dura un instante.
¿Dónde vas?. Increíblemente, después de
una vida junto a Jesús y Su Madre, Pedro necesitó de este empujón final del
Señor para animarse a invertir sus pasos, y volver a Roma para entregarse al
martirio final. ¿Dónde ibas, Pedro?. ¿Que hubiera sido de tu vida luego, si
Jesús no te hubiera marcado el camino?. Pedro, la cabeza de nuestra amada
iglesia, nos mostró siempre cómo se lucha contra nuestras propias flaquezas
para finalmente triunfar y glorificar a Dios, haciendo Su Voluntad.
Buscamos y buscamos satisfacciones en este mundo. Soñamos con algo, y cuando lo
alcanzamos, la alegría dura un instante y nuevamente nos sentimos vacíos. Sea
un título, un bien material, conocer un lugar, e incluso un hijo o una pareja.
Cuando esas cosas están en nuestros sueños nos motivan e impulsan para
adelante. Pero cuando finalmente las alcanzamos sentimos una felicidad
pasajera, y luego, a buscar otra meta para perseguir. ¡Y eso en el mejor de los
casos!. Cuando esos sueños no se hacen realidad, nos frustramos, deprimimos,
nos sentimos vacíos, fracasados en la vida.
¿Dónde vamos?. Alguien me preguntó hace poco tiempo: ¿Te llena Dios realmente
la vida cuando lo descubres?. ¡Allí está el secreto!. Nada tiene sentido sin
Dios, sólo Dios le pone sentido a nuestra vida. El detiene nuestra carrera,
nuestra búsqueda desenfrenada, y nos dice:
Yo soy a quien estabas buscando, sin Mi nada tiene sentido. Ámame, descubre
cual es Mi Voluntad respecto de tu misión en la vida, y encontrarás la paz
verdadera.
En ese momento se acaban las fantasías terrenales, los falsos ídolos que
construimos y adoramos: el dinero, el estatus, nuestra posición en la sociedad,
nuestra forma de vida. Jesús toma entonces el lugar central dentro nuestro y
hace que todo lo demás gire alrededor de Su Voluntad. Si trabajo, deseo hacerlo
agradando a Dios, si educo a mis hijos, deseo formarlos en el amor a Dios, si
hago un viaje, busco el modo de crecer en mi fe a través de los lugares que
visito. En todo descubro la mano de Dios que me pone las oportunidades de
crecer en el amor a El a cada instante.
Jesús, ese día, se apareció a Pedro con la Cruz sobre su hombro. Ya había
resucitado y ascendido a los Cielos. Pedro huía de Roma ante la amenaza de ser
arrestado por defender al Señor. Jesús le dijo entonces: "¿dónde vas
Pedro?. Si tú te marchas, yo tengo que tomar tu lugar, con mi Cruz a
cuestas". Pedro, sintiéndose morir por ver a Jesús de ese modo, dio media
vuelta a sus pasos y volvió a Roma aceptando ser crucificado en nombre de
Cristo.
Y tú, ¿dónde vas?.
Por: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org
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