Carta circular de la Congregación para
el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
Se pide a los fieles profundizar en el
sentido espiritual del saludo de paz y no exagerar el gesto al crear confusión
justo antes de la Comunión
Por: Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos | Fuente: Santa Sede /SIC /ewtn/ es.gaudiumpress.org
La Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos expidió, en agosto de 2014, una carta circular
sobre el rito de la paz en la Eucaristía en la cual anuncia que no se
realizarán cambios a las disposiciones actuales pero pide un mayor respeto de
las normas para mantener la dignidad de la celebración eucarística. El saludo
de la paz es "una característica del rito romano" y por este motivo
se mantiene en su forma y su ubicación en la liturgia, al tiempo que se pide a
los fieles profundizar en el sentido espiritual del mismo y no exagerar el
gesto al crear confusión "justo antes de la Comunión", recordó el
anuncio.
Una mejor comprensión del signo
Si bien se mantienen las disposiciones
actuales, la carta circular realizó recomendaciones para "expresar mejor
el contenido del signo de la paz y para moderar los excesos que generan
confusión en la asamblea litúrgica momentos antes de la Comunión".
1. Entender la profundidad del signo y
realizar una catequesis en este sentido, para que se promueva el concepto
cristiano de la paz, el cual "llega a su significado más profundo con la
oración y el contexto mismo de la Eucaristía".
2. El rito es opcional y puede omitirse
en ocasiones en las cuales tal intercambio no se produzca de una manera
adecuada.
3. La indicación es fomentar el respeto
por el modo correcto de llevar a cabo el saludo, evitando el desplazamiento de
los fieles o que el sacerdote abandone el altar y evitando el llamado
"canto de la paz" que no hace parte de la liturgia y ha sido añadido
de forma espontánea en algunos lugares, incluso en sustitución del Agnus Dei
(Cordero de Dios) que sí está prescrito.
4. También se aconsejó no cambiar el
sentido del saludo en funerales o matrimonios, ya que no ese es el momento de
expresar condolencias a la familia o felicitar a los cónyuges.
5. Finalmente, la Congregación para el
Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos recordó que el rito de la paz
es una invitación al testimonio de los creyentes en todas las dimensiones de su
vida: "Los católicos enfrentan hoy el grave compromiso de construir un
mundo más justo y pacífico", afirmó el documento. Esto "implica un
entendimiento más profundo del significado cristiano de la paz y su expresión
en la celebración litúrgica".
Carta circular
de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
acerca del significado correcto del rito de la paz
1. «La paz os dejo, mi paz os doy» [1], son las palabras con las que
Jesús promete a sus discípulos reunidos en el cenáculo, antes de afrontar la
pasión, el don de la paz, para infundirles la gozosa certeza de su presencia
permanente. Después de su resurrección, el Señor lleva a cabo su promesa
presentándose en medio de ellos, en el lugar donde se encontraban por temor a
los judíos, diciendo: «¡Paz a vosotros!» [2]. La paz, fruto de la Redención que
Cristo ha traído al mundo con su muerte y resurrección, es el don que el
Resucitado sigue ofreciendo hoy a su Iglesia, reunida para la celebración
Eucarística, de modo que pueda testimoniarla en la vida de cada día.
2. En la tradición litúrgica romana el signo de la paz, colocado antes de la
Comunión, tiene un significado teológico propio. Éste encuentra su punto de
referencia en la contemplación eucarística del misterio pascual -diversamente a
como hacen otras familias litúrgicas que se inspiran en el pasaje evangélico de
Mateo (cf. Mt 5, 23)- presentándose así como el “beso pascual” de Cristo
resucitado presente en el altar [3]. Los ritos que preparan a la comunión
constituyen un conjunto bien articulado dentro del cual cada elemento tiene su
propio significado y contribuye al sentido del conjunto de la secuencia ritual,
que conduce a la participación sacramental en el misterio celebrado. El signo
de la paz, por tanto, se encuentra entre el Pater noster -al cual se une
mediante el embolismo que prepara al gesto de la paz- y la fracción del pan
-durante la cual se implora al Cordero de Dios que nos dé su paz-. Con este
gesto, que «significa la paz, la comunión y la caridad» [4], la Iglesia
«implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y los
fieles se expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de la
comunión sacramental» [5], es decir, la comunión en el Cuerpo de Cristo Señor.
3. En la Exhortación Apostólica post-sinodal Sacramentum caritatis el Papa
Benedicto XVI había confiado a esta Congregación la tarea de considerar la
problemática referente al signo de la paz [6], con el fin de salvaguardar el
valor sagrado de la celebración eucarística y el sentido del misterio en el
momento de la Comunión sacramental: «La Eucaristía es por su naturaleza
sacramento de paz. Esta dimensión del Misterio eucarístico se expresa en la
celebración litúrgica de manera específica con el rito de la paz. Se trata
indudablemente de un signo de gran valor (cf. Jn 14,27). En nuestro tiempo, tan
lleno de conflictos, este gesto adquiere, también desde el punto de vista de la
sensibilidad común, un relieve especial, ya que la Iglesia siente cada vez más
como tarea propia pedir a Dios el don de la paz y la unidad para sí misma y
para toda la familia humana. [...] Por ello se comprende la intensidad con que
se vive frecuentemente el rito de la paz en la celebración litúrgica. A este
propósito, sin embargo, durante el Sínodo de los Obispos se ha visto la
conveniencia de moderar este gesto, que puede adquirir expresiones exageradas,
provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión.
Sería bueno recordar que el alto valor del gesto no queda mermado por la
sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a la celebración, limitando
por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanos» [7].
4. El Papa Benedicto XVI, además de destacar el verdadero sentido del rito y
del signo de la paz, ponía en evidencia su gran valor como aportación de los
cristianos, para colmar, mediante su oración y testimonio, las angustias más
profundas e inquietantes de la humanidad contemporánea. Por esta razón,
renovaba su invitación a cuidar este rito y a llevar a cabo este signo
litúrgico con sentido religioso y sobriedad.
5. El Dicasterio, en base a las disposiciones del Papa Benedicto XVI, se
dirigió a las Conferencias de los Obispos en mayo de 2008 pidiendo su parecer
sobre si mantener el signo de la paz antes de la Comunión, donde se encuentra
ahora, o si cambiarlo a otro momento, con el fin de mejorar la comprensión y el
desarrollo de tal gesto. Tras una profunda reflexión, se ha visto conveniente
conservar en la liturgia romana el rito de la paz en su puesto tradicional y no
introducir cambios estructurales en el Misal Romano. Se ofrecen a continuación
algunas disposiciones prácticas para expresar mejor el contenido del signo de
la paz y para moderar los excesos, que suscitan confusión en la asamblea
litúrgica justo antes de la Comunión.
6. El tema tratado es importante. Si los fieles no comprenden y no demuestran
vivir, en sus gestos rituales, el significado correcto del rito de la paz, se
debilita el concepto cristiano de la paz y se ve afectada negativamente su
misma fructuosa participación en la Eucaristía. Por tanto, junto a las
precedentes reflexiones, que pueden constituir el núcleo de una oportuna
catequesis al respecto, para la cual se ofrecerán algunas líneas orientativas,
se somete a la prudente consideración de las Conferencias de los Obispos
algunas sugerencias prácticas:
a) Se aclara definitivamente que el rito de la paz alcanza ya su profundo
significado con la oración y el ofrecimiento de la paz en el contexto de la
Eucaristía. El darse la paz correctamente entre los participantes en la Misa
enriquece su significado y confiere expresividad al rito mismo. Por tanto, es
totalmente legítimo afirmar que no es necesario invitar “mecánicamente” a darse
la paz. Si se prevé que tal intercambio no se llevará adecuadamente por
circunstancias concretas, o se retiene pedagógicamente conveniente no
realizarlo en determinadas ocasiones, se puede omitir, e incluso, debe ser
omitido. Se recuerda que la rúbrica del Misal dice: “Deinde, pro opportunitate,
diaconus, vel sacerdos, subiungit: Offerte vobis pacem” [8].
b) En base a las presentes reflexiones, puede ser aconsejable que, con ocasión
de la publicación de la tercera edición típica del Misal Romano en el propio
País, o cuando se hagan nuevas ediciones del mismo, las Conferencias consideren
si es oportuno cambiar el modo de darse la paz establecido en su momento. Por
ejemplo, en aquellos lugares en los que optó por gestos familiares y profanos
de saludo, tras la experiencia de estos años, se podrían sustituir por otros
gestos más apropiados.
c) De todos modos, será necesario que en el momento de darse la paz se eviten
algunos abusos tales como:
- La introducción de un “canto para la paz”, inexistente en el Rito romano [9].
- Los desplazamientos de los fieles para intercambiarse la paz.
- El que el sacerdote abandone el altar para dar la paz a algunos fieles.
- Que en algunas circunstancias, como la solemnidad de Pascua o de Navidad, o
durante las celebraciones rituales, como el Bautismo, la Primera Comunión, la
Confirmación, el Matrimonio, las sagradas Órdenes, las Profesiones religiosas o
las Exequias, el darse la paz sea ocasión para felicitar o expresar
condolencias entre los presentes [10].
d) Se invita igualmente a todas las Conferencias de los Obispos a preparar
catequesis litúrgicas sobre el significado del rito de la paz en la liturgia
romana y sobre se correcto desarrollo en la celebración de la Santa Misa. A
éste propósito, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
acompaña la presente carta circular con algunas pistas orientativas.
7. La íntima relación entre lex orandi y lex credendi debe obviamente
extenderse a la lex vivendi. Conseguir hoy un compromiso serio de los católicos
de cara a la construcción de un mundo más justo y pacífico implica una
comprensión más profunda del significado cristiano de la paz y de su expresión
en la celebración litúrgica. Se invita, pues, con insistencia a dar pasos
eficaces en tal materia ya que de ello depende la calidad de nuestra
participación eucarística y el que nos veamos incluidos entre los que meren la
gracia prometida en las bienaventuranzas a los trabajan y construyen la paz
[11].
8. Al finalizar estas consideraciones, se exhorta a los Obispos y, bajo su
guía, a los sacerdotes a considerar y profundizar el significado espiritual del
rito de la paz, tanto en la celebración de la Santa Misa como en la propia
formación litúrgica y espiritual o en la oportuna catequesis a los fieles.
Cristo en nuestra paz [12], la paz divina, anunciada por los profetas y por los
ángeles, y que Él ha traído al mundo con su misterio pascual. Esta paz del
Señor Resucitado es invocada, anunciada y difundida en la celebración, también
a trabes de un gesto humano elevado al ámbito sagrado.
El Santo Padre Francisco, el 7 de junio de 2014, ha aprobado y confirmado
cuanto se contiene en esta Carta circular, preparado por la Congregación para
el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y ha dispuesto su
publicación.
En la sede la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos, a 8 de junio de 2014, en la solemnidad de Pentecostés.
ANTONIO Card. CAÑIZARES LLOVERA
Prefecto
ARTHUR ROCHE
Arzobispo Secretario
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