Dios ofrece y regala
la salvación. La respuesta del creyente es acogerla por medio de la fe.
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Estamos en las manos
de Dios, en Él tenemos puestos los ojos y la esperanza. No debemos temer
nada: el poder del mal no triunfará.
Dios sigue hablando, revelándose. Es posible que el concepto o imagen de Dios de un adulto nos quede pequeño, no sea el mismo que el de un niño. No por ello se puede decir que una persona ha perdido la fe, sino más bien que ha evolucionado. Ha descubierto que el verdadero Dios es distinto, lo ha experimentado en su vida como Abrán, como María... En el pasado, Dios habló de muchos modos a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado a través de su Hijo (Hb 1, 1-2). Todo nos lo ha dicho en Cristo, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra (san Juan de la Cruz). Y lo esencial de este mensaje es: Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tm 2, 4). Cuando la Biblia habla de la fe, pone ejemplos de personas que se fían de Dios, como Abrán, como María. La fe bíblica está más próxima a una actitud de búsqueda que a una seguridad total. Abrán debe salir de su tierra sin saber siquiera adónde va (Gn 12, 1), fiándose de la promesa de Dios. El seguidor de Jesucristo debe renunciar a todo, romper con la seguridad del dinero, de la familia, de lo conocido (Lc 9, 3: 57-62). Dios ofrece y regala la salvación. La respuesta del creyente es acogerla por medio de la fe. La Escritura nos propone dos modelos de fe, de acoger la palabra salvadora de Dios: Abrán y María. Por la fe, Abrán obedeció y salió hacia el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber adónde iba(Hb 11, 8). Gracias a esta fe poderosa, Abrán se convirtió en padre de todos los creyentes, porque supo creer esperando contra toda esperanza (Rm, 4, 18). De la Iglesia recibe el creyente la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. Quienes caminan con fe y acogen al Dios que se revela en los acontecimientos de cada día, serán felices por siempre. El ser humano ha sido creado por Dios y para Dios; sólo en Dios, que acoge por la fe, encontrará vida y descanso. Creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19, 1). Dios nos ha bendecido con toda clase de bienes: salud, riqueza, familia, aunque todas las bendiciones se centran en Cristo (Ef 1, 3). Todo el que cree en él será salvo. El ser humano es capaz de Dios (Karl Rahner), puede llegar a Dios. Al hacernos conscientes de que somos hijos de Dios, se deduce lógicamente que todos somos hermanos y como tales tenemos que vivir. Frank Borman, un astronauta del Apolo VIII, pronunció a 350.000 km de la tierra una oración llena de confianza: Señor, concédenos la posibilidad de ver tu amor en el mundo a pesar de los defectos humanos. Concédenos la fe, la confianza, la oración a pesar de nuestra ignorancia y flaqueza. Concédenos lucidez para que sepamos seguir orando con corazón comprensivo y muéstranos lo que cada uno de nosotros puede hacer para facilitar que venga a nuestro mundo la paz universal. |
Autor:
P. Eusebio Gómez Navarro
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