El mundo
actual promueve distintas formas de adivinaciones, horóscopos y tantas otras
formas de jugar a ser Dios.
Vivimos en
estos tiempos una sutil influencia de elementos mágicos, tanto en nuestros
niños como en nosotros mismos. Libros y películas nos plantean una batalla
entre el bien y el mal, donde los buenos usan magias buenas y los malos
usan magias malas. También vemos una invasión de métodos que buscan el
fortalecimiento del yo, como el control mental, reiki, y tantas otras formas de
poner al hombre en el centro de un poder que sube hasta niveles que permiten o
la sanación, o la profecía, o la influencia sobre los demás. Y muchas veces
esto es realizado por gente que manifiesta creer en Dios y profesar una fe
cristiana activa. ¿Es esto correcto?. ¿Acaso no está clara la respuesta?.
No se puede
servir a dos señores, o se está con Dios, o contra Dios.
Todo poder
que trasciende del nivel estrictamente humano, de aquello que puede ser hecho o
conocido por el hombre con los medios que Dios le da, ingresa en el terreno de
lo sobrenatural. Y el mundo sobrenatural es una puerta abierta tanto a lo
Celestial como a lo que pertenece al reino de la oscuridad. Dios manifiesta Su
Presencia sobrenatural o en la vida de un santo, o a través de apariciones o
manifestaciones místicas: estos casos son reconocidos por la iglesia, y son muy
evidentes los buenos frutos que producen. Pero es Dios el que decide otorgar la
gracia, no es el hombre el que con su habilidad, inteligencia o esfuerzo logra
acceder al mundo sobrenatural. Cuando algo viene de Dios, nunca es la persona
la que tiene el mérito, sólo es un instrumento del Señor.
De este
modo, todo intento de acceder al mundo sobrenatural a través de los propios
esfuerzos o progresos, no es más que un intento de acceder a la oscuridad. Es
que para llegar a Dios debemos negarnos a nosotros mismos, vaciarnos, reconocer
que somos nada. Si creemos que tenemos poderes, o que tenemos un don que nos
permite profetizar o sanar, estamos simplemente atribuyéndonos a nosotros
mismos poderes que solo Dios posee, o que sólo Dios da. Y ya sabemos que tratar
de ser Dios, es imitar al maligno, también conocido como el mono de Dios, Su
imitador.
El mundo
actual promueve distintas formas de adivinaciones, horóscopos, péndulos,
rabdomancia, elevaciones mediante disciplinas de meditación, y tantas otras
formas de jugar a ser Dios. Y por supuesto, no existen magias buenas o magias
malas, la magia es mala y punto. ¡No ofendamos a Dios!. El hombre debe
humildemente confiar en el Padre que nos cuida y provee todo aquello que nos hace
bien, o que necesitamos para purificar nuestra alma, para hacerla digna de
llegar a El.
Cuidemos a
nuestros niños y a nosotros mismos. Alejemos las malas enseñanzas de nuestro
entorno, no permitamos que nos acostumbren a vivir con naturalidad en un medio
que ofende a Dios.
¡Jesús está
vivo!. Reconozcamos en El a la única fuente de poder y amor, y a Su amorosa
Madre como Intercesora, con sus santos y sus ángeles formando el ejército
Celestial.
Lo demás,
simplemente no es de Dios, todo lo contrario: lo ofende gravemente.
Por: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org
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