Nacidos por amor y para amar: así es el sentido de la vida de cada ser
humano. Pero, con frecuencia, nos perdemos...
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Si Dios es Amor, ¿puede pedir algo diferente del amor? Todo su actuar nace
del amor y lleva al amor. Entonces si algo desea de nosotros es, simplemente,
amor.
Por eso nuestra vida es un milagro de amor. No sólo por las aventuras que
llevaron un día a nuestros padres a amarse y a cuidarnos, sino por cada uno
de los momentos, grandes o pequeños, que construyen el camino apasionante que
recorremos poco a poco.
Si todo nace del amor, si el amor explica lo grande y lo pequeño, el fin de
la vida no puede ser otro que el amor.
Nacidos por amor y para amar: así podemos resumir el sentido de la vida de
cada ser humano. Pero, con frecuencia, nos perdemos. Dejamos que el alma
quede aprisionada en ambiciones pequeñas, en miedos confusos, en prisas, en
proyectos, en diversiones, en trabajos... y el amor queda a un lado, entre
los objetos pendientes u olvidados.
Cada mañana necesito recordarlo: si Dios es Amor, me toca amar. Sólo así
tendrá sentido mi esfuerzo cotidiano. Sólo así sembraré algo de dulzura en un
mundo hambriento de cariño. Sólo así serviré a Cristo en el pobre, en el
enfermo, en el anciano, en el triste.
Sólo así mi vida será plenamente vida porque se habrá convertido, en los
límites de mi pequeñez humana, en un reflejo del fuego de Amor que explica el
universo y que espera abrazarme un día, para siempre, en el cielo.
Autor: P. Fernando
Pascual LC
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"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
miércoles, 8 de enero de 2014
Si Dios es Amor, me toca amar
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