Estamos
celebrando el día de la Manifestación del Señor... así que ¡ánimo! El día de
encontrar lo que están buscando ha llegado.
Queridos
Reyes Magos:
Se muy bien que desde que han visto la estrella aparecer en el firmamento y
después de consultar sus mapas de astronómicos, y sobre todo sondear su
corazón, se han puesto en camino con gran docilidad para ir al encuentro del
Rey hecho niño, del Salvador del Mundo.
Y llevan sus regalos, que han elegido de una manera extraordinaria, Oro,
Incienso, y Mirra; porque lo reconocen como Rey, como Dios, y como hombre. Y se
han puesto en camino dejándose guiar por aquella estrella, que solo se deja ver
por las noches... y les va marcando el rumbo y les va orientando sus pasos.
Y ustedes con gran alegría, venciendo el cansancio y la sed de tanto caminar,
el calor y el frío del desierto, han continuado su camino y están por llegar.
También venciendo innumerables dificultades, como los engaños de Herodes, que
sabiamente han podido burlar, siendo obedientes al ángel.
Estamos celebrando el día de la Manifestación del Señor... así que ¡ánimo! El
día de encontrar lo que están buscando ha llegado.
Gracias por su fidelidad, por su obediencia, y por esos regalos que llevan en
sus manos. Pero más agradezco el signo que nos regalan a toda la humanidad de
que la salvación es para todos los pueblos.
Desde que ha empezado el tiempo de Adviento, he pensado en ustedes, y en la carta
que habría de escribirles para pedirles, como lo hice cuando era niño, algunos
regalos. Pero el tiempo se ha pasado tan rápido, entre posadas, la Fiesta de
Navidad, Fin de año, Fiesta de Nuestra Santísima Madre... que es hasta este
momento en la solemnidad de su venida que les escribo mi carta. De todas
maneras tengo la confianza que les llegará a tiempo porque le pediré a mi Ángel
de la Guarda que se las haga llegar en forma prioritaria.
Les pido, con humildad que me compartan:
La sencillez
para saber distinguir en los signos de los tiempos la presencia de la Buena
Noticia, para saber observar desde la fe todas la realidades tanto de la tierra
como del cielo.
Que puedan compartir conmigo la
docilidad a las divinas inspiraciones del alma, y seguir el
camino que me marque la estrella. A ustedes los ha guiado una estrella en el
cielo, para mi esa estrella que me lleva a Jesús es María, por eso pido tener
esa docilidad de ustedes para saber descubrirla en todo momento, para no perder
el rumbo que conduce al Salvador de todas las naciones, al Rey de todos los
Pueblos.
Valentía para hacerme al
camino, para saber dejarlo todo y lanzarme a la aventura de un
camino, a desinstalarme con frecuencia para vivir de la fe y no de la seguridad
de mis reinos, de mis posesiones. Confiar que, dejando todo, es la única forma
de encontrar El Todo.
Obediencia a las guías
que tengo en el camino, obediencia a lo que se cree, a lo que
se espera, a lo que se ama. Obediencia humilde a las inspiraciones y a los
ángeles, especialmente a mi Ángel de la Guarda, para que no pierda el camino, y
tenga la alegría de que todo se me ha dado como regalo, confiando y dependiendo
totalmente en Aquel que me ha llamado a un encuentro.
Alegría de un encuentro,
del encuentro que más se desea: encontrarse con Dios, por eso ese encuentro es
una Celebración. Porque es el encuentro de la criatura con su Creador, alegría
de encuentro porque es la manifestación de Dios hecho hombre como Dios, como
Rey, y como hombre. Quiero, tener esa alegría de encuentro que para mi se
realiza en cada Eucaristía, en cada sacramento, en cada encuentro con el más
necesitado. Alegría de encuentro, que es una gran celebración, porque cuando el
encuentro esta tocado por el amor solo puede ser celebrativo, y toda nuestra
vida es encuentro y toda nuestra vida es celebración si lo vivimos en la
dimensión del amor.
Abusando de su generosidad, pido la
paciencia para seguir en el camino, para que el cansancio no me
haga desistir, para que las dificultades no resten el ánimo, para que los
obstáculos del camino solo sean oportunidades de crecimiento, que sean retos
que me permitan crecer como persona, como cristiano, como discípulo del
Maestro.
Que no pierda la esperanza del encuentro, que no pierda la esperanza que la
promesa se hará realidad.
Que no pierda la esperanza que en el camino no se anda solo, que ángeles,
estrellas y hermanos caminamos juntos. Tener siempre y cada día, la esperanza
de que es posible vivir la caridad entre los hermanos que caminamos en
comunidad como lo hicieron ustedes, que se acompañaron hasta el final.
Todo lo anterior no lo pido solo para mi, lo pido para poder compartirlo con
todos mis hermanos, quiero descubrir en cada hermano a Cristo, quiero
descubrirlo especialmente en los más pobres, en los más necesitados, los
enfermos, los encarcelados, los que están solos o se sienten solos; quiero
reconocer al Rey en aquellos que llevan con humildad la cruz de cada día, en
los que se esfuerzan por dar testimonio del amor, en las personas que perdonan y
aquellos que se niegan a recibir el perdón, recocerlo en los amigos y también
en los enemigos.
Quiero compartir todo lo que les he pedido con todos aquellos que se acerquen a
mi vida, y quiero ser yo el que se ponga en camino hacía el encuentro. Me gustaría,
ser el primero que tienda un puente por donde el otro se pueda acercar a mi, y
por donde yo me pueda acercar a él.
Todo lo que les he pedido, también se los pido para todos mis amigos,
familiares y benefactores... para que todos seamos instrumentos de paz. Para
que todos busquemos el reino de Dios, sabiendo que si Dios reina en nuestros
corazones, reinará en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestras
ciudades, y en nuestras naciones.
Les deseo a ustedes queridos Reyes Magos, feliz fin de viaje. Y me despido
agradecido por la ilusión que guardaron en mi cuando era un niño.
Gracias porque un día los espere con la ilusión de niño y hoy los puedo esperar
con la ilusión de sacerdote.
Con afecto, en el Señor que buscamos y que encontramos en la Eucaristía.
Autor: P Idar Hidalgo
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