Autor: Pablo Cabellos Llorente
Estos días
se hacen todo tipo de especulaciones alrededor de la renuncia del Papa y
quinielas respecto al que lo será en un futuro cercano. Es muy comprensible. La
tarea de los medios es informar, recoger opiniones y crearlas. Todo eso es
legítimo. Sin embargo, también es exigible un cierto rigor, especialmente por
parte de los católicos.
Se teoriza
acerca de maquinaciones de la curia romana, que yo no sé si existen, pero pocos
recapacitamos en la parte personal en que hemos de mejorar. Por ejemplo, el
Papa dijo alguna cosa que sonó a fuerte en la homilía de Ceniza. Ésta: " Me
refiero en particular a los pecados contra la unidad de la Iglesia, las
divisiones en el cuerpo eclesial". ¿Nos detenemos cada uno a pensar en la
parte que nos corresponde en esas divisiones antes de especular con otras
intrigas?
O esta
otra: "De hecho, incluso hoy en día, muchos están dispuestos a
"romperse los vestidos" frente
a los escándalos y las injusticias –naturalmente cometidas por otros-, pero
pocos están dispuestos a actuar en su propio "corazón", en su
conciencia y sus propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve
y convierta". Es bien posible que lo más útil que podemos hacer en esta
Cuaresma recién comenzada es un buen examen personal de conciencia y tal vez
una sincera confesión sacramental, en lugar de lanzar pedradas al tejado ajeno.
Puestos a
hablar de la necesaria apertura del futuro Papa, se ha reclamado la libertad de
conciencia para leer e interpretar la Biblia cada uno a su gusto. Un amigo
bromista dice ante el dislate: así empezó Lutero, pero en este caso es cierto.
Comenzó exactamente así. Amamos a los hermanos de las restantes iglesias
cristianas, pero precisamente es necesario el plural a causa de la disgregación
consiguiente a la falta de un Magisterio que interprete auténticamente la
Palabra de Dios.
Las
quinielas también son libres y hasta entretenidas. Pero -vuelvo a referirme a
los católicos- ¿no sería mejor rezar para que los cardenales electores se dejen
guiar por el Espíritu Santo?
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