"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

miércoles, 8 de julio de 2015

Limpiar los ojos y el corazón para ver el lado bueno

Dejar un modo de vida que engendra odio y muerte y convertirse a Dios: vivir en y para el amor.

Un líder indígena le espetó a San Juan Pablo II en su visita a Brasil:
“Santidad, tenemos hambre”.

San Juan Pablo II respondió con gran sensibilidad pastoral y humana: “Tu pueblo, Señor, tiene hambre de pan y de Dios”.

No estamos a gusto con la realidad de nuestro mundo. El hambre crece alarmantemente y una mayoría de la población no se alimenta adecuadamente.

Éste es uno de tantos pecados que azotan nuestra sociedad, que sufre de injusticia, esclavitud, violencia, vacío de Dios y carece de valores humanos.

Tenemos un mundo industrializado sin alma; no tiene en cuenta a los más desposeídos. A esta gran máquina del mundo le falta el aceite de la bondad.

La enfermedad que padece el mundo, decía M. Teresa, la enfermedad principal del ser humano no es la pobreza o la guerra, es la falta de amor, la esclerosis del corazón. El corazón es la zona más deprimida de las personas.

Hemos logrado llegar a la luna, hemos explorado las profundidades del mar y las entrañas de la tierra, pero no hemos logrado resolver los problemas de primera necesidad.

No basta con quitar penas y hambre; es necesario impregnar nuestro mundo de amor. Que nadie sufra rechazos, que nadie se sienta solo, que nadie se sienta rechazado. Dice H. Boll: “En el Nuevo Testamento hay una teología de la ternura que siempre es curativa: con palabras, con manos, que también pueden llamarse caricia, con besos, con una comida en común... Este elemento del Nuevo Testamento, la ternura, no ha sido descubierto aún”.

“Convertíos porque el Reino de Dios está cerca”, anuncia Juan el Bautista. Si Dios ha venido a nosotros, tenemos que cambiar radicalmente. No es
cuestión de cambiar de fachada. Es necesario cambiar de manera de pensar y de vivir. Dejar un modo de vida que engendra odio y muerte y convertirse a Dios: vivir en y para el amor, gozar de la paz y de la libertad, encontrar la verdadera vida.

Hemos de convertirnos al testimonio cristiano y, como el Bautista, ser luz y testigos de Cristo ante nuestros hermanos. Así lograremos que reinen la paz, la justicia y la fraternidad donde imperan la violencia, la desigualdad injusta y la violación de las libertades y de los derechos humanos.

Hemos de limpiar los ojos y el corazón para ver el lado bueno de las personas, de las cosas y de los acontecimientos, para ser maestros de esperanza y poner amor, alegría y paz en todas las situaciones.

Dios puede hacer el milagro de cambiarnos, claro está, con nuestro consentimiento. Dios puede “sacar hijos de Abraham de las piedras”; puede hacer que el corazón de piedra se convierta en corazón de carne; puede hacer que del tronco seco broten retoños nuevos; puede hacer que el árbol estéril se llene de frutos buenos; puede alegrar nuestra juventud de espíritu.


Por: P. Eusebio Gómez Navarro

martes, 7 de julio de 2015

No le tengas miedo a Dios

Nos asegura que nuestra vida es preciosa y que ni un pelo de nuestra cabeza se nos caerá sin su permiso. ¿De qué tener miedo?

Cristo aparece en el Evangelio como el gran exorcista del miedo. Se hace hombre para librarnos de él. Nos enseña con el ejemplo de su vida, luminosa y sin angustias. Nos asegura que nuestra vida es preciosa a los ojos del Padre y que ni un pelo de nuestra cabeza se nos caerá sin su permiso. ¿De qué tener miedo, entonces? ¿Del mundo? El lo ha vencido (Jn 16, 23). ¿A quiénes temer? ¿A los que matan, hieren, injurian o roban? Tranquilos: no tienen poder para más; al alma ningún daño le hacen (Mt 10, 28). ¿Al demonio? Cristo nos ha hecho fuertes para resistirle (1 Pe 5, 8) ¿Quizás al lujurioso o al déspota latente en cada uno de nosotros? Contamos con la fuerza de la gracia de Cristo, directamente proporcional a nuestra miseria (2 Cor 12, 10).

En el pasaje en el que camina sobre agua, Cristo avanza un paso más: tampoco debemos tenerle miedo a Dios.

Jesús se acercó caminando sobre las aguas a la barca de los discípulos. ¿Para darles un susto o con la intención de asombrarles? No. Se proponía solamente manifestarles su poder, la fuerza sobrenatural del Maestro al que estaban siguiendo.

Pero su milagro, en vez de suscitar una confianza ciega en el poderoso amigo, provoca los gritos de los aterrados apóstoles. Es un fantasma "decían temblando y corriendo seguramente al extremo de la barca".

San Pedro es el único que domina su papel. Escucha la voz de Cristo: Soy yo, no temáis, comprende y aprovecha para proponerle un reto inaudito: caminar él también sobre las aguas. Y de lejos, traída por el fuerte viento, le llega claramente la inesperada respuesta: Ven.

Muy similar a aquella que todos los cristianos escuchamos en algunos momentos de nuestra vida. Después de haber conocido un poco a Cristo -aun entre brumas-, comenzamos a seguirle y, de repente, recibimos boquiabiertos la invitación de Cristo:Ven.

Ven: sé consecuente, sé fiel a esa fe que profesas.
Ven: el mundo está esperando tu testimonio de profesional cristiano.
Ven: tu hermano necesita tu ayuda, tu tiempo... tu dinero.
Ven: tus conocidos desean, aunque no te lo pidan, que les des razón de tu fe, de tu alegría.

Y la petición de Cristo sobrepasa, como en el caso de Pedro, nuestra capacidad. No vemos claramente la figura de Cristo. O dirigimos la mirada hacia otro sitio. El viento sopla. Las dificultades se agigantan... y estamos a punto de hundirnos o de regresar a la barca. Sentimos miedo de Cristo.

¡Miedo de Cristo! Sin atrevernos a confesarlo abiertamente, ¿cuántas veces no lo hemos sentido?
¡Miedo de Cristo! Esa sensación de quererse entregar pero sin abandonarse por temor al futuro...
¡Miedo de Cristo! Ese temor a afrontar con generosidad mi pequeña cruz de cada día.
¡Miedo de Cristo! Esa fuente de desazón y de intranquilidad porque, claro, el tiempo pasa, y ni realizo los planes de Dios ni llevo a cabo los míos.

¿Cómo se explica ese miedo de Dios? ¿Dónde puede estar nuestra vida y nuestro futuro más seguros que en sus manos? ¿Es que la Bondad anda maquinándonos el mal cuando nos pide algo? ¿Es que Él no es un Padre? ¿Por qué, entonces, le tememos? ¿De dónde proviene ese miedo?

Sólo hay una respuesta: de nosotros mismos. El miedo no es a Dios. Es a perdernos, a morir en el surco. Amamos mucho la piel como para desgarrarla toda en el seguimiento completo de Cristo.

Y Cristo no es fácil. Duro para los amigos de la vida cómoda y para quienes no entienden las duras paradojas del Evangelio: morir para vivir, perder la vida para ganarla, salir de sí mismo para encontrarse.

No todos lo entienden. Se requiere sencillez, apertura de espíritu y, como Pedro, pedir ayuda a Cristo.

Quiero confiar en Ti, Señor, para estar seguro de que en Ti encontraré la plenitud y felicidad que tanto anhelo. Deseo esperar en Ti, estar cierto de que en Ti hallaré la fuerza para llegar hasta el final del camino, a pesar de todas las dificultades. Aumenta mi confianza para que esté convencido de que Tú nunca me dejarás si yo no me aparto de Ti.


Por: P. José Luis Richard

lunes, 6 de julio de 2015

Oración por el buen uso del tiempo

Tengo ante mí unos minutos, unas horas, unos días. ¿Qué voy a hacer? La decisión está en mis manos.

Tengo ante mí unos minutos, unas horas, unos días. ¿Qué voy a hacer? La decisión está en mis manos. Si no hay urgencias inmediatas, si la enfermedad no corta las alas de mi vida, soy plenamente libre para escoger.
No quiero, sin embargo, decidir a solas. Sé que hay un Dios que es Padre y me ama. Sé que Cristo me ha enseñado el camino de la vida. Sé que el Espíritu Santo habita en mi alma y me invita a optar por lo mejor.
Por eso, Señor, te pido luz para usar bien el tiempo que ahora me concedes. Ayúdame a renunciar a un uso egoísta del mismo. Ayúdame a dejar de lado caprichos, placeres malsanos, deseos de venganza, obsesiones que encadenan.
Permíteme la gracia de arrepentirme de mis pecados y de llegar a una conversión profunda, sincera, completa, decidida, desde la certeza de tu misericordia eterna.
Concédeme ver con claridad qué deseas de mí ahora, cómo puedo ayudar mejor a mis hermanos.
Fortalece mi voluntad para que la pereza no me detenga, para que el miedo no me paralice, para que esté dispuesto a arriesgar mi fama si se trata de defender la justicia, de ayudar al pobre, de proteger a la viuda, de corregir al que yerra, de consolar al triste, de transmitir tu Evangelio.
Ayúdame a tomar buenas decisiones. La vida pasa, y no puedo desgastarme en lo inútil y en lo dañino. Sólo tiene sentido escoger lo que me lleva a amarte a Ti y a servir a mis hermanos.
Señor, tengo ante mí este tiempo que me concedes. Haz que se convierta en un momento bello para acercarme más a Ti, para conocer mejor mi fe, para dejarme impulsar por la esperanza, para avanzar por el camino maravilloso del amor, del servicio, de la entrega hasta “dar la vida por los hermanos” (1Jn 3,16).

Por: P. Fernando Pascual LC

domingo, 5 de julio de 2015

Hoy es día de bendecir y ser bendecido

Somos invitados por Dios a mirarnos, a mirar a las personas y el mundo que nos rodea, con la mirada de Jesús. 


Cuando disponemos nuestro corazón para bendecir a las personas con quienes convivimos, la luz de Cristo nos cubre y, pasamos a ver la vida y a las personas con una nueva óptica. Muchas veces, nuestros sinsabores, nuestros negativismos y las críticas oscurecen nuestra visión y nuestro corazón y nos tornamos incapaces de ver las cosas como ellas son.

Somos invitados por Dios a mirarnos, a mirar a las personas y el mundo que nos rodea, con la mirada de Jesús. Solamente con el auxilio de la gracia de Dios seremos capaces de percibir lo bonita que es la vida, aunque las dificultades golpeen nuestra puerta. Cultivemos el buen humor, la alegría y disposición de amar y bendecir a los demás.

Hoy no puede ser solamente más un día de nuestra vida. Hagamos un firme propósito de bendecir y decir palabras de ánimo, de consuelo al prójimo.

Estés seguro que seremos nosotros los primeros beneficiados por la gracia de Dios. Recemos por las personas que nos persiguen, que nos desprecian, que nos critican, que nos difaman y por quien tenemos antipatía.

Quiero, pues, que oren los hombres en todo lugar; que levanten al cielo manos limpias, sin enojos ni discusiones(1Tim 2,8).

Jesús, confío en ti.

sábado, 4 de julio de 2015

María, una mujer inmensamente feliz

Tenía a Dios, y, a quien tiene a Dios, nada la falta. Tu también puedes ser como Ella. 

María fue una mujer inmensamente feliz... Su presupuesto era de dos reales. No tenía dinero, coche, lavadora, televisor ni computadora, ni títulos académicos. No era directora del jardín de niños de Nazareth. Tampoco presumía de nombramientos, como Miss Nazareth. María a secas. No salió en la televisión ni en los periódicos.

Pero poseía una sólida base de fe, esperanza y caridad y de todas las virtudes. Tenía gracia y santidad...Tenía a Dios, y, a quien tiene a Dios, nada la falta.

Tú puedes ser, deberías ser, una mujer inmensamente feliz, aunque no tengas muchas cosas materiales. Aunque no seas famosa, rica, artista o cosas del género. Pero, si tienes a Dios, las virtudes teologales, la santidad a la mano.

No debes pretender, aspirar, ansiar demasiadas cosas materiales... La grandeza de un alma está en su interior, va por dentro. Lo de fuera es ruido, música, bombo y platillo, viento, humo, oropel, incienso, hojarasca, apariencia, nada. Por dentro va la santidad, la fe, el amor.

La Virgen no se quejaba: de ir a Egipto, de que Dios le pidiera tanto. La sonrisa de la Virgen era lo mejor de su rostro. ¿Cómo reaccionaría ante las adversidades, dificultades, cólera de los vecinos?

No te quejes: del tiempo, de la comida, del trabajo, de tus compañeras, de tus limitaciones, de tu falta de lujo. Trata de sonreír como Ella.

María veía la Providencia en todo: en los lirios del campo, en los amaneceres... en la tormenta. Cuando no había dinero. Cuando tenía que ausentarse. Cuando alguna vecina se ponía necia y molestaba.

Lo más admirable de María era el amor. Lo más grande de la mujer debe ser el amor. El amor es un talismán, una varita mágica que transforma todo en maravilla. Dios te ha dado este don en abundancia. Si lo emplearas bien, haría de ti una gran mujer, una ferviente cristiana, una esposa y madre admirable. Pero, si dejas que el amor se corrompa en ti, ¡pobre mujer!

María Magdalena tenía una gran capacidad de amar. La empleó mal, y se convirtió en una mujer de mala vida. Pero, después de encontrarse con Jesucristo, utilizó aquella capacidad para amar apasionadamente a Dios y a los demás, y hoy es una gran santa y una gran mujer.


Por: P Mariano de Blas LC

viernes, 3 de julio de 2015

Dios no se resigna a perder a Tomás...a nadie

Vamos a contemplar la figura de Santo Tomás a la luz de ese amor de Dios, hoy que celebramos su fiesta. 

El Apóstol llamado Tomás en los Evangelios (Mt 10, 3; Mc 3,18, Lc 6,15) es apodado "Dídimo" que significa "gemelo" (Jn 11,16). Entra casi en el Evangelio de una forma silenciosa. Sus primeras palabras afirman en una ocasión su deseo de morir con Jesús (Jn 11, 16).

Posteriormente se manifiesta con un estilo racionalista ante las palabras de Jesús, asombrándose de cómo se puede conocer un camino, no sabiendo a dónde se va (Jn 14,4). Finalmente conocemos su incredulidad ante el hecho de la Resurrección ( Jn 20, 24-29) y su presencia en la aparición de Jesús en el lago de Tiberíades (Jn 2, 1-14).

Tras la Ascensión lo contemplamos en Jerusalén con los demás apóstoles. La tradición le asigna como actividad misionera Persia y la India. La ciudad hindú de Calamina, donde se supone que murió, no ha sido identificada. Santo Tomás murió mártir Sus restos fueron traslados a Edesa.

Vamos a contemplar la figura de Sto. Tomás a la luz de ese amor de Dios que siempre persigue al hombre para que se salve y llegue al conocimiento de la verdad. Es una de las formas más bellas de ver la misericordia divina.

Dios siempre persigue al hombre cuando éste se sale del camino del amor y de la verdad que él le ofrece. La misericordia no es tanto una actitud pasiva de Dios, siempre dispuesto a perdonar, cuanto una acción de Dios positiva consistente en buscar la oveja perdida una y otra vez. El Evangelio está lleno de imágenes bellísimas de este estilo de Dios. Desde el buen Pastor que abandona el rebaño a buen recaudo para ir a buscar a la oveja perdida, hasta ese Cristo que providencialmente se hace presente siempre allí donde alguien le necesita, la realidad es que Dios persigue al hombre una y otra vez ofreciéndole su Corazón abierto para que vuelva.

La misericordia divina, -un atributo precioso de Dios-, se convierte así en esa larga persecución de Dios al hombre a lo largo de toda la vida por medio de innumerables gracias que respetan indudablemente la libertad del hombre. No se resigna a perder a nadie. Dios no abandona a nadie, a no ser que alguien le abandone a él.
Desde el momento en que Dios crea a cualquier ser humano, esa persona se convierte en objeto inmediato del amor de Dios. A partir de ahí Dios se hace garante de un compromiso destinado a lograr, respetando la libertad humana, la salvación del hombre. Jamás desiste Dios de este compromiso, suceda lo que suceda y pase lo que pase. Es tal el amor de Dios hacia el hombre que, aun rechazado, olvidado, abandonado, blasfemado, Dios sigue llamando a las puertas del corazón una y otra vez, hasta el último momento de la vida. Este comportamiento divino se encierra en una palabra: "alianza". Dios ha hecho una alianza de amor con el hombre que él siempre respetará.

Desgraciadamente el hombre con frecuencia toma a broma este amor de Dios. Cree que la misericordia divina consiste en burlarse del amor de Dios que siempre terminará perdonando, incluso sin que medie la petición de perdón. Así muchos seres humanos juegan inconscientemente a lo largo de la vida con la misericordia divina, olvidándose de aquellas palabras de S. Pablo: "Trabajad con temor y temblor por vuestra salvación". En esta actitud se da un equívoco de fondo. Nada tiene que ver la Misericordia infinita de Dios con la certeza de que el hombre va a estar dispuesto a pedir perdón un día. La Misericordia divina siempre estará asegurada; no así la petición de perdón del hombre. La Misericordia divina necesita la actitud humilde del hombre que reconoce su mentira, su equivocación, su deslealtad al amor de Dios.

A pesar de los pecados cometidos, una y otra vez, nunca hay motivo o razón para dudar de la Misericordia divina. El amor de Dios es más grande que nuestros pecados, por terribles que fueran. Ahí tenemos a Pedro, a Zaqueo, a la mujer adúltera, a tantas personas pecadoras con quienes Cristo se encontró. Nunca encontraron en él el reproche amargo, el rechazo cruel, la crítica amarga. Al revés, todos los pecadores, que reconocieron su pecado, encontraron en Cristo el perdón, el aliento, el ánimo, la esperanza que tanto les ayudó a encontrar el camino de la paz y del bien. No deja de tener un significado muy consolador esa imagen del Crucificado, en la que Cristo, clavado en la Cruz, tiene los brazos abiertos para siempre, convirtiéndose así en la imagen de ese Dios que siempre espera, que siempre acoge, que siempre abraza.


Por: P. Juan J. Ferrán 

jueves, 2 de julio de 2015

Te amo... ¡pero no lo grito!

Si he conocido lo que es amarte... ¡cómo es posible que no lo grite y a veces hasta guarde silencio! 

Hoy es jueves, Señor, y al saber que me estás esperando me he sentido indigna de ese amor, de ese beneficio...

Yo te amo, Señor, pero a veces siento que soy avara de ese amor... que no pienso, que no reparo, que si he conocido lo que es amarte... ¡sea posible que no lo grite a los "cuatro vientos"! Y no solo que no lo grite sino que guarde silencio a veces por respeto humano, porque no se sonrían burlonamente, por no entrar en discusión....porque no me tachen de "mocha"...¡Qué gran cobardía! ¡Perdón, mi amado Jesús !.

El Papa Francisco nos lo pide. La Iglesia nos lo pide y Tu mi Jesús Sacramentado, nos lo pediste desde hace muchos siglos... pero no nos animamos a dar la respuesta con decisión, con una postura radical y valiente.

La respuesta tiene que ser ahora y desde este momento.

Tenemos un serio y grave compromiso, como hijos de Dios, de ser verdaderos apóstoles.

Este compromiso me enfrenta primero, con los más cercanos, con los seres que me rodean, con las personas que forman mi familia y mi entorno.

En todo momento, tu nos pides, Señor, que estemos "en pie de lucha", que quiere decir que no deje pasar la ocasión para acercarme a quién pudiera sentir o pensar que me necesita.

Solemos decir: - " No, yo no me meto... yo no digo nada, cada quién su vida"... Es cierto que a veces no es fácil abordar o penetrar en la forma de vivir de las personas, pero si están muy cerca de nosotros, tal vez no sea tan difícil buscar la ocasión para poder brindarle, a esa persona, nuestro apoyo y consuelo, hablándole de Dios, del amor que nos tiene, de que trate de encontrar o recuperar esa fe que no se sabe en qué momento se perdió.... y orar, orar mucho por esa persona, ante Ti, ante este misterio de amor que nos brindas diariamente ¡oh, tu mi Jesús Sacramentado!.

Tu nos oyes siempre y la oración puede no cambiar las cosas... pero si cambia los corazones y la forma de ver las cosas.

Ya no podemos decir: - "Eso hay que dejárselo a los sacerdotes". Los sacerdotes son pocos y la mies es mucha.

No dejes que lo olvidemos....ha llegado nuestro momento.

Si estamos convencidos de que tenemos la VERDAD, en nuestra religión católica, es indispensable que esa VERDAD, la trasmitamos con el mismo ardor, con muchísimo más ardor que invitamos y casi empujamos a los amigos animándolos para que vayan a ver una obra de teatro o película, que nos pareció excelente o que no se pierdan un paseo o lugar sensacional porque los queremos y deseamos que disfruten tanto como nosotros lo disfrutamos...

Seguirte a Ti, mi Jesús, es una aventura tan maravillosa para el ser humano que en ello hemos de poner toda la fuerza de nuestra existencia.

Seguirte a Ti, mi Jesús, es participar de la verdad sublime de sabernos hijos de Dios y herederos del Cielo... pero no para nosotros solos...

No tengo que tener miedo o reparo de hablar de Dios, de Ti, Jesús, de la Santísima Virgen a los demás....Hay tanta ansia en el corazón de los hombres y mujeres de encontrar un camino....y nosotros les podemos hablar te ti, del único Camino, del que dijo:- " Yo soy la luz,  el camino, la verdad y la vida, quién cree en mí no morirá". ¡Qué triste no compartir, no participar a los demás de esa grandeza de amor que ciega la vista por ser más luminosa que el mismo sol...!

Hemos de ser valientes con nuestra fe y proclamarla.

Ayudanos, Jesús para hablar con los que nos rodean, de esta "gran experiencia" que aún en medio de los sufrimientos o infortunios, nos traerá la paz en nuestro diario caminar por la vida.


Por: Ma Esther de Ariño

miércoles, 1 de julio de 2015

Un nuevo día que me regalas, Señor

Un día luminoso de gracia y de trabajo. Sé que podría ser mi último día.

Un día más, Señor.
Un día que me regalas para intentar ser mejor, para parecerme un poco más a Ti.
¡Pero cuesta tanto! No hace falta que Te lo diga, de sobras me conoces, pues soy hijo Tuyo.

Las dificultades son muchas, la cruz -por pequeña que sea- me pesa horrores. Sin Ti no puedo con ella, no hay manera. Me lastran los egoísmos, las mentiras, los desplantes. Y no paro de quejarme, o de intentar mirar hacia otra parte. Como si la cosa no fuera conmigo. Como si la cosa no fuera Contigo.

Pero las peores dificultades son las mías propias, las que nacen de mi corazón mezquino. Me hago el sordo a Tu voz, renuncio infinidad de veces a la felicidad de Tu presencia. Y me paso horas sin hablarte, incluso días, ensimismado en mis caprichos, en lo cómodo de una actitud mediocre.

Aunque sé que estás ahí, a mi lado, mientras trabajo, escribo o barro la cocina. Y ya ves, no tengo tiempo para Ti. No tengo tiempo para Ti, que eres el que me das el tiempo y me ofreces la eternidad.

Mira, he aquí un nuevo día. Un día luminoso de gracia, y de trabajo. Sé que podría ser mi último día. Enséñame a distinguir lo importante de lo superfluo, la verdadera alegría de la carcajada vacía. Te ofrezco hasta mi desdén, si lo hubiera, o mi torpe silencio. Para que Tú lo transformes en diálogo amoroso. Contigo y con los demás. Y así las horas de este día estén cuajadas de plusvalía divina.

Que Tu Corazón sea el mío. Alúmbrame con la claridad de Tu Amor. A pesar de las contrariedades y de la sequedad, de la enfermedad o de la incomprensión.

Úneme a Ti a lo largo de la jornada. Uno Contigo, con mi familia, con mis amigos. Unidad de ternura infinita. Porque esta luz de la mañana -estallido de Tu gloria- me indica que lo único sensato en esta vida es querer ser Tú, a pesar mío.

Señor, me siento urgido a mirarte más de cerca. Me siento urgido a derramar por las calles y las grandes avenidas Tu bendición y Tu sonrisa. Me siento urgido a convocar a todos los poetas del mundo para que canten Tu misterio. Me siento urgido, en definitiva, a ser mejor hijo, a entregarme del todo. Mudo de asombro. Con la constancia del amor.

¿Para qué quiero mi inteligencia si no es para conocerte? ¿Para qué quiero mi corazón si no es para amarte? Sé que Te sirves de mi propia debilidad para fortalecerme.

Ayúdame más, ayúdame a profundizar en el abismo de Tu misericordia mientras voy en el autobús o leo el periódico o juego con mis hijos. Ayúdame a mirarte en todas las cosas a lo largo del día.

Siempre de la mano de María, que es Madre Tuya y es Madre mía.


Por: Guillermo Urbizu

martes, 30 de junio de 2015

¿Sí o no? ¿Conmigo o contra mí?

Nos pide desprendimiento y generosidad, pero nos da abundancia de paz, de amor, de libertad. 

Jesucristo nos dice en su Evangelio unas palabras que no nos dejan en paz como nos pongamos a meditarlas. Nos dice lo que ningún líder se atreve a formular:

- Quien no está por mí, está contra mí.

Si nosotros oyéramos estas palabras en una campaña electoral, replicaríamos sin más al candidato:

- ¡Cuidado! Nosotros, no estamos por usted, pero tampoco nos ponemos en contra.
Sencillamente, nos declaramos neutrales. Pertenecemos a los del voto indeciso, y nos inclinaremos al final por el que más nos convenga.

Jesucristo no admite esta razón. Es tajante desde un principio:

- ¿Sí o no? ¿Conmigo o contra mí? ¡A fiarse de mí, porque soy yo el que os conviene! Yo soy el único necesario. Todos los que han venido antes de mí son unos ladrones y salteadores...

En otras palabras, Jesucristo compromete, y lo hace y exige de manera definitiva. No quiere ni indecisos, ni cobardes, ni desleales.

El seguimiento de Jesucristo lleva dentro de sí lo que hoy llamamos una mística. O sea, una ilusión, un convencimiento, un ideal, una obsesión, que nos arrastra de modo irresistible a darle todo: hemos escogido a Jesucristo y no lo cambiamos por nadie ni por nada que se nos pueda prometer o dar por otros. Con Jesucristo nos basta. Con Jesucristo nos realizamos. Por Jesucristo gastamos nuestra vida. Por Jesucristo vivimos y por Jesucristo moriremos.

Esto no son sueños de románticos e idealistas. Esta es la realidad que se vive en la Iglesia. La vemos encarnada en toda clase de personas, en hombres y en mujeres de toda edad y condición, en ancianos y en niños, y sobre todo jóvenes, muchachos y muchachas que se dan a Jesucristo del todo cuando más les sonríe la vida. No hay líder que cuente con seguidores como Jesucristo.

Se me ocurre a este propósito un chiste de la Segunda Guerra Mundial. En plena euforia de las conquistas alemanas, y cuando ya Italia se había uncido al carro triunfador de Hitler, una multitud inmensa de soldados y camisas negras fascistas se congregó en la Plaza Venecia de Roma aclamando a Mussolini.

Sale el Duce al balcón central del palacio, y se dirige a la multitud enardecida:

- Tengo una honrosísima misión que confiar a un valiente. Será difícil. Correrá riesgos el elegido, pero se convertirá tal vez en un héroe de la Patria. ¿Hay algún valiente entre vosotros que quiera cumplir esta misión?...
- ¡Síiiiii!...
- ¿Quién quiere serlo?
- ¡Yoooooo!...
- ¡Muy bien! ¡Gracias por tantos valientes!

El encargo de esta misión va escrito en este papel que tengo en la mano. Como sois tantos los voluntarios, yo lo voy a lanzar al aire; el primero que lo recoja, que se presente en mi despacho, y él se lleva el honor y el amor de toda la Patria.

Mussolini echó a volar el papel, y se metió en su despacho. Al cabo de un rato aparece de nuevo en el balcón, y ve con asombro que el papel todavía volaba por el aire, pues, cuando caía, todos aquellos voluntarios tan valientes soplaban hacia arriba y ninguno se apoderaba del papelito misterioso...

Un cuento, que, desde luego, tiene mucha sustancia. Entre los voluntarios que le dicen a Jesucristo como aquel del Evangelio: Te seguiré adondequiera que vayas, ¿no hay más de uno que se dedica a lanzar soplidos al mensaje de Jesucristo, para que lo recojan otros, porque ellos saben retirarse prudentemente?... Si Jesucristo sigue diciendo: El que quiera venir en pos de mí, que tome su cruz y me siga, ¿no ve Él cómo muchos le dan tristemente la espalda?...

Pero, al llegar aquí, nos encontramos con los pesimistas que piensan que el Evangelio es rigor, tristeza, exigencia y nada más.
¡No! Eso no es cierto. El Evangelio da mucho más de lo que exige.

Nos pide desprendimiento y generosidad, pero nos da abundancia de paz, de amor, de libertad.

Nos quita el peso del mundo, y nos echa encima una carga que el mismo Jesucristo dice que es suave y ligera...

Nadie niega que Jesucristo atrae hoy como nunca, sobre todo a los jóvenes. Hartos de líderes que nos engañan, en Jesucristo no se ve trampa, y Jesucristo responde a tanta angustia como atenaza al mundo.

Pero algunos se tiran para atrás cuando se presenta un Jesucristo muy concreto, que por su Iglesia pide tantas cosas que el mundo de hoy rechaza.

Si no fuera por la moral sexual, o por el respeto exigido a la vida, o por los reclamos de la justicia social..., veríamos cómo nadie se apartaría de Jesucristo y de su Iglesia. Se apartan de Jesucristo cuando es su Vicario quien nos recuerda estos deberes en nombre del mismo Señor.

Si muchos se van detrás de otros líderes, es porque prometen mucho y no exigen nada.
Porque se contentan con una moral sin compromiso.

Porque todo se va en cantar y en aplaudir.
Porque suavizan de tal manera el Evangelio que le privan de todo vigor.

Sin embargo, Jesucristo sigue clamando: ¡O conmigo o contra mí! No quiero votos indecisos. No quiero que mi mensaje flote por los aires, sin que nadie lo recoja...

Por: Pedro García, Misionero Claretiano

lunes, 29 de junio de 2015

Virtudes y valores humanos necesarios para educar durante el tiempo libre de lo hijos

Preguntas y respuestas acerca de cómo organizar el tiempo libre de los hijos, después de haber cumplido sus deberes y obligaciones.

Cómo educar a la familia para el tiempo libre de los hijos. Virtudes y valores humanos necesarios

El tiempo libre de los hijos, es el que les queda después de haber cumplido con sus obligaciones escolares y familiares. Debe servirles, para completar la educación que reciben en los centros de enseñanza, aumentar su formación académica, las virtudes y valores humanos, divertirse y mejorar su cuerpo, su mente y su alma. Pueden utilizarlo en actividades colectivas o en actividades individuales o personalizadas, para crear o reforzar algunas virtudes y valores humanos. Los padres deben procurar, que sea un tiempo de mucha eficacia personal y a poder ser, liberador de las presiones diarias, pero sin que lo desaprovechen, para que no pierdan los objetivos previstos.

20 Preguntas que se hacen los padres, relacionadas con el tiempo libre de los hijos: 

1.¿Debemos organizar el tiempo libre de los hijos, dejándoles que hagan lo que quieran o que no hagan nada?

2.¿A cuántas, cuáles y dónde debemos llevarles, para que realicen las actividades extraescolares, que creemos serán lo mejor para su desarrollo humano, intelectual, religioso y social?

3.¿Debemos poner por delante sus preferencias, sobre las que los padres consideramos mejores para ellos, aunque les privemos de su tiempo de expansión y relax?

4.¿Cuál es el límite físico, emocional, social y académico, donde nuestros hijos se sienten cómodos, en sus actividades durante su tiempo libre?

5.¿Para que les servirá, el esfuerzo que les pedimos que realicen en su tiempo libre?

6.¿Con esas actividades, les estaremos aislando de la interacción con sus grupos de amigos buenos y malos y actividades sociales naturales, dándoles otras diferentes a las de sus pares?

7.¿Estaremos mediatizando o persuadiendo a los hijos, para inclinarles por actividades que gustan a los padres, pero que solamente justifican sus frustraciones juveniles no realizadas?

8.¿Estaremos ofreciéndoles las mejores o más adecuadas actividades para sus desarrollos, en función de sus conveniencias, capacidades, gustos, necesidades presentes y futuras y nuestras posibilidades económicas, laborales, familiares y sociales?

9.¿Debemos rechazar las actividades elegidas por ellos, porque creemos que al ser de práctica mayoritaria o estar de moda, pudieran no servirles para nada, ni en el presente ni el futuro?

10.¿Las actividades elegidas por ellos, les supondrán un esfuerzo fuera de lo racional, son de alto riesgo para cada una de sus edades o incosteables, en dinero y tiempo para los padres?

11.¿Las actividades elegidas por ellos o por los padres, supondrán privarles de los ratos de convivencia familiar, disfrutar del aire libre, etc.?

12.¿Hasta dónde y cuánto deben invertir los padres su tiempo, dinero, vida personal, calidad de vida familiar, relaciones sociales y carreras profesionales, por atender el tiempo libre de los hijos?

13.¿El esfuerzo que la familia tiene que hacer para cumplir esas actividades, mejorará o empeorará las relaciones familiares entre esposos, entre hermanos y en la familia en conjunto?

14.¿Deben los padres poner a los hijos en actividades extraescolares para tener y disfrutar más tiempo libre?


15.¿Deben los padres llevar a sus hijos a esas actividades extraescolares, para que ellos y sus hijos no sean menos que los familiares, amigos o compañeros de estudios y no hacerlo para espantarles?

16.¿Deben los padres sustituir las beneficiosas actividades que los hijos pudieran realizar en sus tiempos libres, por darles la libertad de que puedan estar frente a la televisión o a las pantallas electrónicas, que tanto les gustan, pero que casi siempre les perjudican?

17.¿Deben los padres asumir los problemas familiares, que pudieran conllevar los beneficios individuales de alguno de los hijos, por la utilización de su tiempo libre?

18.¿Deben compaginar los padres las actividades extraescolares de los hijos, con los imprescindibles tiempos de interrelación familiar, jugar espontáneamente a lo que quieran o disfrutar al aire libre, puesto que también son formas de desarrollar su creatividad y aprender a socializar?

19.¿Cuantas horas adicionales deben permitir los padres, que sus hijos estén en manos de otros educadores o vigilantes, a los que les importa o no, la educación de esos hijos?

20.¿Tienen que llevar los hijos una vida consecuente, con lo que quieren hacer en su tiempo libre?

Es muy importante aplicar la virtud de la justicia, para intentar que todos los hijos tengan las mismas oportunidades de utilización del tiempo libre, examinando en profundidad si las decisiones, negociadas o impuestas por los hijos, relacionadas con su tiempo libre son buenas, pero no injustas con el resto de la familia, teniendo en cuenta la justicia comparativa, en el aspecto económico, de preparación para el futuro, consumo de energías familiares, etc.

Los hijos cada vez disponen de menos tiempo libre privado, que no esté previamente programado por sus padres o profesores. Incluso están asediados por la publicidad de los medios técnicos modernos, los cuales les animan a llenar ese poco tiempo libre que les queda, para que se lo dediquen a las pantallas digitales o a consumirlo, en los espectáculos programados para alienarlos.

Hay que inculcar a los padres y a los hijos, una mentalidad más abierta hacia lo lúdico,lo artístico, la belleza, la felicidad, la hermandad, la generosidad, la solidaridad, etc., pues no todo el tiempo libre de los hijos, tiene que tener una concepción de algo útil, práctico y económica e inmediatamente aprovechable, desde el punto de vista de los padres. Debe intentar hacerse sin muchas regulaciones y ordenes, para evitar la pérdida de la independencia, de la espontaneidad, de la originalidad y de la autonomía de decisiones en ese tiempo libre.

Suele ser muy difícil para los padres, coordinar los desplazamientos hacia las diversas actividades que tienen cada uno de los hijos, y acoplarlos a sus propias obligaciones laborales y familiares, así como asumir los costos de esas actividades o el lucro cesante, que conllevan. Si no existe una buena organización familiar, les será imposible coordinar todos los horarios, medios y costos, para llevar a buen fin las actividades, en el tiempo libre de los hijos.

Antes de decidir sobre la conveniencia de llevar a la práctica las actividades, durante el tiempo libre de los hijos, los padres tienen que examinarse, para ver si tiene la capacidad económica, mental, laboral y social, para poder realizarlas, y así evitar las frustraciones de los hijos en el caso de que posteriormente, no pudieran continuar o que se den cuenta de la mala gana, que esas actividades originan a sus padres y familiares. También deben conocer si tienen bien desarrolladas, las virtudes y valores humanos de la disciplina, el ahorro, el orden, el método, la atención a los detalles, la administración financiera, etc. muy especialmente en sus propios horarios y actividades, para conciliar y organizar, las idas y venidas hacia los sitios, donde sus hijos realizarán las actividades, cómo pagar todos los gastos e interesarse por el cumplimiento de los objetivos propuestos, con independencia de los mejores o menos buenos resultados, que los hijos obtengan de la utilización de su tiempo libre.

Las tres D’s de los objetivos del tiempo libre de los hijos: Desarrollo, descanso y diversión. 

Desarrollo de la persona en su parte intelectual, religiosa, física y social.

Descanso para liberar de la fatiga, tensión y desgaste mental, físico y nervioso, de las actividades cotidianas

Diversión para despejarse del aburrimiento y romper la rutina cotidiana, tan llena de normas y privaciones.

Principales conceptos que los padres tienen que tener en cuenta, para elegir las actividades durante el tiempo libre de los hijos: Ejercer las virtudes y valores humanos de la disciplina, el orden, el sacrificio económico, de tiempo y de dinero, forzando a la inteligencia para saber escoger las mejores y más asequibles actividades, o para negociar con ellos las menos malas. Si fuera necesario saber renunciar a las comodidades, en función de la buena disposición al sacrificio, por el bien estar de los hijos. Los padres deben intentarlo con mucho respeto, esperando que éste sea mutuo y que lo entiendan como un servicio, una guía, un apoyo y una inversión hacia ellos.

Los padres deben organizar el tiempo libre de los hijos, a ser posible teniendo en cuenta las preferencias, inclinaciones y gustos de ellos. Cuando los hijos son pequeños, es mucho mas fácil convencerles, persuadirles o incluso ordenarles, lo que tienen que hacer y no hacer, pero a medida que van creciendo, empiezan a tener ideas propias, de lo que quieren hacer en sus tiempos extraescolares, los cuales muchas veces, no coinciden con lo que los padres consideran que es mejor para los hijos, por lo que tendrán que negociar cada nueva actividad, explicándoles con claridad e inteligencia las ventajas, inconvenientes y posibilidades de realizarlas o no.

El tiempo libre de los hijos, puede y debe actuar, como compensación y equilibrio frente a las presiones, insuficiencias, fracasos y debilidades, a que están sometidos en la vida ordinaria. Está función compensadora, ha de buscarse de un modo positivo, haciendo que los hijos se sientan felices, a poder ser practicando, aquello que realmente les gusta. Situaciones que posibiliten la autodeterminación y el auto desarrollo de los hijos, para que las cosas tengan sentido y se eduquen, en un mundo de valores y de libertad.

Los padres algunas veces están tan ocupados, intentando dar a sus hijos lo que no tienen, aunque estos no lo necesiten, que no les queda tiempo para darles lo que tienen y que verdaderamente, es lo que necesitan. El mejor regalo que pueden recibir los hijos, es tiempo de calidad, aunque no puedan recibirlo en cantidad.

La educación integral no es únicamente, el conjunto de conocimientos recibidos en las escuelas o colegios, para que se desenvuelvan mejor académica y profesionalmente, en el presente y en el futuro. También es el bagaje del conocimiento y la práctica de las virtudes y valores humanos, que les hacen más agradables, que les servirán como los cheques de viajeros, para andar por la vida.

Trabajar para vivir y no vivir para trabajar. 

Los padres tienen que crear una cultura de la educación, para la mejor utilización y aprovechamiento positivo, del tiempo libre de los hijos. También tienen que medir muy claramente, la posible disminución del tiempo libre de los hijos, en función de las distancias y tiempos de espera, que les lleva cada una de las actividades extraescolares. A veces, el tiempo del transporte y espera, para coordinar la ida o la vuelta con otros hermanos o compañeros, supone más tiempo que el empleado en las actividades extraescolares, agravado este tiempo con el cansancio propio, de las ocupaciones normales diarias y el descontrol o aplazamiento de las comidas, hasta que vuelven a las casas. En determinadas ocasiones, los padres tiene que pedir favores a otras personas, para lleven o recojan a los hijos de las diferentes actividades a las que asisten. Lo que origina que no siempre tienen disponibles, a las personas adecuadas para hacerlo y tienen que recurrir obligatoriamente y como ultima instancia, a personas no adecuadas por sus continuos malos ejemplos.

Por: Francisco | Fuente: www.micumbre.com