Nacidos por amor y para amar: así es el sentido de la vida de cada ser
humano. Pero, con frecuencia, nos perdemos...
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Si Dios es Amor, ¿puede pedir algo diferente del amor? Todo su actuar nace
del amor y lleva al amor. Entonces si algo desea de nosotros es, simplemente,
amor.
Por eso nuestra vida es un milagro de amor. No sólo por las aventuras que
llevaron un día a nuestros padres a amarse y a cuidarnos, sino por cada uno
de los momentos, grandes o pequeños, que construyen el camino apasionante que
recorremos poco a poco.
Si todo nace del amor, si el amor explica lo grande y lo pequeño, el fin de
la vida no puede ser otro que el amor.
Nacidos por amor y para amar: así podemos resumir el sentido de la vida de
cada ser humano. Pero, con frecuencia, nos perdemos. Dejamos que el alma
quede aprisionada en ambiciones pequeñas, en miedos confusos, en prisas, en
proyectos, en diversiones, en trabajos... y el amor queda a un lado, entre
los objetos pendientes u olvidados.
Cada mañana necesito recordarlo: si Dios es Amor, me toca amar. Sólo así
tendrá sentido mi esfuerzo cotidiano. Sólo así sembraré algo de dulzura en un
mundo hambriento de cariño. Sólo así serviré a Cristo en el pobre, en el
enfermo, en el anciano, en el triste.
Sólo así mi vida será plenamente vida porque se habrá convertido, en los
límites de mi pequeñez humana, en un reflejo del fuego de Amor que explica el
universo y que espera abrazarme un día, para siempre, en el cielo.
Autor: P. Fernando
Pascual LC
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"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
miércoles, 8 de enero de 2014
Si Dios es Amor, me toca amar
martes, 7 de enero de 2014
El mejor don de los Magos fue su fe
La fe siempre a veces cuesta, pues hay que dejar a un lado nuestro
racionalismo y nuestra sed de seguridades humanas.
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El seguimiento de
Cristo significa dejar algo y buscar algo
Como todo movimiento el seguimiento de Cristo implica un punto de partida y un punto de llegada. Para hacerlo hay que dejar algo y tender hacia algo. Es responder en la fe al llamado de Dios. El episodio de los Magos ha sido el paradigma de la fe. La fe nos lleva a dejar algo atrás para buscar el ideal. Es como el barco que debe dejar el puerto para poder atravesar el mar y llegar a su destino. Los Magos eran sabios de oriente, tal vez de Arabia. Allí había muchos estudiosos de diferentes materias: la medicina, la agricultura, la astronomía... Se ve, por el relato evangélico, que estos Magos estudiaban las estrellas. Seguramente fueron estimados por los otros estudiosos y vivían una vida acomodada y holgada. Todo esto resalta el mérito de estos hombres, pues, dejaron todo para seguir una estrella incierta, una señal vaga, un signo borroso. En el firmamento que cubría la tierra árabe, había muchas estrellas. Sin embargo, los Magos se fijaron en una solamente. Así es la dinámica de la fe: es una preferencia por la Palabra de Dios entre muchas otras palabras que uno podría aceptar. No hay duda de que la noche de cada uno de nosotros está poblada de muchas estrellas. Tenemos muchas posibilidades, muchos ideales que nos totalizan. Dios, con su Revelación, nos interpela como un día lo hizo con Abrahám, como lo hizo con los profetas, como lo hizo con María y San José... La fe siempre es una opción y ésta a veces cuesta, pues hay que dejar a un lado nuestro racionalismo y nuestra sed de seguridades humanas. No nos gusta nadar en las aguas profundas porque preferimos tener unas agarraderas. En la vida espiritual la única agarradera es la veracidad y fidelidad de Dios. Para mí creer es lanzarme en la oscuridad de la noche, siguiendo una estrella que un día vi, aunque no sepa a dónde me va a llevar. Para mí creer es sobrellevar con alegría las confusiones, las sorpresas, las fatigas y los sobresaltos de mi fidelidad. Para mí creer es fiarme de Dios y confiar en Él. La fe se templa con las dificultades Para templar una espada hay que meterla en el fuego. La fe también se forja en la tribulación. Hay gente que quiere tener una fe gigante, pero sin chamuscarse. Es como el atleta que quiere ganar la carrera, pero sin entrenarse, sin sufrir, sin lastimarse nunca. La fe es un camino hermoso tapizado de rosas que están llenas de espinas. Los Magos tuvieron una experiencia profunda de la fe. Podemos imaginarlos llegando a un oasis para cargar provisiones y agua. Seguramente les vino a la mente la posibilidad de desistir. Tal vez en sus noches fueron visitados por sueños que les acosaban como fantasmas. El recuerdo de las burlas de sus compatriotas, el escepticismo de sus compañeros de estudios les perseguía. Hubo momentos de titubeos, de incertidumbre, de duda... Sin embargo, siempre venció su fe. De hecho, su brújula no era tanto el astro luminoso en la bóveda de la noche, sino la luz de su fe encendida en sus almas. En nuestros momentos de dificultad, también tiene que prevalecer la luz de la fe. Creer cuando todo va viento en popa es fácil; creer cuando el temporal de la adversidad choca cruelmente contra nuestra pequeña embarcación es más difícil. Pero, esto es lo que nos hace gigantes en la fe. Nunca ha existido un santo sin una fe probada, como nunca ha existido un atleta que haya tenido éxito sin esforzarse en los momentos de desánimo. Este mundo es como un gran gimnasio en el cual, el cristiano tiene que ejercitarse en la fe: un día puede ser la penuria económica, otro día el sufrir el látigo cruel de la maledicencia propagada por nuestro mejor amigo, otro día el desamor de un ser querido... La fe nos exige ver a Dios en las cosas sencillas Después de viajar muchos kilómetros, los Magos encontraron al Rey de los Judíos, el Salvador del mundo, el Rey de reyes, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en una cueva de una aldea de mala muerte, fuera de la ciudad de Jerusalén. Era suficiente para obligar al corazón bajar a los pies. Sin embargo, lo aceptaron plenamente: se arrodillaron delante de Él. Vieron a Dios en un bebé que lloraba. El Catecismo nos habla del sentido de la Epifanía (manifestación de Cristo) en el n.528: La epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná, la epifanía celebra la adoración de Jesús por unos "magos" venidos de Oriente. En estos "magos", representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la encarnación, la Buena Nueva de la salvación. Un día alguien dijo a un amigo que había encontrado el teléfono de Dios. El amigo se sorprendió y muy irónicamente le preguntó cual era. Recibió una respuesta sublime: el teléfono de Dios es la fe. Con la fe puede uno "conectarse" con Dios en cualquier momento. Al contemplar la belleza de la naturaleza, el estruendo del mar, la brisa entre los árboles... se puede ver a Dios si uno tiene fe. También se le puede ver en el sacerdote que se sienta en el confesionario para escuchar nuestra miseria moral y darnos con seguridad el perdón de Dios. Con la fe se ve a Cristo presente en el Pan sagrado, en las manos del ministro en la Misa. La fe permite ver a Cristo en su Vicario en la tierra, el Santo Padre.... La fe abre horizontes y nos hace ver más lejos de lo que podríamos con la sola luz de la razón. Nuestra pobre razón es como el ojo desnudo que sólo ve un poco del universo al contemplar las estrellas que desfilan delante de él en la noche clara. Pero con un telescopio potente se puede penetrar en los espacios siderales y descubrir mundos nuevos. Así es la fe para un creyente: es un nuevo ojo para ver. En lo que parece sólo un trozo de pan le permite ver el Cuerpo de Cristo; en el vagabundo que toca a la puerta pidiendo una ayuda le revela la presencia del Cristo Místico; en el jefe enojón que da un mandato, la manifestación de la Voluntad de Dios... El mejor don de los Magos fue su fe Impresiona el regalo costoso del oro, incienso y mirra. Pero más impresionante todavía fue la fe, tamaño gigante, de estos hombres. Aquel día cuando los Magos se acercaron a la cueva de Belén y pidieron permiso para traspasar el dintel más pobre que habían visto en su vida, los papás del Niño accedieron a la petición de personas tan ilustres. Se maravillaron al verlos caer al suelo, manchar su ropa, e inclinar la cabeza delante del Bebé. Cuando nosotros lleguemos al Cielo, ciertamente no vamos a entrar con unos lingotes de oro, una caja de incienso y un bote de mirra. Lo que vamos a llevar va a ser, como dijo San Pablo, nuestra fe, esperanza y caridad. No juzguemos el valor de nuestra vida por las cosas que tenemos o las obras que hacemos. Lo que es la fe y el amor con que obramos eso es lo que vale delante de Dios. Mejor ir pobre al Cielo que rico al Infierno; mejor ir analfabeta al Cielo que con un doctorado al Infierno. Desde un punto de vista espiritual, el valor de los Magos no era el tamaño de sus dones materiales, sino la medida de su fe. Unas preguntas 1. ¿Cómo es nuestra fe? ¿lánguida? ¿depende de como nos sentimos? ¿una fe fuerte? 2. ¿Si la fe exige dejar algo para seguir más de cerca a Cristo, ¿qué nos está pidiendo Cristo que dejemos? 3. ¿Está nuestra fe basada en la Palabra de Dios o en una serie de sentimientos movedizos? Autor: P. Fintan Kelly |
lunes, 6 de enero de 2014
LO QUE VIENE SIENDO EL ABORTO
Autor: Pablo Cabellos Llorente
No es para chacota el asunto, aunque titule con una
frase que repite el humorista José Mota, no sé si porque es su inventor o hace eco gracioso de un modo de expresarse
incorrecto. Sin embargo, aquí no está de más la frase, porque voy a tratar de
escribir de lo que viene siendo el
aborto, no tanto en nuestras leyes, sino en sí mismo considerado. El motivo es
que se dan muchas razones para atacarlo o defenderlo pero nos detenemos poco a
considerar su esencia. Me refiero al aborto provocado, eufemísticamente llamado
interrupción voluntaria del embarazo o hasta salud reproductiva.
Aunque parezca un comienzo brutal, tomo nota de unas palabras
del arrepentido médico abortista Bernard Nathanson: se presentó a sí mismo
como "un asesino de masas". "Soy el responsable de la muerte de 75.000
niños inocentes", aseguró. Nathanson, que fue conocido como "el rey
del aborto", explicó que dirigía la "mayor clínica abortista de
Occidente, en Nueva York. Tenía 35 médicos a mi cargo, con 85 enfermeras.
Hacíamos 120 abortos cada día en 10 quirófanos. Durante los 10 años que fui
director realizamos 60.000 abortos. Además, yo supervisé 10.000 y personalmente
realicé 5.000. Tengo 75.000 muertes inocentes en mi haber".
Ni quito ni
pongo nada. Parece fuerte, tan fuerte como la falta de información sufrida por
muchas gestantes a las que no se comunica adecuadamente de la vida que llevan en su seno -no se les muestra, por
ejemplo, la ecografía del feto- o que incluso se les induce al aborto ante la
más mínima posibilidad de anomalía. No se trata de un tema religioso, pero es
claramente esa cultura del desecho de la que habla Francisco. Por algo han protestado
siempre las asociaciones de los concebidos minusválidos.
Hace tiempo
se inventó el término pre-embrión, principalmente para justificar la
investigación que conlleva el sacrificio
de embriones, y también del aborto. En
2004, la revista Nuture publicaba un
trabajo del doctor Steven Krawetz y sus colaboradores de la Facultad de
Medicina de la Universidad del Estado de Wayne (Estados Unidos), que demuestra
la existencia de ARN-mensajero procedente del espermatozoide en ovocitos recién
fecundados. El hallazgo de las moléculas de expresión de los genes de origen
paterno indica que la actividad genética, tras la fecundación, es inmediata, y
que en ella participan genes de ambos gametos, y no sólo del ovocito, como
alguno sostenía.
Los
avances de la genética molecular han aportado suficiente evidencia científica
como para poder afirmar que la vida humana está presente ya en el embrión de
tan sólo una célula, el cigoto. En efecto, trabajos como los de los
doctores Richard Gardner, embriólogo de la Universidad de Oxford (GB),
Magdalena Zernicka-Goetz, del laboratorio del Wellcome/Cancer Research en Cambridge
(GB) y Steven Krawetz de la Facultad de
Medicina de la Universidad del Estado de Wayne (EEUU), demuestran la
importancia decisiva que tiene la fecundación para determinar el plan general
del desarrollo del individuo, así como toda la memoria genética de la vida
humana en base a la combinación de los genes de ambos progenitores. La
identidad genética del cigoto es propia desde el momento de la fecundación y
esto supone que el desarrollo de un ser humano tiene un principio, la
concepción, y un final: la muerte del
individuo. Si alguien duda, debería estar por la vida.
Esto es
más que suficiente para afirmar que el aborto es matar a un individuo de la
especie humana, lo que no es progresista, es tan viejo como la humanidad. La
única novedad es que ahora sabemos más genética -somos más culpables- y también
que los medios para matar inocentes son más indoloros. Eso recuerda a un chiste
de romanos: un señor castraba con dos piedras a sus esclavos y alguien le dijo:
será muy doloroso. A lo que el amo respondió: ¡qué va!, ya procuro no pillarme
los dedos. Pues así. Luego que haga cada uno lo que quiera con su conciencia: ¿
puede tener derecho a matar? ¿Y por qué no a robar, extorsionar,
mentir a un tribunal o defraudar? Hemos comenzado a destruir la sociedad
por su base: la vida.
También constan
las secuelas en la mujer: riesgos
físicos como esterilidad, abortos espontáneos, perforación del útero, hemorragia,
vómitos, frigidez, coágulos pasajeros, nacimiento de niños muertos, etc. Más
frecuentes, los trastornos psíquicos. Lo
saben bien en la Asociación de Víctimas
del Aborto, dedicada a madres dañadas por sentido de culpabilidad,
depresión, impulsos suicidas, pérdida de confianza, particularmente con el progenitor
del niño abortado, frecuente inductor de
tal acción; ira, rabia, sentimiento de deshumanización, frustración del
instinto maternal, conducta autodestructiva...
Pero esto
se cubre de silencio, porque matar a un inocente se ha convertido en un acto
político, en algo entendido como deuda
con unos electores o hecho por el que van a ser más elegibles. Es curioso: el
gobierno anterior alcanzó su última legislatura expresando que no cambiaría la
ley del aborto. Y la cambió. El actual indicó que la reemplazaría, y con ese
programa se presentaron algunos que ahora no están de acuerdo con el canje de la
ley.
La noche de los Reyes Magos
Noche mágica y misteriosa...¡Qué bonito sería pensar que esta noche todos
duermen con esta espera maravillosa!
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Noche de Reyes...
Noche mágica y misteriosa...
Noche que hace palpitar aceleradamente los corazones infantiles y que al
cerrar sus ojos para dormir, los hará soñar con la tierna ilusión de una
muñeca o de un tren de bonitos colores. Porque a pesar de que ahora los
juguetes han alcanzado perfecciones insospechadas y técnicas admirables, nada
podrá igualar al maravilloso encanto y tierna sencillez de una muñeca
"vestida de azul" o de un tren de alegres y vivos colores.
Sueñan los niños y porque sus almas son inocentes y tienen fe, encontrarán
sobre sus zapatitos, que esta noche brillan de tan limpios que están, los
juguetes anhelados... "porque se portaron bien" y escribieron una
carta que siempre empezó así: Queridos Reyes Magos....y los mágicos
personajes, Melchor, Gaspar y Baltasar, vendrán al conjuro de esos deseos
ingenuos, con sus hermosas capas, con dos coronas y un turbante, para dejar
sus regalos.
De tanto pensar en ellos, sienten los niños que en el silencio de esta noche
han oído como un rumor de pasos, roce de sedas, terciopelos y brocados... Son
los tres Reyes Magos que han pasado. Y ojalá que esos niños guarden para
siempre la ilusión y magia de esta noche tan singularmente bella para que,
cuando adultos, en sus nuevos hogares, siempre haya una "noche de
Reyes". ¡Qué bonito sería pensar que esta noche todos los niños duermen
con esta espera maravillosa!
Pero el cuadro tiene su claro-oscuro. Las sombras que nos estrujan el corazón
de miles y miles de niños que esta noche no pondrán sus zapatitos porque no
los tienen, porque sus pies caminan descalzos sobre la tierra de este
Planeta. Que no pedirán ni un tren ni una muñeca sino un mendrugo de pan para
tener algo que comer en esta noche de Reyes. Estos niños nos están gritando
con el grito silencioso de su presencia, que de nada sirven los tecnicismos
de esta era si a los hombres se nos ha endurecido el corazón. Pobre
humanidad, envanecida y orgullosa...¡de qué podemos estarlo! si los hombres
se matan y los niños tienen hambre.
Hacer a los niños felices sería el mejor regalo y más aún para nuestras
conciencias. Que la mejor meta al llegar el año 2012 sería que no existiera
un solo niño sobre la faz de la tierra, en la calle, con hambre y descalzo.
Será sin duda el mas severo juicio al que seremos sometidos ante el Creador,
porque estuvieron a nuestro lado y no los quisimos ver, tuvieron hambre y no
les dimos de comer, tuvieron sed y no les dimos de beber...
Esta noche, noche de Reyes, la humanidad entera y cada uno de nosotros,
tendríamos que convertirnos en un Rey Mago, abrazar contra nuestro pecho a un
chiquitín, besar sus mejillas sucias, sus ojos tristes y caer de rodillas y
pedirles perdón.
Autor: Ma Esther De Ariño
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domingo, 5 de enero de 2014
Queridos Reyes Magos ¡Feliz fin de viaje!
Estamos
celebrando el día de la Manifestación del Señor... así que ¡ánimo! El día de
encontrar lo que están buscando ha llegado.
Queridos
Reyes Magos:
Se muy bien que desde que han visto la estrella aparecer en el firmamento y
después de consultar sus mapas de astronómicos, y sobre todo sondear su
corazón, se han puesto en camino con gran docilidad para ir al encuentro del
Rey hecho niño, del Salvador del Mundo.
Y llevan sus regalos, que han elegido de una manera extraordinaria, Oro,
Incienso, y Mirra; porque lo reconocen como Rey, como Dios, y como hombre. Y se
han puesto en camino dejándose guiar por aquella estrella, que solo se deja ver
por las noches... y les va marcando el rumbo y les va orientando sus pasos.
Y ustedes con gran alegría, venciendo el cansancio y la sed de tanto caminar,
el calor y el frío del desierto, han continuado su camino y están por llegar.
También venciendo innumerables dificultades, como los engaños de Herodes, que
sabiamente han podido burlar, siendo obedientes al ángel.
Estamos celebrando el día de la Manifestación del Señor... así que ¡ánimo! El
día de encontrar lo que están buscando ha llegado.
Gracias por su fidelidad, por su obediencia, y por esos regalos que llevan en
sus manos. Pero más agradezco el signo que nos regalan a toda la humanidad de
que la salvación es para todos los pueblos.
Desde que ha empezado el tiempo de Adviento, he pensado en ustedes, y en la carta
que habría de escribirles para pedirles, como lo hice cuando era niño, algunos
regalos. Pero el tiempo se ha pasado tan rápido, entre posadas, la Fiesta de
Navidad, Fin de año, Fiesta de Nuestra Santísima Madre... que es hasta este
momento en la solemnidad de su venida que les escribo mi carta. De todas
maneras tengo la confianza que les llegará a tiempo porque le pediré a mi Ángel
de la Guarda que se las haga llegar en forma prioritaria.
Les pido, con humildad que me compartan:
La sencillez
para saber distinguir en los signos de los tiempos la presencia de la Buena
Noticia, para saber observar desde la fe todas la realidades tanto de la tierra
como del cielo.
Que puedan compartir conmigo la
docilidad a las divinas inspiraciones del alma, y seguir el
camino que me marque la estrella. A ustedes los ha guiado una estrella en el
cielo, para mi esa estrella que me lleva a Jesús es María, por eso pido tener
esa docilidad de ustedes para saber descubrirla en todo momento, para no perder
el rumbo que conduce al Salvador de todas las naciones, al Rey de todos los
Pueblos.
Valentía para hacerme al
camino, para saber dejarlo todo y lanzarme a la aventura de un
camino, a desinstalarme con frecuencia para vivir de la fe y no de la seguridad
de mis reinos, de mis posesiones. Confiar que, dejando todo, es la única forma
de encontrar El Todo.
Obediencia a las guías
que tengo en el camino, obediencia a lo que se cree, a lo que
se espera, a lo que se ama. Obediencia humilde a las inspiraciones y a los
ángeles, especialmente a mi Ángel de la Guarda, para que no pierda el camino, y
tenga la alegría de que todo se me ha dado como regalo, confiando y dependiendo
totalmente en Aquel que me ha llamado a un encuentro.
Alegría de un encuentro,
del encuentro que más se desea: encontrarse con Dios, por eso ese encuentro es
una Celebración. Porque es el encuentro de la criatura con su Creador, alegría
de encuentro porque es la manifestación de Dios hecho hombre como Dios, como
Rey, y como hombre. Quiero, tener esa alegría de encuentro que para mi se
realiza en cada Eucaristía, en cada sacramento, en cada encuentro con el más
necesitado. Alegría de encuentro, que es una gran celebración, porque cuando el
encuentro esta tocado por el amor solo puede ser celebrativo, y toda nuestra
vida es encuentro y toda nuestra vida es celebración si lo vivimos en la
dimensión del amor.
Abusando de su generosidad, pido la
paciencia para seguir en el camino, para que el cansancio no me
haga desistir, para que las dificultades no resten el ánimo, para que los
obstáculos del camino solo sean oportunidades de crecimiento, que sean retos
que me permitan crecer como persona, como cristiano, como discípulo del
Maestro.
Que no pierda la esperanza del encuentro, que no pierda la esperanza que la
promesa se hará realidad.
Que no pierda la esperanza que en el camino no se anda solo, que ángeles,
estrellas y hermanos caminamos juntos. Tener siempre y cada día, la esperanza
de que es posible vivir la caridad entre los hermanos que caminamos en
comunidad como lo hicieron ustedes, que se acompañaron hasta el final.
Todo lo anterior no lo pido solo para mi, lo pido para poder compartirlo con
todos mis hermanos, quiero descubrir en cada hermano a Cristo, quiero
descubrirlo especialmente en los más pobres, en los más necesitados, los
enfermos, los encarcelados, los que están solos o se sienten solos; quiero
reconocer al Rey en aquellos que llevan con humildad la cruz de cada día, en
los que se esfuerzan por dar testimonio del amor, en las personas que perdonan y
aquellos que se niegan a recibir el perdón, recocerlo en los amigos y también
en los enemigos.
Quiero compartir todo lo que les he pedido con todos aquellos que se acerquen a
mi vida, y quiero ser yo el que se ponga en camino hacía el encuentro. Me gustaría,
ser el primero que tienda un puente por donde el otro se pueda acercar a mi, y
por donde yo me pueda acercar a él.
Todo lo que les he pedido, también se los pido para todos mis amigos,
familiares y benefactores... para que todos seamos instrumentos de paz. Para
que todos busquemos el reino de Dios, sabiendo que si Dios reina en nuestros
corazones, reinará en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestras
ciudades, y en nuestras naciones.
Les deseo a ustedes queridos Reyes Magos, feliz fin de viaje. Y me despido
agradecido por la ilusión que guardaron en mi cuando era un niño.
Gracias porque un día los espere con la ilusión de niño y hoy los puedo esperar
con la ilusión de sacerdote.
Con afecto, en el Señor que buscamos y que encontramos en la Eucaristía.
Autor: P Idar Hidalgo
sábado, 4 de enero de 2014
Los Magos de Oriente, modelos del verdadero sabio
Descubrieron
un nuevo rostro de Dios, una nueva realeza: la del amor.
Las palabras del Papa durante el rezo del Ángelus, el miércoles 6
de enero de 2010 con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro en la
Solemnidad de la Epifanía del Señor.
Celebraremos la gran fiesta de la Epifanía, el misterio de la Manifestación del
Señor a todas las gentes, representadas por los Magos, venidos de Oriente para
adorar al Rey de los Judíos (cfr Mt 2,1-2). El evangelista Mateo, que relata el
acontecimiento, subraya que éstos llegaron a Jerusalén siguiendo una estrella,
avistada en su surgimiento e interpretada como signo del nacimiento del Rey
anunciado por los profetas, o sea, el Mesías. Llegados sin embargo a Jerusalén,
los Magos necesitaron las indicaciones de los sacerdotes y de los escribas para
conocer exactamente el lugar a donde dirigirse, es decir, Belén, la ciudad de
David (cfr Mt 2,5-6; Mi 5,1). La estrella y las Sagradas Escrituras fueron las
dos luces que guiaron el camino de los Magos, los cuales aparecen como modelos
de los auténticos buscadores de la verdad.
Éstos eran unos sabios, que escrutaban los astros y conocían la historia de los
pueblos. Eran hombres de ciencia en un sentido amplio, que observaban el cosmos
considerándolo casi un gran libro lleno de signos y de mensajes divinos para el
hombre. Su saber, por tanto, lejos de considerarse autosuficiente, estaba
abierto a ulteriores revelaciones y llamadas divinas. De hecho, no se
avergüenzan de pedir instrucciones a los jefes religiosos de los judíos.
Habrían podido decir: hagámoslo solos, no necesitamos a nadie, evitando, según
nuestra mentalidad actual, toda "contaminación" entre la ciencia y la
Palabra de Dios. En cambio los Magos escuchan las profecías y las acogen; y,
apenas se vuelven a poner en camino hacia Belén, ven nuevamente la estrella,
casi como confirmación de una perfecta armonía entre la búsqueda humana y la
Verdad divina, una armonía que llenó de alegría sus corazones de auténticos
sabios (cfr Mt 2,10). El culmen de su itinerario de búsqueda fue cuando se encontraron
ante "el niño con María su madre" (Mt 2,11). Dice el Evangelio que
"postrándose le adoraron". Habrían podido quedarse desilusionados, es
más, escandalizados. En cambio, como verdaderos sabios, se abrieron al misterio
que se manifiesta de modo sorprendente; y con sus dones simbólicos demostraron
que reconocían en Jesús al Rey y al Hijo de Dios. Precisamente en ese gesto se
cumplen los oráculos mesiánicos que anuncian el homenaje de las naciones al
Dios de Israel.
Un último detalle confirma, en los Magos, la unidad entre inteligencia y fe: es
el hecho de que "advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes,
volvieron a su tierra por otro camino" (Mt 2,12). Habría sido natural
volver a Jerusalén, al palacio de Herodes y al Templo, para proclamar su descubrimiento.
En cambio, los Magos, que han elegido como soberano al Niño, lo custodian
escondiéndolo, según el estilo de María, o mejor de Dios mismo, y tal como
habían aparecido, desaparecieron en el silencio, apagados, pero también
cambiados tras el encuentro con la Verdad. Habían descubierto un nuevo rostro
de Dios, una nueva realeza: la del amor. Que nos ayude la Virgen María, modelo
de verdadera sabiduría, a ser auténticos buscadores de la verdad de Dios,
capaces de vivir siempre la profunda sintonía que hay entre la razón y la fe,
entre la ciencia y la revelación.
Autor: SS Benedicto XVI
viernes, 3 de enero de 2014
Temperamento, carácter y personalidad
«Temperamento», «carácter» y «personalidad» son
conceptos que utilizamos con frecuencia y que no siempre es claro qué se quiere
entender con ellos. La psicología actual los entiende del modo siguiente.
Temperamento: está formado por aquellos aspectos de la personalidad que hemos recibido de nuestros progenitores a través de la herencia y que afectan, sobre todo, a las formas primarias que tenemos de
reaccionar ante el ambiente (ser primario o secundario, tranquilo o agitado,
emotivo o frío, etc.). El temperamento es siempre algo innato; es decir, no se aprende, sino que se viene al mundo con él
y, generalmente, permanece sin muchos cambios a lo largo de toda la vida.
Carácter: es la parte adquirida de la
personalidad; es decir, todo lo que procede de nuestra relación con el mundo y
con las personas desde el momento en que nacemos. El carácter es como el sello
personal que distingue la conducta de un sujeto. Nuestros gustos, ideas,
simpatías o antipatías, por ejemplo, se deben más bien a la influencia del
carácter. En su formación juega sobre todo el ambiente familiar de la infancia.
Más tarde, pero con menos importancia, influyen también el colegio, el ambiente
cultural, socio‑económico, etc.
Se puede afirmar, por tanto, que con
el temperamento se nace, y que el
carácter se hace. Siempre es difícil, por no decir imposible, determinar
con precisión qué aspectos de nuestra conducta tienen una relación directa con
el temperamento y cuáles con el carácter,‑ ya que es muy difícil distinguir lo
que recibimos por la herencia de nuestros padres y lo que se debe al ambiente y
a la educación que empezamos a recibir el mismo día de nuestro nacimiento. En
el ser humano parece que es mucho más importante lo que se debe al carácter que
lo que se debe al temperamento. Es decir, que el medio ambiente cuenta mucho más que la herencia a la hora de
explicar el comportamiento.
La personalidad es un concepto
más complejo y no fácil de definir. ¿En qué nos apoyamos para decir que un
sujeto tiene mucha o poca personalidad? Si hiciéramos un sondeo sobre esta
pregunta, nos encontraríamos con opiniones muy diversas. Unos señalarían
factores físicos, otros rasgos psicológicos, otros hablarían de valores o
cualidades, para otros sería una cuestión de originalidad...
Científicamente, la personalidad se entiende como la estructura global del sujeto, que le hace único y diferente de los
demás. Es lo propio y distintivo de cada
individuo. Ello supone un modo
habitual de responder a las diversas situaciones, que viene determinado
tanto por el temperamento como por el carácter que se ha ido configurando. En
la
formación de la personalidad influyen, por tanto, los elementos biológicos
heredados, el ambiente en el que cada uno se desarrolla, particularmente el de
la familia, y también la propia voluntad de cada uno, que va libremente
dirigiendo sus pasos y contribuyendo, por tanto, a ir configurando un tipo u
otro de personalidad.
No existe un acuerdo unánime a la hora de señalar los rasgos de lo que
podríamos llamar una personalidad madura.
Sin embargo, existe una serie de elementos sin los cuales difícilmente se
podría hablar de «madurez humana».
Así, por ejemplo, la capacidad para adaptarse
a la realidad con capacidad de gozo y
disfrute de todo lo que ella pueda brindar, con capacidad para asumir las inevitables frustraciones que
de ella proceden y con capacidad para emprender una lucha contra las frustraciones evitables (injusticias, violencia,
etc.).
En las relaciones interpersonales, la persona madura muestra su habilidad
para el encuentro en la comunicación
profunda, en el respeto a la
libertad y diferencia del otro y en la actitud de donación.
En la relación con uno mismo es
necesario aprender a aceptar las propias
limitaciones, al mismo tiempo que se lucha
por conseguir un mejor desarrollo personal.
En resumen, una persona madura es la que adquiere una buena capacidad para
amar y ser amado y para desempeñar un proyecto creativo en el mundo. Amor profundo y trabajo creativo son los
dos ejes básicos de la maduración de la personalidad.
Los elementos de temperamento y carácter no son fácilmente modificables.
Pero tan falso sería afirmar que son inmodificables («yo soy así y no puedo
hacer nada por cambiar») como pensar en una modificación radical de lo que
somos («desde hoy seré otra persona»). Muchas cosas pueden permanecer siempre,
pero podríamos manejarlas de modo distinto (manejar nuestras limitaciones para
evitar el que nosotros seamos manejados por ellas). Para eso es fundamental
adquirir previamente un buen conocimiento
de nosotros mismos. Conocer nuestro temperamento y carácter ayuda a
manejarlos mejor.
La vida de pareja, por el nivel
profundo de afectividad en que suele establecerse, contribuye de modo
importante a afianzar los problemas y conflictos personales o a progresar en la
solución de los mismos contribuyendo a la maduración personal. Todo depende de
la madurez previa de ambos y de la capacidad que exista para la comunicación personal profunda.
...PARA EL DIÁLOGO
· ¿Qué piensas que determina más a la persona, su temperamento o su carácter?
¿Lo que se hereda de los padres o lo que la educación hace?
· Describe el temperamento, carácter o
personalidad de tu pareja.
· De lo que ves que a tu pareja no le gusta o le incomoda ¿qué estás dispuesto
a cambiar? ¿Cuál es la mejor ayuda que puedes tener para hacerlo?
· ¿Cómo influye la relación de pareja en la maduración personal de cada uno
de vosotros?
jueves, 2 de enero de 2014
COMPRENSIÓN Y ACEPTACIÓN MUTUAS EN EL MATRIMONIO
1. Aceptación
La íntima comunidad de vida y amor a que
aspira toda pareja desde su noviazgo, y con el matrimonio como horizonte, se
irá alcanzando progresivamente, a lo largo de su existencia, con el empeño y el
esfuerzo que ambos aporten. Convivir es difícil. La adaptación y búsqueda de
la complementariedad de dos seres diferentes, únicos e irrepetibles, requiere
hacer vida, día a día, todo cuanto conlleva el amor.
Jamás podrá marchar
bien un matrimonio si en la base de su escala de valores no está la aceptación
del otro tal como es, con su propio carácter, sus cualidades y defectos, sus
capacidades y limitaciones, su unidad original...: SU PERSONA.
2. Ponerse en el lugar del
otro. La comprensión
El amor espolea a «conocer»
a la persona amada y aceptada, para con ella dejar de ser un «tú» y un «yo» y
aspirar a un «nosotros» en plenitud.
Para conocer al otro
más allá de lo sensible, de lo externo (aspecto físico, cualidades,
comportamientos...), es preciso alcanzar su nivel profundo (motivaciones,
actitudes, sentimientos, etc., a los que responde eso que se manifiesta
externamente), y requiere, como en todo lo relacionado con la pareja, una doble
actitud en cada protagonista: abrirse al otro desde la confianza y amor que le
inspira, para mostrarse tal como se es (sin máscaras, con autenticidad), y
ponerse en su lugar para captar su verdad, sus valores, su singularidad... En
la vivencia intensa de esta dinámica está el fundamento de la comprensión
mutua: te acepto + me abro a ti + me
pongo en tu lugar = te comprendo.
3. Potenciar la personalidad del otro
El «nosotros» no es
la mera suma del «yo» y el «tú», sino la expresión más acabada de la relación
humana, que tiene su comienzo en el encuentro amoroso y va adquiriendo «cuerpo»
a lo largo de toda una vida en común.
El «nosotros» lo
constituyen dos personas, varón y mujer, que no lo son de una vez, porque la
persona es una realidad dinámica, un proceso que experimenta alteraciones en su
trayectoria: avanzar, retroceder, sufrir crisis, relanzarse... o permanecer más
o menos estable a lo largo de las diferentes etapas de la vida.
Y es fundamental que
ese proceso de maduración personal, que afecta al de maduración como pareja,
sea compartido plenamente: «Más valen dos que uno solo, porque logran mejor
fruto de su esfuerzo. Si uno cae, el otro lo levanta; pero ¡ay del solo, que,
si cae, no tiene quien lo levante!» (Ecle 4,9‑10).
Cada uno es
corresponsable de la evolución personal del otro y, desde el amor que los une,
está llamado a ayudarle a potenciar su personalidad, a desarrollar todos sus
«talentos».
4. La corrección fraterna
Aceptarse,
comprenderse y ayudarse a evolucionar exige una constante superación de los
defectos y limitaciones que todos tenemos.
Madurar, avanzar
hacia el logro de la plenitud como persona, conlleva, por un lado, descubrir el
bagaje de valores y cualidades positivas que se poseen, para potenciarlos; y,
por otro, localizar todo aquello que llevamos dentro de nosotros como lastre
negativo que nos impide avanzar y del que precisamos liberarnos.
Desde esa
corresponsabilidad antes referida, ambos están llamados a detectar en el otro
aquello que éste no «ve» y que requiere ser modificado.
5. Valores de referencia
Todo lo dicho se
inscribe en una compleja dialéctica sustentada por una serie de valores que la
pareja ha de tener siempre presentes:
Respeto, que
ayuda al otro, no sólo a sentirse amado, sino a sentir que merece ser amado.
Escucha atenta, valorando
sinceramente lo que el otro expresa, intentando entender incluso más allá de
sus palabras.
Delicadeza y ternura,
que
permiten abordar toda situación, por compleja que sea.
Disponibilidad para
cambiar modos
de ser, hábitos, criterios, etc., desde la búsqueda en común de la Verdad.
Capacidad de perdonar,
que
es la dimensión más sincera, gratificante y generosa del amor adulto.
Generosidad, tomando
la iniciativa sin reservas, sin esperar a que sea el otro quien dé el primer
paso.
Voluntad, estando
dispuestos a recomenzar siempre, en continua reconciliación con el otro, por
grandes que sean las dificultades.
Todo ello, en un
clima de confianza que significa “con‑fe" en uno mismo, en el otro y en
la relación entre ambos.
miércoles, 1 de enero de 2014
El primer día del año...para María, Madre de Dios
Pongamos hoy nuestra vida en manos de María Santísima. Ella pondrá el año
que termina en manos del Padre Misericordioso, y la en el que comienza en
manos del Hijo Providente.
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Hoy celebramos una
fiesta que hace referencia al título más sorprendente que puede tener una
criatura humana: Madre Dios... Lo cual significa que el Salvador del mundo no
sólo nació "en" ella, sino "de" ella. El Hijo formado de
sus entrañas es el mismísimo Hijo Dios, nacido en la carne.
El Evangelio nos narra los acontecimientos de la Navidad, remarcando la imposición del nombre, dado por el ángel antes de la Concepción: JESÚS (que significa YHWH [nombre sagrado e inefable de Dios en el A.T.] salva); nombre puesto por orden divina... misterioso, cargado de significado salvífico [con todo y por todo lo que significa el "nombre" para los semitas] (ver a este respecto lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica al explicar el II mandamiento...). La invocación de ese nombre trae la salvación (semejante lo que ocurre en la 1a.lectura con el nombre de YHWH, pronunciado una sola vez al año). Nosotros tenemos el nombre del Señor sobre nosotros: somos cristianos... ¡No lo digamos con tanta ligereza! Así, se abre el año con esa fórmula que pide la bendición y el favor de Dios. Él nunca se la ha negado la humanidad; pero con Cristo esta Bendición es irrevocable. Comienza el año civil; y se lo celebra de diversos modos:
·
En estas fiestas, se suele hacer mucho ruido (bailes, fuegos
artificiales, pirotecnia,...) mucho ruido ¿Y "pocas nueces"...?
·
Para muchos, las fiestas están cargadas de melancolía (paso de los
años; "los que ya se han ido"; nostalgias; recuerdos...). Muchos
desean "que las fiestas pasen pronto"...
·
Para los pobres (que no son pocos), el dolor de no poder participar de
las alegrías festivas... o de hacerlo con muchas limitaciones.
Pensemos cómo vivimos interiormente las fiestas. Sin interioridad, todo lo otro es vacío, pura exterioridad e hipocresía: festejamos... nada. ¿Cuál es el motivo para alegramos por las fiestas? El Amor de Dios, experimentado en estos días como una fuerza que quiere renovarnos incesantemente. Navidad es el comienzo de una nueva creación (Dios a hecho con el hombre una Alianza Eterna: Cristo). Todo comienzo de algo (también el del año civil) debe remitirnos a este comienzo: al de la Alianza Nueva y Eterna... (la que no pasará jamás, y por ende radicalmente diversa de lo que no permanece, lo que es pasajero, transitorio (tiempo; apariencias; exterioridades)... Éste es el fundamento de nuestra Paz, cuya Jornada mundial cada año celebramos precisamente hoy. Volvamos a mirar las cosas que nos rodean, pero con esta perspectiva: pensemos en las cosas que se fueron con el año y los años que pasaron... y pongámoslas en manos Dios. Pero sepamos que todo lo que hayamos hecho con amor, y por amor tiene un valor que permanece, y está "eternizado" en la presencia del Señor. Todo lo hecho por amor, aunque pequeño, aunque los demás no lo noten, ha sido tomado en cuenta por Dios, y lo encontraremos renovado en Él. También las personas que se han ido... Y así, nuestros lazos de amor, lejos de perderse, serán renovados y glorificados en la Resurrección. "Nada se pierde, todo se transforma..." también en el orden espiritual. Frente al año viejo, y al nuevo, tengamos una mirada de Fe: evaluemos desde el amor que hemos puesto y hemos de poner para hacer las cosas. El tiempo pasa, pero el amor permanece; y allí debemos encontrar el motivo de nuestra alegría: en el amor vivido y en el "por vivir". "En el atardecer de la vida e juzgará el Amor", nos recuerda San Juan de la Cruz. Un nuevo año ha "atardecido"... Un año más de vida... y un año menos para llegar al cielo. Un año con sus alegrías... y sus amarguras. En vista a los acontecimientos de la vida de cada uno de ustedes, quiero hoy recordarles nuevamente que con todos sus engaños, trampas y sueños rotos, éste sigue siendo mundo hermoso, que vale la pena vivir como camino al cielo. En este valle de lágrimas, la alegría que da el Espíritu Santo es más fuerte que cualquier pena... Esa alegría profunda, serena, misteriosa, radiante... (quien la conoce, entiende lo que estoy diciendo... y a quien no la conoce, le repito con el salmo 33: "prueben y vean qué bueno es el Señor..."). Pongamos hoy nuevamente nuestra vida en manos de María Santísima. Ella pondrá el año que termina en manos del Padre Misericordioso, y la en el que comienza en manos del Hijo Providente... ella que es Soberana de los Ángeles, pero mucho más aún es nuestra: sangre y dolor de nuestra raza humana. Amén.
Autor: P Juan Pablo Esquivel
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martes, 31 de diciembre de 2013
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