Oración y caridad. He aquí dos pasos sencillos aunque no vividos sin esfuerzo
¿Cómo? Es la clave de todos los santos.
«El pecador ha de sentir siempre que tus palabras proceden exclusivamente de tu caridad. Las palabras caritativas han de preceder siempre a las recomendaciones punzantes. Si quieres ser útil a las almas de tus prójimos, recurre primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa caridad, suma de todas las virtudes y la mejor garantía de éxito en tus actividades» (San Vicente Ferrer, Tratado sobre la vida espiritual).
«El pecador ha de sentir siempre que tus palabras proceden exclusivamente de tu caridad. Las palabras caritativas han de preceder siempre a las recomendaciones punzantes. Si quieres ser útil a las almas de tus prójimos, recurre primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa caridad, suma de todas las virtudes y la mejor garantía de éxito en tus actividades» (San Vicente Ferrer, Tratado sobre la vida espiritual).
Mientras más avanzamos
en la vida, lanzamos la mirada atrás y empezamos a arrepentirnos de muchas
cosas que nos hubieran gustado llevar a cabo. Y así, vamos creando esa lista de
deseos que «algún día cumpliré». De todos los que pregunto, muchos suelen
coincidir que una de las cosas que más les gustaría es aprender un idioma.
Francés, inglés, italiano, alemán… se pasean por los ojos de todos y les
invitan a recurrir a uno de los inventos más inútiles que he conocido: los
manuales de «aprende un idioma sin esfuerzo y en poco tiempo». Y digo que es
inútil porque nada se consigue sin esfuerzo y en poco tiempo. Por lo
menos, la gente normal, como yo, así lo vive.
Dos sencillos pasos: caridad y oración
Y miren ustedes por
dónde, me encuentro con este pequeño escrito del gran santo español Vicente
Ferrer que desarma esta teoría. Porque ahí delinea dos pasos sencillos para el
éxito en la vida. Dos recomendaciones que te ayudarán a ascender los
escalones del triunfo: la caridad y la oración. ¡Claro!, hablamos de
triunfo únicamente en el plano espiritual. Que, después de todo, es el único
triunfo que cuenta. Ya lo decía Santa Teresa de Jesús: «Al final de la vida, el
que se salva, sabe; el que no, no sabe nada».
Tu encuentro con Cristo en la Oración
Pero volvamos a los
dos pasos de San Vicente. Y, sobre todo, veamos cómo los vivió él en su vida.
Porque de nada sirve predicar bellamente si luego no se refleja eso que
predicas en tu propia experiencia. Pues bien, el Papa Benedicto XVI nos cuenta
en la audiencia general dedicada a este santo que «Tenía la capacidad de
mantener la atención en el auditorio con el tono y modulaciones de su voz.
Pero, sobre todo, con la pasión que ponía en lo que decía. Huyendo de lenguajes
artificiosos y recargados, supo traslucir a Dios. ¿Cómo? Orando. Es la clave
de todos los santos. Antes de predicar se retiraba durante varias horas. Y
la gracia se derramaba a raudales». Muchos suelen preguntarme cómo ayudar a una
persona, qué hacer para que vuelva a Dios. El santo de hoy responde con ese
primer paso en la vida: la oración. Y luego Dios, si realmente confiamos, se
encargará.
Tu Testimonio refleja caridad
Ahora bien, después
llega un segundo paso, que sería la colaboración a lo que oro junto a la acción
de Dios: la caridad. Y una caridad que se traduce, ante todo, en el ejemplo
de una vida auténtica. Porque no hay mayor caridad que un buen testimonio. Y
San Vicente vuelve a ser testigo de esto, como nos lo relata de nuevo el Papa
Benedicto XVI en la audiencia antes citada: «Tenía autoridad moral porque su
vida era sencilla y austera. Era íntegro, auténtico. […] Tanta bondad resumida
en su persona conmovía de tal modo a la gente que, enardecida por sus palabras,
intentaban robarle trozos de su hábito a modo de reliquia».
Oración y caridad. He
aquí dos pasos sencillos –aunque no vividos sin esfuerzo– que pueden
llevarnos a un éxito rotundo en nuestra vida: éxito que se cumplirá,
definitivamente, en la llegada a la Felicidad con mayúscula, al cielo que Dios
nos tiene preparado, con amor, desde toda la eternidad.
Por: P. Juan Antonio
Ruiz J., L.C | Fuente: https://la-oracion.com/
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