Papa Francisco en el Ángelus. La piedra
fundamental es Cristo; mientras Pedro es piedra, en cuanto fundamento visible
de la unidad de la Iglesia. 24 julio 2014
Queridos hermanos y hermas ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (Mt 16, 13-20) es el célebre pasaje, central en el
relato de Mateo, en el que Simón, en nombre de los Doce, profesa su fe en Jesús
como «el Cristo, el Hijo de Dios vivo»; y Jesús llama «bienaventurado» a Simón
por su fe, reconociendo en ella un don, un don especial del Padre, y le dice:
«Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».
Detengámonos un momento precisamente en este punto, sobre el hecho de que Jesús
atribuye a Simón este nuevo nombre: “Pedro”, que en la lengua de Jesús suena
“Cefas”, una palabra que significa “piedra”. En la Biblia este nombre, este
término, “piedra”, está referido a Dios. Jesús lo atribuye a Simón, no por sus
cualidades o sus méritos humanos, sino por su fe genuina y firme, que le viene de
lo alto.
Jesús siente en su corazón una gran alegría, porque reconoce en Simón la mano
del Padre, la acción del Espíritu Santo. Reconoce que Dios Padre ha dado a
Simón una fe “fiable”, sobre la cual Él, Jesús, podrá edificar su Iglesia, es
decir su comunidad. Es decir, todos nosotros. Todos nosotros.
Jesús tiene el propósito de dar vida a “su” Iglesia, un pueblo fundado ya no en
su descendencia, sino en la fe, es decir, en la relación con Él mismo, una
relación de amor y de confianza. Nuestra relación con Jesús edifica la Iglesia.
Y, por tanto, para iniciar su Iglesia, Jesús tiene necesidad de encontrar en
los discípulos una fe sólida, una fe “de confianza”. Esto es lo que Él debe
verificar en este punto del camino. Y por eso formula la pregunta.
El Señor tiene en su mente la imagen del construir, la imagen de la comunidad
como edificio. He aquí porqué, cuando siente la profesión de fe genuina de
Simón, lo llama “piedra”, y manifiesta la intención de construir su Iglesia
sobre esta fe.
Hermanos y hermanas, lo que sucedió de modo único en San Pedro, sucede también
en cada cristiano que madura una fe sincera en Jesús, el Cristo, el Hijo del
Dios vivo.
El Evangelio de hoy también interpela a cada uno de nosotros. ¿Cómo va tu fe?
Cada uno responda en su corazón, eh. ¿Cómo va tu fe? ¿Cómo es? ¿Qué encuentra
el Señor en nuestros corazones? ¿Un corazón firme como la piedra o un corazón
arenoso, es decir, dudoso, difidente, incrédulo? Nos hará bien en la jornada de
hoy pensar en esto.
Si el Señor encuentra en nuestro corazón una fe, no digo perfecta, pero
sincera, genuina, entonces Él ve también en nosotros piedras vivas con las
cuales construir su comunidad. De esta comunidad, la piedra fundamental es
Cristo, piedra angular y única. Por su parte, Pedro es piedra, en cuanto
fundamento visible de la unidad de la Iglesia; pero cada bautizado está llamado
a ofrecer a Jesús su propia fe, pobre, pero sincera, para que Él pueda seguir
construyendo su Iglesia hoy, en todas partes del mundo.
También en nuestros días «mucha gente» piensa que Jesús es un gran profeta, un
maestro de sabiduría, un modelo de justicia… Y también hoy Jesús pregunta a sus
discípulos, es decir a nosotros, a todos nosotros: «¿Pero ustedes, quién dicen
que soy yo?». ¿Un profeta, un maestro de sabiduría, un modelo de justicia? ¿Qué
responderemos nosotros?
Pensemos en esto. Pero sobre todo, oremos a Dios Padre, para que nos dé la
respuesta y por intercesión de la Virgen María; pidámosle que nos dé la gracia
de responder, con corazón sincero: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Ésta es una confesión de fe. Éste es precisamente el Credo. Pero podemos
repetirlo tres veces todos juntos: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Todos juntos: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». «Tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios vivo». «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Por: Papa Francisco | Fuente:
es.radiovaticana.va
Para leer el Evangelio de hoy,
comentado, por favor pulse aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario