El ingrediente más importante de todo matrimonio feliz es la destreza en la
comunicación
El ingrediente más importante de todo matrimonio feliz es la destreza en la
comunicación. Y es que sin comunicación es imposible el conocimiento
del otro, del mismo modo que sin ésta tampoco es posible que se dé el amor.
Partimos del presupuesto de que la comunicación es siempre un encuentro
entre personas, un salir de sí para encontrar al otro, de forma que uno se
experimente compartiendo su vida con la del otro. Como bien dice Víktor Frankl,
“la puerta que da entrada a la felicidad se abre siempre tirando de ella hacia
fuera”, porque la comunicación de cada uno enriquece la comunicación del otro,
lo que conduce de alguna manera a la felicidad mutua.
Para esto hay que estar disponibles para acoger y permitir que las
palabras del otro penetren en nosotros; es preciso atender a ellas, acogerlas y
quererlas como propias, así vemos cómo en la comunicación hay mucha más riqueza
de la que objetivamente parece. A veces hablamos por hablar, pero nuestras
palabras tienen un significado, algo que me pertenece, mi intimidad, que no es
solo para mi sino para compartir, pues el lenguaje no cobra sentido sino es
para los demás. Porque con cada palabra pronunciada se da algo de uno mismo:
una preocupación, una alegría, una tristeza, ilusiones, recuerdos, etc. Mis
palabras son en definitiva el mejor regalo para los demás.
En la actualidad vemos que la necesidad de diálogo es una de las cosas
sobre las que más se habla. Tenemos necesidad de explicarnos, de que alguien
nos comprenda, necesidad de ser comprendidos o incluso sentirnos comprendidos. Y
es que uno de los fracasos más comunes de algunos matrimonios de hoy es la
progresiva incomunicación: dos se casan, se aíslan de sus antiguos amigos y
compañeros, se hacen voluntariamente estériles, se desentienden de sus mayores
y se encierran en sí mismos, etc. Vemos bastantes matrimonios en los que la
comunicación se da por supuesta, se suprime el coloquio personal y se silencian
o eluden los problemas. Los espacios vacíos los llena entonces la televisión,
el periódico, internet, el teléfono, etc. Esto es lo que Kierkegaard
denominó como “soledad de dos en compañía”.
A veces los problemas de comunicación radican en las mismas diferencias que
se encuentran entre hombres y mujeres: los hombres esperan que las mujeres
piensen, se comuniquen y reaccionen como ellos, y las mujeres esperan que los
hombres sientan, se comuniquen y respondan en la forma en que lo hacen ellas. Pero
el amor no es mágico, las buenas intenciones no son suficientes. Tenemos que
crecer en el amor, día a día, conociendo nuestras diferencias y trabajando en
ellas.
Y para esto conviene seguir unas pautas para una buena comunicación en la
pareja:
1.- Ante todo la escucha activa, porque no es lo mismo oír que escuchar,
porque escuchar es poner atención, mostrar interés, colocarse en el lugar del
cónyuge para comprenderle mejor, adoptar en todo momento una actitud positiva,
tener paciencia y no interrumpir.
2.- Intercambiar formas de comunicación más claras y directas para
expresar opiniones, pensamientos, sentimientos y deseos de manera que hablen de
uno mismo, obviando las acusaciones o referencias al otro.
3.- Que cada miembro de la pareja exponga sus ideas.
El cónyuge debe pensar en lo que el otro dijo, no en lo que el mismo quiso
decir.
4.- Aclarar el mensaje recibido antes de responder.
5.- No dar consejos no solicitados para solucionar un conflicto.
6.-Evitar generalizaciones. Términos absolutos de todo o nada, siempre o
nunca sofocan la comunicación respondiendo a un estado anímico de enfado.
7.- Compartir temas de conversación. Hablar de cuáles son las metas ayuda a
redefinirlas y evaluarlas. Qué hace feliz en la pareja y en qué se puede
cambiar. Escuchar los miedos del otro sin burlarse, reírse o minimizarlos.
8.- Cuidar los aspectos no verbales de la
comunicación. Como diría Watlawick, uno de los principales teóricos
de la comunicación, es imposible no comunicarse en este sentido; los gestos y
el tono de voz son esenciales y hay que cuidarlos.
9.- Reservar momentos para dedicarse el uno al otro. Es necesario que la
pareja busque y reserve determinado momentos que puedan dedicarse el uno
a otro sin interrupciones. Estos ratos pueden ser más breves o más largos
pero es importante su frecuencia.
Como vemos, la comunicación es de vital importancia en las relaciones de
pareja, siendo un instrumento fundamental para la convivencia, el ajuste
social, personal y de resolución de conflictos. Así mismo, las investigaciones
indican que hay una correlación positiva entre comunicación y satisfacción
conyugal, ya que constituye un medio excelente que tienen los esposos a su
alcance para lograr hacer de sus dos vidas una sola; para conseguir una
sintonía sin sombras ni secretos que les permita mirar juntos hacia el futuro
sobre la base de un pasado y un presente compartidos.
Por: María del Carmen Gonzáles Rivas | Fuente: Análisis y Actualidad.
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