Es hora de respetar a la familia como una institución natural y dejar a un
lado los criterios modernos que deforman totalmente el verdadero significado de
ella.
Podemos decir que nosotros como cristianos católicos tenemos la mayor
dignidad del ser humano que es el ser hijos de Dios. Hoy en día se ha
desvirtuado el verdadero concepto de la familia, debido a la ausencia de la
moral que es la orientación de la conducta humana en relación con Dios. El
hombre se va perfeccionando mediante sus actos, y como tal está llamado a
buscar espontáneamente a Dios, a profundizar y entender que no está aquí por
una explosión o evolución sino por el amor divino de un ser supremo y
omnipotente que es su creador.
Como todos sabemos, en
la familia es donde se fundamentan estos principios de la doctrina cristiana
que hoy en día están totalmente debilitados y han dado paso a que puedan
filtrarse diferentes conceptos, pensamientos e ideologías que afectan
totalmente la seguridad y bienestar de la familia natural.
Dentro de los retos y
desafíos que la familia enfrenta actualmente debido a un “modernismo” mal
entendido, están el secularismo que es la tendencia a sacar a Dios de la
humanidad y poner en discusión o votación los preceptos y dogmas divinos; Esto
implica a que el hombre de rienda suelta a sus deseos, pensamientos, “derechos
y pasiones desordenadas que lo convierten en un ser egoísta e individualista
que piensa solo en complacerse y en buscar una felicidad inmanente y momentánea
mas no trascendente.
Otros de los retos que
debilita la integridad de la familia es el materialismo, donde el
hombre busca autosatisfacerse de las cosas del mundo, aferrándose a acumular
bienes propios que en su mayor parte los promueven los medios de comunicación y
la publicidad mercantilistas, rechazando muchos valores como compartir y ser
generoso con las personas que necesitan. Esto conlleva a que los padres
desarrollen en sus hijos un hedonismo al ofrecerles y darles todo lo que deseen
y de esta forma evitar conflictos que les pueda afectar a su vida cómoda,
enseñándoles a obtener las cosas fácilmente y sin ningún sacrificio.
Todos estos
antivalores son los que atraen al mundo pensamientos equívocos como la
ideología de género que no es mas que una dictadura del relativismo (todo
depende de…), transformando la libertad que Dios nos dio al habernos creado
hombres y mujeres física, intelectual y mentalmente en un libertinaje total,
tratando de legalizar las tendencias o deseos de cada persona.
Vivimos en una
confusión terrible donde por “derecho” podemos decidir lo que queremos ser,
destituyendo a Dios y colocándonos en su lugar, y no tomamos en cuenta que no
solamente somos materia, sino espíritu; que no somos algo como lo expresa la
palabra GÉNERO que se utiliza para identificar una cosa por ejemplo, una mesa
(genero femenino) ó un lápiz (género masculino), si no que somos alguien con
valores capaces de aplicar estos dones maravillosos que Dios nos dio como es la
inteligencia y voluntad, libres para amar y elegir lo que verdaderamente va a
llevarnos hacia una verdadera felicidad.
Otra de las filosofías
modernas que ponen en peligro a la familia es el feminismo, donde promueven la
igualdad entre hombres y mujeres poniendo en conflicto la diferencia sexual mas
obvia entre ellos como es la maternidad. Priorizando su
derecho al trabajo y progreso económico antes que desempeñar su rol de madre.
Otro de los puntos del
feminismo es el derecho que creen tener al destruir una vida como es el
aborto, la “planificación familiar”, a tal punto que consideran a esa vida
como un estorbo para su desarrollo social o económico. Es necesario comprender
que Dios creó al hombre y mujer con cualidades y dones distintos. La mujer
se destaca por su ternura y fragilidad al ser madre y el hombre la cabeza del
hogar. Estos dos términos al ser bien entendidos son una complementación al
momento de contraer el sacramento del matrimonio.
Dios es un caballero
al darnos libre albedrío, pero en nosotros está si queremos seguir el camino
del bien o del mal. Él nos dio la capacidad de tejer nuestro propio futuro al
elegir la persona con la que formaremos una familia donde los principios y
valores serán la base fundamental en la formación de los hijos. El amor de
Dios a los padres se verá reflejado en los hijos.
Es hora de respetar a
la familia como una institución natural y dejar a un lado los criterios
modernos que deforman totalmente el verdadero significado de ella.
Por: Konye Maldonado | Fuente: Capsulas de Verdad
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