Escribió San Josemaría: “La Cuaresma ahora
nos pone delante de estas preguntas fundamentales: ¿avanzo en mi fidelidad a
Cristo?, ¿en deseos de santidad?, ¿en generosidad apostólica en mi vida diaria,
en mi trabajo ordinario entre mis compañeros de profesión? Cada uno, sin ruido
de palabras, que conteste a esas preguntas, y verá cómo es necesaria una nueva
transformación, para que Cristo viva en nosotros, para que su imagen se refleje
limpiamente en nuestra conducta".
¿Qué es la Cuaresma? ¿Desde cuándo se vive la
Cuaresma? ¿Cuál es el sentido de la Cuaresma?
Llamamos Cuaresma al período de cuarenta días (cuadragésima) reservado a la preparación de la Pascua. Desde el siglo IV se manifiesta la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia.
Llamamos Cuaresma al período de cuarenta días (cuadragésima) reservado a la preparación de la Pascua. Desde el siglo IV se manifiesta la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia.
"La Iglesia se une todos los años,
durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el
desierto" (Catecismo de la Iglesia Católica, 540).
Proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales, con la purificación del corazón, una práctica perfecta de la vida cristiana y una actitud penitencial.
Proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales, con la purificación del corazón, una práctica perfecta de la vida cristiana y una actitud penitencial.
Contemplar el misterio
No podemos considerar esta Cuaresma como una
época más, repetición cíclica del tiempo litúrgico. Este momento es único; es
una ayuda divina que hay que acoger. Jesús pasa a nuestro lado y espera de
nosotros —hoy, ahora— una gran mudanza.
¿Cuándo empieza y termina el tiempo de Cuaresma? ¿Cuáles son los días y tiempos penitenciales? ¿Qué se debe vivir los viernes de cuaresma?
¿Cuándo empieza y termina el tiempo de Cuaresma? ¿Cuáles son los días y tiempos penitenciales? ¿Qué se debe vivir los viernes de cuaresma?
La Cuaresma comienza el Miércoles de ceniza y
concluye inmediatamente antes de la Misa Vespertina in Coena Domini. (jueves santo).
"En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los
viernes del año (en memoria de la muerte del Señor) y el tiempo de
cuaresma." (Código de Derecho Canónico, cánon 1250). Estos tiempos son
particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias
penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones
voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes
(obras caritativas y misioneras).
Catecismo de la Iglesia Católica, 1438
Catecismo de la Iglesia Católica, 1438
En recuerdo del día en que murió Jesucristo
en la Santa Cruz, "todos los viernes, a no ser que coincidan con una
solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya
determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el
miércoles de Ceniza y el Viernes Santo." (Código de Derecho Canónico,
canon 1251).
Contemplar el misterio
La llamada del buen Pastor llega hasta
nosotros: ego vocavi te nomine tuo, te he llamado a ti, por tu nombre. Hay que
contestar —amor con amor se paga— diciendo: ecce ego quia vocasti me, me has
llamado y aquí estoy. Estoy decidido a que no pase este tiempo de Cuaresma como
pasa el agua sobre las piedras, sin dejar rastro. Me dejaré empapar,
transformar; me convertiré, me dirigiré de nuevo al Señor, queriéndole como El
desea ser querido.
¿Qué es el miércoles de Ceniza? ¿Cuándo
empezó la práctica de la imposición de la ceniza? ¿Cuándo se bendice y se
impone? ¿De dónde proviene la ceniza? ¿Qué simboliza la ceniza?
El miércoles de Ceniza es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que los cristianos manifiestan el deseo personal de conversión a Dios. La imposición de la ceniza es una invitación a recorrer el tiempo de Cuaresma como una inmersión más consciente y más intensa en el misterio pascual de Jesús, en su muerte y resurrección, mediante la participación en la Eucaristía y en la vida de caridad. El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. La liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso.
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la Misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15. La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán. Simboliza la condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte; su situación pecadora; la oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda; la Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo.
El miércoles de Ceniza es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que los cristianos manifiestan el deseo personal de conversión a Dios. La imposición de la ceniza es una invitación a recorrer el tiempo de Cuaresma como una inmersión más consciente y más intensa en el misterio pascual de Jesús, en su muerte y resurrección, mediante la participación en la Eucaristía y en la vida de caridad. El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. La liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso.
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la Misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15. La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán. Simboliza la condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte; su situación pecadora; la oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda; la Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo.
Contemplar el misterio
Cuanto más seas de Cristo, mayor gracia
tendrás para tu eficacia en la tierra y para la felicidad eterna.
Pero has de decidirte a seguir el camino de la entrega: la Cruz a cuestas, con una sonrisa en tus labios, con una luz en tu alma.
¿A qué invita la Iglesia en Cuaresma?
Pero has de decidirte a seguir el camino de la entrega: la Cruz a cuestas, con una sonrisa en tus labios, con una luz en tu alma.
¿A qué invita la Iglesia en Cuaresma?
La Iglesia invita a sus fieles a hacer de
este tiempo como un retiro espiritual en el que el esfuerzo de meditación y de
oración debe estar sostenido por un esfuerzo de mortificación personal cuya
medida, a partir de este mínimo, es dejada a la libertad y a la generosidad de
cada uno.
Bien vivida, la Cuaresma prepara para una auténtica y profunda conversión personal, para participar en la fiesta más grande del año: el Domingo de la Resurrección del Señor.
Bien vivida, la Cuaresma prepara para una auténtica y profunda conversión personal, para participar en la fiesta más grande del año: el Domingo de la Resurrección del Señor.
Contemplar el misterio
Hay en el ambiente una especie de miedo a la
Cruz, a la Cruz del Señor. Y es que han empezado a llamar cruces a todas las
cosas desagradables que suceden en la vida, y no saben llevarlas con sentido de
hijos de Dios, con visión sobrenatural. ¡Hasta quitan las cruces que plantaron
nuestros abuelos en los caminos...!
En la Pasión, la Cruz dejó de ser símbolo de castigo para convertirse en señal de victoria. La Cruz es el emblema del Redentor: in quo est salus, vita et resurrectio nostra: allí está nuestra salud, nuestra vida y nuestra resurrección.
En la Pasión, la Cruz dejó de ser símbolo de castigo para convertirse en señal de victoria. La Cruz es el emblema del Redentor: in quo est salus, vita et resurrectio nostra: allí está nuestra salud, nuestra vida y nuestra resurrección.
¿Qué es la penitencia? ¿De qué modos se
expresa la penitencia en la vida cristiana?
La penitencia, traducción latina de la
palabra griega metanoia que en la Biblia significa la conversión (cambio
espiritual) del pecador. Designa todo un conjunto de actos interiores y
exteriores dirigidos a la reparación del pecado cometido, y el estado de cosas
que resulta de ello para el pecador. Literalmente cambio de vida, se dice del
acto del pecador que vuelve a Dios después de haber estado alejado de Él, o del
incrédulo que alcanza la fe.
"La penitencia interior del cristiano
puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre
todo en tres formas: el ayuno, la oración, la limosna, que expresan la
conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los
demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el
martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos
realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la
preocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la
práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados" (1 Pedro,
4,8.)." Catecismo Iglesia Católica, n.1434
Estas y otras muchas formas de penitencia
pueden ser practicadas en la vida cotidiana del cristiano, en particular en
tiempo de Cuaresma y el viernes, día penitencial. Compendio del Catecismo 301.
Contemplar el misterio
La conversión es cosa de un instante; la
santificación es tarea para toda la vida. La semilla divina de la caridad, que
Dios ha puesto en nuestras almas, aspira a crecer, a manifestarse en obras, a
dar frutos que respondan en cada momento a lo que es agradable al Señor. Es
indispensable por eso estar dispuestos a recomenzar, a reencontrar —en las
nuevas situaciones de nuestra vida— la luz, el impulso de la primera
conversión. Y ésta es la razón por la que hemos de prepararnos con un examen
hondo, pidiendo ayuda al Señor, para que podamos conocerle mejor y nos
conozcamos mejor a nosotros mismos. No hay otro camino, si hemos de
convertirnos de nuevo.
¿Qué es la conversión? ¿Por qué tienen que
convertirse los cristianos ya bautizados?
Convertirse es reconciliarse con Dios,
apartarse del mal, para establecer la amistad con el Creador. Supone dejar el
arrepentimiento y la Confesión de todos y cada uno de nuestros pecados. Una vez
en gracia (sin conciencia de pecado mortal), hemos de proponernos cambiar desde
dentro (en actitudes) todo aquello que no agrada a Dios.
La llamada de Cristo a la conversión sigue
resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda conversión es una tarea
ininterrumpida para toda la Iglesia que "recibe en su propio seno a los
pecadores" y que siendo "santa al mismo tiempo que necesitada de
purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación" (LG
8). Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Es el movimiento
del "corazón contrito" (Sal 51,19), atraído y movido por la gracia
(cf Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado
primero (cf 1 Jn 4,10). Catecismo de la Iglesia Católica, 1428
Contemplar el misterio
Hemos entrado en el tiempo de Cuaresma:
tiempo de penitencia, de purificación, de conversión. No es tarea fácil. El
cristianismo no es camino cómodo: no basta estar en la Iglesia y dejar que
pasen los años. En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la conversión
primera —ese momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte
claramente todo lo que el Señor nos pide— es importante; pero más importantes
aún, y más difíciles, son las sucesivas conversiones. Y para facilitar la labor
de la gracia divina con estas conversiones sucesivas, hace falta mantener el
alma joven, invocar al Señor, saber oír, haber descubierto lo que va mal, pedir
perdón.
Hay que estar persuadidos de que Dios nos
oye, de que está pendiente de nosotros: así se llenará de paz nuestro corazón.
Pero vivir con Dios es indudablemente correr un riesgo, porque el Señor no se
contenta compartiendo: lo quiere todo. Y acercarse un poco más a El quiere
decir estar dispuesto a una nueva conversión, a una nueva rectificación, a
escuchar más atentamente sus inspiraciones, los santos deseos que hace brotar
en nuestra alma, y a ponerlos por obra.
¿Cómo concretar mi deseo de conversión?
De diversas maneras, pero siempre realizando
obras de conversión, como son, por ejemplo: Acudir al Sacramento de la
Reconciliación (Sacramento de la Penitencia o Confesión); superar las
divisiones, perdonando y crecer en espíritu fraterno; practicando las Obras de
Misericordia.
Contemplar el misterio
Te aconsejo que intentes alguna vez volver...
al comienzo de tu "primera conversión", cosa que, si no es hacerse
como niños, se le parece mucho: en la vida espiritual, hay que dejarse llevar
con entera confianza, sin miedos ni dobleces; hay que hablar con absoluta claridad
de lo que se tiene en la cabeza y en el alma.
¿Qué obligaciones tiene un católico en
Cuaresma? ¿En qué consiste el ayuno y la abstinencia? ¿A quién obligan? ¿Puede
cambiarse la práctica del ayuno y de la abstinencia?
Los católicos tienen que cumplir el precepto
de la Iglesia del ayuno y la abstinencia de carne (Compendio del Catecismo 432:
en los días establecidos por la Iglesia), así como con el de la confesión y
Comunión anual. El ayuno consiste en hacer una sola comida al día, aunque se
puede comer algo menos de lo acostumbrado por la mañana y la noche. Salvo caso
de enfermedad. Obliga vivir la ley del ayuno, a todos los mayores de edad,
hasta que tengan cumplido cincuenta y nueve años. (cfr. CIC, c. 1252). Se llama
abstinencia a privarse de comer carne (roja o blanca y sus derivados). La ley
de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años.(cfr. CIC, c.
1252). "La Conferencia Episcopal de cada País puede determinar con más
detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en
todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad
y prácticas de piedad." (Código de Derecho Canónico, cánon 1253).
Contemplar el misterio
Hay que decidirse. No es lícito vivir
manteniendo encendidas esas dos velas que, según el dicho popular, todo hombre
se procura: una a San Miguel y otra al diablo. Hay que apagar la vela del
diablo. Hemos de consumir nuestra vida haciendo que arda toda entera al
servicio del Señor. Si nuestro afán de santidad es sincero, si tenemos la docilidad
de ponernos en las manos de Dios, todo irá bien. Porque El está siempre
dispuesto a darnos su gracia, y, especialmente en este tiempo, la gracia para
una nueva conversión, para una mejora de nuestra vida de cristianos.
¿Cuál es el sentido de practicar el ayuno y
la abstinencia?
Debe cuidarse el no vivir el ayuno o la
abstinencia como unos mínimos, sino como una manera concreta con la que nuestra
Santa Madre Iglesia nos ayuda a crecer en el verdadero espíritu de penitencia.
Como ya en los profetas, la llamada de Jesús
a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras
exteriores "el saco y la ceniza", los ayunos y las mortificaciones,
sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras
de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión
interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles,
gestos y obras de penitencia (cf Jl 2,12-13; Is 1,16-17; Mt 6,1-6. 16-18).CEC,
1430
Contemplar el misterio
En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón
profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban
escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba
lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro,
consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que “ve en lo
secreto y te recompensará” (Mt 6,18).
San Josemaría Escrivá
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