La Eucaristía
(misa, comunión, adoración) es la mejor manera de encontrarnos con Dios, de
renovar nuestra amistad con Jesús.
La
Eucaristía es un regalo de amor de Dios a los hombres, es el tesoro de los
tesoros. Es el regalo de los regalos. Es Dios mismo que se da como don y
alimento a los hombres. ¿Podríamos haber imaginado mayor muestra de amor? La
Eucaristía es el sacramento de la presencia de Jesús, del amigo divino, que
viene a nosotros a ofrecernos su amistad y a pedimos un poco de amor. La
Eucaristía (misa, comunión, adoración) es la mejor manera de encontrarnos con
Dios, de renovar nuestra amistad con Jesús... Es el mejor alimento espiritual,
es la mejor oración. Y, sin embargo, cuánta falta de fe en dejar abandonado al
Dios escondido. Precisamente, no pensar en la Eucaristía, no vivir la
Eucaristía, es el mayor pecado o deficiencia de nuestro catolicismo. La mayor
parte de las iglesias están cerradas casi todo el día, escondiendo así al mayor
tesoro del Universo y al mejor medio de santificación: Jesús Eucaristía.
Debemos tener bien claro que la Eucaristía no es algo, sino Alguien. Alguien
que te ama y te espera. Su nombre es JESUS. Por eso, toda tu vida cristiana
debe ser una vida de amistad con Jesús, lo que significa que debe ser una vida
eucaristizada, con una relación personal con Jesús Eucaristía.
Sin embargo, la mayor parte de la gente, cuando tiene problemas, busca
solamente la salud en médicos, siquiatras o curanderos de cualquier clase. Se
van a cualquier grupo o religión para buscarla... y dejan solitario al médico
de los cuerpos y de los corazones, Cristo Jesús. ¿No es esto como para llorar
de pena? Se busca la felicidad en tantas cosas, a veces costosas, cuando
tenemos tan cerca al Dios de la felicidad. ¿Por qué? ¿Por qué no creemos un
poco más? ¿Por qué no comemos el "pan de los fuertes"?
¡Qué pena la de Jesús, viendo tantas almas que se debaten bajo sus ruinas y que
ya no sienten el calor del sol ni oyen el trino de los pájaros ni perciben el
perfume de las flores! ¡Tantas almas frías y egoístas para quienes ya no existe
la paz ni la alegría y casi no tienen fe! ¡Con lo fácil que les sería acercarse
al sagrario para pedir ayuda! ¡Cuánto amor y cuánta paz encontrarían para
superar las dificultades de cada día!
En 1937 varios exploradores rusos lograron pasar unos meses en las proximidades
del Polo Norte, en el reino del hielo eterno, o, como solía decirse, de la
"muerte eterna". Hasta entonces, se creía realmente que allí no podía
crecer ninguna planta. Por eso, la sorpresa de los exploradores fue enorme al
encontrar en el mismo Polo Norte una flor. Era una especie de alga diminuta,
del tamaño de la cabeza de un alfiler, de color azul. Quisieron descubrir su
raíz y empezaron a cavar. Cavaron nueve metros de profundidad y todavía no
dieron con el final de la raíz... Ciertamente, esa flor es un ejemplo para
nosotros. Por todas partes, le rodeaban el hielo y la muerte y no se asustaba
ni retrocedía. Iba taladrando el suelo y se lanzó, en el reino de la oscuridad
y de las tinieblas, hacia arriba en busca de la luz, hasta que la encontró. No
le importó, si tuvo que subir veinte metros. Valió la pena llegar a la luz y poder
alegrar la vida de unos exploradores y alabar a Dios en las solitarias y
heladas regiones del Polo Norte. Por eso, tú no te desanimes, no importa
cuántos metros estés bajo el peso de tus pecados. Jesús te espera en la
confesión y en la luz del sagrario, sigue subiendo, El es la luz del mundo y te
está esperando para darte una nueva vida.
Allí, en el sagrario, vela Jesús todas las noches en silencio, esperando la
llegada del alba y de algunas personas que lo amen para repartirles sus tesoros
de gracia escondidos en su Corazón. Porque el sagrario contiene todos los
tesoros de Dios, ahí están los almacenes llenos y son inagotables. ¿Por qué no
vas a misa? ¿Por qué no comulgas? ¿Por qué no te arrodillas ahora mismo, en el
lugar donde te encuentras, y te diriges al Jesús del sagrario? Mira hacia la
iglesia y dile así:
Jesús mío, ¿qué haces ahí todo el día en la Santa Eucaristía? ¿Qué haces en las
noches silenciosas, solitario en la blanca hostia? ¿Esperándome? ¿Por qué?
¿Tanto me amas? ¿Y por qué yo me siento tan angustiado por los problemas y creo
que Tú te has olvidado de mí? ¿En qué pienso? ¿En qué me ocupo? ¿Por qué me
siento tan solo, si tú eres mi compañero de camino? Ahora, he comprendido que
tú me amas y me esperas y seguirás esperándome sin cansarte jamás, porque
tienes todo tu tiempo exclusivamente para mí. Señor aumenta mi fe en tu
presencia eucarística. Lléname de tu amor ven a mi corazón. Yo te adoro y yo te
amo. Yo sé que tú estás siempre conmigo y que contigo ningún vendaval y ninguna
tempestad podrá destruirme. Dame fuerza, Jesús, YO TE AMO, perdóname mis
pecados. Yo sé que, si estoy contigo, tengo conmigo la fuerza del Universo,
porque tú eres mi Dios.
¡Oh misterio bendito, prodigio de amor; sacramento admirable, fuente de vida,
Jesús Eucaristía! ¡Qué vacía estaba mi vida sin Ti! Ahora he comprendido que tú
eres mi amigo y quieres abrazarme todos los días en la comunión. Por eso, yo te
prometo ir a visitarte todos los días y asistir al gran misterio de amor de la
Eucaristía. Quiero ser tu amigo. ¡AMIGO DE JESUS EUCARISTÍA!
Autor: P. Angel Peña O.A.R.
Fragmento del libro Jesús
Eucaristía, el Amigo que siempre te espera.
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