A ti,
joven de las últimas filas...
Que sueles llegar tarde los domingos a Misa porque siempre hay otro plan; o
porque te da pereza escuchar “lo mismo de siempre”, o porque hay partido. Que
te pones al final porque así sales antes, o sientes que los que se ponen
delante están más comprometidos que tú. Que tus padres ya no te obligan a ir
con ellos, pero de alguna manera sientes que tienes que ir. Que si puedes, vas
con algunos amigos, te pones al final de la iglesia, y habláis de todo un poco.
Sin embargo, rara vez dejas de ir a Misa y la Cena de Jesús forma parte de tu
vida. Muchas veces no sabes bien por qué vas, pero el caso es que celebrar la
Eucaristía te hace querer ser mejor persona –aunque no siempre lo consigas–, y
le da sentido al resto de la semana; porque el trabajo o los estudios a veces
se hacen muy pesados y sientes que Dios te da fuerzas. Sabes que la fe es algo
importante para ti, y aunque no hagas voluntariado ni pertenezcas a ningún
grupo de jóvenes, quieres seguir dedicando parte de tu tiempo a cuidar tu
relación con Dios y ayudar a los demás. Igual quieres hacer algo, pero no sabes
muy bien cómo…
No te propongo que te pongas en la primera fila, no. Te invito a que descubras
el potencial que tienes dentro de ti. A descubrir que Dios sólo te hará sacar
lo mejor de ti y llevará tu idea de felicidad a la plenitud de una vida vivida
al máximo. Te invito también a que te fíes de la Iglesia, formada por personas
mucho más parecidas a ti de lo que imaginas, que te ayudarán a dar lo mejor de
ti, y a elegir cuál es tu camino y a acompañarte, porque seguir a Jesús en
solitario es muy difícil. La Iglesia necesita hombres y mujeres que, desde
cualquier lugar, estén enamorados del Evangelio de Jesús y quieran
comprometerse por construir un mundo más parecido al que Él sueña para
nosotros. ¿Te atreves?
Autor y fuente: Este artículo ha
sido publicado en Facebook en el grupo Sembradores de paz y alegría por Doña.
Yoleida Díaz Morales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario