COMPROMISO: Poner en juego
nuestras capacidades para sacar adelante todo aquello que se nos ha confiado y
nuestra conciencia ha aceptado.
Una persona comprometida es
aquella que cumple con sus obligaciones haciendo un poco más de lo esperado al
grado de sorprender, porque vive, piensa y proyecta sus energías para sacar
adelante a su familia, su trabajo, su estudio y todo aquello que su reflexión
le dicta.
Todos tenemos compromisos de
diversa índole. Aún así, hay personas que esperan exista un contrato una promesa
o una ineludible consecuencia para saberse en un compromiso. El verdadero
compromiso nace desde nuestro interior y tiene como fundamento el conocimiento
y la reflexión. No puede existir el compromiso desde la ignorancia.
El hecho de aceptar “formalmente”
un compromiso, hace suponer que se conocen todos los aspectos, alcances y
obligaciones que conlleva. La realidad es que creemos cumplir a conciencia por
ajustarnos a un horario, obtener un sueldo, asistir a la escuela y estar un
rato en casa. Casi siempre, la falta de compromiso se debe a descuidos un tanto
voluntarios, pero principalmente a la pereza, la comodidad, el egoísmo y la
ignorancia.
No basta con cumplir con lo
previsto, lo estipulado, lo obvio... todo compromiso tiene muchas
implicaciones, pensemos un instante en aquellos que son de los más importantes
que tenemos:
-Como padres de familia: No basta
proporcionar los medios materiales; los hijos necesitan que los padres les
dediquen parte de su tiempo para jugar, conversar y enseñar. ¿Cuántas veces
hemos cancelado un compromiso personal para estar con la familia? Normalmente
sucede lo contrario. Parte del compromiso de ser padres, implica buscar la
amistad de los hijos.
-Como esposos: Partiendo de la
fidelidad como fundamento indispensable, hace falta avivar el amor y la
comprensión, cuidar el aspecto personal ni más ni menos que antes del
matrimonio, hacer pequeños obsequios, salir juntos al cine o a cenar, terminar
una pequeña riña con un beso y un abrazo... Y tantos detalles que parecen olvidarse
con el paso del tiempo.
-Como hijos: Además de la
sinceridad, el respeto, las faenas asignadas en el hogar y el esfuerzo en los
estudios, ¿qué otras cosas haces? Los padres también necesitan cuidados, detalles
de cariño, pequeños servicios y comprensión.
-Como amigos: ¿Nuestras amistades
son “utilitarias”?, es decir, si sólo recordamos a los amigos cuando algo se
nos ofrece. La amistad se cultiva. El mutuo afecto es estar pendiente de su
bienestar personal y familiar.
-Como ciudadanos: Evitar la
indiferencia, no podemos quejarnos de la situación actual del país o del mundo
sin hacer algo para cambiarlo. Lo peor que nos puede suceder es creer que poco
podemos hacer como si no fuéramos parte activa y necesaria del mismo. La
reflexión nos dará la solución para poder poner nuestro compromiso para mejorar
el mundo en el que vivimos.
-Como trabajadores: No olvidar
procurar un ambiente amable y las buenas relaciones. Parte de nuestro
compromiso es la actualización de conocimientos para el perfeccionamiento
profesional.
Estos son solo unos pocos.
¡Cuántos son los compromisos y cuántas cosas implican! Si parece mucho, hemos
vividos con los ojos cerrados a la responsabilidad y pensando sólo en recibir
beneficios, con el temor a dar más de nosotros mismos, a dar más de lo que
recibimos. Seamos honestos, en esto no existe temor sino egoísmo.
La persona comprometida es
generosa, busca como dar más afecto, cariño, esfuerzo, bienestar... en otras
palabras: va más allá de lo que supone en principio el deber contraído. Es
feliz con lo que hace hasta el punto de no ver el compromiso como una carga,
sino como el medio ideal para perfeccionar su persona a través del servicio a
los demás.
Debemos de tener muy claro que el
compromiso no es real cuando surge de la obligación y la ignorancia. Nada mejor
para ilustrar dicho comentario que una antigua fábula.
LA ZORRA Y EL CHIVO EN EL POZO
Cayó una zorra en un profundo
pozo, viéndose obligada a quedar dentro por no poder alcanzar el borde.
Llegó más tarde al mismo pozo un
chivo sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena. Ella
ocultando su verdadero problema se deshizo en elogios para el agua, afirmando
que era excelente, e invitó al chivo a descender y probarla donde ella estaba.
Sin pensárselo saltó el chivo al
pozo, y después de saciar su sed, le preguntó a la zorra cómo harían para salir
de allí.
Dijo la zorra entonces:
-Hay un modo, que sin duda es
nuestra mutua salvación. Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien
arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de
ti y te alzaré.
El chivo la creyó y así lo hizo de
buen grado y diligencia, y la zorra trepando hábilmente por la espalda y los
cuernos de su compañero, alcanzó a salir del pozo, alejándose de la orilla al
instante, sin cumplir con lo prometido.
Cuando el chivo le reclamó la
violación de su convenio, se volvió la zorra y le dijo:
-¡Oye socio, si tuvieras tanta
inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en
cómo salir después!
Antes de comprometerte en algo,
piensa primero si podrías salir de aquello, sin tomar en cuenta lo que te
ofrezcan tus vecinos.
Fábula de Esopo.
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