Dios es tu aliado, Él te respaldará y peleará por ti
si permaneces junto a Él y le pides ayuda
En el libro de Jim Cymbala, Fresh Faith, una de mis
últimas lecturas, me pareció trascendente una reflexión sobre la manera en que
el enemigo de Dios opera en contra nuestra y de todo aquello que Dios tiene
para nosotros.
A Satanás no le
interesa quitarnos nuestro dinero, otras posesiones, diversión, proyectos
profesionales, fama, etc. De hecho, le conviene ofrecernos todo esto para
atraernos y mantenernos ocupados, alejados de los propósitos eternos de nuestro
Creador. Dios es omnipotente, omnipresente y omnisciente. El diablo tiene poder
limitado, no puede estar en todos los lugares a la vez ni lo sabe todo, por
ejemplo, no puede leer nuestro pensamiento. Él se basa en nuestras reacciones y
debilidades para atacarnos y someternos. Su arma favorita es la seducción.
El propósito de
Dios es darnos vida, y vida en abundancia; sanarnos; apartarnos del pecado y de
la muerte; darnos sus bendiciones; cumplir su proyecto en nosotros; en una
palabra: santificarnos. El propósito de Satanás es destruir todo eso, y su meta
específica es robar, matar y destruir. Es importante notar que primero “roba”.
Pero ¿qué es aquello que nos roba?
Él quiere
robarnos principalmente lo más valioso de nuestra vida: la fe en Dios.
Asimismo, quiere robarnos el gozo, la paz, la salvación; quiere robarnos el
futuro de nuestros hijos, el vínculo de nuestro matrimonio, el amor en nuestro
corazón, la armonía con nuestros semejantes, nuestro llamado en el Reino de
Dios, nuestro ministerio, nuestro crecimiento espiritual y nuestra
consagración.
Una vez que lo
ha logrado, entramos en un desequilibrio emocional, mental y físico, de modo
que la muerte espiritual se apodera de nosotros, obedecemos a la carne y
cometemos toda clase de pecados. Entonces, si no nos arrepentimos y nos
volvemos a Dios en busca de su rescate, comienza la destrucción final:
divorcio, hijos en y malos pasos, enfermedad, enemistad con familiares y
amigos, aislamiento, desórdenes mentales y una vida completamente miserable,
sin esperanza.
Si tu
matrimonio está en crisis, si tus hijos se han vuelto imposibles, si en tu
familia hay pleitos y divisiones, si tus emociones, reacciones y acciones están
fuera de los límites normales, si sientes que el mundo se ha vuelto contra ti y
todo se ha salido de control, detente. Haz una pausa, tómalo en serio y date
cuenta de que el enemigo ya te ha robado muchas cosas. Alguien tiene que poner
un alto, y ese (a) eres tú. Pelea la buena batalla de la fe y levántate en
oración contra el maligno.
Dios es tu
aliado, Él te respaldará y peleará por ti si permaneces junto a Él y le pides
ayuda. Ríndete a él, renuncia a tu carne y sigue al Espíritu. Dios te hará
recuperar todo lo que Satanás te ha robado y ha empezado a matar. No permitas
que destruya ningún área de tu vida. Tu vida le pertenece a quien te creó. Es
la fe lo único que Él te pide: “El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17). El
enemigo lo sabe, por eso ha intentado matar tu fe. Levántate y lucha con todo
tu corazón, de rodillas, Dios te devolverá la paz, el gozo, tu familia, tu
matrimonio, tu ministerio, y mucho, mucho más.
Por: Maleni Grider | Fuente: ACC Agencia de Contenido Católico
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