Son tantas
las señales que muestran lo mucho que Dios me ama
Soy un ser limitado. Limitado por mi
cuerpo, mis fuerzas, mis debilidades, mis enfermedades, mi memoria (buena o
mala). Limitado por mi historia (con sus momentos malos y sus momentos buenos).
Limitado por mis miedos (que muchas veces me paralizan y me impiden salir de mí
mismo).
Soy limitado... y a la vez grande,
abierto a mil posibilidades. Porque tengo una inteligencia para pensar, porque
tengo una voluntad para amar, porque tengo un tiempo, este “ahora” maravilloso,
para decidir que mi vida sea para Dios y para los demás.
Limitado y grande, cuento además con un
don infinito: el hecho de ser amado por Dios. Continuamente me busca, me mira,
me alimenta, me viste, me anima, me cura, me perdona, me salva...
Un desayuno, una comida, el viento, el
agua, un día de frío o de calor, la hierba que crece sin murmullo, el mirlo que
me despierta por las mañanas... Son tantas las señales que muestran lo mucho
que Dios me ama.
En este día sentiré mis límites: el
cansancio o el miedo aparecerán continuamente bajo las cortinas. Pero también
pondré en marcha mi grandeza: esa mente y ese corazón que me permiten avanzar
hacia la verdad y aspirar a la justicia.
Sobre todo, en este día me abriré al
inmenso y cercano Amor de Dios. Un Amor tierno, detallista, paterno,
personalizado. Un Amor que me ha librado tantas veces del peligro, que me ha
levantado del pecado, que me ha dado la posibilidad de llamarle con el nombre
más maravilloso: Padre nuestro.......
Por: P. Fernando Pascual, L.C
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