Autor: Pablo Cabellos Llorente
¿Por qué ha sido elegido Papa el cardenal Bergoglio? Es
obvio que se cruzarán motivos varios. Tal vez el nombre elegido y sus primeros
pasos como Francisco I dan alguna pista. Ha afirmado el cardenal Dolan que ha
tomado ese nombre en atención a san Francisco de Asís. El resto de lo que
gratamente hemos podido comprobar nos conducen al camino de la humildad, de la
sencillez. Un hombre con fama de rezador, bien preparado y humilde, sencillo.
Todas sus actitudes son naturales, impropias de quien se pensara posando.
Mentiría si dijera que conozco bien sus libros, homilías y
mensajes, pero pienso que se puede afirmar con su lectura que ese modo de ser
llano no tiene nada que ver con la blandenguería en la enseñanza o en el
gobierno. Si leemos, por ejemplo, su último mensaje de Cuaresma, nos
encontramos con estas palabras: "Convivimos con la violencia que mata, que
destruye familias, aviva guerras y conflictos en tantos países del mundo. Convivimos
con la envidia, el odio, la calumnia, la mundanidad en nuestro corazón. El
sufrimiento de inocentes y pacíficos no deja de abofetearnos; el desprecio a
los derechos de las personas y de los pueblos más frágiles no nos son tan
lejanos; el imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la
corrupción, la trata de personas -incluso de niños- junto con la miseria
material y moral son moneda corriente. La destrucción del trabajo digno, las
emigraciones dolorosas y la falta de futuro se unen también a esta sinfonía.
Nuestros errores y pecados como Iglesia tampoco quedan fuera de este gran
panorama".
No le falta energía ni claridad, como tampoco la olvidó para
dirigirse al gobierno argentino acerca de problemas morales como el del
matrimonio homosexual, o cuando se ha referido a temas candentes: eutanasia,
aborto, etc. En la reunión de obispos americanos en Aparecida se refería al
sacramento de la Eucaristía en estos términos: "Debemos
atenernos a la 'coherencia eucarística', es decir, ser conscientes de que no
pueden recibir la sagrada comunión y al mismo tiempo actuar con hechos o
palabras contra los mandamientos, en particular cuando se propician el aborto,
la eutanasia y otros delitos graves contra la vida y la familia. Esta
responsabilidad pesa de manera particular sobre los legisladores, gobernantes y
los profesionales de la salud".
Conocida y
vivida es su trayectoria para mostrar la doctrina social de la Iglesia. Una
sóla muestra tomada de un Seminario de Políticas Públicas, con participación de
muchos personajes conocidos: la intervención más sonada fue la del cardenal,
que criticó la situación por la que atravesaba Argentina, reprochando al
Gobierno lo que él consideraba como una falta de acción para frenar la pobreza
en su país, situación que sería "inmoral, injusta e ilegítima", al
ocurrir en una nación que posee las condiciones económicas necesarias para
evitar esos daños. "En lugar de eso, pareciera que se ha optado por
agravar más las desigualdades", opinó el entonces primado de la Iglesia
católica argentina, para quien "los derechos humanos se violan no sólo por
el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por estructuras
económicas injustas que originan grandes desigualdades".
Dije al
principio que Francisco I tiene fama de rezador, de hombre piadoso. No hace
mucho -creo que en 2012-, publicó el libro "Mente abierta, Corazón
creyente". Una recensión del momento decía así: La obra se divide en cuatro partes que
guardan una unidad, fundamentada en los ejes de la fe y la oración, y cada una
de sus páginas –se asegura- invita a reflexionar, a rezar, a detenerse, a mirar
la propia vida en silencio, en soledad, en comunidad o frente al Santísimo.
Buena tarjeta de presentación para quien llega al pontificado en el Año de la
Fe. A lo largo de su vida hay muchas referencias a ese camino de fe y oración
fraguados en el silencio elocuente de la comunicación con Dios, la tarea más
alta a realizar por el ser humano. Sí, se puede hablar con Dios, es necesario
escuchar en calma el susurro o quizá los gritos silenciosos de Dios. Todo un
síntoma: su primera visita ha sido para la Virgen, Salus Populi Romani.
No es el hombre que estudie los
detalles de cara a la galería: Una vez elegido y presentado a los fieles,
vuelve a la hospedería cardenalicia de Santa Marta en el mismo autobús que los
cardenales, y a la vuelta de la estancia en Santa María Mayor, se detiene en su
lugar de hospedaje previo al cónclave para recoger sus efectos personales y
pagar.
Son cuarenta días -dijo de la Cuaresma- para que nos
convirtamos hacia la santidad misma de Dios; nos convirtamos en colaboradores
que recibimos la gracia y la posibilidad de reconstruir la vida humana para que
todo hombre experimente la salvación que Cristo nos ganó con su muerte y
resurrección. Junto a la oración y a la penitencia, como signo de nuestra fe en
la fuerza de la Pascua que todo lo transforma, también nos disponemos a iniciar
igual que otros años nuestro “Gesto cuaresmal solidario”. Casi un programa.
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