La fe es una aceptación con el que nuestra mente y
nuestro corazón dicen su «sí» a Dios. Y este «sí» transforma la vida.
Creer es una palabra que podemos definir como la plena confianza en alguien, todos tenemos amigos con quienes fácilmente nos abrimos, confiamos en ellos y ponemos en ellos lo más escondido de nuestro corazón. Creer es en cierto sentido algo natural desde la perspectiva humana.
En la primera catequesis sobre la fe, el Papa ha hecho estas preguntas: ¿qué es creer hoy? ¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las nuevas generaciones? ¿En qué dirección orientar las elecciones de nuestra libertad para un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera tras el umbral de la muerte?
La fe no es aprenderse el catecismo de memoria, no es un trabajo intelectual de verdades sobre Dios, es un acto donde libremente pongo mi confianza en Dios. La fe es no desesperarse ante la maldad del hombre, sino es creer que Dios puede transformar toda esclavitud, empezando por la mía. En estás palabras del Papa, la fe es "confiarme a Dios con la actitud del niño, quien sabe que todas sus dificultades, todos sus problemas están asegurados".
Todos tenemos que meditar esto más seguido, todos en nuestra vida nos encontramos con problemas e incluso "situaciones a veces dramáticas", pero no hay que olvidar que "creer cristianamente significa este abandonarme con confianza en el sentido profundo que me sostiene a mí y al mundo, ese sentido que nosotros no tenemos capacidad de darnos, sino sólo de recibir como don, y que es el fundamento sobre el que podemos vivir sin miedo."
"La fe es don de Dios, pero es también acto profundamente libre y humano." Con razón tenemos que pedir con insistencia ¡Credo Domine, adauge nobis fidem! en esta peregrinación de la vida, en la oscuridad, en el desierto y con las llagas abiertas. La fe es una aceptación con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su «sí» a Dios. Y este «sí» transforma la vida, abre el camino hacia una plenitud de significado, la hace nueva, rica de alegría y de esperanza fiable.
En nosotros tiene que empezar la búsqueda de la fe, la confianza absoluta y la familiaridad con Dios en sus sacramentos, para poder convertirnos en un "libro abierto que narre la experiencia de la vida nueva".
Creer es una palabra que podemos definir como la plena confianza en alguien, todos tenemos amigos con quienes fácilmente nos abrimos, confiamos en ellos y ponemos en ellos lo más escondido de nuestro corazón. Creer es en cierto sentido algo natural desde la perspectiva humana.
En la primera catequesis sobre la fe, el Papa ha hecho estas preguntas: ¿qué es creer hoy? ¿qué sentido tiene vivir? ¿Hay un futuro para el hombre, para nosotros y para las nuevas generaciones? ¿En qué dirección orientar las elecciones de nuestra libertad para un resultado bueno y feliz de la vida? ¿Qué nos espera tras el umbral de la muerte?
La fe no es aprenderse el catecismo de memoria, no es un trabajo intelectual de verdades sobre Dios, es un acto donde libremente pongo mi confianza en Dios. La fe es no desesperarse ante la maldad del hombre, sino es creer que Dios puede transformar toda esclavitud, empezando por la mía. En estás palabras del Papa, la fe es "confiarme a Dios con la actitud del niño, quien sabe que todas sus dificultades, todos sus problemas están asegurados".
Todos tenemos que meditar esto más seguido, todos en nuestra vida nos encontramos con problemas e incluso "situaciones a veces dramáticas", pero no hay que olvidar que "creer cristianamente significa este abandonarme con confianza en el sentido profundo que me sostiene a mí y al mundo, ese sentido que nosotros no tenemos capacidad de darnos, sino sólo de recibir como don, y que es el fundamento sobre el que podemos vivir sin miedo."
"La fe es don de Dios, pero es también acto profundamente libre y humano." Con razón tenemos que pedir con insistencia ¡Credo Domine, adauge nobis fidem! en esta peregrinación de la vida, en la oscuridad, en el desierto y con las llagas abiertas. La fe es una aceptación con el que nuestra mente y nuestro corazón dicen su «sí» a Dios. Y este «sí» transforma la vida, abre el camino hacia una plenitud de significado, la hace nueva, rica de alegría y de esperanza fiable.
En nosotros tiene que empezar la búsqueda de la fe, la confianza absoluta y la familiaridad con Dios en sus sacramentos, para poder convertirnos en un "libro abierto que narre la experiencia de la vida nueva".
Autor: Mariano Hernández.
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