La percepción que tenemos de nuestros hijos influye en su comportamiento...
Una historia antigua
La percepción que tenemos de nuestros hijos influye en su comportamiento, aunque no nos demos cuenta. Es lo que en psicología se llama el efecto Pigmalión.
Muchos de los mitos de la antigua Grecia han servido como fundamento para caracterizar diversos tipos de comportamiento. Así, por ejemplo, Sigmund Freud fundamentó una parte de su teoría en los mitos de Edipo y Electra.
Cuenta Ovidio en su Metamorfosis que Pigmalión, rey de Chipre, esculpió una estatua con la figura ideal de la mujer. Le gustó tanto su obra que quiso que se convirtiera en un ser real. EI deseo fue muy fuerte e hizo todo lo que pudo para conseguirlo. Pidió ayuda a Venus Afrodita, la diosa del amor, la cual realizó su sueño. Así nació Galatea, su mujer ideal.
En este mito griego se encierran significados complejos que se replican en la educación de los hijos, la enseñanza de los alumnos y, a veces, en el estilo para dirigir al personal de una organización.
¿Puedo predecir el futuro?
Cuando alguien anticipa un hecho, existen muchas probabilidades de que se cumpla. A este fenómeno en psicología social se le llama "realización automática de las predicciones" y también se le conoce como "el efecto Pigmalión" o "la profecía que se cumple a sí misma".
Podríamos decir que el efecto Pigmalión es el proceso por el cual las creencias y expectativas de una persona afectan de tal manera su conducta que ésta provoca en los demás una respuesta que confirma dichas expectativas. Es un modelo de relaciones interpersonales según el cual las expectativas, positivas o negativas, de una persona influyen realmente en aquella otra con la que se relaciona.
Mi hijo será como lo veo
Este fenómeno se da cuando existen relaciones de dependencia entre las personas: padres e hijos, profesores y alumnos, jefes y subordinados, etc. El porqué de que esto suceda estaría relacionado con una energía sutil que las personas somos capaces de enviar a otras.
Los padres, los maestros y los jefes tienen una fantasía respecto de cómo debe ser y funcionar un hijo, un alumno o un colaborador ideal, por lo que dichas expectativas terminan condicionando el desempeño de los dependientes.
Johann W. Goethe dijo que "si tomamos a los hombres tal y como son, los haremos peores de lo que son. Pero si los tratamos como si fueran lo que deberían ser, los llevaremos adonde tienen que ser llevados".
El efecto Pigmalión parte de tres supuestos:
1. Creer firmemente en un hecho.
2. Tener la expectativa de que se va a cumplir.
3. Acompañar con mensajes que animen su consecución.
Muchos psicólogos han hecho diversas pruebas para comprobar este efecto, y han demostrado que sólo la expectativa puede influir en la conducta de los otros.
En el campo de la educación, el efecto Pigmalión fue introducido por el psicólogo estadounidense Robert Rosenthal, quien realizó un experimento con alumnos y maestros para demostrar que los estudiantes obtenían mejores rendimientos y un mayor desarrollo personal en la medida en que las expectativas de sus educadores eran mayores.
Esto se comprobó mediante una serie de experimentos aplicados con tests de inteligencia a estudiantes con dificultades escolares. Posteriormente, a los maestros se les comunicaban los resultados falseados, en los cuales los muchachos aparecían como mucho más inteligentes de lo que en realidad obtenían en el test. La consecuencia fue que esos alumnos pasaron a ser los más destacados en clase y mostraron una inteligencia por encima del promedio. La razón de esa superación estribó en que los estudiantes se sintieron más capaces.
Lo anterior se debió, principalmente, a que los profesores esperaban siempre buenos rendimientos de estos alumnos a los que se les había presentado como especialmente inteligentes. Movidos por este preconcepto, los maestros aplaudían cualquier pequeño acierto y disimulaban los pequeños fallos.
El efecto de esta predisposición positiva de los profesores era que aumentaba en estos alumnos la confianza en sí mismos y, en consecuencia, mejoraba su rendimiento.
"Para el profesor Fernández yo seré siempre un niño travieso porque él me trata siempre como a un niño travieso; pero yo sé que para ti puedo ser un gran hombre, porque tú siempre me has tratado y me seguirás tratando como un gran hombre".
¿Cómo vemos a nuestros hijos?
La percepción que tenemos de nuestros hijos influye en su comportamiento, aunque no nos demos cuenta. Es lo que en psicología se llama el efecto Pigmalión.
Muchos de los mitos de la antigua Grecia han servido como fundamento para caracterizar diversos tipos de comportamiento. Así, por ejemplo, Sigmund Freud fundamentó una parte de su teoría en los mitos de Edipo y Electra.
Cuenta Ovidio en su Metamorfosis que Pigmalión, rey de Chipre, esculpió una estatua con la figura ideal de la mujer. Le gustó tanto su obra que quiso que se convirtiera en un ser real. EI deseo fue muy fuerte e hizo todo lo que pudo para conseguirlo. Pidió ayuda a Venus Afrodita, la diosa del amor, la cual realizó su sueño. Así nació Galatea, su mujer ideal.
En este mito griego se encierran significados complejos que se replican en la educación de los hijos, la enseñanza de los alumnos y, a veces, en el estilo para dirigir al personal de una organización.
¿Puedo predecir el futuro?
Cuando alguien anticipa un hecho, existen muchas probabilidades de que se cumpla. A este fenómeno en psicología social se le llama "realización automática de las predicciones" y también se le conoce como "el efecto Pigmalión" o "la profecía que se cumple a sí misma".
Podríamos decir que el efecto Pigmalión es el proceso por el cual las creencias y expectativas de una persona afectan de tal manera su conducta que ésta provoca en los demás una respuesta que confirma dichas expectativas. Es un modelo de relaciones interpersonales según el cual las expectativas, positivas o negativas, de una persona influyen realmente en aquella otra con la que se relaciona.
Mi hijo será como lo veo
Este fenómeno se da cuando existen relaciones de dependencia entre las personas: padres e hijos, profesores y alumnos, jefes y subordinados, etc. El porqué de que esto suceda estaría relacionado con una energía sutil que las personas somos capaces de enviar a otras.
Los padres, los maestros y los jefes tienen una fantasía respecto de cómo debe ser y funcionar un hijo, un alumno o un colaborador ideal, por lo que dichas expectativas terminan condicionando el desempeño de los dependientes.
Johann W. Goethe dijo que "si tomamos a los hombres tal y como son, los haremos peores de lo que son. Pero si los tratamos como si fueran lo que deberían ser, los llevaremos adonde tienen que ser llevados".
El efecto Pigmalión parte de tres supuestos:
1. Creer firmemente en un hecho.
2. Tener la expectativa de que se va a cumplir.
3. Acompañar con mensajes que animen su consecución.
Muchos psicólogos han hecho diversas pruebas para comprobar este efecto, y han demostrado que sólo la expectativa puede influir en la conducta de los otros.
En el campo de la educación, el efecto Pigmalión fue introducido por el psicólogo estadounidense Robert Rosenthal, quien realizó un experimento con alumnos y maestros para demostrar que los estudiantes obtenían mejores rendimientos y un mayor desarrollo personal en la medida en que las expectativas de sus educadores eran mayores.
Esto se comprobó mediante una serie de experimentos aplicados con tests de inteligencia a estudiantes con dificultades escolares. Posteriormente, a los maestros se les comunicaban los resultados falseados, en los cuales los muchachos aparecían como mucho más inteligentes de lo que en realidad obtenían en el test. La consecuencia fue que esos alumnos pasaron a ser los más destacados en clase y mostraron una inteligencia por encima del promedio. La razón de esa superación estribó en que los estudiantes se sintieron más capaces.
Lo anterior se debió, principalmente, a que los profesores esperaban siempre buenos rendimientos de estos alumnos a los que se les había presentado como especialmente inteligentes. Movidos por este preconcepto, los maestros aplaudían cualquier pequeño acierto y disimulaban los pequeños fallos.
El efecto de esta predisposición positiva de los profesores era que aumentaba en estos alumnos la confianza en sí mismos y, en consecuencia, mejoraba su rendimiento.
"Para el profesor Fernández yo seré siempre un niño travieso porque él me trata siempre como a un niño travieso; pero yo sé que para ti puedo ser un gran hombre, porque tú siempre me has tratado y me seguirás tratando como un gran hombre".
¿Cómo vemos a nuestros hijos?
He leído su entrada y me ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarEl refuerzo hace que la autoestima aumente y como consecuencia mejora el comportamiento....como maestra lo sé. Mi cordial saludo
Gracias Francisca, lo primero por ser lectora de mi blog y segundo por tener la amabilidad y la delicadeza de dejar un comentario.
EliminarMuy atentamente.
Manuel Murillo.