Ellos están ahí, cerca de tu puerta, con una sonrisa
cada día, con amor cada hora, con las manos repletas de bendiciones para ti.
Las visitas a la Santísima Virgen y a Jesucristo, realizadas con fe y fervor,
infunden no pocos ánimos. En tu ciudad viven, a unos pasos de tu calle; no
cuesta gran cosa visitarles un minuto, darles los buenos días, pedirles una
misericordia para la jornada. Esas pequeñas visitas, esos pequeños momentos,
robados a tu abultada agenda, inyectarán vigor a tu alma triste; ve a
visitarles con más frecuencia, con más amor y menos prisa, que son los amigos
de tu alma, los que ponen suavidad y eficacia en tus actividades febriles.
María Santísima y Jesús están ahí, cerca de tu puerta, con una sonrisa cada
día, con amor cada hora, con las manos repletas de bendiciones para ti.
Jesús y María son dos antiguos amigos desaprovechados; siempre los tuviste,
siempre los tendrás muy cerca de ti, a total disposición, con un amor que, si
supieras... pero conocer es el arte que pocos aprenden; si conocieras quién
es... suena a dulce reto.
Si el arte de vivir es amar y ser amado, ahí tienes dos amigos que siempre te
han querido y a los que no has sabido amar.
Una breve visita, un corto detenerse, un pequeño gesto de cariño, un mirar y
ser mirado, un alargar la mano y dar la diaria limosnita de amor.
Autor: P. Mariano de Blas LC
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