Los tres vínculos de unidad con el sucesor de Pedro
«La voz del Papa no es
una voz como las demás». Lo dijo el arzobispo Antonio Filipazzi, Nuncio
apostólico en Indonesia, durante la homilía que pronunció en la catedral de
Jakarta por la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo.
Citando el Concilio Vaticano II, el Nuncio subrayó que «es muy importante que
cada fiel y cada comunidad cristiana esté en plena comunión con el Papa».
«No se trata simplemente de un sentimiento de simpatía, de un interés
intelectual por lo que dice, o de actos solamente exteriores de entusiasmo para
con él. Hay que estar ligados al Papa con vínculos objetivos, visibles,
concretos, con esos vínculos que nos unen entre nosotros en la Iglesia».
Monseñor Filipazzi después indicó los tres vínculos de unidad con el sucesor de
Pedro.
Sobre todo, la fe:
Por ello, la voz del Papa no es comparable con «las opiniones de los teólogos,
ni siquiera con la de los obispos, sino que es un criterio determinante para
evaluar las doctrinas que se enseñan y se predican en la Iglesia, y las
opiniones y las teorías que se difunden en la sociedad... El Papa no necesita
nuestros aplausos cuando habla, sino que es necesario que su enseñanza se
convierta en el punto de referencia constante para nuestros pensamientos y
nuestras acciones».
El segundo vínculo es el de la liturgia:
«Como a menudo nos ha recordado Benedicto XVI, nosotros debemos celebrar la
liturgia no como algo que inventamos a placer, según nuestras ideas, siguiendo
las modas o las teorías del momento, sino que debemos celebrarla como algo más
grande que todos nosotros, en la que nosotros entramos y con la que plasmamos
nuestra plegaria».
«Es necesario apelar con fuerza la fidelidad hacia las normas sobre la liturgia
que ha dado la Iglesia: los obispos y los sacerdotes, ministros de la santa
liturgia, no son sus padrones, no pueden cambiarla a placer, y los fieles no
deben considerar que las celebraciones litúrgicas pueden ser objeto de sus
gustos y deseos. La liturgia no pertenece a nadie y no puede ser manipulada por
nadie».
El tercer y último vínculo es el de la disciplina:
A Pedro y a sus sucesores, así como a los obispos en comunión con el Papa, «fue
confiada la tarea no solo de enseñar y santificar, sino también la de gobernar
al pueblo de Dios, dándole directirces y normas, que deben ser acogidas con
respeto y obediencia».
«No se trata de decisiones arbitrarias de los que tienen el poder, sino que a
través de ellas se nos manifiesta la divina voluntad... La mentalidad corriente
ce a menudo en las leyes y en la autoridad un límite y un obstáculo para la
libertad, en vez de una ayuda para vivir la libertad según la verdad y por el
verdadero bien de todos. Incluso en las comunidades cristianas permanece la
falsa convicción de que el derecho se opone a la pastoral, mientras, en cambio,
las leyes también son por el bien de las almas, y existe el riesgo de que en
nombre de la pastoral se comentan injusticias y abusos».
«La verdadera comunión con el Papa, pues, también pasa a través de la fiel
obediencia a las normas y directrices de la Sede Apostólica. Y no hay unión con
el sucesor de Pedro si estas normas y directrices se ignoran, se rechazan o no
se desarrollan», con el pretexto de la situación local o de la pertenencia a
una cultura particular.
Autor: Andrea
Tornielli | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it
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