"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

miércoles, 1 de octubre de 2014

Para meditar las palabras del Ave María

Dios te salve, Bendita. Y bendícenos a nosotros. Dios te salve, María, llena eres de gracia.

Vamos a meditar las palabras del Ave María, para que al repetirlas disfrutemos mas el Rosario. Recuerda "Octubre, mes del Rosario"


Dios te salve

Te saludo con todo mi amor
y con toda la alegría de mi corazón.´
Dios te salve, Bendita.
Y bendícenos a nosotros,
los hijos de la Bendita entre todas las mujeres.
Todos tus hijos del mundo, 
en las ciudades populosas, en los valles y montañas de los cinco continentes 
te saludan a diario cuando rezan el avemaría.
Yo me uno a ese coro de hijos amantes y felices,
Oh Madre bendita.
Sí, bendita mil veces, bendita para siempre.
Dios te salve...


María

Me encanta pronunciar tu nombre porque es el tuyo: María, Virgen María, Santa María de Guadalupe.
Tu nombre ha poblado de bellas iglesias
las ciudades y las montañas.
Lo pronuncian con grandísimo amor y ternura
los jóvenes, los adultos y los niños, 
Tu nombre lo llevan con orgullo santo
millones de mujeres del mundo cristiano.
Porque te aman y porque quieren parecerse a Ti.
Necesitamos de verdad en nuestro mundo 
muchas Marías que tengan un corazón 
parecido al tuyo.
María bendita, míranos con tus ojos de cristal,
con tus ojos purísimos de paloma,
y llénanos de tu perfumada presencia,
de tu ternura inmensa, de tu fe y de tu amor.
Dios te salve, María...


Llena eres de gracia

Cántaro que rebosa de la gracia, de la vida de Dios,
de su amor inefable, de su santidad.
Más santa y pura que todos los santos,
más que los querubines y serafines.
Por eso la belleza de tu alma y de tu rostro
son el encanto de tu Dios.
Y el encanto de nosotros también.
Nos colma de tanta alegría
saber que nuestra madre es tan santa, 
tan bella, tan pura y tan sencilla.
Así te saludó el ángel: Llena de gracia,
impresionado de tu alma.
Dios te salve, María, llena eres de gracia...


El Señor es contigo

Esta frase de la Biblia
siempre va después del "No tengas miedo".
Desde que naciste Dios ha estado contigo,
porque te cuidó como a su perla preciosa,
a su rosa exquisita.
Él te preparó desde muy niña con sus manos santas
para que fueras después su Madre santa.
Todo el amor infinito de Dios
cuidando una flor llamada María.
Estuvo contigo en tus años de infancia
cuidando a la niña más bella, 
más santa, más querida.
Te cuidó en la adolescencia preparando tu alma
y tu cuerpo bendito y santísimo para la maternidad.
El Señor está contigo: Te lo dijo un arcángel
y él sabía lo que decía.
Contigo estuvo en los años de tu embarazo, 
dentro de tu seno, haciéndose un niño
por amor a nosotros.
Toda tu vida terrena estuvo contigo.
Y Tú estuviste con Él.
Fuiste madre, nueva Eva, corredentora.
Estuvo contigo en la cruz, muriendo junto a Ti.
También estuviste Tú con Él, 
hasta que murió en el patíbulo
y pasó de los brazos muertos de la cruz
a los brazos vivos y amorosos de su madre.
Estuvo contigo en los años de tu soledad,
santificando a su madre amadísima, 
para que llegara al cielo resplandeciente como el sol y blanca como la luna.
Contigo está y estará por toda la eternidad en el cielo.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo....


Bendita Tú eres entre todas las mujeres

¿Qué es Eva comparada contigo?
¿Qué son las mujeres de la tierra junto a Ti?
Tú eres la imagen perfecta, única
de la mujer que quiso crear.
Por eso, las mujeres, si no se llaman Marías, 
al menos deben serlo, parecerse a Ti
que eres el modelo preciosísimo
de la mujer cristiana.
Querer llamarse como Tú es una buena elección.
Pero parecerse a Ti debe ser su ideal.
Modelo de niña y mujer,
adorable modelo de madre y esposa.
Porque Tú pasaste por todas las etapas 
del crecimiento de la mujer,
enseñando cómo se puede ser una gran mujer,
una mujer santa, un apóstol de Jesús,
y, además, una mujer feliz...
Con muy poco presupuesto, en una casita humilde,
pero donde estaba Dios,
y donde Dios está nada hace falta.
La pobre casita de María rebosaba de amor,
de santidad y de felicidad.
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo. 
Bendita Tú eres entre todas las mujeres... 


Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

Bendita la flor, bendito también el fruto.
Jesús, el amado del Padre
ha nacido de Ti como la rosa del rosal.
La rosa pertenece al rosal.
Jesús te pertenece, es tuyo, hijo tuyo,
fruto de tus purísimas entrañas.
Y Tú eres de Jesús, toda de Jesús,
pues Él, además de ser hijo tuyo,
es tu Dios omnipotente,
del que te consideras su esclava.
Jesús y Tú sois, además, de nosotros.
Jesús, porque Tú nos lo diste,
en un gesto de amor único y lleno de misericordia...
Y Tú nos perteneces porque Él te convirtió en Madre,
en Madre nuestra.
Entre las palabras que siempre meditas 
en tu corazón, están éstas:
"Ahí tienes a tu hijo, ahí tienes a tu madre".
Para nosotros esta sola frase constituye 
todo un evangelio, una buena nueva.
Si Jesús es nuestro, si María es nuestra,
¿qué dificultad nos podrá derrotar?
¡Qué poco felices nos atrevemos a ser
cuando nos han dado la llave de la felicidad,
de la felicidad completa y eterna!
Dios te salve, María, llena eres de gracia,
El Señor es contigo, 
Bendita Tú eres entre todas las mujeres
Y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.


Santa María

Si María es tu nombre,
santa, santísima es tu sobrenombre,
La cualidad que siempre va con tu nombre. 
Por eso tu nombre nos produce inmensa alegría
y al mismo tiempo gran respeto.
Santa María, dulce María, eres bellísimo jardín 
donde crecen las flores más bellas.
Espiga dorada pletórica de fruto,
mística rosa, perfumada y más pura 
que todas las rosas del mundo.
Santa María, dulce Madre, Virgen pura,
Reina bellísima y sencilla campesina
de la entrañable campiña de Nazaret.


Madre de Dios

Te amamos como Madre nuestra 
y te veneramos como madre de Dios,
grandeza incomparable que te ennoblece 
y nos llena de orgullo santo,
porque nuestra madre es también madre de Dios.
Para tan alto privilegio se requería
una Madre virgen
una virgen santa
una mártir del alma
una criatura llena de gracia
y una humildísima esclava del Señor, 
que supiera decir: Hágase en Mí según tu palabra.
¿Cómo pudiste poseer al mismo tiempo
la máxima grandeza
y la más fina y profunda humildad? 
Dios te consideró digna madre suya.
Aceptó ser Hijo de tus entrañas.
Te hizo grande el que todo lo puede
y tú te hiciste pequeña como una esclava
al completo servicio de tu Señor.
Madre y esclava del Señor.
Como Madre de Dios 
me infundes un respeto inmenso.
Como esclava del Señor una ternura infinita.


Ruega por nosotros, pecadores

Somos tus hijos pecadores
Somos hijos pródigos que hemos recorrido
los senderos del pecado y del hastío.
Fuimos hijos de una madre pecadora,
antes de ser aceptados por una Madre Inmaculada.
Ruega a tu Hijo omnipotente,
Tú que eres la omnipotencia suplicante.
Ruega siempre para que no nos engañe más
el padre de la mentira.
Dile a Jesús que no tenemos vino,
que se nos ha terminado la alegría y el amor.
Pide para nosotros el milagro de la resurrección
cuando caemos muertos de cansancio y de dolor.
El que dijo ser la resurrección y la vida es hijo tuyo.
El que dijo ser la Verdad y la Vida, te llama Madre.
Entonces, suplícale que nos otorgue
la resurrección y la vida.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores...


Ahora...

El día de hoy,
El día de las oportunidades de santificarnos 
o de pecar.
Hoy, el día al que le basta su afán.
El único día que tenemos en las manos.
Que lo llenemos de amor y de bondad.
Ahora líbranos de caer en la tentación.
Hoy que sepamos amar a nuestros prójimos,
Hoy que no endurezcamos el corazón,
Hoy que oigamos la voz del Espíritu Santo.
Ahora, en este presente que se transforma
constantemente en futuro. 
Hoy, que el día de hoy amemos, nos santifiquemos,
Seamos instrumentos de la paz de Jesús.
Hoy, en esta pequeña vida que es el día presente.


Y en la hora de nuestra muerte. Amén.

En ese momento en el que se juega
nuestra salvación eterna.
Ese último día que sepamos decir
un último "Te amo en este mundo"
para repetirlo en la otra vida por siempre.
Ruega por los que en ese momento
no están preparados, 
para que si no vivieron en gracia, 
mueran en gracia de Dios
y no vayan al eterno dolor.
Ruega por los niños cuyo primer día de vida
coincide con el de su terrible muerte.
Así como lograste que el buen ladrón
se arrepintiera el día de su muerte,
consigue esa misma gracia a los pecadores
más rudos, a los que no aceptan a tu Hijo.
Une a la misericordia de Dios, tu bondad maternal
para salvarles de las garras de Satanás,
de la eterna condenación.
Ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.

Autor: P. Mariano de Blas LC

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martes, 30 de septiembre de 2014

Los ángeles del cielo

Servidores de Dios y amigos de los hombres: así son los ángeles.

¿Qué son los ángeles? Espíritus que contemplan a Dios y que viven en medio del misterio. Espíritus que participan de la alegría divina y colaboran en sus planes sobre los hombres débiles y necesitados de ayuda y protección.


Por eso los ángeles sufrirán, de algún modo que no podemos imaginar, al ver que hay corazones que se cierran al amor o pierden la esperanza. O se alegrarán profundamente cuando vean que otros corazones lloran por sus pecados e inician el camino del regreso al Amor de Dios.



El Evangelio nos habla de fiestas y gozo entre los ángeles por cada pecador convertido. Cada vida es importante para Dios, es observada por los ángeles, es bendecida de mil formas por compañeros celestes que nos invitan a soñar en el cielo que nos espera.



Dios desea que algunos ángeles intervengan en nuestras vidas. Por eso en la Biblia encontramos la narración de presencias angélicas. Especialmente bella resulta la salida de san Pedro de la cárcel, guiado por un ángel. Ya en la calle exclama fuera de sí: "Ahora me doy cuenta realmente de que el Señor ha enviado su ángel y me ha arrancado de las manos de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos" (Hch 12,11).



Es muy conmovedora la historia de Tobit y de su hijo Tobías, a los que Dios envió el arcángel Rafael. Sólo al final, cuando Tobías ha podido contraer matrimonio con Sarra, y cuando Tobit ha recuperado la vista, los dos descubren que habían sido ayudados por un ángel.



El mismo Rafael les explica cómo había intervenido en sus vidas:



"Cuando tú y Sarra hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el memorial de vuestras peticiones. Y lo mismo hacía cuando enterrabas a los muertos. Cuando te levantabas de la mesa sin tardanza, dejando la comida, para esconder un cadáver, era yo enviado para someterte a prueba. También ahora me ha enviado Dios para curarte a ti y a tu nuera Sarra. Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor" (Tb 12,12-15).



Rafael añade inmediatamente, para tranquilizar a sus amigos, estas palabras llenas de afecto: "No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre. Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por voluntad de Dios. A él debéis bendecir todos los días, a él debéis cantar. Os ha parecido que yo comía, pero sólo era apariencia. Y ahora bendecid al Señor sobre la tierra y confesad a Dios" (Tb 12,17-20).



Servidores de Dios y amigos de los hombres: así son los ángeles. Las palabras de Rafael nos llenan de alegría y esperanza. Con la ayuda angélica podemos descubrir el amor de Dios y recibir una fuerza concreta, oportuna, en tantas pruebas de la vida.



Por eso hemos de sentirnos invitados a dar gracias a Dios, porque no deja sin recompensa ningún gesto de amor que podamos ofrecer a los hermanos nuestros más necesitados. Porque nos envía, en ocasiones totalmente inesperadas, un ángel que rompa nuestras cadenas y nos lleve a descubrir lo inmensamente bello que es el Amor del Padre de los cielos.

Autor: P. Fernando Pascual LC

lunes, 29 de septiembre de 2014

Cuando las dificultades no te dejan volar

Abandona la vía segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, esa ruta que te toca comenzar ahora a vivir


El pasar de los años, la rutina de los días, la erosión de las horas, van produciendo en nuestra vida y en nuestra alma un cierto cansancio, ese natural desgaste que no quisiéramos experimentar; pero la realidad es que ya no vemos la vida como antes, nos cuesta tomar decisiones que nos obliguen a sacudirnos de todo ese peso que se va incrustando en nuestra alma y en nuestra conciencia, nuestro ideal se nos ha apagado, el anhelo de seguir trabajando ha desaparecido, el ejercitar una virtud, el luchar contra las tentaciones, todo este mar de posibilidades para superarnos y crecer ha perdido su brillo y ahora nos encontramos tirados en el fango de la mediocridad, en el pantano de nuestras propias decepciones y fracasos, la vida ha perdido su ilusión y esperamos que un milagro cambie nuestra vida. Este milagro sucede siempre que experimentamos alguna situación que nos sacude y nos impulsa a salir adelante, a tener que esforzarnos y a vencernos a nosotros mismos; este milagro está tocando a tu puerta, no dejes que pase de largo.



Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo. 

Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno y él se dio cuenta que iba a morir.

En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado cómo volar, pero enfrentó el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo, llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso.



Los problemas, las dificultades y los fracasos son como el ventarrón que ha destruido tu guarida y te están obligando a elevar el vuelo, a mirar con optimismo tu futuro y aprovecharlos como una oportunidad para mejor.



Nunca es tarde. No importa lo que se haya vivido, no importa los errores que se hayan cometido, no importa las oportunidades que se hayan dejado pasar, no importa la edad, siempre estamos a tiempo para decir BASTA, para oír el llamado que tenemos de buscar la perfección, para sacudirnos el lodo y volar ALTO y muy lejos del pantano.



Abandona la vía segura y cómoda. Lánzate a la ruta incierta, esa ruta que te toca comenzar ahora a vivir, con nuevos desafíos, nuevos retos, nuevos amigos, nuevos maestros, llena de enigmas e inseguridades. Dios te acompañará y te dirá qué camino tomar.

Autor: P. Dennis Doren LC

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domingo, 28 de septiembre de 2014

María y un Río de Rosas

Miro tu rostro, María y tú sonrisa me inspira confianza, como siempre...

Durante estos días, en los que debí guardar cama por mi salud, he pensado muchísimo, Señora, en el tema del Santo Rosario..., tú siempre nos dices que debemos rezarlo, la Iglesia misma nos aconseja y yo... amiga mía, trato de hacerlo, pero... me falta constancia... es que entre el trabajo, la casa, la familia, rara vez hallo el tiempo de rezarlo completo y... no te molestes pero... a veces me baja sueño, es... tan monótono, decir siempre lo mismo, siento que termino no diciendo nada... María, no te me enojes, por favor, es que no entiendo como ese simple cordón lleno de cuentas iguales, sin nada en particular, puede ayudar a salvar mi alma...

- No quiero ni levantar mi mirada hacia ti, Señora, pues supongo que estarás muy desilusionada de mí... todo es silencio en la Parroquia de Lujan, en esta tarde de domingo...

- Hija querida ¡Si supieras cuanto te amo! Sabrías que no puedo entristecerme por tan poco...

Miro tu rostro y tu sonrisa mansa me inspira confianza, como siempre...

- Lo que sucede contigo, es que del Rosario sólo ves las cuentas...

- No entiendo, Señora...

- Claro, hija, dejas que el árbol te oculte el bosque, te quedas en las cuentas... en la repetición monótona. Así... ¡hasta yo me dormiría!

- Y... ¿Qué debo ver, entonces?

- Debes ver las rosas...- dices con voz angelical, que, viniendo desde los comienzos del tiempo, parece un eco de tu respuesta al ángel...

- Perdón María pero... ¿Qué rosas?

- Trataré de explicarte, el Rosario es... un río de rosas, un hermoso, difícil, triste y glorioso río de rosas que, si puedes verlo en cada uno de sus misterios, te aseguro te parecerán pocas las cuentas del cordón...

- Enséñame, Señora, a ver tan bello río.

- Bien, comenzaré por decirte que este río tiene una fuente inagotable, que son los Misterios Gozosos, y tres poderosos afluentes que son los misterios dolorosos, gloriosos y luminosos. El río nace pleno de rosas blancas allá en Nazaret... aún recuerdo el perfume del Ángel Gabriel... piensa, hija, siente y medita ese momento, acompáñame a la pequeña habitación, quédate conmigo mientras repites los 10 Ave María... Escucha el saludo del ángel, escucha con el alma como describe la Encarnación del Hijo de Dios en su más humilde esclava...

- ¡Es cierto, Señora!... Reina mía, es cierto, pocos resultan los diez rezos para acompañarte en semejante momento.

- Luego, hija mía, las rosas se van salpicando de arena, porque me acompañan en la caravana a casa de Isabel, afrontan conmigo el viento y la soledad, y me cubren con sus pétalos para que nadie sospeche el secreto. Mientras rezas este misterio, escucha el sonido del viento, deja que me apoye en tu hombro, porque el viaje es largo y estoy un poco cansada.

Ya estamos entrando al tercer misterio, las rosas se han tornado rosadas y con una increíble suavidad, muchas decidieron dejar sus pétalos en el pesebre, morir allí, para ser cuna de Cristo, decidieron entregar sus pétalos, para que no lastimasen al niño las espinas ¿Comprendes, hija? Ya había espinas esperando a Jesús... Oye, mientras rezas, como cantan los ángeles, percibe desde el alma como el cielo, expectante, espera en Belén...

- Señora, ahora voy comprendiendo, como debe mi alma entrar en cada misterio, conocerlo profundamente, aprender de cada gesto, de cada palabra del Maestro y tuya... así, no soy yo quien reza, sino mi alma, extasiada de amor, hace brotar de mis labios la oración hecha alabanza...

- Me alegras mucho, querida, me alegras al esforzarte por comprender... tú sólo pon la voluntad de comprender, que mi Hijo te iluminará al alma, ni lo dudes... Sigamos ahora, si miras las rosas con atención, veras que tienen fulgores plateados... me esperan ansiosas a la puerta del Templo... Jesús es reconocido por Simeón, pero el color de las rosas me habla de espadas que aún no puedo ver.

En el último misterio las rosas están azuladas de angustia... mi Hijo no está conmigo, son tres días de búsqueda desesperada, tres días que son prefacio de los que llegarán después. Al tercer día las rosas se van dirigiendo al Templo, las sigo, ya casi no razono pues un atroz dolor me desgarra el alma..., entro al Templo, tras José ¡Allí está! Bendito Dios, no entiendo, no importa, le abrazo, le pregunto, le miro, le beso... mi hijo, mi querido amor. Volvemos a casa, las rosas nos siguen... por dieciocho años el río vivirá oculto en mi corazón... serán largos y difíciles años, en los que la rutina contrastará con la magnificencia del anuncio del ángel, pero será tiempo de aprendizaje para mí... valiosos años, hija, muy valiosos. Dime ahora, querida mía ¿Te has aburrido rezando los misterios gozosos?

- Para nada, hermosa Madre mía, mil horas te escucharía... me has regalado una inmensa alegría al despertar en mí esta forma de rezar el Rosario.

- Pero aún nos queda un problema, hija..., tú me decías que no hallabas tiempo entre las muchas tareas que realizas... piensa hijas, las tareas, son eso, tareas, necesarias unas, superfluas otras, pero ¿Todas son beneficiosas para la salvación de tu alma?... Trata de que nunca te falte tiempo para la oración... este tiempo es más bien un estado interior..., verás como la oración es el camino para hallar la paz, sentirás que tienes de donde aferrarte para superar las tormentas del alma... sólo la oración te acerca al corazón amoroso de Dios... no existe sitio más bello.

Te marchas ahora, María, me dejas tu mejor sonrisa, un beso en el alma, y una profunda enseñanza... te vas y te quedas, siempre estarás cuando te necesite... no, mejor decir, siempre estarás... no solo cuando te necesite, sino siempre, siempre... querida madre mía... aún debes contarme como sigue este río de rosas, como han llegado las rosas a ser cuentas y las cuentas oración... pero eso será otro día... ahora... ahora sostengo el rosario entre mis manos... ya no será más un cordón con cuentas... ahora, tú me has enseñado a ver en él un Río de Rosas.



NOTA

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."

 Autor: Susana Ratero


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sábado, 27 de septiembre de 2014

¡Prepárate! en Octubre, no dejes de rezar el Rosario

Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo...y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor

El próximo miércoles empezamos Octubre y lo celebramos como el mes del rosario. 


Muchos lo saben, otros no. Rezar el rosario para algunas personas es un tiempo desperdiciado en una letanía de repetidas oraciones, que en la gran mayoría, están dichas de una manera distraída y maquinalmente. 



Pero no es así. El hecho de ponernos a rezarle ya es un acto de amor a la Madre de Dios. Es una súplica constante y repetida para pedir perdón y rogarle por nosotros y por todo el género humano en el presente y también en la hora de la muerte.



Rezar el rosario es meditar en los Misterios de la Vida de Cristo, de suerte que el rosario es una especie de resumen del Evangelio, un recuerdo de la Vida, los sufrimientos y glorificación del Señor, siempre acompañado de los momentos de grandeza de la Santísima Virgen, su Madre; siendo así una síntesis de su obra Redentora. 



Así son los Misterios del rosario y para completarlos mejor, el Papa San Juan Pablo II intercaló para los días jueves los Misterios llamados Luminosos. Estos son los pasos de Jesús en la Tierra como Luz del mundo.



Rezar el rosario es un método fácil y adaptable a toda clase de personas, aún las menos instruidas y una excelente manera de ejercitar los actos más sublimes de fe y contemplación. 



El Padrenuestro con el que se empieza cada Misterio es la oración que Cristo nos enseñó y quienes lo han penetrado a fondo no pueden cansarse de repetirlo.



En cuanto el Avemaría, toda ella está centrada en el Misterio de la Encarnación y es la oración más apropiada para honrar dicho Misterio. Aunque en el Avemaría hablamos directamente a la Santísima Virgen e invocamos su intercesión, esa oración es sobre todo una alabanza y una acción de gracias a su Hijo por la infinita misericordia que nos mostró al encarnarse en Ella y hacerse hombre para su Misión redentora. 



La Santísima Virgen en sus repetidas apariciones , siempre ha sido la súplica más importante que en sus mensajes nos ha dado.



Ella nos ha pedido que recemos el rosario. Ella nos lo pide insistentemente porque tiene su rezo un GRAN VALOR. Quiere que repitamos una y otra vez la súplica, la alabanza con la esperanza puesta en su gran amor por toda la Humanidad.



Tal vez, por lo repetitivo del rezo, como decía Santa Teresa, la "loca de la casa", nuestra mente, se nos vaya de aquí para allá en pertinaz distracción, pero aún así nuestro corazón y nuestra voluntad está puesto a los pies de la Madre de Dios, y esas Avemarías son como el incienso que sube en oscilantes volutas hasta el corazón de nuestra Madre la Virgen Santísima.



Nuestro mundo se está olvidando de rezar. Tenemos fe, creemos en Dios pero no hablamos con El. El mundo actual, ahora más que nunca, necesita de muchos rosarios.



Hagamos un alto en nuestro diario vivir. Quince minutos tan solo... y con seguridad que el mundo y "nuestro mundo" será mejor.

Autor: Ma Esther de Ariño

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viernes, 26 de septiembre de 2014

Eucaristía y generosidad

Es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo. 

La generosidad es la virtud de las almas grandes, que encuentran la satisfacción y la alegría en el dar más que en el recibir. La persona generosa sabe dar ayuda material con cariño y comprensión, y no busca a cambio que la quieran, la comprendan y la ayuden. Da y se olvida que ha dado.


El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con mayor capacidad de amar. Cuanto más damos, más nos enriquecemos interiormente.



¿Con quién tenemos que ser generosos? Con todos. Con Dios. Con los demás, sobre todo con los más necesitados.



Manifestaciones de una persona generosa.

·  Sabe olvidar con prontitud los pequeños agravios.
·  Tiene comprensión y no juzga a los demás.
·  Se adelanta a los servicios menos agradables del trabajo y de la convivencia.
·  Perdona con prontitud todo y siempre.
·  Acepta a los demás como son.
·  Da, sin mirar a quién.
·  Da hasta que duela.
·  Da sin esperar.


Hagamos ahora la relación eucaristía y generosidad.



Generosidad, primero, por parte de Dios.



Generoso es Dios que nos ofrece este banquete de la eucaristía y nos sirve, no cualquier alimento, sino el mejor alimento: su propio Hijo. Generoso es Dios porque no se reserva nada para Él. 



Generoso es Dios en su misericordia al inicio de la misa, que nos recibe a todos arrepentidos y con el alma necesitada. Generoso es Dios cuando nos ofrece su mensaje en la liturgia y lo va haciendo a lo largo del ciclo litúrgico. 



Generoso es Dios cuando considera fruto de nuestro trabajo lo que en realidad nos ha dado Él; pan, vino, productos de nuestro esfuerzo. Generoso es Dios cuando no mira la pequeñez y mezquindad de nuestro corazón al entregarle esa poca cosa, y Él la ennoblece y diviniza convirtiéndola en el cuerpo y la sangre de su querido Hijo. 



Generoso es Dios que nos manda el Espíritu Santo para que realice ese milagro portentoso. El Espíritu Santo es el don de los dones. Generoso es Dios cuando acoge y recibe todas nuestras intenciones, sin pedir pago ni recompensa. Generoso es Dios cuando nos ofrece su paz, sin nosotros merecerla. 



Generoso es Dios cuando se ofrece en la Comunión a los pobres y ricos, cultos e ignorantes, pequeños, jóvenes, adultos y ancianos. Y se ofrece a todos en el Sagrario como fuente de gracia. 



Generoso es Dios, que va al lecho de ese enfermo como viático o como Comunión, para consolarlo y fortalecerlo. Generoso es Dios que está día y noche en el Sagrario, velando, cuidándonos, sin importarle nuestra indiferencia, nuestras disposiciones, nuestra falta de amor. 



Generoso es Dios que se reparte y se comparte en esos trozos de Hostia y podemos partirlo para que alcance a cuántos vienen a comulgar. Es todo el símbolo de darse sin medida, sin cuenta, y en cada trozo está todo Él entero. Generoso es Dios que no se reserva nada en la eucaristía. 



Y en todas partes, latitudes, continentes, países, ciudades, pueblos, villas que se esté celebrando una misa, Él, omnipotente, se da a todos y todo Él. Y no por ser un pequeño pueblito escondido en las sierras deja de darse completamente. ¿Puede haber alguien más generoso que Dios?



Segundo, generosidad por parte de nosotros. 



Aquí, a la Eucaristía, hemos venido trayendo también nuestra vida, con todo lo que tiene de luces y sombras, y se la queremos dar toda entera a Dios. Le hemos dado nuestro tiempo, nuestro cansancio, nuestro amor, nuestros cinco panes y dos pescados, como el niño del evangelio. Es poco, pero e
s lo que somos y tenemos.



Hemos venido con espíritu generoso para dar, en el momento de las lecturas, toda nuestra atención, reverencia, docilidad, obediencia, respeto. En el momento del ofertorio hemos puesto en esa patena todas nuestras ilusiones, sueños, alegrías, problemas, tristezas. En el momento de la colecta se nos ofrece una oportunidad para ser generosos. En el momento de la paz se nos ofrece una oportunidad para saludar a quien tal vez está a nuestro lado y hace tiempo que no saludamos. Salimos con las manos llenas para repartir estos dones de la eucaristía.



En fin, la Eucaristía es el sacramento de la máxima generosidad de Dios, que nos llama e invita a nuestra generosidad con Él y con el prójimo. Jesús eucaristía, abre nuestro corazón a la generosidad.

Autor: P. Antonio Rivero LC

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jueves, 25 de septiembre de 2014

La Iglesia es católica y apostólica

Significado de estas dos notas características de la Iglesia y el valor tienen para la comunidad cristiana.
Autor: SS Francisco

Cuando profesamos nuestra fe, nosotros afirmamos que la Iglesia es católica y apostólica.

Pero, ¿cuál es efectivamente el significado de estas dos notas características de la Iglesia? ¿Y qué valor tienen para la comunidad cristiana y para cada uno de nosotros?


Católica

Católica significa universal.

Una definición completa y clara nos la ha ofrecido uno de los Padres de la Iglesia, san Cirilo de Jerusalén, cuando afirma: La Iglesia sin duda es llamada católica, es decir universal, por el hecho de que es difundida por todos lados, desde una parte hasta la otra de los confines de la tierra; y porque universalmente y sin deserción enseña todas las verdades que deben llegar al conocimiento de los hombres, ya sea sobre las cosas celestes, que de las terrestres.

Signo evidente de la catolicidad de la Iglesia es que habla todas las lenguas. Y esto no es otra cosa que el efecto de Pentecostés: es el Espíritu Santo, de hecho, que ha preparado a los Apóstoles y toda la Iglesia para hacer resonar a todos, hasta los confines de la tierra, la Buena Noticia de la salvación y del amor de Dios. La Iglesia así ha nacido católica, "sínfónica" desde los orígenes, y no puede no ser católica, proyectada a la evangelización y al encuentro con todos.

La Palabra de Dios hoy se lee en todas las lenguas, todos tienen el Evangelio en la propia lengua, para leerlo y vuelvo a lo mismo. Siempre es bueno tener con nosotros un Evangelio pequeño para llevarlo en el bolsillo,y durante el día leer un pasaje. Esto nos hace bien, el Evangelio está difunfido en todos los idiomas porque la Iglesia, el anuncio de Cristo Redentor, es en todo el mundo. Y por eso se dice que la Iglesia es católica, porque es universal.


Apostólica

Si la Iglesia ha nacido católica, quiere decir que ha nacido "en salida", misionera. Si los Apóstoles se hubieran quedado allí, en el Cenáculo, sin salir a anunciar el Evangelio, la Iglesia sería solamente la Iglesia de ese pueblo, de esa ciudad, de ese Cenáculo. Todos han salido por el mundo, desde el momento del nacimiento de la Iglesia, desde el momento que ha venido el Espíritu Santo. Y por eso la Iglesia ha nacido en salida, es decir, misionera.

Es eso lo que expresamos calificándola de apostólica. Porque el Apóstol es el que lleva la Buena Noticia de la Resurrección de Jesús. Este término nos recuerda que la Iglesia tiene su fundamento en los Apóstoles y en continuidad con ellos. Son los Apóstoles que han ido y han fundado nuevas Iglesias, han hecho nuevos obispos y así en todo el mundo en continuidad.

Hoy, todos nosotros estamos en contiudad con ese grupo Apóstoles que ha recibido el Espíritu Santo y luego han ido en salida a predicar. La Iglesia es enviada a llevar a todos los hombres el anuncio del Evangelio, acompañándolo con los signos de la ternura y del poder de Dios. También esto deriva del evento de Pentecostés: es el Espíritu Santo, de hecho, quien supera cualquier resistencia, vence la tentación de cerrarse en sí mismos, entre pocos elegidos, y considerarse los únicos destinatarios de la bendición de Dios. Imaginemos que un grupo de cristianos hace esto, nosotros somos los elegidos, sólo nosotros, al final mueren, mueren primero en el alma después morirán en el cuerpo. Porque no tienen vida, no son capaces de generar vida, otras personas, otros pueblos, no son Apóstoles.

Y es el Espíritu quien nos conduce al encuentro con los hermanos, también hacia los más distantes en cualquier sentido, para que puedan compartir con nosotros el amor, la paz, la alegría que el Señor Resucitado nos ha dejado como regalo.


¿Qué implica, para nuestras comunidades y para cada uno de nosotros, formar parte de una Iglesia que es católica y apostólica?
·  En primer lugar, significa tener en el corazón la salvación de toda la humanidad, no sentirse indiferentes o extraños frente a la suerte de tantos de nuestros hermanos, sino abiertos y solidarios hacia ellos.
·  Significa además tener el sentido de la plenitud, de lo completo, de la armonía de la vida cristiana, rechazando siempre las posiciones parciales, unilaterales, que nos cierran en nosotros mismos.
·  Formar parte de la Iglesia apostólica quiere decir ser consciente de que nuestra fe está anclada en el anuncio y el testimonio de los mismos Apóstoles de Jesús. Está anclada, es una larga cadena que viene desde allí. Y por eso sentirse siempre enviado, mandado, en comunión con los sucesores de los Apóstoles, para anunciar, con el corazón lleno de alegría, a Cristo y su amor a toda la humanidad.


Pidamos entonces al Señor renovar en nosotros el don de su Espíritu, para que toda comunidad cristiana y todo bautizado sea expresión de la santa madre Iglesia católica y apostólica.


Audiencia general del Papa Francisco. Miércoles 17 de septiembre 2014. 


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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cristo fue el hombre más feliz

 Porque no le negó nada a Dios olvidándose de sí mismo preocupándose por los demás
Quien no antepone nada al amor de Dios será la persona más dichosa, ya que en Dios está nuestra felicidad. La demostración de este principio está en que las cosas creadas no tienen la capacidad de colmar todas nuestras ansias y nuestras apetencias de infinito, que sólo Dios puede colmar, ya que solo Él es infinitamente perfecto, poderoso, bondadoso y lleno de atributos que serían innumerables y de nunca acabar.

Los santos fueron hombres alegres, y no se conocen santos que hayan sido frustrados, amargados o tristes, y el motivo es porque supieron no anteponer nada al amor de Dios.

Dice el salmista "¿Quién nos mostrará la felicidad, si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado de nosotros? tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino nuevo".(Salmo 4,7-8) Por lo tanto, debemos afirmar que se aleja la felicidad del alma cuando se aleja el rostro de Dios de nosotros. Y ¿Cómo se aleja su rostro de nosotros? Cuando anteponemos otros amores al amor de Dios.

Por eso que la felicidad debe ser conquistada. La felicidad consiste en el Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. Como dice la carta a los Gálatas, la alegría, es decir la felicidad, es fruto del Espíritu (Gal. 5,22) , y como tal debe ser conquistado con el amor a Dios sobre toda las cosas. Si miramos siempre a Dios en todo y en Él ponemos nuestro corazón, la luz de su rostro no se apartará de nosotros y su felicidad invadirá todo nuestro corazón.

Un alma triste es un alma que algo le esta negando a Dios, como el joven rico del evangelio, que tras al haber sido invitado a seguir a Cristo dejándolo todo no quiso porque tenia muchas riquezas y dice el evangelio que al oír esto, "se puso muy triste, porque era muy rico". (Lc. 18,23) 


Cristo el hombre más feliz

Siguiendo este principio, de que la felicidad depende de no negar nada a Dios, y no anteponer nada a su amor, debemos afirmar que Cristo fue el hombre más feliz de todos.

Cristo fue el hombre más feliz de todos porque su voluntad humana estaba en perfecta armonía con el plan divino. 

Nada interpuso al Plan de Dios, al Plan de "Su Padre Celestial" y por eso que no sólo en cuanto Dios, sino que también en cuanto hombre fue el más feliz de todos. 

Él mismo enseñaba a rezar a que se haga la voluntad de Dios por encima de todo: "Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo" (Mt. 6,9-10). Enseñaba que lo primero era hacer la voluntad de Dios: "No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt. 7,21). Y si enseñaba a cumplir la voluntad de Dios era porque él mismo la ponía por obra porque no enseñaba nada que antes no practicará él primero. De hecho se decía de Cristo que "les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas" (Mt. 7,29).

Por eso que no sólo enseña a que se haga la voluntad de Dios sino que él mismo busca cumplir esa voluntad y ese plan con su misma vida. Abundan las citas Bíblicas en donde se ve el deseo de Cristo de Cumplir con la Voluntad del Padre celestial: Estando en el huerto de los olivos, momentos previos a su prendimiento rezaba de esta manera: "Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22,42). Se pueden ver también los paralelos a este evangelio. Cristo no antepone nada al plan de Dios, su voluntad humana está en perfecta armonía con el plan de salvación del Padre y por eso a pesar de sus sufrimientos, Cristo es el hombre más feliz. En el fondo de su corazón esconde su alegría.

Cristo vino para hacer la voluntad del Padre: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra."(Jn 4,34)) No vino para sí mismo sino para el Padre y por nosotros y toda su vida la gasta en esta misión sin mirarse a sí mismo. Y en otro pasaje dice "no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado" (Jn 5,30) . Siempre busca no anteponer nada al amor de Dios. También leemos en el mismo evangelio de Juan "porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día" (Jn 6,38-40) . La Obra de Cristo está centrada en Dios y en el prójimo, y Cristo la cumplió a la perfección, por lo que no podemos dudar de que en él hubo una gran alegría a pesar de sus sufrimientos. 

Cristo fue el hombre más feliz porque no le negó nada a Dios olvidándose de sí mismo preocupándose por los demás.

Cuando Cristo se retiró a un lugar solitario y lo siguieron dice la escritura que "Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida» Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer»"(Mt 14,14-16) . Cristo venía ya haciendo muchas curaciones, y siempre se preocupaba de los demás, ahora podía preocuparse de si mismo, pero como se ve en el evangelio citado, Cristo se preocupa de la muchedumbre. En el mismo evangelio, un poco mas adelante Jesús dice a sus discípulos "Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino" (Mt 15,32). Hace tres días que están con Cristo. Él esta predicando, curando, haciendo el bien, y sigue preocupándose por los demás sin tenerse en cuenta a si mismo. Nada antepone al amor de Dios y al amor del prójimo.

Cristo es el hombre más feliz porque nada antepuso al amor de Dios haciéndose servidor de todos. 

Como él mismo lo dijo: "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos".(Mt 20,28) Y en el evangelio de Lucas nos dice: "Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve. Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve" (Lc 22,25-27).

Cristo es el hombre más feliz porque no le negó nada a su Padre dando su vida en rescate por el género humano cumpliendo con el plan de salvación. 

Así, él entrega su cuerpo y su sangre: "Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: « Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros". (Lc 22,19)

Él mismo entrega su vida: "Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre."(Jn 10,17-18) Y al final de su vida dice: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu." (Lc 23,46)

Por estos motivos debemos decir, que aunque Cristo haya sufrido y Dios haya permitido que por momentos sintiese tristeza de muerte, debemos afirmar que Cristo fue el hombre más feliz de todos.
Autor: Padre Sergio P. Larumbe, I.V.E.


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