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Si Dios no nos concede eso que pedimos insistentemente es porque desea
darnos algo diferente y mejor.
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Una persona reza por la curación de su hijo. Pasan los días. La enfermedad
avanza. Al final, el desenlace tan temido: muere el hijo. ¿Para qué sirvieron
tantas oraciones?
La lista de ejemplos puede ser enorme. Rezamos para que llueva o para que
haga sol, para que termine la guerra o para encontrar trabajo, para superar
esa pelea por la herencia o para que un gobernante se convierta y busque la
justicia en su pueblo.
Si no sucede eso por lo que rezamos, surge en muchos un sentimiento de
desengaño. No faltan quienes llegan a enfadarse con Dios, o incluso a
chantajearle.
Es entonces cuando hay personas que dejan de rezar, o de ir a misa, o de leer
el Evangelio. Incluso en algunos lugares, la gente suprime la procesión del
santo patrono, como "castigo" porque no se ha logrado este año una
buena cosecha.
Este tipo de reacciones pueden ser señal de un grave error: pensar que Dios
debería someterse a las peticiones humanas. En realidad, Dios es siempre
libre y conoce lo que es mejor para todos, aunque no lo comprendamos muchas
veces.
Por eso no tiene sentido pedirle algo a Dios, si creemos en Él, y luego
"castigarlo" si no concede eso que le habíamos pedido.
La actitud correcta de quien reza desde la fe y la esperanza nos lleva a
reconocer que los planes de Dios no son los nuestros, que no siempre sabemos
pedir con una actitud humilde y confiada, o que en ocasiones pedimos cosas
que no nos convienen.
Necesitamos recordar lo que nos dice la Escritura: Porque no son mis
pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos
-oráculo de Yahveh-. Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así
aventajan mis caminos a los vuestros y mis pensamientos a los vuestros (Is
55,8 9).
Además, si Dios no nos concede eso que pedimos insistentemente es porque
desea darnos algo diferente y mejor para nosotros. Nos cuesta aceptarlo,
sobre todo cuando rezamos por un ser querido. Pero un día comprenderemos.
Mientras seguimos en el misterioso camino de la vida, tenemos que aprender a
orar con sencillez, confianza y apertura. Sólo entonces nuestra oración será
auténticamente cristiana, porque sabremos que, pase lo que pase, Dios está
siempre a nuestro lado y da en cada momento aquello que más nos conviene.
Autor: P.
Fernando Pascual LC
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"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
martes, 19 de agosto de 2014
Para no chantajear a Dios
lunes, 18 de agosto de 2014
Juan Pablo II y Gianna Beretta, santos patronos del Encuentro Mundial de las Familias 2015
Bajo el lema "El amor es nuestra misión: la familia plenamente
viva" miles de familias se reunirán en Filadelfia en septiembre de 2015
El arzobispo de Filadelfia, Charles J. Chaput, ha
anunciado oficialmente que san Juan Pablo II y santa Gianna serán los santos
patrones para el Encuentro Mundial de las Familias, Filadelfia 2015. Lo
comunicó el pasado domingo 20 de julio durante la misa celebrada en la Catedral
de San Pedro y San Pablo. El anuncio del arzobispo Chaput se realizó junto con
la presentación de la reliquia de de san Juan Pablo II para la veneración
pública.
“San Juan Pablo II y santa Gianna han sido elegidos como los dos dignos santos
patronos, para guiar todo en la preparación y participación de este evento
internacional, ya que ellos encarnan plenamente la historia, misión y tema del
Encuentro Mundial de las Familias 2015”, dijo el arzobispo Chaput. Asimismo
indicó que ambos "tenían un profundo y permanente compromiso con el
fortalecimiento de la familia y la sostenían con amor. Este acontecimiento
histórico dará a miles de personas de todo el mundo la oportunidad de
participar en el mismo compromiso de nuestros santos patronos".
En 1979 san Juan Pablo II fue el primer papa en visitar Filadelfia, donde
celebró la misa en Logan Circle con casi un millón de presentes. 15 años
después, en 1994, san Juan Pablo II celebró el primer Encuentro Mundial de las
Familias, que tiene como objetivo fortalecer los lazos sagrados de la familia
en todo el mundo. El día de su canonización, Francisco dijo de él que fue
"el Papa de la familia".
Santa Gianna también fue elegida como santa patrona para el Encuentro Mundial
de las Familias 2015, que, como ella, lleva el lema "El amor es nuestra
misión: la familia plenamente viva". Pediatra y madre de cuatro hijos,
santa Gianna es mejor conocida por su amor desinteresado como madre, dando su
vida por su cuarto hijo en 1962. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1994 -
año que se celebró el primer Encuentro Mundial de las Familias- y canonizada en
2004. Santa Gianna es patrona de las madres, los médicos y los niños no
nacidos.
Para conmemorar el anuncio de los patronos, el arzobispo Chaput concluyó la
misa con la bendición de una reliquia del Papa san Juan Pablo II pidiendo su
intercesión celestial. La reliquia es la sangre del Santo Padre, que permanece
en estado líquido. Los Caballeros de Colón han confiado esta reliquia para
fomentar la devoción al papa polaco.
Miles de familias procedentes de todo el mundo se reunirán del 22 al 27 de
septiembre de 2015 en Filadelfia, EEUU, para el VIII Encuentro Mundial de la
Familia. Un encuentro -tal y como explicó el arzobispo en la presentación del
evento en el Vaticano el pasado mes de marzo- que quiere ser un don no solo
para los católicos de Filadelfia, sino para todas las personas de buena
voluntad que quieran acudir al evento. "Todo el que tenga un corazón generoso
será bienvenido, y en los meses futuros yo trabajaré en estrecha colaboración
con mis hermanos en el episcopado, para animar a las familias de todo el mundo
a venir a Filadelfia en el 2015", afirmó.
Autor: zenit/redacción | Fuente: http://www.zenit.org
domingo, 17 de agosto de 2014
María está cerca de cada uno de nosotros
Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al
estar en Dios, está "dentro" de todos nosotros.
Esta poesía de María -el «Magníficat»- es totalmente original; sin embargo,
al mismo tiempo, es un "tejido" hecho completamente con
"hilos" del Antiguo Testamento, hecho de palabra de Dios.
Se puede ver que María, por decirlo así, "se sentía como en su casa"
en la palabra de Dios, vivía de la palabra de Dios, estaba penetrada de la
palabra de Dios. En efecto, hablaba con palabras de Dios, pensaba con palabras
de Dios; sus pensamientos eran los pensamientos de Dios; sus palabras eran las
palabras de Dios. Estaba penetrada de la luz divina; por eso era tan
espléndida, tan buena; por eso irradiaba amor y bondad.
María vivía de la palabra de Dios; estaba impregnada de la palabra de Dios. Al
estar inmersa en la palabra de Dios, al tener tanta familiaridad con la palabra
de Dios, recibía también la luz interior de la sabiduría. Quien piensa con
Dios, piensa bien; y quien habla con Dios, habla bien, tiene criterios de
juicio válidos para todas las cosas del mundo, se hace sabio, prudente y, al
mismo tiempo, bueno; también se hace fuerte y valiente, con la fuerza de Dios,
que resiste al mal y promueve el bien en el mundo.
Así, María habla con nosotros, nos habla a nosotros, nos invita a conocer la
palabra de Dios, a amar la palabra de Dios, a vivir con la palabra de Dios, a
pensar con la palabra de Dios. Y podemos hacerlo de muy diversas maneras:
leyendo la sagrada Escritura, sobre todo participando en la liturgia, en la que
a lo largo del año la santa Iglesia nos abre todo el libro de la sagrada
Escritura. Lo abre a nuestra vida y lo hace presente en nuestra vida.
Pero pienso también en el «Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica», que
hemos publicado recientemente, en el que la palabra de Dios se aplica a nuestra
vida, interpreta la realidad de nuestra vida, nos ayuda a entrar en el gran
"templo" de la palabra de Dios, a aprender a amarla y a impregnarnos,
como María, de esta palabra. Así la vida resulta luminosa y tenemos el criterio
para juzgar, recibimos bondad y fuerza al mismo tiempo.
María fue elevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, y con Dios es reina
del cielo y de la tierra. ¿Acaso así está alejada de nosotros? Al contrario.
Precisamente al estar con Dios y en Dios, está muy cerca de cada uno de
nosotros.
Cuando estaba en la tierra, sólo podía estar cerca de algunas personas. Al
estar en Dios, que está cerca de nosotros, más aún, que está "dentro"
de todos nosotros, María participa de esta cercanía de Dios.
Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce
nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su
bondad materna. Nos ha sido dada como "madre" -así lo dijo el Señor-,
a la que podemos dirigirnos en cada momento. Ella nos escucha siempre, siempre
está cerca de nosotros; y, siendo Madre del Hijo, participa del poder del Hijo,
de su bondad. Podemos poner siempre toda nuestra vida en manos de esta Madre,
que siempre está cerca de cada uno de nosotros.
Autor: SS Benedicto XVI
sábado, 16 de agosto de 2014
Maria y la oveja perdida
Esta mañana, mientras leo la parábola de la oveja descarriada, me llego
hasta tu Corazón, Madre Santísima, para que me expliques.
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Hace tiempo vi un pequeño cuadro del Buen Pastor y algo en él me llamo la
atención. Junto al pastor había una oveja más grande que las demás.
Era parte del rebaño pero distinta. Podía leerse en sus mansos ojos una súplica
al Pastor, por una oveja que se había apartado del rebaño y se perdía en
caminos sinuosos.
Esta mañana, mientras leo la parábola de la oveja descarriada, me llego hasta
tu Corazón, Madre Santísima, para que me expliques esos detalles de amor que
esconde la Palabra...
Y te acercas a mi alma, en la fresca brisa de esta mañana, a la sombra de los
árboles de mi patio.
- Las ovejas, hija, las ovejas y el Pastor... Por cierto, no es un
Pastor común, es El Pastor por excelencia. Yo he sentido en mí los cuidados y
delicadezas de este Pastor. Desde Nazareth, donde mi alma queda extasiada de
gozo porque "en mí obró grandezas el Poderoso" (Lc 1,49)... Tú también
puedes disfrutar de los cuidados y atenciones de este Pastor, tal como te lo
asegura en la Parábola.
- ¡Oh Madre!, ¿Puedes guiarme para sacar de esta lectura el mayor fruto para mi
alma?
- Con gusto hija. Ven, vamos con el Pastor y su rebaño.
Y con mi corazón en el Tuyo nos vamos al desierto, por donde viene caminando el
Pastor con sus ovejas.
- Mira, hija, como las cuida. Las llama por su nombre y ellas reconocen
su voz; lo siguen, sabiendo que, aún en medio del desierto, con tal Pastor, no
pasaran hambre ni sed.
Cuando Pastor y rebaño están cerca nuestro, me aconsejas:
- Fíjate que una se ha descarriado, se ha alejado y hasta cree que ya
no puede regresar. Se siente perdida... Recuerda y gusta ahora las palabras de
la Escritura "...Que hombre entre vosotros, teniendo cien ovejas, si llega
a perder una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el desierto, para
ir tras la oveja perdida, hasta que la halle?"
Me tomas, Madre, de la mano y me conduces, delicada y pacientemente, hasta muy
cerca de la oveja perdida.
- Mírala con tu corazón, hija, creo que la conoces...
Al acercarme a aquel sitio escarpado y de difícil acceso, esperando ver un
pobre animal asustado, me encuentro... ¡Oh Dios! ¡Conmigo!. Me veo a mí misma,
perdida tantas veces en tantos caminos mal elegidos, en tantas opciones
equivocadas, en tanto olvido...
Entonces me abrazas, porque sabes que de mis labios no puede salir ni una
palabra, pues tengo un nudo en la garganta... Un llanto contenido que mezcla
antiguas penas y profundos agradecimientos...
¡Ay Madre! ¡Cuántas veces me perdí! ¡Cuántas veces me sentí sin caminos y hasta
sin fuerzas para volver al rebaño!
Entonces descubro, con inmensa alegría que, cada vez que me sentí perdida,
nunca se apartó de mis labios el Avemaría y hasta hubo una vez, en que la pena
era tan honda y no había camino posible, a los ojos humanos, que desde el fondo
de mi alma mi oración fue un profundo y silencioso grito: ¡Haz algo, por
piedad, haz algo!....¡Cuántos recuerdos! Cuánto camino recorrido, cuántas
esperas entre espinas...
Sin dejar de abrazarme, repites para mí las Palabras Santas: "Para ir tras
la oveja perdida, hasta que la encuentre"
- Escucha hija: "ir tras", o sea que el Pastor ya sabía dónde
ir a buscarla. Y sólo el Pastor puede "ir tras" la oveja, porque los
caminos son sinuosos, difíciles... ninguna otra oveja puede ir a rescatarla,
solo el Pastor.
- ¿Por qué sólo el Pastor, Madre? ¿Por qué solo Él puede recatarla y no otra de
las ovejas del rebaño?
- Porque el territorio donde está perdida, hija, es su corazón, solo
Jesús puede entrar en él, aliviar heridas, curar desilusiones, acortar
esperas...
En el silencio asombrado de mi alma me veo tantas veces socorrida, como si
nombrarte, Madrecita, haya sido el grito de auxilio que traspasó todas las
distancias, todos los abismos, todos los dolores...
Recuerdo el cuadro del Buen Pastor, esa oveja grande pintada junto a Él...
¡Eras tú Madrecita! ¡Tú que escuchabas mi voz, mi súplica, mi llanto! ¡Tú te
acercaste al Pastor y suplicaste por mí! ¡Gracias, Madre, gracias!
Arropada bajo tu manto, sigo escuchando tu sabia enseñanza...
- "Y cuando la hallare, la pone sobre sus hombros, muy gozoso, y
vuelto a casa convoca a amigos y vecinos y les dice "Alegraos conmigo,
porque halle mi oveja, la que andaba perdida"
Ya se escuchan los pasos del Maestro que me ha hallado y viene por mí, pobre
oveja enredada entre espinas y los pasos del Maestro son pasos conocidos...
tienen el sonido de tantas absoluciones recibidas en la Confesión, de tantos
"El Cuerpo de Cristo" escuchado al recibirle en la Eucaristía... el
eco de tantos buenos hermanos acercándome una palabra, un abrazo, un corazón
que me escuchó y me contuvo... ¡Cuantas veces el Maestro me puso sobre sus
hombros!¡Cuántas!
- Hija -continúas, para que no pierda ni una sola enseñanza- que
no te pasen desapercibidas las dos palabritas siguientes..."la pone sobre
sus hombros MUY GOZOSO." Este detalle de infinita misericordia es el que
has de recordar, confiada. Cuando Él te ha hallado, su Corazón ha sentido una
enorme alegría, alegría que se ha extendido por todo el Cielo. Algunas veces ha
esperado largo tiempo a tu lado, hasta que tú quisiste o pudiste estirar tus
brazos hacia Él. Jesús es paciente, hija y la inmensidad de su Paciencia es tan
insondable como su Misericordia.
Que enorme paz ha sentido mi alma cada vez que el Maestro me llevó en sus
hombros. Una paz profunda, gozosa, infinita, una paz que nada en este mundo
puede darme.
- Aún falta otro detalle. Si lo buscas, lo descubrirás
- Y repites para mí: "Alegraos conmigo, porque halle mi oveja, la
que estaba perdida"
- Mi oveja... mi oveja- repito mientras las palabras me van mostrando sus
profundos secretos de amor.
- Así es, querida mía, cuando el Maestro dice "mi oveja" no
dice "cualquier oveja", sino "mi oveja", porque le
perteneces. Por filiación divina eres hija de Dios, por el Bautismo. "Mi
oveja, la que andaba perdida". Su gran Misericordia no tiene en cuenta los
motivos por los que te habías perdido... no hay reproches, hay amor, un amor
tan grande que el encontrarte ha llenado de gozo Su Corazón.
Recuerda estas palabras, hija, cuando sientas que te alejas del Pastor...
recuerda también que por lejos que estés, escucharé tu oración de súplica y se
la acercaré a mi Hijo, para que vaya "tras de ti".
Recuérdala, no sólo cuando tú te hayas perdido, sino también cuando veas
alejarse del Pastor a aquellos que amas, a los que conoces y a los que no amas
también... Tú no puedes caminar tras ellos, porque a la profundidad de su alma
solo el Buen Pastor puede llegar, esperar con paciencia infinita y, en los
tiempos y modos de Él (no en los tuyos) abrazar y cargar a salvo en sus hombros
a esas ovejas por las que tú le has suplicado... Suplica para ellas la gracia
del perfecto arrepentimiento y deja en manos del Pastor los tiempos y las
circunstancias...
Me colocas amorosamente sobre los hombros del Buen Pastor y, como despedida,
lees para mí el final de la Parábola:"Así os digo habrá gozo en el
Cielo, más por un solo pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos
que no tienen necesidad de convertirse"...
Jesús me carga sobre sí y me devuelve al rebaño. Tú estás junto a Él y le
hablas de tantas otras ovejas que necesitan su abrazo, les presentas las
oraciones que, de ellas o por ellas, has recibido.
Madre, que jamás desoyes a tus hijos, te pido la gracia de que nunca falte en
mis labios un Avemaría por mí, por cada uno de mis hermanos, en la plena
confianza de que el Buen Pastor te ha de escuchar y llegará a cada corazón en
sus tiempos, en sus circunstancias, para Gozo perfecto de Su Corazón y de todo
el Cielo.
Amigo mío, amiga mía... que quizás sientas que andas por caminos sinuosos y con
espinas…o quizás veas por estos caminos a aquellos que amas…. No apartes jamás
de tu corazón el Avemaría, en la total confianza de que tu Madre hará llegar
tus súplicas al Pastor...
NOTA de la autora: Estos relatos sobre María Santísima han
nacido en mi corazón por el amor que siento por Ella.
Autor: María Susana Ratero
viernes, 15 de agosto de 2014
Presencia Viva....plenitud de Vida
Que tuviste ganas no solo de comer con nosotros sino de ser nuestro
alimento.... y tocaste a nuestra puerta y.... ¡no te reconocimos!
Cuando estoy en tu presencia, Señor, ahí, desde el Sagrario donde me miras y me
escuchas... me da gusto recordar pasajes de tu vida y pienso que a ti te
gusta... ¿Recordamos?
Ya resucitado te apareces a tus amigos, a los que tanto quisiste, a los que se
durmieron cuando les pediste que velasen mientras sudabas sangre y estabas
lleno de tristeza...
En la primicia de tu resurrección te apareciste a la mujer pecadora, porque ya
arrepentida, te amaba en entrega total,... a tus seguidores en el camino de
Emaús que iban decepcionados tras la muerte del Maestro, porque eran pesimistas
y en su corazón solo tenían tristeza y desánimo..., al amigo que no creyó lo
que le contaron sus compañeros ... y tuvo que meter sus dedos en tus llagas y
la mano en tu herida palpitante para creer, e hizo que tu, Jesús, le dijeras: -
"Tomás, porque has visto has creído. Dichosos los que creen sin ver"
Y en ese momento nos llamaste dichosos y bienaventurados a todos los que en el
tiempo y la distancia creemos en Ti por la fuerza y la gracia de la fe.
Te volviste a aparecer una y otro vez después de tu resurrección...no como un
fantasma, no como fue la resurrección de Lázaro, que a pesar del milagro de
volver a la vida, quedó sujeto a volver a morir. No como algo irreal e
intocable, no, te presentaste con una realidad tangible y transfigurado al
mismo tiempo. Tu ya no pertenecías a la Tierra pero vivías en ella.
Eras presencia viva, plenitud de vida.
Y como queriendo demostrar que no eras una aparición, un fantasma o figuración
de las mentes de tus discípulos, te sientas con ellos, conversas con sencillez
y les pides de comer....
Hubo en tu tercer encuentro, un cuadro bellísimo.
Estaban pescando. No sacaban nada. Todo la noche fatigosa y sin ningún logro.
Al amanecer, la figura de un hombre joven, en la playa, les hace señas. Se
acercan, El les dice: - "Muchachos, teneís algo que comer? " ( Jn
21,5). Estaban malhumorados y te contestaron, que no. Y les dijiste: -
"Echad la red a la derecha y hallareís". Así lo habían estado haciendo
toda la noche pero obedecieron en silencio, quizá recordando otra ocasión
parecida... ¡y las redes se llenaron!
Volvieron a mirar a la orilla buscando al desconocido y te vieron encendiendo
la hoguera. Todos los corazones latían fuerte por el mismo pensamiento y Juan
fue el que habló :- "Es El, el Señor!
Pedro no pudo contener su carácter vehemente y se arrojó al agua con la túnica
arrollada al cuello y cuando llegó a la orilla se la puso y corrió hacia Ti.
Luego se les unieron los demás , felices y seguros. Allí estabas Tu, el
resucitado pero asando un pez, como antes, como un viejo y querido amigo, como
el Maestro de siempre, sencillo, tierno, bondadoso, con tu mismo estilo de
mansedumbre y con la misma forma, tan especial, de partir y repartir el pan.
Y Tu, Jesús, te acercas a nosotros así, en mil formas diferentes.
Te vemos en el que nos pide pan, en el que nos pide ayuda. Tenemos que estar
alertas para conocerte, que no estemos distraídos con "una y mil cositas
que no tienen valor".... y no tengamos que experimentar la tristeza de que
LLEGASTE Y PASASTE DE LARGO.
Que tuviste ganas no solo de comer con nosotros sino de ser nuestro
alimento.... y tocaste a nuestra puerta y.... ¡no te reconocimos!.
Tu que eres, Señor, presencia viva, plenitud de vida. ¡Ayúdanos, Señor!
Autor: Ma Esther De Ariño
jueves, 14 de agosto de 2014
A quien todo lo dio, pero algunos se lo niegan.
Ya con setenta años cumplidos, he conocido en la vida, casos,
personas o comportamientos de estas que
me han llamado la atención, pero nunca como el caso que nos ocupa.
Si hay una persona que le haya gustado ayudar a los demás, ha
sido Pedro Casquero.
¿Cuántas noches, a
buen seguro, se ha pasado dándole
vueltas, para ver cómo solucionar el problema de un amigo o compañero?
¿Cuantas veces, ha hablado o ha intercedido por un amigo,
para ser visto por un médico? Cosa que para él no lo hacía.
¿A cuántos amigos recurrió para solucionarle algo a otro
amigo?
¿A cuántos, cada año les hacia la Declaración de la Renta,
sin abandonar su trabajo normal, lo que le hacía quitarse muchas horas de
descanso?
¿Cuántas Pensiones o
problemas ante el INS habrá solucionado?
¿A cuántos ha enseñado a trabajar y siempre con la mayor
humildad?
¿Cuántos trabajos ha realizado a sabiendas que le
correspondían a otro?
La lista sería interminable y bien podría citar infinidad de
casos que he conocido a lo largo de mi vida profesional, que por circunstancia
y desde mi entrada en el Complejo Infanta Cristina, las hemos vivido muy
unidos.
Se y me consta a ciencia cierta, que era una persona muy muy
querida en el Complejo Hospitalario, donde siempre fue un verdadero ejemplo.
Dios, que todo lo puede, decide llevárselo el veinticinco de
Septiembre de este mismo año, aun han pasado dos meses.
Pues ese hombre tan querido, tan apreciado por todos, como ya
no puede materialmente ayudar a nadie, parece que todo se ha olvidado.
Para esas personas desagradecidas, mezquinas diría yo, que
tal vez no creen en el más haya y no se
den cuenta, que a Pedro, que siempre le
gusto ayudar, ahora al estar en presencia de Dios lo podrá hacer y lo hará aún más
que antes, e incluso con aquellos que parecen haber olvidado sus obras aquí en
la tierra.
Fundamento este último párrafo, en la experiencia vivida en
los últimos actos piadosos, que para interceder por el eterno descanso de su
alma se han organizado y a los que solo han asistido, la familia y jamás se
llegó a la veintena de amigos, he incluso en el ultimo la familia, compadres y
un par de amigos.
Es difícil de verdad entender como somos, como se va
perdiendo el verdadero Amor, pero claro, ¡¡Si no queremos a Dios!! Vamos a
querer a un amigo o compañero.
Cunetas palmaditas en la espalda le habremos dado, cuantos
abrazos, para expresarle nuestro cariño, o al menos nuestro agradecimiento,
cuantas veces le habremos dicho: “si algún día necesitas algo, aquí estoy yo”
Toda una gran mentira, si tras su fallecimiento nos olvidamos
de él.
Pues yo si sigo siendo su amigo, si lo recuerdo y hoy día de
los difuntos aún más, pediré por el para que goce cuanto ante de la presencia
de Dios. Yo si me sigo sintiendo para siempre, amigo de Pedro Casquero.
Los tiempos de Dios
Dios ha desarrollado su plan de manera perfecta para cada uno. ¿Cuándo?
¿Cómo? ¡Solo Él lo sabe!
Tres tiempos ha pensado Dios para el desarrollo de la historia de la humanidad, dentro del gran misterio que representa Su Plan para nosotros.
Los primeros tiempos fueron los de la Creación, los tiempos del Padre que con Su Pensamiento y Su Voluntad creó todo lo que nos rodea. Y fueron también los tiempos de la Fe: Fe en la existencia de un Dios único, omnipotente, lleno de amor por sus criaturas. Pero, fue el propio hombre el que corrompió la perfección de esa creación, haciendo uso de su voluntad, del libre albedrío que Dios le dio. Y fue utilizando mal ese libre albedrío que el hombre volvió a caer, una vez más, olvidándose en forma creciente del Dios Creador.
Dios Padre abrió entonces la puerta a los segundos tiempos: los de la Redención, los tiempos de la Salvación, tiempos del Hijo. Y sin dudas que estos tiempos fueron los de la Esperanza, ya que el Mesías nos trajo el anuncio del Reino, la promesa de un futuro de felicidad. La llegada de Cristo abrió las puertas del Cielo y también abrió nuestros corazones al Arca en que Dios quiso resguardarnos de los males del mundo: María. ¿Acaso podía el Padre elegir un modo imperfecto en el acto de dar Su naturaleza Humana al Hombre Dios, a Su Hijo?. Los tiempos de la redención no pueden entenderse, entonces, sin unir a Madre e Hijo, Redentor y Corredentora, en la Pasión, Muerte y Resurrección que nos conducen a la esperanza de una vida de plenitud.
Y fue el mismo Jesús quien anunció la llegada del tercer tiempo en la historia de la humanidad, al anticipar la venida del Espíritu Santo, Espíritu de Santificación. Estos son, entonces, los tiempos de la Santificación. Y son también los tiempos de la caridad, ya que el Espíritu Santo es Espíritu de Amor, como Jesús nos lo enseñó con su nuevo y principal mandamiento. De este modo, el Espíritu de Dios se derrama sobre el mundo, buscando los corazones que le den acogida, que lo dejen actuar. Somos los hombres los que debemos reconocer y facilitar su accionar, por el camino de la humildad y el amor. En estos tiempos es el Espíritu Santo el que habla a través de quienes Evangelizan y llevan el mensaje renovado (¡una vez más!) por obra del Soplo Divino. Llevar a las almas a Dios es la caridad perfecta, es el amor que difunde el mensaje de Salvación.
De este modo hemos visto una humanidad que ha recorrido distintas etapas a lo largo de su historia:
Los tiempos del Padre, de la Creación, del Pensamiento Divino que todo lo hizo. Fueron tiempos de Fe.
Los tiempos del Hijo, de la Redención, del amor del Padre expresado en el Hombre Dios, nacido de la Nueva Eva, la Mujer Perfecta. Son los tiempos de la Esperanza.
Y finalmente los tiempos del Espíritu Santo, de la Santificación, del amor derramado sobre el mundo. Tiempos de Caridad.
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Creación, Redención y Santificación.
Fe, Esperanza y Caridad.
Dios ha desarrollado su Plan de manera perfecta, dejando que en cada tiempo se manifieste un aspecto nuevo y maravilloso de Su Divinidad. Es un camino con un destino cierto, un destino de plenitud. Cuando se haya alcanzado esa plenitud, cuando el plan esté completo, estaremos en condiciones de presenciar el gran final que el Señor nos tiene preparados. ¿Cuándo?. ¿Cómo? ¡Solo Él lo sabe!
Autor: Oscar Schmidt | Fuente:
www.reinadelcielo.org
Tres tiempos ha pensado Dios para el desarrollo de la historia de la humanidad, dentro del gran misterio que representa Su Plan para nosotros.
Los primeros tiempos fueron los de la Creación, los tiempos del Padre que con Su Pensamiento y Su Voluntad creó todo lo que nos rodea. Y fueron también los tiempos de la Fe: Fe en la existencia de un Dios único, omnipotente, lleno de amor por sus criaturas. Pero, fue el propio hombre el que corrompió la perfección de esa creación, haciendo uso de su voluntad, del libre albedrío que Dios le dio. Y fue utilizando mal ese libre albedrío que el hombre volvió a caer, una vez más, olvidándose en forma creciente del Dios Creador.
Dios Padre abrió entonces la puerta a los segundos tiempos: los de la Redención, los tiempos de la Salvación, tiempos del Hijo. Y sin dudas que estos tiempos fueron los de la Esperanza, ya que el Mesías nos trajo el anuncio del Reino, la promesa de un futuro de felicidad. La llegada de Cristo abrió las puertas del Cielo y también abrió nuestros corazones al Arca en que Dios quiso resguardarnos de los males del mundo: María. ¿Acaso podía el Padre elegir un modo imperfecto en el acto de dar Su naturaleza Humana al Hombre Dios, a Su Hijo?. Los tiempos de la redención no pueden entenderse, entonces, sin unir a Madre e Hijo, Redentor y Corredentora, en la Pasión, Muerte y Resurrección que nos conducen a la esperanza de una vida de plenitud.
Y fue el mismo Jesús quien anunció la llegada del tercer tiempo en la historia de la humanidad, al anticipar la venida del Espíritu Santo, Espíritu de Santificación. Estos son, entonces, los tiempos de la Santificación. Y son también los tiempos de la caridad, ya que el Espíritu Santo es Espíritu de Amor, como Jesús nos lo enseñó con su nuevo y principal mandamiento. De este modo, el Espíritu de Dios se derrama sobre el mundo, buscando los corazones que le den acogida, que lo dejen actuar. Somos los hombres los que debemos reconocer y facilitar su accionar, por el camino de la humildad y el amor. En estos tiempos es el Espíritu Santo el que habla a través de quienes Evangelizan y llevan el mensaje renovado (¡una vez más!) por obra del Soplo Divino. Llevar a las almas a Dios es la caridad perfecta, es el amor que difunde el mensaje de Salvación.
De este modo hemos visto una humanidad que ha recorrido distintas etapas a lo largo de su historia:
Los tiempos del Padre, de la Creación, del Pensamiento Divino que todo lo hizo. Fueron tiempos de Fe.
Los tiempos del Hijo, de la Redención, del amor del Padre expresado en el Hombre Dios, nacido de la Nueva Eva, la Mujer Perfecta. Son los tiempos de la Esperanza.
Y finalmente los tiempos del Espíritu Santo, de la Santificación, del amor derramado sobre el mundo. Tiempos de Caridad.
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Creación, Redención y Santificación.
Fe, Esperanza y Caridad.
Dios ha desarrollado su Plan de manera perfecta, dejando que en cada tiempo se manifieste un aspecto nuevo y maravilloso de Su Divinidad. Es un camino con un destino cierto, un destino de plenitud. Cuando se haya alcanzado esa plenitud, cuando el plan esté completo, estaremos en condiciones de presenciar el gran final que el Señor nos tiene preparados. ¿Cuándo?. ¿Cómo? ¡Solo Él lo sabe!
miércoles, 13 de agosto de 2014
Un corazón libre es un corazón luminoso
Se puede tener sólo con los tesoros del cielo: el amor, la paciencia, el
servicio a los demás, la adoración a Dios.
Fragmento de la homilía del Papa Francisco el viernes 20 de junio de 2014
Dinero, vanidad y poder no hacen feliz al hombre.
Los auténticos tesoros, las riquezas que cuentan, son el amor, la
paciencia, el servicio a los demás y la adoración a Dios.
No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma
los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el
cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren
boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón». (Mateo 6,
19-23).
No acumuléis tesoros en la tierra. Es un consejo de prudencia. Tanto que Jesús
añade: «Mira que esto no sirve de nada, no pierdas el tiempo».
Son tres, en particular, los tesoros de los cuales Jesús pone en guardia muchas
veces:
· El
primer tesoro es el oro, el dinero, las riquezas. Y, en efecto, «no estás a
salvo con este tesoro, porque quizá te lo roben. No estás a salvo con las
inversiones: quizá caiga la bolsa y tú te quedes sin nada. Y después dime: un
euro más ¿te hace más feliz o no?. Por lo tanto, las riquezas son un tesoro
peligroso.
Cierto, pueden también servir «para hacer tantas cosas buenas», por ejemplo:
para poder llevar adelante la familia. Pero, si tú las acumulas como un tesoro,
te roban el alma. Por eso Jesús en el Evangelio vuelve sobre este argumento,
sobre las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre el poner las
esperanzas en ellas.
· El
segundo tesoro del que habla el Señor «es la vanidad», es decir, buscar
"tener prestigio, hacerse ver". Jesús condena siempre esta actitud:
Pensemos en lo que dice a los doctores de la ley cuando ayunan, cuando dan
limosna, cuando oran para hacerse ver. Por lo demás, tampoco la belleza sirve,
porque también... se acaba con el tiempo.
· El
orgullo, el poder, es el tercer tesoro que Jesús indica como inútil y
peligroso. Una realidad evidenciada en la primera lectura de la liturgia tomada
del segundo libro de los Reyes (11, 1-4. 9-18. 20), donde se lee la historia de
la «cruel reina Atalía: su gran poder duró siete años, después fue asesinada».
En fin, «tú estás ahí y mañana caes», porque «el poder acaba: cuántos grandes,
orgullosos, hombres y mujeres de poder han acabado en el anonimato, en la
miseria o en la prisión...».
He aquí, pues, la esencia de la enseñanza de Jesús: «¡No acumuléis! ¡No
acumuléis dinero, no acumuléis vanidad, no acumuléis orgullo, poder!
¡Estos tesoros no sirven!».
Más bien son otros los tesoros para acumular. Hay un trabajo para acumular
tesoros que es bueno». Lo dice Jesús en la misma página evangélica: «Donde está
tu tesoro allí está tu corazón».
Este es precisamente «el mensaje de Jesús: tener un corazón libre».
En cambio «si tu tesoro está en las riquezas, en la vanidad, en el poder, en el
orgullo, tu corazón estará encadenado allí, tu corazón será esclavo de las
riquezas, de la vanidad, del orgullo».
Un corazón libre se puede tener sólo con los tesoros del cielo: el amor, la
paciencia, el servicio a los demás, la adoración a Dios. Estas «son las verdaderas
riquezas que no son robadas». Las otras riquezas -dinero, vanidad, poder- «dan
pesadez al corazón, lo encadenan, no le dan libertad».
Hay que tender, por lo tanto, a acumular las verdaderas riquezas, las que
«liberan el corazón» y te hacen «un hombre y una mujer con esa libertad de los
hijos de Dios». Se lee al respecto en el Evangelio que «si tu corazón es
esclavo, no será luminoso tu ojo, tu corazón».
Un corazón libre es un corazón luminoso, que ilumina a los demás, que hace ver
el camino que lleva a Dios, que no está encadenado, que sigue adelante y además
envejece bien, porque envejece como el buen vino: cuando el buen vino envejece
es un buen vino añejo. Al contrario, el corazón que no es luminoso es como el
vino malo: pasa el tiempo y se echa a perder cada vez más y se convierte en
vinagre.
Pidamos al Señor para que nos dé esta prudencia espiritual para comprender bien
dónde está mi corazón, a qué tesoro está apegado. Y nos dé también la fuerza de
«desencadenarlo», si está encadenado, para que llegue a ser libre, se convierta
en luminoso y nos dé esta bella felicidad de los hijos de Dios, la verdadera
libertad».
Autor: SS Francisco | Fuente:
vativan.va
martes, 12 de agosto de 2014
Abrirte una rendija
Sólo me hace falta permitir,
que mi tiempo ya no sea mío, y empezar a descubrir un mundo maravilloso de amor
sin límites.
Lo sé por tu Palabra: amas al hombre. A ese hijo tuyo que tantas veces te ha
negado. A ese ser débil y frágil que promete ser honesto y no lo cumple. A esa
creatura que piensa, sueña, ama, y sucumbe ante el egoísmo, el placer, el
dinero.
¿Por qué buscas al hijo rebelde? ¿Por qué abres puertas para que pueda
encontrarte quien te ha rechazado tantas veces? ¿Por qué esperas a quien vive
envuelto en autoengaños de poder y de soberbia?
Me cuesta entender esa paciencia infinita de tu Corazón. Dios, si no fueras tan
bueno, hace ya mucho tiempo que nos habrías abandonado a nuestra suerte.
Sin embargo, sigues tras mis huellas. Esperas a que te abra una rendija, una
pequeña grieta en mi alma.
Si algún día dejo de lado mis miedos, mis avaricias, mis complejos; si, tal vez
en este momento, permito que tu Palabra limpie la sangre de mis heridas,
empezaré a descubrir un mundo maravilloso de amor sin límites, de servicio
alegre, de esperanza filial.
Sólo me hace falta abrirte una rendija. Permitir, por un momento, que mi tiempo
ya no sea mío, para dejarte decirme, al oído, tu gran sueño: ven a casa, hijo
mío, y celebremos juntos un banquete de perdón, de paz, de alegría plena...
Autor: P. Fernando Pascual LC
lunes, 11 de agosto de 2014
Camina hacia adelante, tienes una meta que alcanzar
De vez en cuando tendrás la necesidad de mirar hacia atrás, pero no es
necesario retroceder.
Nuestra vida es un misterio, un breve laberinto en el que estamos buscando
siempre la salida hacia la luz, luz que queremos que se convierta en paz,
consuelo y seguridad.
El camino de la vida suele tener días alegres y tristes; sencillos y
complicados; llenos de triunfos y fracasos. ¡Qué difícil es entenderle a la
vida! Quisiéramos que fuese diferente, pero le tenemos que dar muchas
vueltas, resolver muchos enigmas. No dejo de preguntarme, ¿qué sería de mí si
no conociera la tristeza, el dolor?, no lo sé, paradójicamente he dado
respuesta a esto con más preguntas.
Dentro del camino de la vida podrás tener la compañía o la presencia de algunas
personas especiales que han marcado en ti una huella, pero también podrás
sentir momentos de una terrible soledad; podrás observar las huellas que han
quedado impregnadas dentro de tu camino y te darás cuenta de lo que en realidad
necesitabas.
Dentro de este camino hay espinas que nunca saldrán de tu interior, las
llevarás sin poderlas compartir, habrá estrellas que te señalarán el camino,
pero quizás nunca llegues a palpar su calor; habrá momentos que rebasen tu
felicidad y momentos de una gran agonía. La vida es un subir y bajar de
emociones, es una vía peligrosa pero a la vez suele ser hermosa.
El ser no es más grande por su tamaño si no por la fuerza que se encuentra
en su interior:
De vez en cuando tendrás la necesidad de mirar hacia atrás, pero no es
necesario retroceder, es necesario escuchar el silencio, tal vez del silencio
escuches algo más profundo de lo que encuentres en la turbulencia, trata de
observar a tu alrededor; cada uno tiene un universo diferente, tal vez
inexplorado o sin descubrir, tal vez tú solo estés soñando y estás palabras no sean
más que una luz fugaz en tu vida.
La vida es un proceso que debemos hacer germinar. Llevar dentro de nuestro
corazón las semillas de la Esperanza, la Fe y El Amor. Nunca exterminemos esas
semillas, por el simple hecho que no entendamos los momentos críticos de la
vida. Qué bien dice el Salmo 34:12 ¿Quién es el hombre que desea vida, que
desea muchos días para ver el bien?. El Señor protege la vida de los íntegros,
y su herencia perdura por siempre (Salmo 37:19).
Autor: P. Dennis Doren LC
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