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¿Yo pongo a prueba lo que pienso, lo que quiero, lo que deseo o lo tomo
todo?
Autor: SS Francisco
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Misas matutinas en la
Capilla de la Domus Sanctae Martahe. Martes 7 de enero de 2014.
El cristiano sabe vigilar su corazón para distinguir lo que viene de Dios y lo que viene de los falsos profetas. La vida de Jesús es la del servicio y de la humildad. "Una camino que todos los cristianos están llamados a seguir". El papa Francisco ha desarrollado la homilía sobre el "permaneced en el Señor", la exhortación del apóstol Juan . Un "consejo de vida" que Juan repite de forma "casi obsesiva". El apóstol indica una de las actitudes del cristiano que quiere permanecer en el Señor: conocer qué sucede en el propio corazón. Por esto no prestar fe a cualquier espíritu, sino de poner "a prueba a los espíritus". Saber "discernir los espíritus", discernir si una cosa nos hace "permanecer en el Señor o nos aleja de Él". Nuestro corazón siempre tiene deseos, tiene anhelos, tiene pensamientos. Pero ...¿estos son del Señor o algunos de estos nos alejan del Señor?. Por eso el apóstol Juan nos exhorta a "poner a prueba" lo que pensamos y deseamos: "Si esto va en la línea del Señor, así irá bien, pero si no va... Poner a prueba los espíritus para ver si son verdaderamente de Dios, porque muchos falsos profetas proceden del mundo. Profetas y profecías o propuestas: "¡Yo quiero hacer esto!" Pero no te lleva al Señor, te aleja de Él. Por esto es necesaria la vigilancia. El cristiano es un hombre o una mujer que sabe vigilar su corazón. Y muchas veces nuestro corazón, con tantas cosas que van y vienen, parece un mercado local: de todo, encuentras de todo allí... ¡Y no! Debemos saber - esto es del Señor y esto no lo es - para permanecer en el Señor". Por tanto, ¿cuál es el criterio para entender si algo viene de Cristo o del anticristo? San Juan tiene una idea clara y sencilla: todo espíritu que reconoce a Jesucristo, venido en la Carne, es de Dios. Todo espíritu que no reconoce a Jesús no es de Dios: es el espíritu del anticristo. Pero, ¿qué quiere decir reconocer que el "Verbo ha venido en Carne?". Reconocer el camino de Jesucristo, reconocer que Él, siendo Dios, se ha abajado, se ha humillado hasta la muerte de cruz. Ese es el camino de Jesucristo, el abajamiento, la humildad, también la humillación. Si un pensamiento, si un deseo te lleva sobre ese camino de humildad, de abajamiento, de servicio a los demás, es de Jesús. Pero si te lleva sobre el camino de la suficiencia, de la vanidad, del orgullo, sobre el camino de un pensamiento abstracto, no es de Jesús. Pensemos en las tentaciones de Jesús en el desierto: las tres propuestas que hace el demonio a Jesús son propuestas que querían alejarlo de este camino, el camino del servicio, de la humildad, la humillación, la caridad. Pero la caridad hecha con su vida ¿no? A las tres tentaciones Jesús dice no: "No, este no es mi camino". Invito a todos a pensar precisamente en lo que sucede en nuestro corazón. En lo que pensamos y sentimos, en qué queremos, a examinar los espíritus. "¿Yo pongo a prueba lo que pienso, lo que quiero, lo que deseo o lo tomo todo?". Muchas veces, nuestro corazón es un camino, pasan todos por allí... Poner a prueba. ¿Y elijo siempre las cosas que vienen de Dios? ¿Sé cuales son las que vienen de Dios? ¿Conozco el verdadero criterio para discernir mis pensamientos, mis deseos? Pensemos esto y no olvidemos que el criterio es la Encarnación del Verbo. El Verbo ha venido a la carne: ¡esto es Jesucristo! Jesucristo que se ha hecho hombre, Dios hecho hombre, se ha abajado, se ha humillado por amor, para servirnos a todos nosotros. Y el apóstol Juan nos conceda la gracia de conocer qué sucede en nuestro corazón y tener la sabiduría de discernir lo que viene de Dios y lo que no viene de Dios". |
"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
lunes, 13 de enero de 2014
Conocer qué sucede en el propio corazón
domingo, 12 de enero de 2014
Con mi Madre
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En tus manos de Madre dejo mis propósitos, para que los conviertas en
realidades.
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Vengo de estar con María.
Sencilla y cordialmente le he dicho:
En tus manos de Madre dejo mis propósitos,
para que los conviertas en realidades.
Dame el amor a Jesús,
la alegría de vivir,
el deseo de ayudar a mis hermanos.
Quítame la seriedad de esa cara ceñuda,
y alégrame con la paz y confianza en Dios.
También pongo en tus manos mi trabajo,
mi vida y mi muerte.
Vivir contigo es dulcísimo consuelo,
morir en tus brazos la más dulce muerte.
Quiero vivir junto a ti.
Quiero morir en tus brazos.
Autor: P. Mariano de Blas LC
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sábado, 11 de enero de 2014
De la vergüenza al perdón
Sólo el enfermo que descubre su mal acude al médico. Sólo quien reconoce
sus miserias invoca a Dios para pedir misericordia.
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Hay momentos en los
que miramos, en serio, el fondo de nuestras almas. Descubrimos, entonces,
luces y sombras, generosidad y egoísmo, justicia y traiciones. Las zonas
claras no eliminan el peso y la pena que nos produce descubrir zonas oscuras.
Al ver zonas negativas, al reconocer nuestro pecado, sentimos una pena intensa. Surge un sincero sentimiento de vergüenza. Hacemos propias palabras como las escritas por un Papa, Pablo VI, desde lo más íntimo de su corazón, al reconocer que su vida estaba "cruzada por una trama de míseras acciones, que sería preferible no recordar, son tan defectuosas, imperfectas, equivocadas, tontas, ridículas (...). Pobre vida débil, enclenque, mezquina, tan necesitada de paciencia, de reparación, de infinita misericordia" (Pablo VI, "Meditación ante la muerte"). Sí: hay hechos que quisiéramos no recordar. Hay cobardías que nos apartaron del hermano. Hay avaricias que impidieron a nuestras manos compartir el pan y el dinero con quien lo necesitaba verdaderamente. Cuando el dolor es sincero y sano, cuando llega a ser un arrepentimiento auténtico y humilde, somos capaces de abrir el alma y presentarla a un Dios que desea simplemente una cosa: derramar en nosotros el bálsamo de su misericordia. Entonces caminamos desde la vergüenza hacia el perdón. Sólo el enfermo que descubre su mal acude al médico. Sólo quien reconoce sus miserias invoca a Dios para pedir, de rodillas, misericordia. La respuesta del Padre, lo sabemos, es una: su Hijo en una Cruz que perdona los pecados, que destruye egoísmos, que supera injusticias, que devuelve paz a los corazones, que abre las puertas de los cielos en el sacramento de la confesión. Con su Sangre derramada quedan borrados los pecados del mundo. Basta simplemente con ponerse, como mendigos de misericordia, a sus pies, para decirle: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" (Lc 18,13).
Autor: P. Fernando
Pascual LC
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viernes, 10 de enero de 2014
Empieza el nuevo año, Señor, y vuelvo a buscar tu compañía
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Tenemos las alforjas vacías y las vamos a ir llenando de cosas buenas, de
cosas santas, de perdones y mucho amor.
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Ya estamos en el mes
de enero.
Empieza el nuevo año, Señor, y vuelvo a buscar tu compañía. Hoy es jueves y de nuevo ante Ti, todavía un poco agitada de tanto correr, de tanto ajetreo, de tantos abrazos y felicitaciones,... unos alegres, otros... con las mismas penas y preocupaciones. Ya pasó todo y ahora vamos a empezar la "cuesta de enero". Ya se fueron las fiestas. Ya se fueron los abrazos, los bailes, el chocar de las copas, los convivios y el jolgorio. Supimos tener la excelancia en esos momentos de gozo. Ahora la excelancia nos tiene que acompañar en el trabajo y en el esfuerzo. Pero ahora las caras son serias, el entrecejo fruncido, los labios apretados y el andar cansino para subir "la cuesta de enero". El dinero se gastó y el bolsillo está vacío. Los buenos propósitos...¡cómo cuesta poderlos cumplir! levantarse temprano, no fumar, no comer golosinas, no extralimitarse en la bebida, ser amable, no irritarse por cualquier cosa, estar en paz, no criticar, hacer ejercicio, saludar con una sonrisa al vecino, ser generosos, trabajar con honestidad y buen ánimo, pagar deudas, etcétera, etcétera, y así este mes de enero, serio y formal, se nos antoja un Everest cuya cima es casi inalcanzable. Visto así es normal que esto nos desanime y nos desaliente pero hay que buscarle un truco, algo que nos de ánimo en el desaliento, algo que nos de fuerza para poder alcanzar la meta que nos propusimos. Al mirar el horizonte y juntar estos doce meses que nos esperan, si Tu nos das vida, nos sentimos abrumados, es demasiado. Es muy dificil, es verdad. Pero si pensamos: Solo por hoy...va a ser más fácil. El hoy, el ahora que es el presente nos da la fuerza que necesitamos. El plazo breve para vencer las tentaciones es más efectivo que la cadena de días en el mismo esfuerzo. Solo por hoy. Solo por este momento, solo en este momento si puedo hacerlo y lo voy a hacer. Así momento tras momento, día tras día. Y al llegar la noche, en la hora íntima de estar a solas con uno mismo, cuando realmente somos auténticos, repasar nuestro día que termina y hacer un buen balance. Si en el día caímos, si no tuvimos voluntad suficiente, pedirte Señor perdón y fuerzas para el nuevo día. Y así con el -SOLO POR HOY, el camino se allana, el sendero se endulza y pierde su aridez, nuestros pasos son más seguros y firmes en ese Hoy que será el mañana de días y meses que nos darán la victoria al cabo del año andado. Empezamos el año con las alforjas vacías y las vamos a ir llenando de cosas buenas, de cosas santas, de perdones, de sonrisas, de ternura, de generosidad, de alegría, de buenos modos, de fe, de ilusiones, de esperanza, de trabajo y de mucho amor. Con todo esto iremos caminando por el nuevo año y seguro que siempre, en los días de sol y en los días grises, tal vez de llanto, buscaremos en nuestra alforja y vamos a encontrar todo aquello que será vital para esos momentos y que nos darán la fuerza para ser felices con Tu bendición. Invítanos todos los dias a visitarte en la Eucaristía, frente a Ti, de rodillas ante en el Santísimo Sacramento, nuestro camino este año será lleno de alegría y paz.
Autor: Ma Esther De
Ariño
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jueves, 9 de enero de 2014
Conectar con Dios
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Don de Dios que sale a buscarnos y se desborda con aquellos que se
detienen y se sientan a escucharle.
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Fui a un mercado de frutas y verduras: gente por todas partes, como en los
aeropuertos. Un buen anciano salió de su puesto y vino a saludarme. Me dio a
probar una de sus mandarinas. Me senté a conversar con él, de su vida, su
familia, su salud, sus creencias, sus temores e ilusiones. Se interesó por
las mías. Eligió con cuidado y cariño una buena variedad de frutas, las puso
en una bolsa y me las dio para el camino. Nos abrazamos y nos despedimos. El
anciano y yo conectamos, nuestro encuentro fue encuentro humano que no tuve
con los cientos de personas con quienes me crucé por los pasillos del
mercado.
A Jesucristo le gusta salir al paso de las personas y detenerse con ellas. Se detiene con la mujer samaritana, con el joven rico, con Zaqueo, con Nicodemo, con el ciego de nacimiento, con la hemorroísa, con los dos de Emaús. No se hace de rogar, sino más bien mendiga nuestra atención: "Si alguno oye mi voz y me abre, cenaremos juntos." (Apoc 3,20) y si le damos tiempo, le damos acogida y le ofrecemos nuestro amor, nos conduce a la soledad y nos habla al corazón (cfr. Os 2,16) y se nos revela: "Si alguno me ama, yo le amaré, y me manifestaré a él." (Jn 14,21) La experiencia de Dios en esos encuentros va más allá del conocimiento intelectual, es un conocimiento de primera mano de orden sobrenatural. Cuando Dios nos concede la gracia de hacer la experiencia de su amor, es su presencia personal la que nos interpela. En palabras del Card. Ratzinger: "somos alcanzados por el dardo de la Belleza". Esto nos permite alcanzar un conocimiento más real y profundo de Él. Experimentamos confianza, seguridad, plenitud, misericordia, que no son simples sentimientos, sino certezas profundas, certezas de fe, experiencia del amor de una Persona; don de Dios que sale a buscarnos y se desborda con aquellos que se detienen y se sientan a escucharle. Pero andamos siempre de prisa... Las prisas, de cuánto nos perdemos por las prisas, especialmente en la oración. oracion1 Cuando oramos, de eso se trata: de conectar con Dios. Orar es tomar conciencia de la presencia de Dios, detenernos con él, someternos a su atracción, dejarnos iluminar por él. Cuando oramos percibimos con la fe algo invisible que nos mueve, una fuerza espiritual dentro de nosotros. Es el Espíritu Santo. A la oración hay que ir abiertos, deseosos de encontrar a Dios, suplicándole con fuerza: "Entra a tu jardín" Señor (Cant 1,5), quiero estar contigo y escucharte: "Habla, Señor, que tu siervo escucha" (1 Sam 3,9), "Muéstrame tu rostro" (Cant 2,14). Todos los días, de una u otra forma, Dios sale a nuestro encuentro, como el anciano de la frutería. Podemos detenernos con Él y vivir la experiencia de un encuentro de fe y amor. Siempre saldremos de allí reconfortados y con una bolsa llena de provisiones, como Elías a quien Dios le mandó su ángel y le dijo: "Levántate y come porque el camino es demasiado largo para ti" (1 Re, 19,7) y con la fuerza de la gracia de Dios podremos reemprender el camino con ganas de volver a encontrarlo.
Autor: P. Evaristo Sada LC
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miércoles, 8 de enero de 2014
Si Dios es Amor, me toca amar
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Nacidos por amor y para amar: así es el sentido de la vida de cada ser
humano. Pero, con frecuencia, nos perdemos...
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Si Dios es Amor, ¿puede pedir algo diferente del amor? Todo su actuar nace
del amor y lleva al amor. Entonces si algo desea de nosotros es, simplemente,
amor.
Por eso nuestra vida es un milagro de amor. No sólo por las aventuras que
llevaron un día a nuestros padres a amarse y a cuidarnos, sino por cada uno
de los momentos, grandes o pequeños, que construyen el camino apasionante que
recorremos poco a poco.
Si todo nace del amor, si el amor explica lo grande y lo pequeño, el fin de
la vida no puede ser otro que el amor.
Nacidos por amor y para amar: así podemos resumir el sentido de la vida de
cada ser humano. Pero, con frecuencia, nos perdemos. Dejamos que el alma
quede aprisionada en ambiciones pequeñas, en miedos confusos, en prisas, en
proyectos, en diversiones, en trabajos... y el amor queda a un lado, entre
los objetos pendientes u olvidados.
Cada mañana necesito recordarlo: si Dios es Amor, me toca amar. Sólo así
tendrá sentido mi esfuerzo cotidiano. Sólo así sembraré algo de dulzura en un
mundo hambriento de cariño. Sólo así serviré a Cristo en el pobre, en el
enfermo, en el anciano, en el triste.
Sólo así mi vida será plenamente vida porque se habrá convertido, en los
límites de mi pequeñez humana, en un reflejo del fuego de Amor que explica el
universo y que espera abrazarme un día, para siempre, en el cielo.
Autor: P. Fernando
Pascual LC
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martes, 7 de enero de 2014
El mejor don de los Magos fue su fe
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La fe siempre a veces cuesta, pues hay que dejar a un lado nuestro
racionalismo y nuestra sed de seguridades humanas.
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El seguimiento de
Cristo significa dejar algo y buscar algo
Como todo movimiento el seguimiento de Cristo implica un punto de partida y un punto de llegada. Para hacerlo hay que dejar algo y tender hacia algo. Es responder en la fe al llamado de Dios. El episodio de los Magos ha sido el paradigma de la fe. La fe nos lleva a dejar algo atrás para buscar el ideal. Es como el barco que debe dejar el puerto para poder atravesar el mar y llegar a su destino. Los Magos eran sabios de oriente, tal vez de Arabia. Allí había muchos estudiosos de diferentes materias: la medicina, la agricultura, la astronomía... Se ve, por el relato evangélico, que estos Magos estudiaban las estrellas. Seguramente fueron estimados por los otros estudiosos y vivían una vida acomodada y holgada. Todo esto resalta el mérito de estos hombres, pues, dejaron todo para seguir una estrella incierta, una señal vaga, un signo borroso. En el firmamento que cubría la tierra árabe, había muchas estrellas. Sin embargo, los Magos se fijaron en una solamente. Así es la dinámica de la fe: es una preferencia por la Palabra de Dios entre muchas otras palabras que uno podría aceptar. No hay duda de que la noche de cada uno de nosotros está poblada de muchas estrellas. Tenemos muchas posibilidades, muchos ideales que nos totalizan. Dios, con su Revelación, nos interpela como un día lo hizo con Abrahám, como lo hizo con los profetas, como lo hizo con María y San José... La fe siempre es una opción y ésta a veces cuesta, pues hay que dejar a un lado nuestro racionalismo y nuestra sed de seguridades humanas. No nos gusta nadar en las aguas profundas porque preferimos tener unas agarraderas. En la vida espiritual la única agarradera es la veracidad y fidelidad de Dios. Para mí creer es lanzarme en la oscuridad de la noche, siguiendo una estrella que un día vi, aunque no sepa a dónde me va a llevar. Para mí creer es sobrellevar con alegría las confusiones, las sorpresas, las fatigas y los sobresaltos de mi fidelidad. Para mí creer es fiarme de Dios y confiar en Él. La fe se templa con las dificultades Para templar una espada hay que meterla en el fuego. La fe también se forja en la tribulación. Hay gente que quiere tener una fe gigante, pero sin chamuscarse. Es como el atleta que quiere ganar la carrera, pero sin entrenarse, sin sufrir, sin lastimarse nunca. La fe es un camino hermoso tapizado de rosas que están llenas de espinas. Los Magos tuvieron una experiencia profunda de la fe. Podemos imaginarlos llegando a un oasis para cargar provisiones y agua. Seguramente les vino a la mente la posibilidad de desistir. Tal vez en sus noches fueron visitados por sueños que les acosaban como fantasmas. El recuerdo de las burlas de sus compatriotas, el escepticismo de sus compañeros de estudios les perseguía. Hubo momentos de titubeos, de incertidumbre, de duda... Sin embargo, siempre venció su fe. De hecho, su brújula no era tanto el astro luminoso en la bóveda de la noche, sino la luz de su fe encendida en sus almas. En nuestros momentos de dificultad, también tiene que prevalecer la luz de la fe. Creer cuando todo va viento en popa es fácil; creer cuando el temporal de la adversidad choca cruelmente contra nuestra pequeña embarcación es más difícil. Pero, esto es lo que nos hace gigantes en la fe. Nunca ha existido un santo sin una fe probada, como nunca ha existido un atleta que haya tenido éxito sin esforzarse en los momentos de desánimo. Este mundo es como un gran gimnasio en el cual, el cristiano tiene que ejercitarse en la fe: un día puede ser la penuria económica, otro día el sufrir el látigo cruel de la maledicencia propagada por nuestro mejor amigo, otro día el desamor de un ser querido... La fe nos exige ver a Dios en las cosas sencillas Después de viajar muchos kilómetros, los Magos encontraron al Rey de los Judíos, el Salvador del mundo, el Rey de reyes, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, en una cueva de una aldea de mala muerte, fuera de la ciudad de Jerusalén. Era suficiente para obligar al corazón bajar a los pies. Sin embargo, lo aceptaron plenamente: se arrodillaron delante de Él. Vieron a Dios en un bebé que lloraba. El Catecismo nos habla del sentido de la Epifanía (manifestación de Cristo) en el n.528: La epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná, la epifanía celebra la adoración de Jesús por unos "magos" venidos de Oriente. En estos "magos", representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la encarnación, la Buena Nueva de la salvación. Un día alguien dijo a un amigo que había encontrado el teléfono de Dios. El amigo se sorprendió y muy irónicamente le preguntó cual era. Recibió una respuesta sublime: el teléfono de Dios es la fe. Con la fe puede uno "conectarse" con Dios en cualquier momento. Al contemplar la belleza de la naturaleza, el estruendo del mar, la brisa entre los árboles... se puede ver a Dios si uno tiene fe. También se le puede ver en el sacerdote que se sienta en el confesionario para escuchar nuestra miseria moral y darnos con seguridad el perdón de Dios. Con la fe se ve a Cristo presente en el Pan sagrado, en las manos del ministro en la Misa. La fe permite ver a Cristo en su Vicario en la tierra, el Santo Padre.... La fe abre horizontes y nos hace ver más lejos de lo que podríamos con la sola luz de la razón. Nuestra pobre razón es como el ojo desnudo que sólo ve un poco del universo al contemplar las estrellas que desfilan delante de él en la noche clara. Pero con un telescopio potente se puede penetrar en los espacios siderales y descubrir mundos nuevos. Así es la fe para un creyente: es un nuevo ojo para ver. En lo que parece sólo un trozo de pan le permite ver el Cuerpo de Cristo; en el vagabundo que toca a la puerta pidiendo una ayuda le revela la presencia del Cristo Místico; en el jefe enojón que da un mandato, la manifestación de la Voluntad de Dios... El mejor don de los Magos fue su fe Impresiona el regalo costoso del oro, incienso y mirra. Pero más impresionante todavía fue la fe, tamaño gigante, de estos hombres. Aquel día cuando los Magos se acercaron a la cueva de Belén y pidieron permiso para traspasar el dintel más pobre que habían visto en su vida, los papás del Niño accedieron a la petición de personas tan ilustres. Se maravillaron al verlos caer al suelo, manchar su ropa, e inclinar la cabeza delante del Bebé. Cuando nosotros lleguemos al Cielo, ciertamente no vamos a entrar con unos lingotes de oro, una caja de incienso y un bote de mirra. Lo que vamos a llevar va a ser, como dijo San Pablo, nuestra fe, esperanza y caridad. No juzguemos el valor de nuestra vida por las cosas que tenemos o las obras que hacemos. Lo que es la fe y el amor con que obramos eso es lo que vale delante de Dios. Mejor ir pobre al Cielo que rico al Infierno; mejor ir analfabeta al Cielo que con un doctorado al Infierno. Desde un punto de vista espiritual, el valor de los Magos no era el tamaño de sus dones materiales, sino la medida de su fe. Unas preguntas 1. ¿Cómo es nuestra fe? ¿lánguida? ¿depende de como nos sentimos? ¿una fe fuerte? 2. ¿Si la fe exige dejar algo para seguir más de cerca a Cristo, ¿qué nos está pidiendo Cristo que dejemos? 3. ¿Está nuestra fe basada en la Palabra de Dios o en una serie de sentimientos movedizos? Autor: P. Fintan Kelly |
lunes, 6 de enero de 2014
LO QUE VIENE SIENDO EL ABORTO
Autor: Pablo Cabellos Llorente
No es para chacota el asunto, aunque titule con una
frase que repite el humorista José Mota, no sé si porque es su inventor o hace eco gracioso de un modo de expresarse
incorrecto. Sin embargo, aquí no está de más la frase, porque voy a tratar de
escribir de lo que viene siendo el
aborto, no tanto en nuestras leyes, sino en sí mismo considerado. El motivo es
que se dan muchas razones para atacarlo o defenderlo pero nos detenemos poco a
considerar su esencia. Me refiero al aborto provocado, eufemísticamente llamado
interrupción voluntaria del embarazo o hasta salud reproductiva.
Aunque parezca un comienzo brutal, tomo nota de unas palabras
del arrepentido médico abortista Bernard Nathanson: se presentó a sí mismo
como "un asesino de masas". "Soy el responsable de la muerte de 75.000
niños inocentes", aseguró. Nathanson, que fue conocido como "el rey
del aborto", explicó que dirigía la "mayor clínica abortista de
Occidente, en Nueva York. Tenía 35 médicos a mi cargo, con 85 enfermeras.
Hacíamos 120 abortos cada día en 10 quirófanos. Durante los 10 años que fui
director realizamos 60.000 abortos. Además, yo supervisé 10.000 y personalmente
realicé 5.000. Tengo 75.000 muertes inocentes en mi haber".
Ni quito ni
pongo nada. Parece fuerte, tan fuerte como la falta de información sufrida por
muchas gestantes a las que no se comunica adecuadamente de la vida que llevan en su seno -no se les muestra, por
ejemplo, la ecografía del feto- o que incluso se les induce al aborto ante la
más mínima posibilidad de anomalía. No se trata de un tema religioso, pero es
claramente esa cultura del desecho de la que habla Francisco. Por algo han protestado
siempre las asociaciones de los concebidos minusválidos.
Hace tiempo
se inventó el término pre-embrión, principalmente para justificar la
investigación que conlleva el sacrificio
de embriones, y también del aborto. En
2004, la revista Nuture publicaba un
trabajo del doctor Steven Krawetz y sus colaboradores de la Facultad de
Medicina de la Universidad del Estado de Wayne (Estados Unidos), que demuestra
la existencia de ARN-mensajero procedente del espermatozoide en ovocitos recién
fecundados. El hallazgo de las moléculas de expresión de los genes de origen
paterno indica que la actividad genética, tras la fecundación, es inmediata, y
que en ella participan genes de ambos gametos, y no sólo del ovocito, como
alguno sostenía.
Los
avances de la genética molecular han aportado suficiente evidencia científica
como para poder afirmar que la vida humana está presente ya en el embrión de
tan sólo una célula, el cigoto. En efecto, trabajos como los de los
doctores Richard Gardner, embriólogo de la Universidad de Oxford (GB),
Magdalena Zernicka-Goetz, del laboratorio del Wellcome/Cancer Research en Cambridge
(GB) y Steven Krawetz de la Facultad de
Medicina de la Universidad del Estado de Wayne (EEUU), demuestran la
importancia decisiva que tiene la fecundación para determinar el plan general
del desarrollo del individuo, así como toda la memoria genética de la vida
humana en base a la combinación de los genes de ambos progenitores. La
identidad genética del cigoto es propia desde el momento de la fecundación y
esto supone que el desarrollo de un ser humano tiene un principio, la
concepción, y un final: la muerte del
individuo. Si alguien duda, debería estar por la vida.
Esto es
más que suficiente para afirmar que el aborto es matar a un individuo de la
especie humana, lo que no es progresista, es tan viejo como la humanidad. La
única novedad es que ahora sabemos más genética -somos más culpables- y también
que los medios para matar inocentes son más indoloros. Eso recuerda a un chiste
de romanos: un señor castraba con dos piedras a sus esclavos y alguien le dijo:
será muy doloroso. A lo que el amo respondió: ¡qué va!, ya procuro no pillarme
los dedos. Pues así. Luego que haga cada uno lo que quiera con su conciencia: ¿
puede tener derecho a matar? ¿Y por qué no a robar, extorsionar,
mentir a un tribunal o defraudar? Hemos comenzado a destruir la sociedad
por su base: la vida.
También constan
las secuelas en la mujer: riesgos
físicos como esterilidad, abortos espontáneos, perforación del útero, hemorragia,
vómitos, frigidez, coágulos pasajeros, nacimiento de niños muertos, etc. Más
frecuentes, los trastornos psíquicos. Lo
saben bien en la Asociación de Víctimas
del Aborto, dedicada a madres dañadas por sentido de culpabilidad,
depresión, impulsos suicidas, pérdida de confianza, particularmente con el progenitor
del niño abortado, frecuente inductor de
tal acción; ira, rabia, sentimiento de deshumanización, frustración del
instinto maternal, conducta autodestructiva...
Pero esto
se cubre de silencio, porque matar a un inocente se ha convertido en un acto
político, en algo entendido como deuda
con unos electores o hecho por el que van a ser más elegibles. Es curioso: el
gobierno anterior alcanzó su última legislatura expresando que no cambiaría la
ley del aborto. Y la cambió. El actual indicó que la reemplazaría, y con ese
programa se presentaron algunos que ahora no están de acuerdo con el canje de la
ley.
La noche de los Reyes Magos
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Noche mágica y misteriosa...¡Qué bonito sería pensar que esta noche todos
duermen con esta espera maravillosa!
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Noche de Reyes...
Noche mágica y misteriosa...
Noche que hace palpitar aceleradamente los corazones infantiles y que al
cerrar sus ojos para dormir, los hará soñar con la tierna ilusión de una
muñeca o de un tren de bonitos colores. Porque a pesar de que ahora los
juguetes han alcanzado perfecciones insospechadas y técnicas admirables, nada
podrá igualar al maravilloso encanto y tierna sencillez de una muñeca
"vestida de azul" o de un tren de alegres y vivos colores.
Sueñan los niños y porque sus almas son inocentes y tienen fe, encontrarán
sobre sus zapatitos, que esta noche brillan de tan limpios que están, los
juguetes anhelados... "porque se portaron bien" y escribieron una
carta que siempre empezó así: Queridos Reyes Magos....y los mágicos
personajes, Melchor, Gaspar y Baltasar, vendrán al conjuro de esos deseos
ingenuos, con sus hermosas capas, con dos coronas y un turbante, para dejar
sus regalos.
De tanto pensar en ellos, sienten los niños que en el silencio de esta noche
han oído como un rumor de pasos, roce de sedas, terciopelos y brocados... Son
los tres Reyes Magos que han pasado. Y ojalá que esos niños guarden para
siempre la ilusión y magia de esta noche tan singularmente bella para que,
cuando adultos, en sus nuevos hogares, siempre haya una "noche de
Reyes". ¡Qué bonito sería pensar que esta noche todos los niños duermen
con esta espera maravillosa!
Pero el cuadro tiene su claro-oscuro. Las sombras que nos estrujan el corazón
de miles y miles de niños que esta noche no pondrán sus zapatitos porque no
los tienen, porque sus pies caminan descalzos sobre la tierra de este
Planeta. Que no pedirán ni un tren ni una muñeca sino un mendrugo de pan para
tener algo que comer en esta noche de Reyes. Estos niños nos están gritando
con el grito silencioso de su presencia, que de nada sirven los tecnicismos
de esta era si a los hombres se nos ha endurecido el corazón. Pobre
humanidad, envanecida y orgullosa...¡de qué podemos estarlo! si los hombres
se matan y los niños tienen hambre.
Hacer a los niños felices sería el mejor regalo y más aún para nuestras
conciencias. Que la mejor meta al llegar el año 2012 sería que no existiera
un solo niño sobre la faz de la tierra, en la calle, con hambre y descalzo.
Será sin duda el mas severo juicio al que seremos sometidos ante el Creador,
porque estuvieron a nuestro lado y no los quisimos ver, tuvieron hambre y no
les dimos de comer, tuvieron sed y no les dimos de beber...
Esta noche, noche de Reyes, la humanidad entera y cada uno de nosotros,
tendríamos que convertirnos en un Rey Mago, abrazar contra nuestro pecho a un
chiquitín, besar sus mejillas sucias, sus ojos tristes y caer de rodillas y
pedirles perdón.
Autor: Ma Esther De Ariño
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domingo, 5 de enero de 2014
Queridos Reyes Magos ¡Feliz fin de viaje!
Estamos
celebrando el día de la Manifestación del Señor... así que ¡ánimo! El día de
encontrar lo que están buscando ha llegado.
Queridos
Reyes Magos:
Se muy bien que desde que han visto la estrella aparecer en el firmamento y
después de consultar sus mapas de astronómicos, y sobre todo sondear su
corazón, se han puesto en camino con gran docilidad para ir al encuentro del
Rey hecho niño, del Salvador del Mundo.
Y llevan sus regalos, que han elegido de una manera extraordinaria, Oro,
Incienso, y Mirra; porque lo reconocen como Rey, como Dios, y como hombre. Y se
han puesto en camino dejándose guiar por aquella estrella, que solo se deja ver
por las noches... y les va marcando el rumbo y les va orientando sus pasos.
Y ustedes con gran alegría, venciendo el cansancio y la sed de tanto caminar,
el calor y el frío del desierto, han continuado su camino y están por llegar.
También venciendo innumerables dificultades, como los engaños de Herodes, que
sabiamente han podido burlar, siendo obedientes al ángel.
Estamos celebrando el día de la Manifestación del Señor... así que ¡ánimo! El
día de encontrar lo que están buscando ha llegado.
Gracias por su fidelidad, por su obediencia, y por esos regalos que llevan en
sus manos. Pero más agradezco el signo que nos regalan a toda la humanidad de
que la salvación es para todos los pueblos.
Desde que ha empezado el tiempo de Adviento, he pensado en ustedes, y en la carta
que habría de escribirles para pedirles, como lo hice cuando era niño, algunos
regalos. Pero el tiempo se ha pasado tan rápido, entre posadas, la Fiesta de
Navidad, Fin de año, Fiesta de Nuestra Santísima Madre... que es hasta este
momento en la solemnidad de su venida que les escribo mi carta. De todas
maneras tengo la confianza que les llegará a tiempo porque le pediré a mi Ángel
de la Guarda que se las haga llegar en forma prioritaria.
Les pido, con humildad que me compartan:
La sencillez
para saber distinguir en los signos de los tiempos la presencia de la Buena
Noticia, para saber observar desde la fe todas la realidades tanto de la tierra
como del cielo.
Que puedan compartir conmigo la
docilidad a las divinas inspiraciones del alma, y seguir el
camino que me marque la estrella. A ustedes los ha guiado una estrella en el
cielo, para mi esa estrella que me lleva a Jesús es María, por eso pido tener
esa docilidad de ustedes para saber descubrirla en todo momento, para no perder
el rumbo que conduce al Salvador de todas las naciones, al Rey de todos los
Pueblos.
Valentía para hacerme al
camino, para saber dejarlo todo y lanzarme a la aventura de un
camino, a desinstalarme con frecuencia para vivir de la fe y no de la seguridad
de mis reinos, de mis posesiones. Confiar que, dejando todo, es la única forma
de encontrar El Todo.
Obediencia a las guías
que tengo en el camino, obediencia a lo que se cree, a lo que
se espera, a lo que se ama. Obediencia humilde a las inspiraciones y a los
ángeles, especialmente a mi Ángel de la Guarda, para que no pierda el camino, y
tenga la alegría de que todo se me ha dado como regalo, confiando y dependiendo
totalmente en Aquel que me ha llamado a un encuentro.
Alegría de un encuentro,
del encuentro que más se desea: encontrarse con Dios, por eso ese encuentro es
una Celebración. Porque es el encuentro de la criatura con su Creador, alegría
de encuentro porque es la manifestación de Dios hecho hombre como Dios, como
Rey, y como hombre. Quiero, tener esa alegría de encuentro que para mi se
realiza en cada Eucaristía, en cada sacramento, en cada encuentro con el más
necesitado. Alegría de encuentro, que es una gran celebración, porque cuando el
encuentro esta tocado por el amor solo puede ser celebrativo, y toda nuestra
vida es encuentro y toda nuestra vida es celebración si lo vivimos en la
dimensión del amor.
Abusando de su generosidad, pido la
paciencia para seguir en el camino, para que el cansancio no me
haga desistir, para que las dificultades no resten el ánimo, para que los
obstáculos del camino solo sean oportunidades de crecimiento, que sean retos
que me permitan crecer como persona, como cristiano, como discípulo del
Maestro.
Que no pierda la esperanza del encuentro, que no pierda la esperanza que la
promesa se hará realidad.
Que no pierda la esperanza que en el camino no se anda solo, que ángeles,
estrellas y hermanos caminamos juntos. Tener siempre y cada día, la esperanza
de que es posible vivir la caridad entre los hermanos que caminamos en
comunidad como lo hicieron ustedes, que se acompañaron hasta el final.
Todo lo anterior no lo pido solo para mi, lo pido para poder compartirlo con
todos mis hermanos, quiero descubrir en cada hermano a Cristo, quiero
descubrirlo especialmente en los más pobres, en los más necesitados, los
enfermos, los encarcelados, los que están solos o se sienten solos; quiero
reconocer al Rey en aquellos que llevan con humildad la cruz de cada día, en
los que se esfuerzan por dar testimonio del amor, en las personas que perdonan y
aquellos que se niegan a recibir el perdón, recocerlo en los amigos y también
en los enemigos.
Quiero compartir todo lo que les he pedido con todos aquellos que se acerquen a
mi vida, y quiero ser yo el que se ponga en camino hacía el encuentro. Me gustaría,
ser el primero que tienda un puente por donde el otro se pueda acercar a mi, y
por donde yo me pueda acercar a él.
Todo lo que les he pedido, también se los pido para todos mis amigos,
familiares y benefactores... para que todos seamos instrumentos de paz. Para
que todos busquemos el reino de Dios, sabiendo que si Dios reina en nuestros
corazones, reinará en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestras
ciudades, y en nuestras naciones.
Les deseo a ustedes queridos Reyes Magos, feliz fin de viaje. Y me despido
agradecido por la ilusión que guardaron en mi cuando era un niño.
Gracias porque un día los espere con la ilusión de niño y hoy los puedo esperar
con la ilusión de sacerdote.
Con afecto, en el Señor que buscamos y que encontramos en la Eucaristía.
Autor: P Idar Hidalgo
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