"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

miércoles, 11 de enero de 2012

EL PODER DE LA ORACION

Gabriela Louise Redden, una mujer pobremente vestida y con una expresión de derrota en el rostro, entró en una tienda de abarrotes. Se acercó al dueño de la tienda, y de una forma muy humilde le preguntó si podía fiarle algunas cosas.
Hablando suavemente, explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar, que tenían 7 hijos, y que necesitaban comida. John Longhouse, el abarrotero, se mofó de ella y le pidió que saliera de la tienda. Visualizando las necesidades de su familia, la mujer le dijo: "Por favor señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda." John le dijo que no podía darle crédito, ya que no tenía cuenta con la tienda.
Junto al mostrador había un cliente que oyó la conversación. El cliente se acercó al mostrador y le dijo al abarrotero que él respondería por lo que necesitara la mujer para su familia. El abarrotero, no muy contento con lo que pasaba, le preguntó de mala gana a la señora si tenía una lista. Louise respondió: "¡Sí señor!". "Está bien," le dijo el tendero, "ponga su lista en la balanza, y lo que pese la lista, eso le daré en mercancía."
Louise pensó un momento con la cabeza baja, y después sacó una hoja de papel de su bolso y escribió algo en ella. Después puso la hoja de papel cuidadosamente sobre la balanza, todo esto con la cabeza baja. Los ojos del tendero se abrieron de asombro, al igual que los del cliente, cuando el plato de la balanza bajó hasta el mostrador y se mantuvo abajo. El tendero, mirando fijamente la balanza, se volvió hacia el cliente y le dijo: "¡No puedo creerlo!". 
El cliente sonrió mientras el abarrotero empezó a poner la mercancía en el otro plato de la balanza. La balanza no se movía, así que siguió llenando el plato hasta que ya no cupo más. El tendero vio lo que había puesto, completamente disgustado. Finalmente, quitó la lista del plato y la vio con mayor asombro.
No era una lista de mercancía. Era una oración que decía: "Señor mío, tú sabes mis necesidades, y las pongo en tus manos".
El tendero le dio las cosas que se habían juntado y se quedó de pie, frente a la balanza, atónito y en silencio. Louise le dio las gracias y salió de la tienda. El cliente le dio a John un billete de 50 dólares y le dijo: "Realmente valió cada centavo" Fue un tiempo después que John Longhouse descubrió que la balanza estaba rota.

martes, 10 de enero de 2012

Pidiendo consejo a Cristo en mi oración

El Señor no habla en el pasado, sino que habla en el presente, él habla hoy con nosotros, nos concede su luz, nos muestra el camino.
Cumplo con mi deber, obedeciendo los preceptos de Cristo, que dice: Estudiad las Escrituras, y también: Buscad, y encontraréis, para que no tenga que decirme, como a los judíos: Estáis muy equivocados, porque no comprendéis las Escrituras ni el poder de Dios. Pues, si, como dice el apóstol Pablo, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y el que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.

Por esto, quiero imitar al padre de familia que del arca va sacando lo nuevo y lo antiguo, y a la esposa que dice en el Cantar de los cantares: He guardado para ti, mi amado, lo nuevo y lo antiguo; y, así, expondré el libro de Isaías, haciendo ver en él no sólo al profeta, sino también al evangelista y apóstol. Él, en efecto, refiriéndose a sí mismo y a los demás evangelistas, dice: ¡Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva! Y Dios le habla como a un apóstol, cuando dice: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá a ese pueblo? Y él responde: Aquí estoy, mándame» (San Jerónimo, del prólogo al comentario al profeta Isaías).

Tengo un buen amigo que le gusta mucho la fotografía. Es un apasionado del tema. Reconozco que a veces fastidia un poco, pues cuando ves con él cualquier foto, en vez de recordar el evento que ahí quedó plasmado, se dedica a criticar la luz, el enfoque, etc. Y considera Photoshop como la mayor herejía existente en cuanto a arte se refiere.

Aún así, mi amigo reconoce que posee un conocimiento más bien pobre de la ciencia fotográfica. Y por eso ha decidido estudiar un poco por su cuenta. Hablando hace poco por teléfono con él, me refería sus primeras adquisiciones de las librerías: ¿Sabes cuál ha sido el libro que más me ha ayudado de todos? El de "Fotografía para tontos". Yo no pude sino sonreír.

¿Si conocen el libro al que se refiere, verdad? Es esa colección que en inglés titulan "For Dummies" y que ha revolucionado el mundo del aprendizaje. Por lo menos el más elemental de ello. Existe hasta un "Juan Pablo II for Dummies", en el que repasan los elementos más esenciales de la vida del Papa. Y reflexionando este hecho, me di cuenta que si un libro puede ayudarnos en lo más elemental de nuestro camino de oración, no dudaría en decirlo: la Biblia es esa "oración for Dummies".

Es verdad que no todos los pasajes de la Escritura son fáciles. Pero también es verdad, y hablo especialmente del Evangelio, que su lectura ha sido inspiración para la vida del cristianismo desde el inicio de nuestra era. De ahí que San Jerónimo diga que desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo mismo. Tal vez alguno lo haya ya experimentado. Tomen, por ejemplo, la vida de cualquier santo. ¿Cuál es el que más les gusta? ¿Francisco de Asís, Ignacio de Loyola, Teresa del Niño Jesús? No importa qué vida de santo se tope uno, no hay ninguna que no tenga de por medio, en su momento de conversión, la lectura de la Sagrada Escritura. Todos han bebido de su lectura, especialmente del Evangelio. Y la meditación y contemplación de los pasajes ahí descritos han sido la inspiración para todos.

San Lorenzo era muy consciente de ello y por eso mismo dedicó gran parte de su vida al estudio y meditación de los textos sagrados. Otro santo, San Francisco de Asís, decía que «leer la Sagrada Escritura es pedir consejo a Cristo». En este aspecto, los protestantes han tal vez madurado mucho más que nosotros y conocen con profundidad la Biblia. Muchas veces nos impacta y hasta ridiculizamos cuando ellos toman decisiones cruciales y del día a día de su vida leyendo el Evangelio.

Pero yo creo que debemos aprender a leer con Dios la Biblia, en oración. ¿Qué sería de nuestra vida si hablásemos con Cristo tantos pasajes de la Escritura y pudiesen así ayudarnos en nuestra vida diaria? Porque «la Sagrada Escritura no es algo que pertenezca al pasado. El Señor no habla en el pasado, sino que habla en el presente, él habla hoy con nosotros, nos concede su luz, nos muestra el camino de la vida, nos regala su comunión y nos prepara y nos abre así a la paz (Benedicto XVI, 29-03-2006).

¿Recomendación? La Iglesia siempre ha invitado a sus fieles a leer todos los días un pequeño pasaje evangélico y buscar una enseñanza para ello. Incluso hay lugares donde ya tienen un “Evangelio del día” meditado, incluso via Internet. Ojalá que cada día, aunque sean cinco minutitos, vayamos a la Sagrada Escritura y le pidamos consejo a Cristo, directamente. Será, sin duda alguna, uno de los mejores caminos para una profunda oración.
Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.
Fuente: www.la-oracion

lunes, 9 de enero de 2012

Comienza la vida pública del Redentor

El bautismo, al hacernos partícipes de la Muerte y Resurrección del Salvador, nos llena de una vida nueva.
Queridos hermanos y hermanas:

La fiesta litúrgica del Bautismo de Jesús, nos recuerda el acontecimiento que inauguró la vida pública del Redentor, y comenzó así a manifestarse el misterio ante el pueblo.

El relato evangélico pone de relieve la conexión que hay, desde el comienzo, entre la predicación de Juan Bautista y la de Jesús. Al recibir aquel bautismo de penitencia, Jesús manifiesta la voluntad de establecer una continuidad entre su misión y el anuncio que el Precursor había hecho de la proximidad de la venida mesiánica. Considera a Juan Bautista como el último de la estirpe de los Profetas y "más que un profeta" (Mt 11, 9), ya que fue encargado de abrir el camino al Mesías.

En este acto del Bautismo aparece la humildad de Jesús: Él, el Hijo de Dios, aunque es consciente de que su misión transformará profundamente la historia del mundo, no comienza su ministerio con propósitos de ruptura con el pasado, sino que se sitúa en el cauce de la tradición judaica, representada por el Precursor. Esta humildad queda subrayada especialmente en el Evangelio de San Mateo, que refiere las palabras de Juan Bautista: "Soy yo quien debe ser por Tí bautizado, ¿y vienes Tú a mí?" (3, 14). Jesús responde, dejando entender que en ese gesto se refleja su misión de establecer un régimen de justicia, o sea, de santidad divina, en el mundo: "Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia" (3, 15).

La intención de realizar a través de su humanidad una obra de santificación, anima el gesto del bautismo y hace comprender su significado profundo. El bautismo que administraba Juan Bautista era un bautismo de penitencia con miras a la remisión de los pecados. Era conveniente para los que, reconociendo sus culpas, querían convertirse y retornar a Dios. Jesús, absolutamente santo e inocente, se halla en una situación diversa. No puede hacerse bautizar para la remisión de sus pecados. Cuando Jesús recibe un bautismo de penitencia y de conversión, es para la remisión de los pecados de la humanidad. Ya en el Bautismo comienza a realizarse todo lo que se había anunciado sobre el siervo doliente en el oráculo del libro de Isaías: allí el siervo es representado como un justo que llevaba el peso de los pecados de la humanidad y se ofrecía en sacrificio para obtener a los pecadores el perdón divino (53, 4-12).

El Bautismo de Jesús es, pues, un gesto simbólico que significa el compromiso en el sacrificio para la purificación de la humanidad. El hecho de que en ese momento se haya abierto el Cielo, nos hace comprender que comienza a realizarse la reconciliación entre Dios y los hombres. El pecado había hecho que el cielo se cerrase; Jesús restablece la comunicación entre el Cielo y la tierra. El Espíritu Santo desciende sobre Jesús para guiar toda su misión, que consistirá en instaurar la alianza entre Dios y los hombres.

Como nos relatan los Evangelios, el Bautismo pone de relieve la filiación divina de Jesús: el Padre lo proclama su Hijo predilecto, en el que se ha complacido. Es clara la invitación a creer en el misterio de la Encarnación y, sobre todo, en el misterio de la Encarnación redentora, porque está orientada hacia el sacrificio que logrará la remisión de los pecados y ofrecerá la reconciliación al mundo. Efectivamente, no podemos olvidar que Jesús presentará más tarde este sacrificio como un bautismo, cuando pregunte a dos de sus discípulos: "¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber o ser bautizados con el bautismo con que yo he de ser bautizado?" (Mc 10, 38). Su Bautismo en el Jordán es sólo una figura; en la Cruz recibirá el Bautismo que va a purificar al mundo.

Mediante este Bautismo, que primero tuvo expresión en las aguas del Jordán y que luego fue realizado en el Calvario, el Salvador puso el fundamento del bautismo cristiano. El bautismo que se practica en la Iglesia se deriva del sacrificio de Cristo.

Es el Sacramento con el cual, a quien se hace cristiano y entra en la Iglesia, se le aplica el fruto de este sacrificio: la comunicación de la vida divina con la liberación del estado de pecado.

El rito del bautismo, rito de purificación con el agua, evoca en nosotros el Bautismo de Jesús en el Jordán. En cierto modo reproduce ese primer bautismo, el del Hijo de Dios, para conferir la dignidad de la filiación divina a los nuevos bautizados. Sin embargo, no se debe olvidar que el rito bautismal produce actualmente su efecto en virtud del sacrificio ofrecido en la Cruz. A los que reciben el bautismo se les aplica la reconciliación obtenida en el Calvario.

He aquí, pues, la gran verdad: el bautismo, al hacernos partícipes de la Muerte y Resurrección del Salvador, nos llena de una vida nueva. En consecuencia, debemos evitar el pecado o, según la expresión del Apóstol Pablo, "estar muertos al pecado", y "vivir para Dios en Cristo Jesús" (Rom 6, 11).

En toda nuestra existencia cristiana el bautismo es fuente de una vida superior, que se otorga a los que, en calidad de hijos del Padre en Cristo, deben llevar en sí mismos la semejanza divina.

Audiencia General miércoles 11 de enero de 1984
Autor: Papa Juan Pablo II.

sábado, 7 de enero de 2012

La Epifanía de Dios y La Virgen María

Fiesta de la Epifanía. Cada uno ha de esforzarse, dentro de su familia y en su ambiente de trabajo, por ser una pequeña, pero luminosa, "Epifanía de Cristo".
Audiencia General miércoles 4 de enero de 1989, acerca de la Epifanía.

El designio salvífico de Dios se manifiesta, durante el período navideño que estamos viviendo intensamente, con una cadena de festividades litúrgicas muy idóneas para presentarnos a lo largo de pocos días una amplia visión de conjunto. De la contemplación del Hijo de Dios, que se hizo Niño por nosotros en la gruta de Belén, pasamos a través del modelo inalcanzable de la Sagrada Familia, y así sucesivamente hasta llegar al acontecimiento del Bautismo del Señor, al comienzo de su vida pública.

El término "epifanía" significa manifestación: en ella se celebra la primera manifestación al mundo pagano del Salvador recién nacido.

En la historia de la Iglesia, la Epifanía aparece como una de las fiestas más antiguas, con vestigios ya en el siglo II, y es vivida como el día "teofánico" por excelencia, "dies sanctus". En los primeros tiempos, la celebración estuvo sobre todo vinculada al recuerdo del Bautismo del Señor, cuando el Padre celestial dio testimonio público de su Hijo en la tierra, invitando a todos a escuchar su Palabra. Pero muy pronto prevaleció la visita de los Magos, en los cuales se reconocen los representantes de los pueblos, llamados a conocer a Cristo desde fuera de la comunidad de Israel.

San Agustín, testigo atento de la tradición eclesial, explica sus razones de alcance universal afirmando que los Magos, primeros paganos en conocer al Redentor, merecieron significar la salvación de todas las gentes (cf. Hom. 203). Y así, en el arte cristiano primitivo, la escena fascinante de hombres doctos, ricos y poderosos, que hablan venido de lejos para arrodillarse ante el Niño, mereció el honor de ser la más representada de entre los acontecimientos de la infancia de Jesús.

Más tarde, en la misma festividad, se empezó a celebrar también la teofanía de las Bodas de Caná, cuando Jesús, al realizar su primer milagro, se manifestó públicamente como Dios. Muchas son, pues, las epifanías, porque son varios los caminos por los que Dios se manifiesta a los hombres. Hoy quiero subrayar cómo una de ellas, más aún, la que es fundamento de todas las demás, es la Maternidad de María.

En la antiquísima profesión de fe, llamada "Símbolo Apostólico", el cristiano proclama que Jesús nació "de" la Virgen María. En este artículo del "Credo" están contenidas dos Verdades esenciales del Evangelio.

La primera es que Dios nació de una Mujer (Gál 4, 4). Él quiso ser concebido, permanecer nueve meses en el seno de la Madre y nacer de Ella de modo virginal. Todo esto indica claramente que la Maternidad de María entra como parte integrante en el misterio de Cristo para el plan divino de salvación.

La segunda es que la concepción de Jesús en el seno de María sucedió por obra del Espíritu Santo, es decir, sin colaboración de padre humano. "No conozco varón" (Lc 1, 34), puntualiza María al enviado del Señor, y el arcángel le asegura que nada hay imposible para Dios (Lc 1, 37). María es el único origen humano del Verbo Encarnado.

En este contexto dogmático es fácil ver cómo la Maternidad de María constituye una epifanía nueva y totalmente característica de Dios en el mundo.

En efecto, la misma opción de virginidad perpetua que hizo María antes de la Anunciación, tiene ya un valor "epifánico" como llamada a las realidades escatológicas, que están más allá de los horizontes de la vida terrena. Pues esa opción indica una voluntad decidida de consagración total a Dios y a su amor, capaz por si solo de apagar plenamente las exigencias del corazón humano. Y el hecho de la concepción del Hijo, que sucede fuera del contexto de las leyes biológicas naturales, es otra manifestación de la presencia activa de Dios. Finalmente, el alegre suceso del nacimiento de Jesús constituye el culmen de la revelación de Dios al mundo en María y por medio de María.

Es significativo que el Evangelio ponga también a la Virgen en el centro de la visita de los Magos, cuando dice que ellos "entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre y, postrándose, lo adoraron" (Mt 2, 11).

A la luz de la fe, la Maternidad de la Virgen aparece de este modo como signo elocuente de la divinidad de Jesús, que se hace hombre en el seno de una Mujer, sin renunciar a la personalidad de Hijo de Dios. Ya los Santos Padres, como San Juan Damasceno, habían hecho notar que la Maternidad de la Santa Virgen de Nazaret contiene en sí todo el misterio de la salvación, que es puro don proveniente de Dios.

María es la Theotokos, como proclamó el Concilio de Éfeso, pues en su seno virginal se hizo carne el Verbo para revelarse al mundo. Ella es el lugar privilegiado escogido por Dios para hacerse visiblemente presente entre los hombres.

Al mirar a la Virgen Santísima estos días de Navidad, cada uno ha de sentir un interés más vivo en acoger, como Ella, a Cristo en su vida, para convertirse luego en su portador al mundo. Cada uno ha de esforzarse, dentro de su familia y en su ambiente de trabajo, por ser una pequeña, pero luminosa, "Epifanía de Cristo".
Autor: SS Juan Pablo II.

viernes, 6 de enero de 2012

CATEDRALES DE ESPAÑA

Queridos Reyes Magos ¡Feliz fin de viaje!

Estamos celebrando el día de la Manifestación del Señor... así que ¡ánimo! El día de encontrar lo que están buscando ha llegado.
Queridos Reyes Magos:

Se muy bien que desde que han visto la estrella aparecer en el firmamento y después de consultar sus mapas de astronómicos, y sobre todo sondear su corazón, se han puesto en camino con gran docilidad para ir al encuentro del Rey hecho niño, del Salvador del Mundo.

Y llevan sus regalos, que han elegido de una manera extraordinaria, Oro, Incienso, y Mirra; porque lo reconocen como Rey, como Dios, y como hombre. Y se han puesto en camino dejándose guiar por aquella estrella, que solo se deja ver por las noches... y les va marcando el rumbo y les va orientando sus pasos.

Y ustedes con gran alegría, venciendo el cansancio y la sed de tanto caminar, el calor y el frío del desierto, han continuado su camino y están por llegar. También venciendo innumerables dificultades, como los engaños de Herodes, que sabiamente han podido burlar, siendo obedientes al ángel.

Estamos celebrando el día de la Manifestación del Señor... así que ¡ánimo! El día de encontrar lo que están buscando ha llegado.

Gracias por su fidelidad, por su obediencia, y por esos regalos que llevan en sus manos. Pero más agradezco el signo que nos regalan a toda la humanidad de que la salvación es para todos los pueblos.

Desde que ha empezado el tiempo de Adviento, he pensado en ustedes, y en la carta que habría de escribirles para pedirles, como lo hice cuando era niño, algunos regalos. Pero el tiempo se ha pasado tan rápido, entre posadas, la Fiesta de Navidad, Fin de año, Fiesta de Nuestra Santísima Madre... que es hasta este momento en la solemnidad de su venida que les escribo mi carta. De todas maneras tengo la confianza que les llegará a tiempo porque le pediré a mi Ángel de la Guarda que se las haga llegar en forma prioritaria.

Les pido, con humildad que me compartan:

La sencillez para saber distinguir en los signos de los tiempos la presencia de la Buena Noticia, para saber observar desde la fe todas la realidades tanto de la tierra como del cielo.

Que puedan compartir conmigo la docilidad a las divinas inspiraciones del alma, y seguir el camino que me marque la estrella. A ustedes los ha guiado una estrella en el cielo, para mi esa estrella que me lleva a Jesús es María, por eso pido tener esa docilidad de ustedes para saber descubrirla en todo momento, para no perder el rumbo que conduce al Salvador de todas las naciones, al Rey de todos los Pueblos.

Valentía para hacerme al camino, para saber dejarlo todo y lanzarme a la aventura de un camino, a desinstalarme con frecuencia para vivir de la fe y no de la seguridad de mis reinos, de mis posesiones. Confiar que, dejando todo, es la única forma de encontrar El Todo.

Obediencia a las guías que tengo en el camino, obediencia a lo que se cree, a lo que se espera, a lo que se ama. Obediencia humilde a las inspiraciones y a los ángeles, especialmente a mi Ángel de la Guarda, para que no pierda el camino, y tenga la alegría de que todo se me ha dado como regalo, confiando y dependiendo totalmente en Aquel que me ha llamado a un encuentro.

Alegría de un encuentro, del encuentro que más se desea: encontrarse con Dios, por eso ese encuentro es una Celebración. Porque es el encuentro de la criatura con su Creador, alegría de encuentro porque es la manifestación de Dios hecho hombre como Dios, como Rey, y como hombre. Quiero, tener esa alegría de encuentro que para mi se realiza en cada Eucaristía, en cada sacramento, en cada encuentro con el más necesitado. Alegría de encuentro, que es una gran celebración, porque cuando el encuentro esta tocado por el amor solo puede ser celebrativo, y toda nuestra vida es encuentro y toda nuestra vida es celebración si lo vivimos en la dimensión del amor.

Abusando de su generosidad, pido la paciencia para seguir en el camino, para que el cansancio no me haga desistir, para que las dificultades no resten el ánimo, para que los obstáculos del camino solo sean oportunidades de crecimiento, que sean retos que me permitan crecer como persona, como cristiano, como discípulo del Maestro.

Que no pierda la esperanza del encuentro, que no pierda la esperanza que la promesa se hará realidad.

Que no pierda la esperanza que en el camino no se anda solo, que ángeles, estrellas y hermanos caminamos juntos. Tener siempre y cada día, la esperanza de que es posible vivir la caridad entre los hermanos que caminamos en comunidad como lo hicieron ustedes, que se acompañaron hasta el final.

Todo lo anterior no lo pido solo para mi, lo pido para poder compartirlo con todos mis hermanos, quiero descubrir en cada hermano a Cristo, quiero descubrirlo especialmente en los más pobres, en los más necesitados, los enfermos, los encarcelados, los que están solos o se sienten solos; quiero reconocer al Rey en aquellos que llevan con humildad la cruz de cada día, en los que se esfuerzan por dar testimonio del amor, en las personas que perdonan y aquellos que se niegan a recibir el perdón, recocerlo en los amigos y también en los enemigos.

Quiero compartir todo lo que les he pedido con todos aquellos que se acerquen a mi vida, y quiero ser yo el que se ponga en camino hacía el encuentro. Me gustaría, ser el primero que tienda un puente por donde el otro se pueda acercar a mi, y por donde yo me pueda acercar a él.

Todo lo que les he pedido, también se los pido para todos mis amigos, familiares y benefactores... para que todos seamos instrumentos de paz. Para que todos busquemos el reino de Dios, sabiendo que si Dios reina en nuestros corazones, reinará en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestras ciudades, y en nuestras naciones.

Les deseo a ustedes queridos Reyes Magos, feliz fin de viaje. Y me despido agradecido por la ilusión que guardaron en mi cuando era un niño.

Gracias porque un día los espere con la ilusión de niño y hoy los puedo esperar con la ilusión de sacerdote.

Con afecto, en el Señor que buscamos y que encontramos en la Eucaristía.
Autor: P Idar Hidalgo.

jueves, 5 de enero de 2012

La noche de los Reyes Magos

Noche mágica y misteriosa...¡Qué bonito sería pensar que esta noche todos duermen con esta espera maravillosa!
Noche de Reyes...

Noche mágica y misteriosa...

Noche que hace palpitar aceleradamente los corazones infantiles y que al cerrar sus ojos para dormir, los hará soñar con la tierna ilusión de una muñeca o de un tren de bonitos colores. Porque a pesar de que ahora los juguetes han alcanzado perfecciones insospechadas y técnicas admirables, nada podrá igualar al maravilloso encanto y tierna sencillez de una muñeca "vestida de azul" o de un tren de alegres y vivos colores.

Sueñan los niños y porque sus almas son inocentes y tienen fe, encontrarán sobre sus zapatitos, que esta noche brillan de tan limpios que están, los juguetes anhelados... "porque se portaron bien" y escribieron una carta que siempre empezó así: Queridos Reyes Magos....y los mágicos personajes, Melchor, Gaspar y Baltasar, vendrán al conjuro de esos deseos ingenuos, con sus hermosas capas, con dos coronas y un turbante, para dejar sus regalos.

De tanto pensar en ellos, sienten los niños que en el silencio de esta noche han oído como un rumor de pasos, roce de sedas, terciopelos y brocados... Son los tres Reyes Magos que han pasado. Y ojalá que esos niños guarden para siempre la ilusión y magia de esta noche tan singularmente bella para que, cuando adultos, en sus nuevos hogares, siempre haya una "noche de Reyes". ¡Qué bonito sería pensar que esta noche todos los niños duermen con esta espera maravillosa!

Pero el cuadro tiene su claro-oscuro. Las sombras que nos estrujan el corazón de miles y miles de niños que esta noche no pondrán sus zapatitos porque no los tienen, porque sus pies caminan descalzos sobre la tierra de este Planeta. Que no pedirán ni un tren ni una muñeca sino un mendrugo de pan para tener algo que comer en esta noche de Reyes. Estos niños nos están gritando con el grito silencioso de su presencia, que de nada sirven los tecnicismos de esta era si a los hombres se nos ha endurecido el corazón. Pobre humanidad, envanecida y orgullosa...¡de qué podemos estarlo! si los hombres se matan y los niños tienen hambre.

Hacer a los niños felices sería el mejor regalo y más aún para nuestras conciencias. Que la mejor meta al llegar el año 2012 sería que no existiera un solo niño sobre la faz de la tierra, en la calle, con hambre y descalzo.

Será sin duda el mas severo juicio al que seremos sometidos ante el Creador, porque estuvieron a nuestro lado y no los quisimos ver, tuvieron hambre y no les dimos de comer, tuvieron sed y no les dimos de beber...

Esta noche, noche de Reyes, la humanidad entera y cada uno de nosotros, tendríamos que convertirnos en un Rey Mago, abrazar contra nuestro pecho a un chiquitín, besar sus mejillas sucias, sus ojos tristes y caer de rodillas y pedirles perdón.
Autor: Ma Esther De Ariño.

miércoles, 4 de enero de 2012

LIBRES Y CONSECUENTES

Autor: Pablo Cabellos Llorente
            En vísperas electorales, publiqué un artículo en Levante-EMV ("Algunas esperanzas electorales") que me ha proporcionado palmas y pitos desde perspectivas distintas y aun opuestas. Las opiniones más encontradas se relacionaron con mi presunta injerencia partidista -por citar lo que decía la CEE- y por  la referencia a la libertad de un miembro del Opus Dei para estar en una coalición muy espinosa. La razón era simple: los fieles de la Prelatura del Opus Dei gozan de la misma libertad que los demás católicos para participar en política (y en todos los asuntos opinables). Si existe algún límite, lo marcaría la jerarquía de la Iglesia, que se circunscribió a unas orientaciones para las conciencias. La aplicación es de cada uno. Los aciertos y errores, también.
            Pero no se puede juzgar la conciencia de otro desde fuera, a menos que el interesado lo solicite. Se puede, por supuesto, opinar de los hechos externos, pero dice un viejo aforismo moral que "de la conciencia no juzga ni la Iglesia", salvo que una persona desee libremente hacerlo solicitando un consejo a quien quiera o cuando acude a la confesión sacramental. Y aun entonces, el juicio es sobre lo que él expresa.
            En una memorable homilía, pronunciada en 1967, san Josemaría se expresaba así: "Esta doctrina de libertad ciudadana, de convivencia y de comprensión, forma parte muy principal del mensaje que el Opus Dei difunde".  Puedo decir que esa libertad es hacia dentro y hacia fuera. Hacia dentro, porque a nadie se impone un director espiritual, aunque se le aconseje uno para que le ayude conociéndole, como ha hecho siempre la Iglesia. Hacia afuera, porque en el Opus Dei nadie tiene autoridad para dar indicaciones profesionales, políticas, culturales, etc. Se atienen a lo que dice la jerarquía. Y cada uno es mayorcito y formado para obrar libremente. Asunto distinto es que acierte.
            "En las Afueras de Jericó", el cardenal Herranz dedica un capítulo a mostrar cómo vivió san Josemaría, hasta el heroísmo, este respeto a la libertad política de sus hijos. Apoyado el franquismo por la jerarquía durante años (comprensiblemente, a causa de la persecución religiosa sufrida antes), cuando se atisbaba el fin del general, Mons. Benelli, Sustituto de la Secretaría de Estado Vaticano, alentó un proyecto para preparar una especie de Democracia Cristiana en España con la participación de católicos significados. Como actuación previa, procuró que retirasen su colaboración con el gobierno de Franco algunos católicos, entre los que se encontraban miembros del Opus Dei.
            Benelli pidió a Josemaría Escrivá que solicitase de esas personas el abandono de su actividad política, pero topó con un muro porque el fundador del Opus Dei se opuso a dar orientación alguna de ese tipo, más aún cuando no había ninguna indicación expresa de la jerarquía. Esta gallarda actitud  le valió el retraso de  asuntos importantes y duras presiones. Justo es recordar que Monseñor Sustituto varió después su postura, asumida seguramente de buena fe.
            Pero también recibió intimidaciones por el sector opuesto -principalmente de  falangistas- con motivo de otros miembros del Opus Dei opuestos a aquel Régimen. Tampoco condescendió, habló en una ocasión muy seriamente con Franco y escribió una carta clarísima al Ministro del Movimiento. No he conocido a nadie tan amante de la libertad con obras, con actuaciones extraordinariamente valientes.

NUEVO VIDEO COCHES ANTIGUOS

Video creado por  D. José Martínez Requena, a quien doy las gracias públicamente