Te has sentido alguna vez sólo ?
Has gozado alguna vez del encuentro con otros?
Has disfrutado de alguna conversación sincera, de ésas en la que hay intimidad, reconocimiento y confianza ?
Has notado, en tu entraña la mordedura de las ausencias ?
Has compartido risas, ilusiones y empeños, con la conciencia lúcida de estar viviendo momentos que nadie te podrá robar ?
Así se construyen los paisajes que poblamos: entre la distancia inevitable, y en la presencia en la que, aveces,
conseguimos vernos...
" Todo eso es el Amor..."
y si hay amor en nuestra vidas, entonces todo está a nuestro alcance.
Aunque no siempre sea fácil ...
Psj.
Dios les bendiga... infinitamente.
"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
lunes, 6 de junio de 2011
El Corazón lleno de nombres...
El Corazón lleno de nombres...
Te has sentido alguna vez sólo ?
Has gozado alguna vez del encuentro con otros?
Has disfrutado de alguna conversación sincera, de ésas en la que hay intimidad, reconocimiento y confianza ?
Has notado, en tu entraña la mordedura de las ausencias ?
Has compartido risas, ilusiones y empeños, con la conciencia lúcida de estar viviendo momentos que nadie te podrá robar ?
Así se construyen los paisajes que poblamos: entre la distancia inevitable, y en la presencia en la que, aveces,
conseguimos vernos...
" Todo eso es el Amor..."
y si hay amor en nuestra vidas, entonces todo está a nuestro alcance.
Aunque no siempre sea fácil ...
Psj.
Dios les bendiga... infinitamente.
Has gozado alguna vez del encuentro con otros?
Has disfrutado de alguna conversación sincera, de ésas en la que hay intimidad, reconocimiento y confianza ?
Has notado, en tu entraña la mordedura de las ausencias ?
Has compartido risas, ilusiones y empeños, con la conciencia lúcida de estar viviendo momentos que nadie te podrá robar ?
Así se construyen los paisajes que poblamos: entre la distancia inevitable, y en la presencia en la que, aveces,
conseguimos vernos...
" Todo eso es el Amor..."
y si hay amor en nuestra vidas, entonces todo está a nuestro alcance.
Aunque no siempre sea fácil ...
Psj.
Dios les bendiga... infinitamente.
Un día más...
" Te amo Señor...
y la única gracia que te pido es amarte eternamente...
Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo,
quiero que mi corazón te lo repita, cada vez que respiro..."
s. Juan María Vianney
y la única gracia que te pido es amarte eternamente...
Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo,
quiero que mi corazón te lo repita, cada vez que respiro..."
s. Juan María Vianney
La propuesta de santidad de Juan Pablo II a los jóvenes
Roberto Esteban Duque
Si aceptamos como válido que la “generación del 68”, es decir, los que hoy están en el umbral de la jubilación, es el grupo de edad menos cristiano que existe en la sociedad española, y que dicha generación anticristiana permanece todavía en el poder, arrogándose el monopolio de la modernidad y el progresismo, intentando liberar las relaciones humanas de cualquier hipoteca de la tradición y la trascendencia, no es de extrañar que mi generación -aquellos que nos acercamos a los cincuenta- y más todavía la que se encuentra en torno a los treinta años, puedan ser calificadas justamente como generaciones confusas, sin más credo que el secularista y liberacionista recibido por sus progenitores y por un Estado obstinado en arrinconar como sea al catolicismo, presentando a la Iglesia como una abadía en ruinas y cuya doctrina beligerante no haría sino provocar mayor rechazo entre el coro de los idólatras subyugados por el dinero y la promiscuidad sexual, por la incesante búsqueda de un placer tan efímero como banal.
Aparte de mi escepticismo en las encuestas y estudios -no digamos nada si provienen además del establishment progresista o de la conjura del poder-, empeñados en hacernos creer que son cada vez menos los jóvenes católicos practicantes, barnizados de una fe intimista, nada comprometida con sus vidas y, por tanto, adulterada, apenas sugerente ni profunda, así como refractarios a la doctrina de la Iglesia, como si ésta fuese ajena a sus aspiraciones y esperanzas, lo cierto es que no estamos lejos de que se produzca un deseable y necesario relevo generacional, más próximo a los millones de jóvenes galvanizados por el Papa Juan Pablo II en las Jornadas Mundiales de la Juventud que a una cultura colonizada por criterios secularizadores y relativistas, que menosprecia la autoridad, la obediencia y la continuidad, y no soporta el arraigo, las relaciones vinculadoras ni las raíces permanentes del existir.
Se trataría -como advierte Weigel sobre el fenómeno que se está produciendo entre los “nuevos fieles” de EEUU (con diferencias todavía insalvables respecto del panorama religioso de España)- de una generación hastiada por el secularismo de sus progenitores, fatigada por una sociedad materialista y hedonista, y para quien Juan Pablo II sería el referente inequívoco a la hora de constituir una “masa crítica” de la cultura cristofóbica y anticatólica invasoras en Europa. Este despertar de la tradición y de las raíces cristianas se estaría canalizando en España, según sostiene el profesor Francisco J. Contreras, en los movimientos pro-vida y entre un sector de la población que tiene el coraje de manifestarse a favor de la familia, así como entre una “minoría creativa”, dispuesta a vivir con arrojo una fe incandescente.
La propuesta del Papa Juan Pablo II, que será beatificado el día 1 de mayo, posee una validez absoluta: es inexcusable una vida de oración, de autoexigencia y servicio a los demás, una lógica del amor a Jesucristo, abrazando a los más pobres y luchando por ser santos. ¿Acaso es otro el mensaje del Evangelio? A los jóvenes de ayer y de hoy, a las generaciones más jóvenes nacidas entre los años 1975-1990, Juan Pablo II les diría las mismas palabras que pronunció en su primer viaje como Pontífice a su patria polaca: “¡No tengáis miedo!”. Sabed que un mundo sin Dios no tiene futuro y que la vida nueva sólo puede conquistarse por un camino de ascesis y renuncia al hombre viejo; que la Iglesia seguirá insistiendo, fiel a la tradición, en la sacralidad de la vida, manifestando una Verdad que nos salva, la necesidad insoslayable, por constitutiva, de la religión y la fidelidad al matrimonio y la familia; que los complejos de inferioridad cultural manifiestan una inquietante vergüenza de ser cristianos y de pertenecer a la Iglesia católica, la misma Iglesia donde los jóvenes encontrarán a Cristo, porque es ella quien nos lo da; que ser progresista hoy en la Iglesia, es decir, sofisticado y conformista, revela un grado peligroso de decadencia y mediocridad, ajeno a la excelencia y radicalidad del Evangelio; que sólo existe una pobreza en la vida de los hombres: la de un mundo sin Dios, y que estamos llamados a recibir y acoger el amor de Dios para posibilitar la comunión y el amor entre los hombres.
Enlace articulo original: http://www.diarioya.es/content/la-propuesta-de-santidad-de-juan-pablo-ii-a-los-jóvenes
La propuesta de santidad de Juan Pablo II a los jóvenes
Roberto Esteban Duque
Si aceptamos como válido que la “generación del 68”, es decir, los que hoy están en el umbral de la jubilación, es el grupo de edad menos cristiano que existe en la sociedad española, y que dicha generación anticristiana permanece todavía en el poder, arrogándose el monopolio de la modernidad y el progresismo, intentando liberar las relaciones humanas de cualquier hipoteca de la tradición y la trascendencia, no es de extrañar que mi generación -aquellos que nos acercamos a los cincuenta- y más todavía la que se encuentra en torno a los treinta años, puedan ser calificadas justamente como generaciones confusas, sin más credo que el secularista y liberacionista recibido por sus progenitores y por un Estado obstinado en arrinconar como sea al catolicismo, presentando a la Iglesia como una abadía en ruinas y cuya doctrina beligerante no haría sino provocar mayor rechazo entre el coro de los idólatras subyugados por el dinero y la promiscuidad sexual, por la incesante búsqueda de un placer tan efímero como banal.
Aparte de mi escepticismo en las encuestas y estudios -no digamos nada si provienen además del establishment progresista o de la conjura del poder-, empeñados en hacernos creer que son cada vez menos los jóvenes católicos practicantes, barnizados de una fe intimista, nada comprometida con sus vidas y, por tanto, adulterada, apenas sugerente ni profunda, así como refractarios a la doctrina de la Iglesia, como si ésta fuese ajena a sus aspiraciones y esperanzas, lo cierto es que no estamos lejos de que se produzca un deseable y necesario relevo generacional, más próximo a los millones de jóvenes galvanizados por el Papa Juan Pablo II en las Jornadas Mundiales de la Juventud que a una cultura colonizada por criterios secularizadores y relativistas, que menosprecia la autoridad, la obediencia y la continuidad, y no soporta el arraigo, las relaciones vinculadoras ni las raíces permanentes del existir.
Se trataría -como advierte Weigel sobre el fenómeno que se está produciendo entre los “nuevos fieles” de EEUU (con diferencias todavía insalvables respecto del panorama religioso de España)- de una generación hastiada por el secularismo de sus progenitores, fatigada por una sociedad materialista y hedonista, y para quien Juan Pablo II sería el referente inequívoco a la hora de constituir una “masa crítica” de la cultura cristofóbica y anticatólica invasoras en Europa. Este despertar de la tradición y de las raíces cristianas se estaría canalizando en España, según sostiene el profesor Francisco J. Contreras, en los movimientos pro-vida y entre un sector de la población que tiene el coraje de manifestarse a favor de la familia, así como entre una “minoría creativa”, dispuesta a vivir con arrojo una fe incandescente.
La propuesta del Papa Juan Pablo II, que será beatificado el día 1 de mayo, posee una validez absoluta: es inexcusable una vida de oración, de autoexigencia y servicio a los demás, una lógica del amor a Jesucristo, abrazando a los más pobres y luchando por ser santos. ¿Acaso es otro el mensaje del Evangelio? A los jóvenes de ayer y de hoy, a las generaciones más jóvenes nacidas entre los años 1975-1990, Juan Pablo II les diría las mismas palabras que pronunció en su primer viaje como Pontífice a su patria polaca: “¡No tengáis miedo!”. Sabed que un mundo sin Dios no tiene futuro y que la vida nueva sólo puede conquistarse por un camino de ascesis y renuncia al hombre viejo; que la Iglesia seguirá insistiendo, fiel a la tradición, en la sacralidad de la vida, manifestando una Verdad que nos salva, la necesidad insoslayable, por constitutiva, de la religión y la fidelidad al matrimonio y la familia; que los complejos de inferioridad cultural manifiestan una inquietante vergüenza de ser cristianos y de pertenecer a la Iglesia católica, la misma Iglesia donde los jóvenes encontrarán a Cristo, porque es ella quien nos lo da; que ser progresista hoy en la Iglesia, es decir, sofisticado y conformista, revela un grado peligroso de decadencia y mediocridad, ajeno a la excelencia y radicalidad del Evangelio; que sólo existe una pobreza en la vida de los hombres: la de un mundo sin Dios, y que estamos llamados a recibir y acoger el amor de Dios para posibilitar la comunión y el amor entre los hombres.
Enlace articulo original: http://www.diarioya.es/content/la-propuesta-de-santidad-de-juan-pablo-ii-a-los-jóvenes
domingo, 5 de junio de 2011
A CARLOS GUILLERMO
Carlos Guillermo, hoy es un día muy muy grande para ti, y sobre todo para tu alma, Dios entra por primera vez en ella, antes la has limpiado, la has preparado para recibirlo como Él se merece. Tienes que estar muy contento, darle muchas gracias, por que hoy eres un elegido, gracias también por esos Padres que te ha dado y cuyo ejemplo debes siempre seguir, para tener siempre contento a Dios y a la Virgen María. Ya tienes que rezar todos los días y contarles tus cosas a Jesús él te comprenderá y ayudara mucho, habla igualmente mucho con Papa y con Mana, ellos deben de ser tus mejores amigos ¡¡Siempre!!.
Que Dios y la Virgen María te protejan, que seas muy feliz, te lo desea tu amigo Manolo desde esta España que aun estando lejos, hoy está a tu lado. Ahora me voy a oir la Santa Misa y a pedir mucho por ti.
Un fuerte abrazo tu amigo Manolo.
sábado, 4 de junio de 2011
CORAZON DE JESUS
CORAZON DE JESUS, HIJO DE DIOS PADRE
CORAZON DE JESUS, ENGENDRADO POR EL ESPIRITU SANTO EN EL SENO DE LA VIRGEN MADRE
CORAZONN DE JESUS, UNIDO SUSTANCIALMENTE AL VERBO DE DIOS
¡TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS!
CORAZON DE JESUS, ENGENDRADO POR EL ESPIRITU SANTO EN EL SENO DE LA VIRGEN MADRE
CORAZONN DE JESUS, UNIDO SUSTANCIALMENTE AL VERBO DE DIOS
¡TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS!
Seguridad
Todo ser humano ha nacido para encontrar la felicidad. Es incuestionable. Por eso, Jesucristo, en su primer discurso importante habla de felicidad, que es lo que quiere decir bienaventuranza. Ya antes, Jeremías, se atreve a poner una maldición en labios de Dios: "maldito el que confía en el hombre y pone en la carne su fuerza". Esto es, en definitiva, lo que nos podría estar pasando a todos nosotros, cuando ponemos nuestra confianza en las cosas humanas.
Si nos hiciéramos una pregunta muy sencilla -¿dónde está mi seguridad? ¿Qué es aquello que más seguridad me da en la vida?-, veríamos como la ponemos muchas veces en las cosas que tenemos, en el dinero de una cuenta corriente, en una casa, en un coche, en unas vacaciones, en una buena figura física, en un aplauso social, en una posición bien ganada, en un sueldo, e incluso en una persona.
Jesucristo es capaz de ir mucho más allá de todo eso y decir que esos no son los motivos para que un hombre esté seguro y encuentre así la felicidad. Que mientras vivamos en un mundo en el que se nos mide por lo que tenemos, y se nos admire por lo que parezcamos y no por lo que seamos en el corazón, nunca vamos a encontrar la verdadera felicidad. Por eso Jesucristo dice que felices son los pobres, los que lloran, los que tienen hambre, los que son perseguidos por causa de la justicia. Porque todas esas personas han sido capaces de sobrepasar las fronteras del puro tener, y siguen siendo humanos, y siguen teniendo la misma dignidad, y siguen amando a todos y siendo los amados de Dios, y en definitiva deberían ser los amados de los hombres aunque no tengan nada.
Qué fácil es rezar, sonreír, ser optimista y llevarse bien con la vida, cuando tengo de casi todo. Tengo familia, tengo una modesta posición económica, tengo trabajo, tengo, tengo... Pero, ¿qué sería de mi estabilidad emocional, o de mi fe si me faltan las cosas que tengo? -la salud, mi puesto de trabajo, mi familia, mi dinero,... - ¿sería siempre el mismo ser encantador que creo ser ahora? En la medida que yo cifre todo mi bienestar, incluso espiritual, en las cosas que tengo, me estoy equivocando. Las Bienaventuranzas son una llamada a poner nuestra mirada en la transcendencia. Lo que hoy tenemos, pasa, termina, no es fuente de felicidad, y mientras que un cristiano no esté convencido de esto, mientras que un cristiano no haga una opción verdadera por buscar el reino de Dios y su justicia, es decir, por buscar primero las cosas del corazón, las que no se ven, las cosas de la intimidad con Dios antes que las cosas materiales, se está equivocando. ¡Cuántos problemas innecesarios aparecen por no tener esto claro! Si te preguntaran ahora mismo cuál es el motivo de tu tristeza, de tu dolor, te darías cuenta que no eres capaz de renunciar a tantos dones, no solamente materiales, sino también personales y espirituales que tienes. No te define lo que tienes, te define lo que eres. ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Cuál es tu concepto de felicidad?. Son las preguntas que te hace este domingo el Señor en el Evangelio.
Si nos hiciéramos una pregunta muy sencilla -¿dónde está mi seguridad? ¿Qué es aquello que más seguridad me da en la vida?-, veríamos como la ponemos muchas veces en las cosas que tenemos, en el dinero de una cuenta corriente, en una casa, en un coche, en unas vacaciones, en una buena figura física, en un aplauso social, en una posición bien ganada, en un sueldo, e incluso en una persona.
Jesucristo es capaz de ir mucho más allá de todo eso y decir que esos no son los motivos para que un hombre esté seguro y encuentre así la felicidad. Que mientras vivamos en un mundo en el que se nos mide por lo que tenemos, y se nos admire por lo que parezcamos y no por lo que seamos en el corazón, nunca vamos a encontrar la verdadera felicidad. Por eso Jesucristo dice que felices son los pobres, los que lloran, los que tienen hambre, los que son perseguidos por causa de la justicia. Porque todas esas personas han sido capaces de sobrepasar las fronteras del puro tener, y siguen siendo humanos, y siguen teniendo la misma dignidad, y siguen amando a todos y siendo los amados de Dios, y en definitiva deberían ser los amados de los hombres aunque no tengan nada.
Qué fácil es rezar, sonreír, ser optimista y llevarse bien con la vida, cuando tengo de casi todo. Tengo familia, tengo una modesta posición económica, tengo trabajo, tengo, tengo... Pero, ¿qué sería de mi estabilidad emocional, o de mi fe si me faltan las cosas que tengo? -la salud, mi puesto de trabajo, mi familia, mi dinero,... - ¿sería siempre el mismo ser encantador que creo ser ahora? En la medida que yo cifre todo mi bienestar, incluso espiritual, en las cosas que tengo, me estoy equivocando. Las Bienaventuranzas son una llamada a poner nuestra mirada en la transcendencia. Lo que hoy tenemos, pasa, termina, no es fuente de felicidad, y mientras que un cristiano no esté convencido de esto, mientras que un cristiano no haga una opción verdadera por buscar el reino de Dios y su justicia, es decir, por buscar primero las cosas del corazón, las que no se ven, las cosas de la intimidad con Dios antes que las cosas materiales, se está equivocando. ¡Cuántos problemas innecesarios aparecen por no tener esto claro! Si te preguntaran ahora mismo cuál es el motivo de tu tristeza, de tu dolor, te darías cuenta que no eres capaz de renunciar a tantos dones, no solamente materiales, sino también personales y espirituales que tienes. No te define lo que tienes, te define lo que eres. ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Cuál es tu concepto de felicidad?. Son las preguntas que te hace este domingo el Señor en el Evangelio.
Dolor
Dice un cuento de niños, que las avestruces, cuando ven acercarse algún peligro, esconden la cabeza debajo del suelo, pensando que si no lo ven deja de existir. Así hacemos nosotros, en nuestro tiempo, con todo el misterio del sufrimiento humano. Es verdad que cuando los telediarios o las revistas nos muestran imágenes de dolor, el recurso más fácil es volver la cara, cambiar de canal o incluso decir: “¡Dios mio, que espanto!”, y poco más.
Sin embargo, en nuestra sociedad, el sufrimiento está muy presente, bien en personas cercanas, bien en tantos hermanos de otros paises y culturas. Y ante esto, no podemos dar la espalda. Muchas veces buscamos un camino para dar sentido y razón al dolor, algo por lo que merezca la pena no desesperanzarse, no arrepentirse ni de ser humano ni de tener fe en un Dios que es Padre y es Creador.
Este no querer volver la espalda al sufrimiento es lo que Jesucristo nos enseña conla Transfiguración : Él acababa de decir a sus discípulos que subía a Jerusalén para padecer y ser ejecutado y, como sabe que le van a ver crucificado, quiere llenarles de esperanza y les enseña su lado más bello. Porque solo aquél que sabe descubrir la belleza o el lado mas bello de cada ser humano, es capaz después de seguir amándolo aunque ese ser humano quede deformado o transformado por el sufrimiento.
Es lo que decía la madre Teresa de Calcuta cuando recogía a los enfermos o a los moribundos por las calles, y sabía descubrir en ellos la misma belleza del rostro de Cristo, pero sumergido en el dolor.
¿Cuál es nuestra actitud ante el sufrimiento? Ante las personas que cerca, dentro de la familia, padecen una enfermedad, ¿les damos la espalda o afrontamos la situación?. Dice el Evangelio que estaban en una nube contemplando el verdadero ser de Cristo, lo que de verdad se esconde tras las apariencias. Queremos profundizar en la razón por la cual Dios permite todavía hoy el sufrimiento humano. Por eso, más allá de la primera máscara del dolor desfigurada, existe en cada ser humano que sufre, un fondo de belleza, de transfiguración: un fondo único e irrepetible. Y sólo cuando sabemos reconocer esa dignidad humana, aceptamos al sufriente y aceptamos al que nos hace sufrir. No tenemos que mirar el dolor, que en sí, no tiene ningun sentido sino a la persona que lo sobrelleva, en la cual se asienta ese dolor y que por más que quiera, nunca le quitará una gota de dignidad humana. En esta Cuaresma, deberíamos todos acercarnos un poco más al mundo del dolor, y saber descubrir en cada persona que está sufriendo, ese verdadero rostro transfigurado de Cristo. Podría preguntarme cómo está siendo mi limosna, no tanto la limosna material sino la limosna de mi tiempo, de mi cariño, con quien sufre a mi lado. ¿Sé encararme con el dolor y descubrir ese rostro transfigurado que hay dentro de cada ser humano? Entonces sí: comprenderemos que Cristo se transfiguró para que sus apóstoles soportaran el escándalo de la pasión, sabiendo que detrás de ese hombre crucificado existía un hombre hermoso.También nosotros necesitaremos de muchas transfiguraciones para sobrellevar el escándalo del sufrimiento de las personas más amadas, para descubrir que es su belleza la que nos sostiene en el amor.
Sin embargo, en nuestra sociedad, el sufrimiento está muy presente, bien en personas cercanas, bien en tantos hermanos de otros paises y culturas. Y ante esto, no podemos dar la espalda. Muchas veces buscamos un camino para dar sentido y razón al dolor, algo por lo que merezca la pena no desesperanzarse, no arrepentirse ni de ser humano ni de tener fe en un Dios que es Padre y es Creador.
Este no querer volver la espalda al sufrimiento es lo que Jesucristo nos enseña con
Es lo que decía la madre Teresa de Calcuta cuando recogía a los enfermos o a los moribundos por las calles, y sabía descubrir en ellos la misma belleza del rostro de Cristo, pero sumergido en el dolor.
¿Cuál es nuestra actitud ante el sufrimiento? Ante las personas que cerca, dentro de la familia, padecen una enfermedad, ¿les damos la espalda o afrontamos la situación?. Dice el Evangelio que estaban en una nube contemplando el verdadero ser de Cristo, lo que de verdad se esconde tras las apariencias. Queremos profundizar en la razón por la cual Dios permite todavía hoy el sufrimiento humano. Por eso, más allá de la primera máscara del dolor desfigurada, existe en cada ser humano que sufre, un fondo de belleza, de transfiguración: un fondo único e irrepetible. Y sólo cuando sabemos reconocer esa dignidad humana, aceptamos al sufriente y aceptamos al que nos hace sufrir. No tenemos que mirar el dolor, que en sí, no tiene ningun sentido sino a la persona que lo sobrelleva, en la cual se asienta ese dolor y que por más que quiera, nunca le quitará una gota de dignidad humana. En esta Cuaresma, deberíamos todos acercarnos un poco más al mundo del dolor, y saber descubrir en cada persona que está sufriendo, ese verdadero rostro transfigurado de Cristo. Podría preguntarme cómo está siendo mi limosna, no tanto la limosna material sino la limosna de mi tiempo, de mi cariño, con quien sufre a mi lado. ¿Sé encararme con el dolor y descubrir ese rostro transfigurado que hay dentro de cada ser humano? Entonces sí: comprenderemos que Cristo se transfiguró para que sus apóstoles soportaran el escándalo de la pasión, sabiendo que detrás de ese hombre crucificado existía un hombre hermoso.También nosotros necesitaremos de muchas transfiguraciones para sobrellevar el escándalo del sufrimiento de las personas más amadas, para descubrir que es su belleza la que nos sostiene en el amor.
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