Quien
cree y ama poco, lucha poco. Porque nadie da la vida por aquello en lo que no
cree.
Luchamos cada día por conquistar muchas metas. Uno lucha para sacar adelante a su familia. Otro lucha para defender el suelo y la gente de su Patria. Otro lucha por conseguir el pan de cada día.
Luchamos cada día por conquistar muchas metas. Uno lucha para sacar adelante a su familia. Otro lucha para defender el suelo y la gente de su Patria. Otro lucha por conseguir el pan de cada día.
¿Por
qué lucho en mi vida? Por aquello que necesito, por aquello que amo, por
aquello en lo que creo.
Quien
cree y ama poco, lucha poco. Porque nadie da la vida por aquello en lo que no
cree. En cambio, somos capaces de ponerlo todo, nuestra mente, nuestro corazón
y nuestras fuerzas, por eso que consideramos justo, bueno, bello.
La
pregunta "¿por qué lucho?" se convierte entonces en otra pregunta:
"¿en qué creo?"
Si creo en algo miserable y pobre, lucharé por nubes de engaño. Si creo en algo noble y grande, lucharé por una causa buena.
Si creo en algo miserable y pobre, lucharé por nubes de engaño. Si creo en algo noble y grande, lucharé por una causa buena.
En
cambio, si creo en Cristo, en la Iglesia, en la gracia, lucharé para que el
Evangelio se difunda, para que la verdad llegue a más corazones, para que la
pureza sea acogida, para que la generosidad y la justicia permitan al pobre y
al enfermo encontrar a su lado manos amigas.
¿Por
qué voy a luchar hoy? Por aquello en lo que creo. Por eso necesito pedir a
Dios, con la humildad de aquel padre de familia del Evangelio (cf. Mc 9,22-24),
que ayude mi incredulidad, que me conceda una fe grande, fuerte y bella, para
este día y para todas las luchas que me tocará afrontar durante mi existencia
terrena.
Autor: P. Fernando Pascual LC.
Autor: P. Fernando Pascual LC.
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