"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

sábado, 27 de mayo de 2017

Sagrada... ¿mi familia?



No hay familias cinco estrellas porque una familia no es un hotel, ni una hospedería. No hay familias de lujo pues el secreto es la comprensión y la misericordia

Acompañé a uno de nuestros guitarristas a comprarse un estuche. Era muy caro, por cierto. “Es preferible gastar tu dinero en proteger, que en reparar” me dijo. Me quedé pensando en su frase y las palabras eran más profundas de lo que parecen. No hablaba solo de música.

Nosotros no fuimos tirados en el vacío, ni hemos sido puestos en solitario. Al mundo llegamos arropados y protegidos por UNA FAMILIA. Hoy en la Iglesia celebramos esa hermosa realidad: tener una familia, es como ser una valiosa guitarra y tener un buen estuche que custodia y protege nuestras notas.

No hay familias cinco estrellas porque una familia no es un hotel, ni una hospedería. No hay familias “de lujo” pues el secreto es la comprensión y la misericordia. La condición entre sus miembros es la de amarse y aceptarse tal y como son. Con sus mañas, sus defectos, sus olores y sus vicios.

La paz viene solo después de haberse aceptado y amado, “all inclusive” sobre todo con sus errores y disfuncionalidades. No hay familia perfecta, solo hay perfecta aceptación de la tuya.

No todo andaba fenomenal en la Sagrada Familia. La fama de José y de María, iban en picada, la economía era débil y las ventas de la carpintería no prometían unas lujosas vacaciones. Tener como hijo al Hijo de Dios no era empresa fácil. Seguro San José y María Santisima se sentían poco preparados frente al dificil reto de formar al “Niño Mesías”.


Los dos eran santos, los dos habían sido elegidos para llevar adelante el capítulo más importante en la historia de la salvación y sin embargo se necesitaban el uno al otro. Dios no quería que confiaran sólo en Él, buscaba que confiaran el uno en el otro. Sólo así podría realizar su plan. ¡Los necesitaba unidos!

Sólo quien sabe mirar sabrá aceptar los propios límites y los del otro. La mirada de José a María era tierna y pura. Esa mirada se hizo carne en Cristo y así como sucede con dos enamorados, la mirada de los dos alcanza un tercero. Aprenden a mirarse ahora en el hijo.

Su amor se multiplica, se ensancha, ¡genera! Los que saben mirar, se reconocen fuera de su cuerpo para encontrarse ahora en el cuerpo y el alma de sus hijos.
“Ella sí que es carne de mi carne dijo Adán en el Edén” (Gen 2,23). Lo mismo se siguen declarando millones de matrimonios y familias por el mundo. Este año mi patrono es San José y como joven consagrado viene a enseñarme que mi querida familia no sólo son los míos sino toda la Iglesia. Yo como José me he casado con María, me he casado en ella con la Iglesia. Y soy fecundo en mi castidad como aquel viejo carpintero siempre casto.

Mi misión como padre es engendrar hijos en el Espíritu “y el Espíritu Santo te cubrirá con su sombra y tendrás un hijo…” (Lc1,35). Tener muchos Cristos, generar cristianos y tener esa descendencia espiritual, porque nadie debe vivir sin familia, tampoco los sacerdotes.

Nuestras familias pueden ser Sagradas a pesar de sus errores, serán santas si dejamos que ellos tres vivan entre nosotros y nos enseñen a ser mamás, papás e hijos como María, José y Jesús.
Por: P. Carlos Padilla



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