"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

jueves, 7 de marzo de 2013

RECUPERAR A DIOS, RECUPERAR AL HOMBE


Autor: Pablo Cabellos Llorente
            Es difícil hacer un elenco de  asuntos trabajados prioritariamente por Benedicto XVI. No sé si lo que voy a decir es lo capital, ni trato de forjar un programa para el futuro Papa. Sería ridículo por mi parte. Pero no me impide afirmar que hay dos temas candentes, de los que a mi parecer depende el futuro de esta sociedad tambaleante, en la que tantos conceptos han perdido sentido, pues hasta las palabras quedan vacías en los juegos florales de lo políticamente correcto -de la cobardía, habría que decir-,  del individualismo feroz, cerrado a los vecinos, al pueblo, a la provincia, a las restantes autonomías... No se habla de bien común tal vez porque no existe para muchos.

         Descubro inmediatamente mis cartas: será imprescindible la labor de recuperar a Dios y al hombre mismo. Dos temas -en realidad, uno- necesariamente influidos. Rescatar a Dios, primero puesto bajo sospecha y después negado, tanto en el mundo católico como en los ambientes laicistas, agnósticos o ateos. Analizando la historia reciente, se constata que ha fracasado la previsión de quienes, desde la época de la Ilustración, anunciaban la desaparición de las religiones. Rescatar primero entre los católicos con una pobre idea del Creador y Redentor del hombre. Esa penuria puede surgir del engendro de un dios bombero que ha de acudir a remediar nuestros problemas tal cual los reclamamos. Ese Dios a la medida de mis urgencias sería un Dios muy exiguo, no sería Dios. Al Creador, que nos ama infinitamente, hay que amarlo, por encima de todo, salvo que nos situemos con soberbia o ignorancia sobre Él.
         Hemos de ofertar a los no creyentes la belleza del Hacedor y su obra, y la humillación grandiosa del Redentor. Es necesario llegar a la fe, pero la razón es un poderoso instrumento que nos sitúa a sus puertas. Naturalmente, esa tarea no se realiza del mismo modo entre intelectuales o con personas menos cultivadas. Pero el núcleo está ahí: Creación, Redención, Cristo, la Iglesia y sus medios para conocer y amar.

         Recobrar al hombre es una tarea en absoluta dependencia de la anterior, porque sin el Creador, la criatura se diluye perdiendo progresivamente sus valores naturales para transformarlos en auténticos desvalores. Pensemos en la honradez, lealtad, sobriedad, laboriosidad,  templanza, humildad, veracidad, solidaridad, audacia, valentía y muchas virtudes más. Para el bautizado, la elevación que suponen la fe, esperanza y caridad. Buena parte de que lo que necesitamos agilizar  para vivir así, se resume en una sóla palabra: Jesucristo. Y retirar estorbos dondequiera que estén.

domingo, 3 de marzo de 2013

TENER CONCIENCIA DE NUESTRA DEBILIDAD



Tercer Domingo Cuaresma. ¿Por qué en el espíritu a veces nos sentimos tan fuertes, cuando realmente somos tan débiles? 


Creo que muchas veces nuestro problema de conversión del corazón, que nos lleva a una falta de identidad, no es otro sino esa especie como de ligereza, de superficialidad con la que, al ver las situaciones que estamos viviendo, pensamos que al fin y al cabo no pasa nada. Sin embargo, puediera ser que, cuando quisiéramos arreglar las cosas, ya no haya posibilidades de hacerlo.

Cuántas veces vivimos con una superficialidad que nos impide entrar en nuestro interior y darnos cuenta de la gravedad de algunos comportamientos, de algunas actitudes que estamos tomando, o darnos cuenta de la seriedad de algunos movimientos interiores que estamos consintiendo; con lo que nosotros estamos aceptando una forma de vida que puede llegar a apartarnos realmente de Dios, que pueden llegar a endurecer nuestro corazón e impedir que el corazón se convierta y llegue a darse a Dios nuestro Señor. 

Cuántas veces este problema sucede en las almas, y cómo, cuando nosotros lo captamos, podríamos decir simplemente: "total es sin importancia, no pasa nada". Sin embargo, es como si el soldado que estuviese vigilando en su puesto de guardia oyese un ruido y dijese: "no es nada." Pero, ¿qué pasaría si detrás de ese ruido estuviese alguien?

Ahora bien, para vigilar, no basta no ser indiferentes. Para vigilar auténticamente, es muy importante que nos demos cuenta tanto de la profundidad como de la debilidad del alma. Tenemos que darnos cuenta de que no tenemos garantizada la vida. ¿Quién de nosotros puede poner una mano en el fuego por la propia seguridad, o por la propia salvación? San Pablo dice: "Quién está de pie, tenga cuidado, no sea que caiga".

Tenemos que ser conscientes de que solamente un alma que se sabe herida, es un alma capaz verdaderamente de vigilar, porque entonces va a tener una especie como de instinto interior que le va a ir llevando a no dejar pasar las cosas sin revisarlas antes. Es como cuando estamos enfermos y no podemos tomar algún tipo de comida, antes de comer algo nos fijamos qué ingredientes tiene esa comida, no vaya a hacer que nos haga daño. ¿Por qué en el espíritu a veces nos sentimos tan fuertes, cuando realmente somos tan débiles?

Sin embargo, esa debilidad no nos debe llevar a una actitud de temor ante la vida, a una angustia interior insoportable. Porque si nos damos cuenta de que lo único que puede sostener nuestra vida, lo único que puede hacernos profundizar realmente en nuestra existencia no es otra cosa sino el amor de Dios, el anhelo de Dios, el deseo de Dios, eso mismo nos llevaría a una auténtica conversión del corazón, a un grandísimo amor a Él.

¿Hay en mi alma ese anhelo de Dios nuestro Señor? ¿Hay en mi alma ese ardiente fuego por amar a Dios, por hacer que Dios realmente sea lo primero en mi vida? Éste es el camino de conversión, es la forma de ver el camino de la salvación. No nos quedemos simplemente en los comportamientos externos. 

La Cuaresma, más que un comportamiento externo, tiene que ser un llegar al fondo de nosotros mismos; la mortificación corporal debe dar frutos espirituales.

Vamos a pedirle a Jesucristo en la Eucaristía, que así como Él se nos da en ese don, nos conceda poseer una gran profundidad en nuestra vida para poder tener conciencia de nuestra debilidad, y, sobre todo, nos conceda un gran anhelo de vivir a su lado, porque si algún día en ese camino de conversión del corazón, por ligereza o por superficialidad, caemos, si tenemos el anhelo de amar a Dios, tenemos la certeza de que tarde o temprano, de una forma u otra, acabaremos amando.

Autor: P. Cipriano Sánchez LC.

jueves, 28 de febrero de 2013

HASTA SIEMPRE, SANTO PADRE


Autor: Pablo Cabellos Llorente

         ¿Cómo se despide a un padre que, sin haber fallecido, promete estar siempre cerca de nosotros, pero escondido para el mundo? Es tan fiel a su conciencia que muy posiblemente apenas lo veamos. ¡Qué poco entiende a ese Padre quien lo sospecha  vigilante del heredero! Aunque sin los parámetros de la fe y de un serio conocimiento del Papa, con los esquemas usuales, no se comprende apenas a Benedicto XVI, ni antes ni ahora. ¿Alguien ha pensado en el martirio de la humildad?, ¿en el sacrificio de no ver más a quienes ama intensamente?

         Con  mirada cristiana -o simplemente de hombre honrado- nunca calibraremos la hondura de su aseveración al comparecer tras la fumata blanca: un simple y humilde trabajador en la viña del Señor. Como tal ha vivido su pontificado y de igual modo se aparta. Pero hay que subrayar con Machado que es un hombre bueno en el buen sentido de la palabra, es decir, un simple y humilde trabajador, porque ha servido sencillamente a un nivel altísimo. No podemos pensar en un siervo gris, descolorido, sin valor, sino en un hombre tierno y fuerte, sencillo e inteligente, amable y riguroso, paciente y valeroso. Así son los grandes hombres, así son los limpios de corazón.

         Cervantes señaló: el agradecimiento que sólo consiste en el deseo es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras. Nuestro  reconocimiento a su figura frágil y gigante no puede ser mero recuerdo entrañable, sino el hondo aprovechamiento de su espiritualidad profunda, de su doctrina lúcida, de su gobierno paternal, de su apertura al mundo manifestada, desde los años de perito conciliar, en su empeño por el diálogo Razón-Fe,  Ciencia-Revelación, Iglesia-Mundo. También en su trato con las confesiones cristianas, otros creyentes e increyentes. El conocido coloquio con Habermas  es buena muestra del acercamiento de  distancias procurado con todos. Su honradez estudiando propuestas controvertidas es ejemplar. No desdeñó los opuestos: escuchó y estudió y respondió.

         Como corresponde al sucesor de Pedro, sin cesiones doctrinales, sin temblarle la mano ante problemas muy desagradables que afrontó. Pero no sólo intramuros de la Iglesia, sino cuando ha plantado cara al relativismo o al laicismo, al uso de la religión para utilidad temporal e incluso como alegato para matar: así lo formuló de modo magistral en Ratisbona. Ha planteado a los católicos  con especial ahínco el tema de la unidad el pasado Miércoles de Ceniza y en otras muchas ocasiones. Evocando constantemente que la misión de la Iglesia es esencialmente santificadora -servicio de la Caridad incluido, siempre en relación con la verdad-, ha reafirmado también su papel de ayuda para purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos, como indicó en Westminster Hall.

         Porque no sé cómo se despide a un padre que no ha muerto, ni adivino el dolor de ese padre, ni si estas líneas son certeras. No obstante, quedarían cojas si no recordara su insistencia para invitarnos a releer y vivir el Concilio Vaticano II sin las convulsiones del denominado postconcilio. En la reunión del pasado día 14 con los sacerdotes romanos, en improvisada y paternal tertulia, se refirió largamente a distintos aspectos del concilio, pero realzó  el concepto de comunión -ahí está el cimiento de la unidad- que se ha convertido progresivamente en expresión de la esencia de la Iglesia, comunión en las diversas dimensiones: con el Dios Trinitario -Él mismo es comunión entre Padre, Hijo y Espíritu Santo-, comunión sacramental, comunión concreta en el episcopado y en la vida de la Iglesia.

           Trató de otras herencias del concilio, pero bastaría vivir hondamente esta misteriosa comunión, un concepto íntimo, capital y difícil de expresar. Cimenta la unidad, pero es más. Expresado en modo no técnico e imperfecto, es la realidad de los vasos comunicantes en su más alto grado, una especie de fusión, de entrelazamiento misterioso entre todo el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, un organismo vivo  del que todos somos  parte. Escribió san Pablo: nosotros, que somos muchos, formamos en Cristo un solo cuerpo.
         Repasó ampliamente el Vaticano II, subvertido por lo que calificó de concilio virtual, el del maltrato de la liturgia y los sacramentos, del intento para mudar la moral, etc. Afirmaba que nos corresponde continuar cambiando aquel concilio virtual por el real, para ejecutar, con la fuerza del Espíritu Santo, la verdadera renovación de la Iglesia, la tarea de todos, "para que nadie se vuelva perezoso en la fe". Su última audiencia pública ha sido a corazón abierto, con la emoción contenida, pero aportando su fe y agradecimiento  porque la Barca de Pedro está gobernada por Dios. Hemos visto  su conmovedora paternidad con todos.

         Estas palabras no son un adiós, sino un hasta siempre, Benedicto XVI, con la disposición valiente de ser fieles a un Papa que -como sus predecesores, gracias a Dios-  lo ha dado todo por la Iglesia. Parafraseándole su declaración de renuncia, bien podemos decirle: Queridísimo Santo Padre, te damos las gracias de todo corazón por el peso que has llevado con tu ministerio, y te pedimos perdón por nuestros defectos.

lunes, 25 de febrero de 2013

APRECIADOS LECTORES Y AMIGOS


A primeros de este mes de febrero y en la plataforma Zoomblog.com, cree un blog que llame “DE TODO UN POCO, POR MANUEL MURILLO”, por parte de todos tuvo una captación inesperada y un gran acogida, sobre todo la parte dedicada a “Mi Bonita Extremadura.

Tal vez cometí el error, de no probar plenamente la plataforma, en la confianza de que todas las opciones implementadas en el menú de administración del blog, funcionarían perfectamente.

Tampoco era de extrañar que alguna de las opciones tuviera un pequeño fallo, los que estamos en Informática, sabemos que el mas mínimo detalle puede afectar al funcionamiento correcto de una aplicación, pero también sabemos valorar lo que es no tener la seguridad de estar en posesión de una copia de seguridad, completa y correcta.
No es esto lo peor de Zoomblog, el problema es que trasmitidas las dificultades a Soporte de esa plataforma, lo único que uno recibes, es el acuse de recibo del mensaje enviado y no más. Parece que no existe tal Soporte Técnico.

Ante tal situación, no me ha quedado más remedio que generar un nuevo blog en blogger, donde ya tengo otros albergados y jamás me han dado el más mínimo problema.
 Este nuevo blog de llama “EL RINCÓN DE MANOLO, POR MANUEL MURILLO GARCIA, cuyo enlace es el siguiente:
Ahora estoy en la fase, de pasar las entradas del blog de Zoomblog a este nuevo, pero todo de forma manual, por lo que les ruego un poco de paciencia y en pocos días estará concluido el traslado.

HOY DÍA 25, YA ESTA PASADO EN UN 99%.

Una vez Mas pido disculpas por las molestias ocasionadas.
Muy atentamente.
Manuel Murillo.

EN LA BARCA DE LA IGLESIA



Sopla el viento del Espíritu. Las velas sienten el empuje. El timón se mantiene firme, desde la fe de una Iglesia milenaria y siempre joven.
La historia de la Iglesia es apasionante. Desde su nacimiento, tras la Muerte y Resurrección de Cristo. Desde sus primeros años, con esperanzas y con persecuciones. Desde su larga historia, escrita con páginas de santidad y de amor, con debilidades, pecados y misericordia.

En la nave sopla el viento del Espíritu. La estrella polar, María, indica el camino hacia Cristo. Dios Padre convoca, desde Oriente hasta Occidente, a quienes más ama, a los hijos de los hombres.

En esa nave están Pedro y sus sucesores, los Papas. Cada uno, con su carácter diferente y con su amor a Cristo y a su redil, ha predicado para conservar viva la fe, ha trabajado para sostener la esperanza, ha sufrido y luchado para encender el amor.

La barca sigue su travesía. Las tormentas no dejan de arremeter contra la nave. Algunos sucumben. Otros se levantan tras la caída y vuelven a formar parte del pequeño rebaño.

"No temas", dijo Jesús a Pedro. "No temas", susurra el Maestro a cada generación de bautizados. "No temas", repetían Juan Pablo II y Benedicto XVI. "No temas", escucho dentro de mi alma.

No seguimos en la nave apoyados en seguridades humanas: lo que es frágil no garantiza certezas ni robustece las rodillas vacilantes. La fuerza de la Iglesia católica viene de lo alto y nos permite navegar seguros, hacia la Jerusalén celestial.

Desde la fe, la esperanza y la caridad seguimos nuestro viaje. Permanecemos unidos, confirmados en la sana doctrina, gracias al Papa.

No importa su nombre ni su origen. Se llamará Juan o Pablo o Juan Pablo, se llamará Pío o Benedicto, vendrá de Italia, de Polonia, de Alemania o de algún otro lugar de la amplia geografía católica. Nos basta con saber que Jesús lo eligió y le dice, como al primer Papa: "Apacienta mis ovejas... Sígueme" (cf. Jn 21,15-19).

Sopla el viento del Espíritu. Las velas sienten el empuje. El timón se mantiene firme, desde la fe de una Iglesia milenaria y siempre joven.

En el horizonte, un banquete: el Cordero ha dado su Sangre para que entremos con Él, vencedores, en la gran fiesta de los cielos.

Autor: P.Fernando Pascual LC

miércoles, 20 de febrero de 2013

DIOS PONE SEÑALES EN NUESTRA VIDA



Miércoles primera semana Cuaresma. Descubramos las luces con las que Dios nos va indicando el camino para llegar a Él. 


Jesucristo califica con mucha dureza a la gente de su tiempo y dice que son una generación perversa. Perversa porque tienen una señal y no están dispuestos a aceptar la señal que Dios les da. La señal que Cristo dará, será su Resurrección. Pero Cristo mismo es consciente de que no es suficiente con que Dios dé señales a los hombres; Cristo es consciente de que es necesario que los hombres aceptemos las señales que Dios nos da, que estemos dispuestos a abrir nuestro corazón a las señales; de otra forma, nuestro corazón es un corazón perverso.

¿Qué significa esto? Esto significa que nuestro corazón puede estar caminando de una forma alejada de Dios Nuestro Señor, viviendo de una forma torcida, porque no está aceptando el modo concreto en el cual Dios llega a su vida. Todo este camino que es nuestra existencia, está sembrado por señales de Dios. Está de una forma o de otra, con una constante presencia de un Dios que nos va señalando, indicando, prestando, como una luz que parpadea en todo momento de nuestra vida. Así es Dios en nuestro corazón, con todas las señales que constantemente nos va marcando.

Señales que a veces podrían parecernos extrañas, como el que "la reina del Sur vaya a ver a Salomón". ¿Qué es lo que la reina del Sur había hecho para ir a ver a Salomón? Simplemente había oído hablar de su sabiduría. ¿Qué es lo que Jonás predica a los ciudadanos de Nínive? Simplemente el hecho de que Nínive va a ser destruida. La reina del Sur cambia su vida y es capaz de ir hasta Israel para ver a Salomón y los ninivitas cambian su vida y se convierten. Es decir, no es problema el cómo Dios Nuestro Señor nos manda una señal particular para que cambiemos nuestra vida, el problema está en si nuestro corazón va abriendo los ojos a esas señales, si está dispuesto en todo momento a escuchar lo que Dios le quiere decir.

Y aquí donde Jesucristo nos pone en guardia: cuidado, porque a ustedes no se les van a dar otras señales más que la señal del profeta Jonás, la Resurrección de Cristo. Esta señal, se nos presenta en la vida de una forma que nosotros tenemos que tomarla arriesgando nuestra vida. Cristo cuando se nos presenta en nuestra vida, no nos da mucha seguridad, al contrario, más bien nos pone en más riesgo. Cristo, cuando llega a nuestra existencia, nos hace arriesgarnos más. La reina del Sur podría haber dicho: "¿Cómo voy a ir yo hasta allá para escuchar a un rey que dicen que es muy sabio?" Los habitantes de Nínive podrían haber dicho". ¡Este señor está mal! ¿Por qué va a tener que destruir nuestra ciudad dentro de tres días si no cambiamos nuestra existencia?". Y a la reina del Sur se hubiera quedado sin conocer la sabiduría y los habitantes de Nínive se habrían quedado sin conocer la Misericordia de Dios. No habrán sido capaces de captar la señal con la que Dios, en ese momento, estaba pasando por sus vidas. No habrían sido capaces de captar la luz con la que Dios, en ese momento, quería iluminar su existencia.

Cuando uno mira para atrás de la propia existencia y empieza a ver la cantidad de señales que no ha captado y la cantidad de veces que la luz no brilló en nuestro corazón, podría preguntarse: ¿qué hago ahora si he dejado muchas señales, muchas luces de Dios? ¿No será un paso gigante para mi alma? ¿Tendré posibilidad de dar marcha atrás? ¿La reina del Sur tendría posibilidad de volverse a encontrar con Salomón? ¿Los habitantes de Nínive habrían tenido posibilidad de volver, otra vez a escuchar a Jonás? No lo sabemos. Sabemos una cosa como decíamos en el Salmo "Un corazón contrito. Dios no lo desprecia". Que si en nuestro interior hay el anhelo y el deseo de volver a Dios, Él siempre va a esta listo para darnos de nuevo su luz. Dios siempre va a estar listo para presentarse de nuevo en nuestra vida.

¿Cómo nos envía Dios señales? Dios nos las envía fundamentalmente a través de nuestra conciencia. Una conciencia que tiene que estar buscando constantemente a Dios; una conciencia que no tiene que detenerse jamás a pesar de las barreras de las murallas que hay en la propia alma.

Lo contrario de la perversión es la conversión. Si nuestra alma está constantemente convirtiéndose a Dios, así encuentre un su vida mil defectos, mil problemas, mil reticencias, mil miedos, encontrará al Señor. Es lo mismo que les ocurrió a los habitantes de Nínive. Es la frase final, con la cual el rey de Nínive termina su mandato: "Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos". Aunque halla murallas, dificultades; aunque seamos nosotros mismos los primeros que nos sintamos como obstáculo al regreso de Dios N. S., no olvidemos que Él siempre está en el camino de la conversión. Él siempre está ahí, dispuesto a darnos la mano, a tendernos la posibilidad de regresar a Él.

¿Por qué descorazonarnos, cuando en nuestro camino de conversión encontramos algo que se nos hace tremendamente difícil de superar? ¿Somos más grandes nosotros que la Misericordia de Dios? ¿Es más milagroso el hecho de que una mujer vaya a escuchar a Salomón, o el que una ciudad completa, se convierta ante la voz de una profeta, que la Resurrección del Hijo de Dios?

En esta Cuaresma tenemos que ir viendo hasta qué punto estamos aceptando las señales de Dios N. S. nos da. Viendo cómo Dios me habla, que detrás de ese cómo Dios me habla, a veces gozo, con penas, a veces con un quebranto tremendo de corazón y a veces con una grandísima alegría en el alma. Estas señales de Dios, tienen detrás un sello que es la Resurrección de Cristo y si nosotros las aceptamos, no simplemente vamos a estar aceptando a un Dios que pasa por nuestra vida, sino que vamos a estar aceptando la garantía con la cual, Dios N. S. pasa por nuestra vida.

Hagamos de nuestra existencia, de nuestro camino, de nuestro encuentro con Dios, un constante aceptar el modo en el que Dios me ha hablado, aunque yo no lo entienda. "Aunque este muy lejos Salomón". Abramos nuestros ojos, abramos nuestro corazón, nuestra vida a las señales de Dios y permitamos que el Señor vaya señalando, indicando por dónde nos quiere llevar.

Si algún día no sabemos por dónde nos está llevando, que solamente nos preocupe el no perder de vista las señales de Dios. No importa por dónde nos lleve, eso es problema de Él. Nuestro autentico problema, es no perder de vista las señales de Dios, porque por donde Él nos lleve, tendremos siempre la certeza de que nos está llevando por el camino siempre correcto, por el que nosotros necesitamos ir.

Que ésta sea nuestra oración y el más profundo fruto de esta Cuaresma: ser tan auténticos con nosotros mismos, que seamos capaces de ver la autenticidad con la que Dios nos habla. Que nunca la autenticidad de Dios, choque con la inautenticidad de nuestra vida. Que la autenticidad con la que Él se manifiesta en nuestra existencia, a través de sus señales, encuentre siempre como eco el corazón abierto, dispuesto, auténtico, que recibe todas las señales que el Señor le da.

Autor: P. Cipriano Sánchez LC

lunes, 18 de febrero de 2013

Las cifras de la Iglesia Católica


Estas son las cifras de Iglesia Católica, tan odiada por algunos:
 
  • 5.141 Centros de enseñanza: 990.774 alumnos. Ahorran al Estado 3 millones de euros por centro al año.
     
  • 107 Hospitales. Ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año.

  • 1.004 centros, entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de Sida, un total de 51.312 camas.
    Ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año.
     
  • Gastos de Cáritas : 155 millones de euros al año , salidos de los bolsillos de los católicos españoles.

  • Gastos de Manos Unidas: 43 millones de euros al año, salidos de los bolsillos de los católicos españoles.

    Gastos de las Obras Misionales Pontificias:

  • Domund: 21 millones de euros, que también salen de los bolsillos de los católicos españoles.

    365 Centros de reeducación para marginados sociales: ex_prostitutas, ex_presidiarios y ex_toxicómanos; 53.140 personas.
    Ahorran al Estado medio millón de euros por centro al año.

  • 937 orfanatos: 10.835 niños abandonados. Ahorran al Estado Cien mil euros por Centro.

  • El 80% del gasto de Conservación y mantenimiento del Patrimonio Histórico Artístico. Se calcula un ahorro al Estado entre 32.000 y 36.000 millones de euros al año.

 A todo esto tenemos que sumar que casi todas las personas que trabajan, colaboran, etc. con Cáritas, Manos Unidas, u otras organizaciones de la Iglesia Católica  son voluntarios sin sueldo alguno. Son personas que ayudan a los demás sin pedir nada a cambio.

 ¿En qué cifra se puede tasar esta colaboración si el Estado tuviera que hacerse cargo de ella?

 Esta es la razón por la cual el estado sigue dando un poco de ayuda a la Iglesia Católica , ¡por qué le sale muy barato!.

 Muy pocos conocen este maravilloso trabajo hacia la ciudadanía española de la Iglesia Católica que le sale tan provechoso para el estado español
 y conviene difundirlo para que lo sepamos todos.
 
Y PREGUNTO:

 ¿Cuántos comedores para indigentes ha abierto y mantiene C.C.O.O.?
 ¿Cuántos hospitales para enfermos terminales ha abierto UGT?.
 ¿A cuántos enfermos de SIDA tratan los sindicatos?
 ¿A dónde puede ir un necesitado a pedir un bocadillo o comida para su familia, a la sede del PP, a la del PSOE, a CC.OO. a UGT?
 ¡¡Pues todos estos y más viven de nuestro dinero!!

 Reenviamos este artículo para que llegue a quienes injustamente critican a la Iglesia Católica por cualquier motivo.

Manuel. Murillo 

sábado, 16 de febrero de 2013

EN TORNO AL PAPA


Autor: Pablo Cabellos Llorente
            Estos días se hacen todo tipo de especulaciones alrededor de la renuncia del Papa y quinielas respecto al que lo será en un futuro cercano. Es muy comprensible. La tarea de los medios es informar, recoger opiniones y crearlas. Todo eso es legítimo. Sin embargo, también es exigible un cierto rigor, especialmente por parte de los católicos.
            Se teoriza acerca de maquinaciones de la curia romana, que yo no sé si existen, pero pocos recapacitamos en la parte personal en que hemos de mejorar. Por ejemplo, el Papa dijo alguna cosa que sonó a fuerte en la homilía de Ceniza. Ésta: " Me refiero en particular a los pecados contra la unidad de la Iglesia, las divisiones en el cuerpo eclesial". ¿Nos detenemos cada uno a pensar en la parte que nos corresponde en esas divisiones antes de especular con otras intrigas?
            O esta otra: "De hecho, incluso hoy en día, muchos están dispuestos a "romperse los  vestidos" frente a los escándalos y las injusticias –naturalmente cometidas por otros-, pero pocos están dispuestos a actuar en su propio "corazón", en su conciencia y sus propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta". Es bien posible que lo más útil que podemos hacer en esta Cuaresma recién comenzada es un buen examen personal de conciencia y tal vez una sincera confesión sacramental, en lugar de lanzar pedradas al tejado ajeno.
            Puestos a hablar de la necesaria apertura del futuro Papa, se ha reclamado la libertad de conciencia para leer e interpretar la Biblia cada uno a su gusto. Un amigo bromista dice ante el dislate: así empezó Lutero, pero en este caso es cierto. Comenzó exactamente así. Amamos a los hermanos de las restantes iglesias cristianas, pero precisamente es necesario el plural a causa de la disgregación consiguiente a la falta de un Magisterio que interprete auténticamente la Palabra de Dios.
            Las quinielas también son libres y hasta entretenidas. Pero -vuelvo a referirme a los católicos- ¿no sería mejor rezar para que los cardenales electores se dejen guiar por el Espíritu Santo?

CON MARÍA, CAMINANDO LA CUARESMA....



"Toma tu cruz y sígueme". Así,"tu" cruz, no la ajena, no la que te gustaría, sino la tuya, la conocida, la que crees no merecer y que, sin embargo, te lleva a la eternidad. 


"Convertios, y creed en el Evangelio"... repetirá una y otra vez, el sacerdote en la imposición de las cenizas. "Convertios". 

- Pero ¿No se supone, Madre querida, que ya estamos convertidos? Digo, estamos aquí, en misa, creemos en tu Hijo, ¿Por qué nos dice esto?. 

Miro tu imagen, tu conocida y querida imagen, Señora de Luján, y te pido disculpas por mi ignorancia, pero mi amor a tu Hijo necesita respuestas.... 

- Hija querida, puedes preguntarme todo, todo lo que no comprendas, porque cada pregunta tuya, cada búsqueda de la verdad es una caricia a mi corazón entristecido. Y nada me hace más feliz que contestarte, mostrarte los caminos a mi Hijo, tomarte de la mano y llevarte a Él, pues muchas veces veo que no te atreves a caminar sola.. 

Es cierto, María, muchas veces me quedo atrapada en mis miedos, mis dudas, mis ignorancias, pero me consuela saber que puedo extender mi mano en la plenísima seguridad de que siempre hallare la tuya. 

-Para aclarar tu duda te digo que ese "Convertios" que tanto te descoloca es como una puerta para comenzar a caminar tu cuaresma... 

- ¿Mi Cuaresma, Señora? 

- Sí, tu Cuaresma... como te hable un día de tu propio camino hacia la Navidad, debo hablarte ahora de tu propio camino de Cuaresma.... 

- Explícame, Señora 

Me quedo mirando tu imagen fijamente, me abrazas el alma y me llevas de la mano a los lejanos parajes de Tierra Santa... 

"Era invierno" (Jn 10,22). El viento helado cala hasta los huesos, caminamos entre la gente y te sigo, sin saber adónde. De repente nos encontramos frente a las escalinatas del Templo de Jerusalén. Allí "Jesús se había sentado frente a las alcancías del Templo, y podía ver como la gente echaba dinero para el tesoro"(Mc 12,41) Nos vamos acercando lentamente, yo temo de que alguien advierta mi presencia... 

- No temas, nadie puede verte, solo Jesús y yo...-Recuerdo muchas veces en que creí que nadie podía verme, y siento vergüenza por todos mis pecados escondidos.... 

- Señora ¿qué hacemos aquí?. 

- Quiero que comiences a caminar tu cuaresma, y que la vivas tan plenamente como te sea posible. 

- Supongo que eso será muy bueno para mí. 

- No sólo para ti . Verás, si todo el dolor de esta cuaresma de tu vida, lo depositas en mi corazón, si vives tu tristeza, tu angustia y tu soledad como un compartir la tristeza y soledad de mi Hijo, entonces, querida mía, no sólo será beneficioso para tu alma, sino que yo lo multiplicaré para otras almas.... 

Asombro, esa es la palabra que podría definir todos mis encuentros contigo... asombro; ante la magnitud de tu amor, ante la magnitud de la misericordia tuya y de tu Hijo... Asombro y alegría... una dulcísima alegría de saberme tan amada. 

- Mira, hija, el rostro de Jesús.... 

Contemplo el amadísimo rostro. Su mirada está serena, aunque inmensamente triste. 

- ¿Por qué esta triste el Maestro, Madre? 

- Pregúntaselo hija, vamos anda.... 

Confieso que me tiemblan las piernas y el corazón amenaza con salir de mi pecho pero, increíblemente, una serena paz me inunda el alma.... 

- Señor- y no encuentro palabras. Sí, todas las palabras que transito diariamente y cuyos rostros y voluntades creo conocer, todas las palabras con la que he justificado mis olvidos, parecen desvanecerse antes de que pueda atraparlas. Vuelan, como pájaros espantados, no se sienten dignas, comprendo entonces que sólo el amor es digno. Por fin, atrapo las más puras... 

- Señor, déjame compartir tu tristeza... 

Oh, Señora mía, tu Hijo vuelve sus ojos mansos hacia mí y su mano se apoya en mi hombro.... mi alma se estremece ¿Quién soy yo, para merecer tal detalle de amor? 

-¿Por qué me pides eso? 

- Porque te amo, y no tengo nada digno para darte que te alivie-mi voz es apenas un susurro- Porque me amas y sé que estás pasando todo esto para que yo tenga vida eterna. Tú nos pides que carguemos la cruz y te sigamos, Maestro.. pero yo...¡yo no sé como se hace eso!- Y me deshago en llanto, y me siento pequeña, insignificante, tan pecadora e indigna que quisiera salir corriendo ...pero ¿Adónde? Adonde iré, Señor mío, si sólo tú tienes palabras de vida eterna. 

- Hermanita del alma-y tu voz mansa calma y disipa mis tempestades -si quieres seguirme, niégate a ti misma, carga con tu cruz de cada día y sígueme. 

Jesús me mira y su mirada traspasa todas las corazas con las que intento cada día disfrazar mi corazón. Quisiera que viese el paisaje que Él espera, no el que mi tibieza y olvidos construyeron neciamente. Pero ya es tarde para pretender eso.. o no. Tu misericordia, Señor, es un torrente inagotable que puede sanar el corazón más destruido, el más olvidado, el más solitario. 

Unos hombres se acercan. Probablemente sus apóstoles. Jesús se retira y María, que está a pocos pasos escuchando cada palabra, se acerca a mí. Tomándome por los hombros, me lleva a las afueras de la ciudad. Allí, en un reparo tibio doy rienda suelta a mi llanto.... 

Ella nada dice, sólo me mira con infinita ternura. 

- Ay, Madre, Madre, ¡Cómo puedo ser tan torpe!. El Maestro es tan sencillo y claro para hablarme, que se supone debo entender ¡Pero no, no entiendo! ¡No sé como llevar a mi vida de cada día sus preciosísimos consejos! ¡Ayúdame, por piedad!.. 

Colocas delicadamente mi cabeza en tu hombro...¡Qué remanso para mi alma dolorida!... 

- Hija, intentaré explicarte más detalladamente, no sólo para que comprendas sino para que te determines a caminar . 

- Te escucho, Madre, mi corazón tiene tanta sed de tus palabras. 

- Bien, comenzaremos por lo primero que te dijo Jesús: "¿Por qué me pides eso?". Él sabe que tú no le pedirías caminos si no fuese que el Espíritu te ha creado esa necesidad. Tú no amaste a Jesús y Él te escuchó, sino que Él te amó primero. ¿Comprendes la diferencia?. Que tú le busques, le necesites, es una clara señal de que Él te ama. Luego te dijo las condiciones para seguirlo. Veamos esto parte por partes: "Si quieres seguirme". No se trata de que te acerques por interés de conseguir algo que deseas, porque te sientes sola y no encuentras nada mejor o porque se supone que debes hacerlo. Nada de eso. Se trata de que "quieras" y ese querer parte de una gracia del Espíritu que tu corazón escucha y acepta. Luego te dijo: "Niégate a ti misma". Allí te esta pidiendo que cultives, en lo más profundo de ti, la humildad y que la dejes crecer sin ahogarla con tu orgullo y vanidad. 

- Para ello necesitaré mucho oración, supongo... 

- Por cierto. Oración, pero oración que no es mera repetición de palabras. Puedes comenzar analizando tu actitud en la oración. ¿Cómo rezas? ¿Como el fariseo?. "Te doy gracias porque no soy como los demás", creyendo que tu fe es mejor o mas valiosa a los ojos de Dios que la de una simple mujer que reza cada día el rosario en la soledad de la parroquia, con una voluntad y constancia que tú no posees. Hija, intenta rezar como el publicano, que se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo: "Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador". Renunciar a la tentación del aplauso, del halago. Renunciar a la vanidad de sentirse mejor que otros es difícil hija, mas no imposible. Cuando lo logras, las alas de tu alma se despliegan en vuelo límpido hacia cielos más altos. 

- Madre, madre... cuánto he lastimado el Sagrado Corazón de tu Hijo, cuánto necesito de su misericordia. Continúa, que en este punto ya no quiero el retorno... 

- "Toma tu cruz y sígueme". Así, tal cual, hija. "Tu" cruz, no la ajena, no la que te gustaría, sino la tuya, la conocida, la que crees no merecer y que, sin embargo, te lleva a la eternidad. "Sígueme" pero ¿Cómo piensas seguirle? ¿Rezongando y protestando por el peso de tu cruz, quejándote de que otros tienen cruces más livianas? ¡Cómo si pudieras tú ver el corazón sangrante o el alma doliente de tu hermano! ¿Le seguirás arrastrando la cruz para que deje marcas en la arena buscando la compasión de los demás?... Hija, debes abrazar tu cruz y amarla... 

- ¿Cómo se ama la cruz, Señora? 

- Se ama en aquél que te lastima con su indiferencia, en el que no te escucha, en la que te difama. Se ama construyendo cada día en tu familia aunque sientas que predicas en el desierto. Se ama sembrando, aunque sientas que el viento de la indiferencia arrastra la semilla. Tú nunca sabes si alguna quedó plantada y la misericordia de Dios hará que dé fruto, a su tiempo, cuando menos lo esperes. No temas la dureza del tiempo de siembra, piensa en la alegría de la cosecha... que llega, hija, llega, siempre. 

Tu voz dulce, segura y pura riega la aridez de mi alma, abre puertas cerradas por tanto tiempo y el sol de la luz de Cristo entra a raudales en los más recónditos espacios de mi interior. Caminar la cuaresma, vencerme, cargar la cruz.¿Podré?¿Cuánto tiempo durará en mí este deseo de caminar tras Jesús? 

- Tanto tiempo como lo alimentes. La Eucaristía, Jesús mismo, te dará la fuerza, la constancia, la paz. Y yo estaré siempre contigo, para secar tu frente, para enjugar tus lágrimas, aún cuando no me veas, aún cuando me creas lejos. Siempre. 

Cae la tarde y el sol se esconde en el horizonte mientras yo me escondo en tu pecho en apretado abrazo. Cuando abro los ojos el sacerdote está por comenzar la ofrenda del pan y del vino. Miro tu imagen. Me sonríes desde ella. Un viento fresco entra por la ventana, el sol se termina de esconder en el horizonte y, por un exquisito regalo tuyo, siento que me continúas abrazando. Siempre. 

Amigo que lees estas líneas. No temas recorrer tu propia Cuaresma, no reniegues de tu cruz. Cuando sientas que caes bajo su peso, levanta los ojos y verás la mano de tu madre, extendida. No le reproches nada, sólo tómala, y veras que tus heridas cicatrizan en medio del mas profundo amor. 
Autor: Ma. Susana Rat.

viernes, 15 de febrero de 2013

DEJAR QUE CRISTO ENTRE EN EL CORAZÓN



Viernes después de Ceniza. La conversión no es simplemente obras de penitencia. La conversión es el cambio del corazón. 


El tema del corazón contrito, de la conversión del corazón es el tema que debería de recorrer nuestra Cuaresma. Es el tema que debería recorrer toda nuestra preparación para la Pascua. La liturgia nos insiste que son importantes las formas externas, pero más importantes son los contenidos del corazón. La Iglesia nos pide en este tiempo de Cuaresma, que tengamos una serie de formas externas que manifiesten al mundo lo que hay en nuestro corazón, y nos pide que el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo hagamos ayuno, y que todos los viernes de Cuaresma sacrifiquemos el comer carne. Pero esta forma externa no puede ir sola, necesita para tener valor, ir acompañada con un corazón también pleno.

El profeta Isaías veía con mucha claridad: "¿es lo que Yo busco: que inclines tu cabeza como un junco, que te acuestes en fango y ceniza?" Dios Nuestro Señor lo que busca en cada uno de nosotros es la conversión interna, que cuando se realiza, se manifiesta en obras, que cuando se lleva a cabo, tiene que brillar hacia fuera; pero no es solamente lo externo. De qué poco serviría haber manchado nuestras cabezas de ceniza, si nuestro corazón no está también volviéndose ante Dios Nuestro Señor. De qué poco nos serviría que no tomásemos carne en todos los viernes de Cuaresma, si nuestro corazón está cerrado a Dios Nuestro Señor.

La dimensión interior, que el profeta reclama, Nuestro Señor la toma y la pone en una dimensión sumamente hermosa, cuando le preguntan: ¿Por qué ustedes no ayunan y sin embargo los discípulos de Juan y nosotros si ayunamos? Y Jesús responde usando una parábola: "¿Pueden los amigos del esposo ayunar mientras está el esposo con ellos?" Jesús lo que hace es ponerse a sí mismo como el esposo. En el fondo retoma el tema bíblico tan importante de Dios como esposo de Israel, el que espera el don total de Israel hacia Él.

Esta condición interior, el esfuerzo por que el pueblo de Israel penetre desde las formalidades externas a la dimensión interna, es lo que Nuestro Señor busca. El ayuno que Él busca es el del corazón, la conversión que Él busca es la del corazón y siempre que nos enfrentemos a esta dimensión de la conversión del corazón nos estamos enfrentando a algo muchas veces no se ve tan fácilmente; a algo que muchas veces no se puede medir, pero a algo que no podemos prescindir en nuestra vida. ¿Quién puede palpar el amor de un esposo a su esposa? ¿Quién puede medir el amor de un esposo a su esposa? ¿Cómo se palpa, cómo se mide? ¿Solamente por las formas externas? No. Hay una dimensión interior en el amor esponsal del cual Jesucristo se pone a sí mismo como el modelo. Hay una dimensión que no se puede tocar, pero que es también imprescindible en nuestra conversión del corazón. Tenemos que ser capaces de encontrar esa dimensión interior, una dimensión que nos lleva profundamente a descubrir si nuestra voluntad está o no entregada, ofrecida, dada como la esposa al esposo, como el esposo a la esposa, a Dios, Nuestro Señor.

La conversión no es simplemente obras de penitencia. La conversión es el cambio del corazón, es hacer que mi corazón, que hasta el momento pensaba, amaba, optaba, se decidía por unos valores, unos principios, unos criterios, empiece a optar y decidirse como primer principio, como primer criterio, por el esposo del alma que es Jesucristo.

Sólo cuando llega el corazón a tocar la dimensión interior se realiza, como dice el profeta, que "Tu luz surgirá como la aurora y cicatrizarán de prisa tus heridas, se abrirá camino la justicia y la gloria del Señor cerrará tu mancha". Entonces, casi como quien ve el sol, casi como quien no es capaz de distinguir la fuente de luz que la origina, así será en nosotros la caridad, la humildad, la entrega, la conversión, la fidelidad y tantas y tantas cosas, porque van a brotar de un corazón que auténticamente se ha vuelto, se ha dirigido y mira al Señor.

Este es el corazón contrito, esto es lo que busca el Señor que cada uno de nosotros en esta Cuaresma, que seamos capaces en nuestro interior, en lo más profundo, de llegar a abrirnos a Dios, a ofrecernos a Dios, de no permitir que haya todavía cuartos cerrados, cuartos sellados a los cuales el Señor no puede entrar, porque es visita y no esposo, porque es huésped y no esposo. El esposo entra a todas partes. La esposa en la casa entra a todas partes. Solamente al huésped, a la visita se le impide entrar en ciertas recámaras, en ciertos lugares. 

Esta es la conversión del corazón: dejar que realmente Él llegue a entrar en todos los lugares de nuestro corazón. Convertirse a Dios es volverse a Dios y descubrirlo como Él es. Convertirse a Dios es descubrir a Dios como esposo de la vida, como Aquél que se me da totalmente en infinito amor y como Aquél al cual yo tengo que darme totalmente también en amor total.

¿Es esto lo que hay en nuestro corazón al inicio de esta Cuaresma? ¿O quizá nuestra Cuaresma está todavía encerrada en formulismos, en estructuras que son necesarias, pero que por sí solas no valen nada? ¿O quizá nuestra Cuaresma está todavía encerrada en criterios que acaban entreteniendo al alma? Al huésped se le puede tener contento simplemente con traerle un café y unas galletas, pero al esposo o a la esposa no se le puede contentar simplemente con una formalidad. Al esposo o la esposa hay que darle el corazón.

Que la Eucaristía en nuestra alma sea la luz que examina, que escruta, que ve todos y cada uno de los rincones de nuestra alma, para que, junto con el esposo sea capaz de descubrir dónde todavía mi entrega es de huésped y no de esposo.

Pidamos esta gracia a Jesucristo para que nuestra Cuaresma sea una Cuaresma de encuentro, de cercanía de profundidad en la conversión de nuestro corazón.

Autor: P. Cipriano Sánchez LC.