"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
domingo, 2 de septiembre de 2012
LOS EN FESTIVALES BENEFICOS, NO FALTABAN A NINGUNO.
CREO QUE UNA DE LAS COSAS QUE LES HACIA SER DISTINTO A ESTE GRUPO, ERA EL ESTAR SIEMPRE DISPUESTO A ACTUAR EN CUALQUIER FESTIVAL BENEFICO.
DEL MERECIDO HOMENAJE RENDIDO POR BADAJOZ, AL MITICO PUCHY ESCUDERO
Hacia tiempo que no se veía a gente tan fenomenal subidos a un escenario guitarra y micrófono en mano para homenajear al tan querido por todos Puchuy Escudero, u buen guitarra y compositor del que cabe destacar su paso por Los Play Boys. Con ellos estuvo nada más y nada menos que en TVE en el programa Salto a la Fama. Entre los compañeros que veremos en el video podemos observar que se juntan dos generaciones distintas, vemos a Salvador Garcia y a José Ramón Magias, para mi dos generaciones como digo. Vemos al incombustible Jesús Herrero, en fin vean vean.
Volumen 1
Volumen 2
RECUERDA DECIR "GRACIAS"...
RECUERDA DECIR "GRACIAS"...
Dios cada día nos llena de bendiciones y gracias
Dios cada día nos llena de bendiciones y gracias
Un alma recién llegada al cielo se encontró con San Pedro. El santo llevó al alma a un recorrido por el cielo. Ambos caminaron paso a paso por unos grandes talleres llenos de ángeles. San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo. Aquí, todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas." El alma miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con muchos ángeles clasificando peticiones escritas en voluminosas hojas de papel de personas de todo el mundo.
Siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y San Pedro le dijo: "Esta es la sección de empaque y entrega. Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron." El alma vio cuan ocupados estaban los ángeles trabajando en empacar y enviar a la tierra tantas bendiciones.
Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, San Pedro se detuvo en la última sección. Para sorpresa del recién llegado, sólo un ángel permanecía en ella ocioso silbando melodías y haciendo muy poca cosa. "Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro. "¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" - preguntó el alma. "Esto es lo peor"- contestó San Pedro. "Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento."
"¿Cómo puede uno agradecer a las bendiciones de Dios ?"
"Simple" - contestó San Pedro, "Sólo tienes que decir: ¡Gracias Señor!".
Siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección y San Pedro le dijo: "Esta es la sección de empaque y entrega. Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron." El alma vio cuan ocupados estaban los ángeles trabajando en empacar y enviar a la tierra tantas bendiciones.
Finalmente, en la esquina más lejana del cuarto, San Pedro se detuvo en la última sección. Para sorpresa del recién llegado, sólo un ángel permanecía en ella ocioso silbando melodías y haciendo muy poca cosa. "Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro. "¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" - preguntó el alma. "Esto es lo peor"- contestó San Pedro. "Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento."
"¿Cómo puede uno agradecer a las bendiciones de Dios ?"
"Simple" - contestó San Pedro, "Sólo tienes que decir: ¡Gracias Señor!".
sábado, 1 de septiembre de 2012
"HACED LO QUE MI HIJO OS DIGA"
Que nuestros oídos escuchen constantemente con la adecuada claridad tu voz maternal, de ti Madre nuestra.
HACED LO QUE MI HIJO OS DIGA"
MADRE... En este solemne momento escuchamos con particular atención tus palabras: "Haced lo que mi Hijo os diga". Y queremos responder a ellas con todo nuestro corazón. Queremos hacer lo que tu Hijo nos dice, porque Él tiene palabras de vida eterna. Queremos llevar a cabo y cumplir todo aquello que provenga de Él, todo aquello que se contiene en la Buena Nueva, tal como nuestros antepasados lo hicieran durante tantos siglos.
MADRE..Tu fidelidad a Cristo y a su Iglesia, han estampado en cierto modo en nosotros una marca indeleble que todos compartimos. Esa fidelidad ha fructificado en el heroísmo cristiano y en una poderosa tradición de vivir de acuerdo con la Ley de Dios, en concordancia con el mandamiento más sagrado del Evangelio: el mandamiento del Amor. Hemos recibido esta espléndida herencia de tus manos al principio de una nueva era, al aproximarnos al cierre del segundo milenio del nacimiento del Hijo de Dios de Tí, nuestra Alma Mater, y queremos llevar esta herencia en el futuro con la misma fidelidad con la que nuestros antepasados dieron testimonio de ella.
MADRE..Que nuestros oídos escuchen constantemente con la adecuada claridad tu voz maternal: "Haced lo que mi Hijo os diga".
MADRE..Haznos capaces de perseverar con Cristo. Haznos capaces, Madre de la Iglesia, de construir su Cuerpo Místico viviendo con la vida que solo Él puede darnos de Su plenitud, que es a la vez divina y humana."
MADRE... En este solemne momento escuchamos con particular atención tus palabras: "Haced lo que mi Hijo os diga". Y queremos responder a ellas con todo nuestro corazón. Queremos hacer lo que tu Hijo nos dice, porque Él tiene palabras de vida eterna. Queremos llevar a cabo y cumplir todo aquello que provenga de Él, todo aquello que se contiene en la Buena Nueva, tal como nuestros antepasados lo hicieran durante tantos siglos.
MADRE..Tu fidelidad a Cristo y a su Iglesia, han estampado en cierto modo en nosotros una marca indeleble que todos compartimos. Esa fidelidad ha fructificado en el heroísmo cristiano y en una poderosa tradición de vivir de acuerdo con la Ley de Dios, en concordancia con el mandamiento más sagrado del Evangelio: el mandamiento del Amor. Hemos recibido esta espléndida herencia de tus manos al principio de una nueva era, al aproximarnos al cierre del segundo milenio del nacimiento del Hijo de Dios de Tí, nuestra Alma Mater, y queremos llevar esta herencia en el futuro con la misma fidelidad con la que nuestros antepasados dieron testimonio de ella.
MADRE..Que nuestros oídos escuchen constantemente con la adecuada claridad tu voz maternal: "Haced lo que mi Hijo os diga".
MADRE..Haznos capaces de perseverar con Cristo. Haznos capaces, Madre de la Iglesia, de construir su Cuerpo Místico viviendo con la vida que solo Él puede darnos de Su plenitud, que es a la vez divina y humana."
Autor: SS Juan Pablo II.
viernes, 31 de agosto de 2012
NUNCA UN CATÓLICO PUEDE JUSTIFICAR EL ABORTO
Profesar la fe y ser católico es un compromiso muy importante. Vivir en gracia es el estado más grande para dar gloria a Dios
1.- La Iglesia, con su enseñanza y con el servicio que tiene de ser portadora del mensaje de Jesucristo, indica y orienta al pueblo cristiano.
De ahí que hay normas y orientaciones claras tanto desde el punto doctrinal como moral. El Código de Derecho Canónico es el instrumento que la Iglesia tiene para indicar el camino de fe y costumbres en los miembros de la Iglesia. Señala el canon 1398 que “quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae”. Es este un delito que se comete siempre que se realiza una acción dirigida directamente a matar el feto, bien en el vientre de la madre, o bien fuera de él; y se consigue su efecto.
Respecto al concepto penal de aborto, el Pontificio Consejo para la Interpretación de los textos legislativos, ha respondido que se ha de entender por tal la muerte provocada del feto, de cualquier modo que ésta se produzca desde el momento mismo de la concepción. Los que cooperan o colaboran de forma directa o apoyando incurren en el mismo delito. Los católicos sabemos que el Papa Beato Juan Pablo II declaró que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral (Enc. Evangelium Vitae, n. 58). El Concilio Vaticano II nos advierte que “la vida, desde su misma concepción, se ha de proteger con sumo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes nefandos” (Gaudium et Spes, n. 51).
Queda excomulgado y no puede acercarse a recibir la Comunión sacramental quien haya incurrido en este pecado. Comulgar en pecado mortal es un sacrilegio como bien dice San Pablo: “Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor” (I Cor 11,27). De ahí que se requiera la conversión en el que quiera acercarse al banquete de la Eucaristía. La misericordia del Señor no contradice la necesidad de conversión. Una vez arrepentidos y confesados se nos abren las puertas a la recepción de la Eucaristía.
A veces se suele decir: “Pero no debemos juzgar”. Es cierto que no se puede juzgar la conciencia de otro. Pero sí debemos saber claramente lo que significa ser católico y lo que se requiere para comulgar. El católico cree que Dios ha revelado la Verdad en materia de doctrina y moral y que esta es enseñada por le magisterio de la Iglesia. Por lo tanto la conciencia del católico se forma a la luz del magisterio de la Iglesia. La Iglesia no obliga a creer ya que la fe es un don de Dios. Pero enseña que debemos ser consecuentes como católicos. Quien no cree en las enseñanzas de la Iglesia no tiene autoridad para decir que es un bueno y fiel católico.
2.- ¿Qué decir sobre el derecho de los fieles a recibir la comunión?
El mismo Derecho Canónico en el canon 915 advierte que: “No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persisten en un manifiesto pecado grave”. Se requiere una dignidad y estado de gracia para recibir la Sagrada Comunión. Hay unos principios generales como expresaba en una nota el Cardenal Ratzinger al Cardenal de Washington.
1.- La Iglesia, con su enseñanza y con el servicio que tiene de ser portadora del mensaje de Jesucristo, indica y orienta al pueblo cristiano.
De ahí que hay normas y orientaciones claras tanto desde el punto doctrinal como moral. El Código de Derecho Canónico es el instrumento que la Iglesia tiene para indicar el camino de fe y costumbres en los miembros de la Iglesia. Señala el canon 1398 que “quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae”. Es este un delito que se comete siempre que se realiza una acción dirigida directamente a matar el feto, bien en el vientre de la madre, o bien fuera de él; y se consigue su efecto.
Respecto al concepto penal de aborto, el Pontificio Consejo para la Interpretación de los textos legislativos, ha respondido que se ha de entender por tal la muerte provocada del feto, de cualquier modo que ésta se produzca desde el momento mismo de la concepción. Los que cooperan o colaboran de forma directa o apoyando incurren en el mismo delito. Los católicos sabemos que el Papa Beato Juan Pablo II declaró que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral (Enc. Evangelium Vitae, n. 58). El Concilio Vaticano II nos advierte que “la vida, desde su misma concepción, se ha de proteger con sumo cuidado; el aborto y el infanticidio son crímenes nefandos” (Gaudium et Spes, n. 51).
Queda excomulgado y no puede acercarse a recibir la Comunión sacramental quien haya incurrido en este pecado. Comulgar en pecado mortal es un sacrilegio como bien dice San Pablo: “Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor” (I Cor 11,27). De ahí que se requiera la conversión en el que quiera acercarse al banquete de la Eucaristía. La misericordia del Señor no contradice la necesidad de conversión. Una vez arrepentidos y confesados se nos abren las puertas a la recepción de la Eucaristía.
A veces se suele decir: “Pero no debemos juzgar”. Es cierto que no se puede juzgar la conciencia de otro. Pero sí debemos saber claramente lo que significa ser católico y lo que se requiere para comulgar. El católico cree que Dios ha revelado la Verdad en materia de doctrina y moral y que esta es enseñada por le magisterio de la Iglesia. Por lo tanto la conciencia del católico se forma a la luz del magisterio de la Iglesia. La Iglesia no obliga a creer ya que la fe es un don de Dios. Pero enseña que debemos ser consecuentes como católicos. Quien no cree en las enseñanzas de la Iglesia no tiene autoridad para decir que es un bueno y fiel católico.
2.- ¿Qué decir sobre el derecho de los fieles a recibir la comunión?
El mismo Derecho Canónico en el canon 915 advierte que: “No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persisten en un manifiesto pecado grave”. Se requiere una dignidad y estado de gracia para recibir la Sagrada Comunión. Hay unos principios generales como expresaba en una nota el Cardenal Ratzinger al Cardenal de Washington.
· Presentarse para recibir la Sagrada Comunión debería ser una decisión consciente, basada en un juicio razonado respecto de la propia dignidad para hacerlo, según los criterios objetivos de la Iglesia, haciéndose preguntas como: “¿Estoy en plena comunión con la Iglesia Católica? ¿Soy culpable de algún pecado grave? ¿He incurrido en una pena (p. e. la excomunión, el entredicho) que prohíbe que reciba la Sagrada Comunión?” La práctica de presentarse indiscriminadamente a recibir la Sagrada Comunión, simplemente como consecuencia de estar presente en la Misa, es un abuso que debe ser corregido (cf. Instrucción Redemptionis Sacramentum, n. 81, 83).
· La Iglesia enseña que el aborto o la eutanasia son pecado grave. La Carta Encíclica Evangelium vitae, respecto de decisiones judiciales o leyes civiles que autorizan o promueven el aborto o la eutanasia, declara que existe “una grave y clara obligación de oponerse por la objeción de conciencia. En el caso de una ley intrínsecamente injusta, como una ley que permite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito por tanto obedecerla, o participar en una campaña de propaganda a favor de tal ley o votar por ella´” (n. 73). Los cristianos tienen “una grave obligación de conciencia de no cooperar formalmente en prácticas que, aún permitidas por la legislación civil, son contrarias a la ley de Dios. En efecto, desde el punto de vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente con el mal. Tal cooperación nunca puede ser justificada invocando el respeto a la libertad de otros o apelando al hecho de que la ley civil lo permite o lo requiere” (n. 74).
· Aparte del juicio de un individuo respecto de su propia dignidad para presentarse a recibir la Santa Eucaristía, el ministro de la Sagrada Comunión se puede encontrar en la situación en la que debe rechazar distribuir la Sagrada Comunión a alguien, como en el caso de un excomulgado declarado, un declarado en entredicho, o una persistencia obstinada en pecado grave manifiesto (cf. canon 915).
· Respecto del grave pecado del aborto o la eutanasia, cuando la cooperación formal de una persona es manifiesta -entendida, en el caso de un político católico, como hacer campaña y votar sistemáticamente por leyes permisivas de aborto y eutanasia-, su párroco debería reunirse con él, instruirlo respecto de las enseñanzas de la Iglesia, informándole que no debe presentarse a la Sagrada Comunión hasta que termine con la situación objetiva de pecado, y advirtiéndole que de otra manera se le negará la Eucaristía.
· Cuando “estas medidas preventivas no han tenido su efecto o cuando no han sido posibles”, y la persona en cuestión, con obstinada persistencia, aún se presenta a recibir la Sagrada Comunión, “el ministro de la Sagrada Comunión debe negarse a distribuirla” (cf. Declaración del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos “Sagrada Comunión y Divorcio, Católicos vueltos a casar civilmente” [2002], n. 3-4). Esta decisión, propiamente hablando, no es una sanción o una pena. Tampoco es que el ministro de la Sagrada Comunión esté realizando un juicio sobre la culpa subjetiva de la persona, sino que está reaccionando ante la indignidad pública de la persona para recibir la Sagrada Comunión debido a una situación objetiva de pecado.
Profesar la fe y ser católico es un compromiso muy importante. Vivir en gracia es el estado más grande para dar gloria a Dios. En este caso por lo tanto nunca un católico puede justificar el pecado del aborto. El Amor de Dios no excluye la Justicia de Dios, puesto que amor y mentira nunca pueden ir juntos. El amor y la verdad son la armonía de lo auténticamente justo. A los santos siempre, desde los primeros tiempos, se les ha llamado JUSTOS.
Autor: Mons. Francisco Pérez González.
Acerca del autor
Mons. Francisco Pérez nació en Frandovínez (Burgos). Fue ordenado sacerdote en 1973. En 1995 fue nombrado obispo de Osma-Soria y en 2003 Arzobispo Castrense. Desde 2007 es Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela.
Profesar la fe y ser católico es un compromiso muy importante. Vivir en gracia es el estado más grande para dar gloria a Dios. En este caso por lo tanto nunca un católico puede justificar el pecado del aborto. El Amor de Dios no excluye la Justicia de Dios, puesto que amor y mentira nunca pueden ir juntos. El amor y la verdad son la armonía de lo auténticamente justo. A los santos siempre, desde los primeros tiempos, se les ha llamado JUSTOS.
Autor: Mons. Francisco Pérez González.
Acerca del autor
Mons. Francisco Pérez nació en Frandovínez (Burgos). Fue ordenado sacerdote en 1973. En 1995 fue nombrado obispo de Osma-Soria y en 2003 Arzobispo Castrense. Desde 2007 es Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela.
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